La ramera de Babilonia en versión sionista

- La ramera de Babilonia en versión sionista

Netanyahu y el ocaso de la legalidad internacional

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***La reciente ofensiva aérea de Israel contra Irán, lanzada sin aval internacional y en medio de una tensa coyuntura diplomática, revela fracturas en la alianza con Washington y un intento desesperado de Netanyahu por desviar la atención de su crisis interna. 

Mientras Trump persiste en reencauzar las negociaciones nucleares, con Rusia emergiendo como mediador clave, el escenario geopolítico en Oriente Medio entra en una fase crítica y potencialmente explosiva e inmanejable.

Para entrar en los pormenores de la inmoralidad criminal que supone el ataque preventivo israelí contra instalaciones nucleares civiles iraníes, recomiendo en primer lugar leer o releer mi artículo publicado el 30 de marzo denominado «Irán, entre la espada del Damocles económico y la pared de la guerra regional», que les dará un plafón de entendimiento de la situación actual y, asimismo, repasar mi escrito del 1º de junio «Gaza, el páramo infernal», donde también asocio el genocidio palestino con la (proyectada) exterminación de la teocracia iraní y advierto que Tel Aviv estaba planteando realizar ataques contra las instalaciones nucleares de Irán, en solitario, sin la venia oficial estadounidense.

También pueden indagar en «¿Acuerdo o guerra con Irán?», del 14 de febrero, donde advertí de la ruta de ingreso de la aviación israelí hacia las instalaciones iraníes a través del canal de inserción sirio, tras la caída de la República Árabe gobernada por Bashar al-Assad en diciembre de 2024 y la subsiguiente destrucción de todo el sistema antiaéreo nacional.

Dicho esto, hilaré una serie de situaciones a considerar que llevaron a esta situación sumamente crítica, que abreva de la ideología supremacista del régimen israelí y la utilización de la violencia como única forma de lograr objetivos, y se ampara en la relación simbiótica entre la cúpula sionista y el Estado Profundo straussiano enquistado en Washington.

Los acontecimientos del Viernes 13

El viernes 13 (fecha terrorífica si las hay) de junio, de manera aparentemente inconsulta, la Heyl HaAvir, quizás la rama más profesional y letal de las Tzáhal o Fuerzas de Defensa Israelíes, llevó a cabo la operación combinada «León Naciente» [Rising Lion] contra objetivos militares y nucleares iraníes, utilizando unos 200 cazas de origen estadounidense F-15I Raam, F-16I Sufa y F-35I Adir, para atacar múltiples objetivos en territorio iraní, desperdigando una lluvia mortífera de 330 municiones de precisión de diferente tipo, alcance y potencia.
En la foto, los tres tipos de aviones de combate utilizados en el ataque a Irán. 

De camuflaje enteramente gris, el modernísimo Lockheed-Martin F-35I Adir (F-35A Lightning II), detrás, dos unidades del biplaza F-16I Sufa, que son en realidad F-16D Fighting Falcon específicamente modificados para el cometido de ataque a tierra, alterados convenientemente con sistemas de designación de blancos israelíes.

 Finalmente, puede observarse al poderoso F-15I Raam (F-15E Strike Eagle), optimizado para ataques de largo alcance. Todos, absolutamente, tienen capacidad de lanzar bombas nucleares. Los nombres en hebreo suplantando a las denominación en inglés son una tradición de la Heyl HaAvir.

Antes o durante la actuación de los cazabombarderos, drones preposicionados dentro del territorio iraní abatieron sistemas antiaéreos, centros de comunicación y… blancos humanos.

Por lo que se sabe hasta ahora, la primera oleada de ataque ingresó por el “canal sirio” para destruir e inhabilitar la operatividad de las estaciones de radar iraníes situadas en la zona occidental del país, que conforman la alerta temprana de los sistemas de defensa aérea. 

Se cree que las estaciones de Subashi, Maragheh y Tabriz fueron completamente destruidas. También fue atacada una posición de defensa aérea en Hamadán, donde se encuentra la aviación táctica (los veteranos F-4E Phantom II y donde se “dice que se esperaban” los Su-35E). 

Casi inmediatamente, los aviones hebreos golpearon diversas instalaciones militares en las provincias fronterizas con Irak, incluyendo Kermanshah, Azerbaiyán Occidental y Oriental, Kurdistán, Lorestán y Juzestán.

Despejado el espacio aéreo, Israel atacó Teherán y sus suburbios, donde se encuentra el Estado Mayor y el mando de la Guardia Revolucionaria (IRGC). 

Se ha confirmado la muerte del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mohammad Bagheri, el comandante de la IRGC, Hossein Salami, y el comandante del mando de situaciones de emergencia Gholam Ali Rashid. 

Se sabe que también fallecieron el asesor del Líder Supremo, Ali Shamjani y el general Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial de la IRGC.

Se trata de las típicas operaciones israelíes que buscan decapitar los mandos para evitar la organización de la defensa y provocar el mayor grado de confusión.

Esta selección precisa para asesinar personalidades fundamentales (cadáveres exquisitos, como hicieron con Hezbolá) de la teocracia iraní —que habla a las claras de una muy eficiente labor de Inteligencia—, me hace preguntar si la operación israelí tuvo por objetivo principal destruir materialmente las instalaciones de generación e investigación nuclear o descabezar los mandos políticos y militares fundamentales para derruir al gobierno iraní.
De izquierda a derecha, tres víctimas de los ataques aéreos israelíes: primero, el general de División Hossein Salami, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC) y figura clave en el desarrollo de misiles balísticos y uso de drones; seguidamente, Ali Shamjani, consejero político del Líder Supremo ayatolá Alí Jameneí; y por último, el general de División Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraní.
El general Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC) hasta su muerte este 13 de junio de 2025. Israel lo había considerado «figura central» en las operaciones Promesa Verdadera I y II.
El general de División Gholam Ali Rashid era el comandante del Qassen Central “Khatam al-Anbia” desde junio de 2016, un cuartel central que coordina al Ejército y la Guardia Revolucionaria.

Téngase en cuenta, asimismo, que al menos seis científicos nucleares fueron abatidos, entre ellos, el Dr. Fereydoon Abbasi. Se asegura que el general de brigada Davood Sheijian, comandante de las fuerzas de defensa aérea del IRGC, cayó en combate, mientras que el general de brigada Mehdi Rabbani, asistente de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, y el general Gholamreza Mehrabi, subjefe de inteligencia del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, ¡también fueron asesinados!

Con los mandos naturales muertos, se procedió a golpear de inmediato objetivos nucleares, específicamente, todas aquellas conocidas instalaciones de Natanz, Fordow y Parchin, utilizándose bombas antibúnker como las poderosísimas GBU-28 Deep Throat de 2300 kg y las GBU-31 JDAM (una Mk.84 con dispositivo de guiado inercial) de 909 kg.

Los daños infraestructurales provocados en todo el país persa son enormes, pero las bajas humanas, por su calidad y formación, son sinceramente insustituibles.

 Esta es una declaración de guerra en toda regla, una verdadera operación de exterminación sin medias tintas. Nunca antes Irán había perdido a tantos altos mandos militares en un solo golpe, lo que implica la altísima penetración del espionaje israelí en la República Islámica de Irán.
Algunas de las instalaciones nucleares alcanzadas por el fuego israelí.

Una operación de tamaño calibre, logística y precisión no puede haberse planificado en dos semanas, como señalan algunos analistas. 

Seguramente demandó meses, fundamentalmente, para el recabado de información sobre la morada de los generales y científicos.

 En cuanto a lo estrictamente operativo, dependió ineludiblemente de escalones de repostaje aéreo sobre el espacio aéreo sirio. 

Los israelíes tienen 7 cisternas Boeing KC707 Reem y un Boeing KC-46A Pegasus. Es probable que estos hayan sido insuficientes para mantener 200 aeronaves de combate en danza aérea, lo que implicaría necesariamente la presencia de reabastecedores de la USAF.

Recordaremos los ejercicios Juniper Oak 23-2 desarrollados en febrero de 2023 con el fin de mejorar la interoperabilidad entre Estados Unidos e Israel. 

En el mismo, participaron elementos del Comando Central de Estados Unidos (USCENTCOM) y de las Tzáhal. 

Casualmente, en dicho ejercicio se simularon ataques coordinados, con perfiles de penetración a baja cota, similares a los que se utilizarían (hipotéticamente entonces) para golpear objetivos iraníes, evadiendo los lóbulos radáricos y la misilería antiaérea. También se realizaron maniobras de reabastecimiento en vuelo.
Cazabombarderos F-16I Sufa israelíes reabasteciéndose desde cisternas Boeing KC-135E Stratotanker estadounidenses, durante los Ejercicios Juniper Oak 23-2.

El antecedente: la Operación Ópera

Nadie que conociera a los israelíes podía no creer en sus palabras cuando aseguraron que si Estados Unidos no lo secundaba en un ataque contra Irán, entonces, lo decidirían en solitario.

El 7 de junio de 1981, cuando el Irak de Saddam Hussein se encaramaba como la potencia desafiante de Medio Oriente y estaba en plena guerra contra la Revolución Islámica de Irán, Israel montó un ataque aéreo preventivo contra el reactor nuclear (en construcción) de Osirak, ubicado 17 kilómetros al sureste de Bagdad.

Los iraquíes sostenían entonces que su programa nuclear tenía fines pacíficos, pero el gobierno israelí de Menachem Begin lo veía como un peligro existencial, argumentando que estaba diseñado para la fabricación de armamento nuclear. Irak además tenía armas químicas —gas mostaza y sarín—, gentilmente brindadas por Occidente, que fueron oportunamente aplicadas contra las tropas persas.

Lo cierto, es que la Heyl HaAvir montó una notable misión aérea con los (entonces) novísimos F-16A Netz, de los cuáles se utilizaron ocho ejemplares, armados con apenas dos bombas tontas de caída libre Mk.84 y con dos tanques suplementarios de combustible subalares de 370 galones y uno ventral de 300 galones, para asegurarse los 1000 kilómetros de viaje sin reabastecimiento aéreo.
El cazabombardero General Dynamics F-16A Netz matrícula #107 en el museo de aeronáutica de Nevatim. Se aprecian 6,5 victorias sobre aviones sirios y la insignia triangular que indica que fue uno de los ocho F-16 que participaron en el bombardeo del reactor nuclear de Osirak.

La Operación Ópera hizo rodar cabezas en Bagdad y paralizó el programa nuclear iraquí por siempre. El Consejo de Seguridad de la ONU votó una resolución (487) condenando el ataque como una violación del derecho internacional. Y allí quedó todo…

La ley de la selva

El derecho internacional no contempla la posibilidad de atacar a un país bajo el pretexto de la “autodefensa” o “una necesidad operativa inmediata”. Permite, eso sí, la legítima defensa preventiva. Pero requiere que la amenaza sea “instantánea, abrumadora e inminente”, sin dejar “tiempo para la deliberación”. 

Nada de lo que haya hecho Irán en los últimos tiempos implica un movimiento sospechoso de ser ofensivo. Más bien todo lo contrario: Teherán estaba en abiertas negociaciones con Estados Unidos para suscribir garantías mutuas que evitasen situaciones ríspidas y comprometedoras. 

Incluso, la última ronda de Mascate (Omán) estaba preparada para el 15 de junio. De modo tal, que lo que hizo Israel es una agresión absolutamente injustificada e ilegal, violando el Capítulo VII, Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas

Que quede absolutamente claro: Israel es el estado agresor. Irán es el estado que emprende legítimamente la defensa.

¿Plan Andinia? ¿Un éxodo programado por si todo sale mal?

Durante muchísimo tiempo se ha hablado del Plan Andinia como una mera teoría conspirativa derivada de «Los protocolos de los sabios de Sión». Tanto el Plan como los Protocolos han sido siempre desmentidos como una tendenciosa publicación antisemita, sin correlato con la realidad.

 Sin embargo, si bien no existen pruebas concretas de un complot secreto para crear un Estado judío en la Patagonia que abarque partes de Argentina y Chile, es cierto que Theodor Herzl, fundador del sionismo, en su libro Der Judenstaat (1896), planteaba la idea de un “hogar nacional judío” analizando como posibles territorios a Palestina —lugar prioritario debido al legado histórico del Reino de Judea—, y la Argentina, básicamente debido a su baja densidad poblacional y riquezas naturales.

Que el presidente argentino Javier Milei —que tiene una profunda conexión espiritual con el judaísmo, y un fuerte enlace ideológico con el sionismo, corporizados en su amistad con Netanyahu y su devoción a la secta jasídica Jabad-Lubavitch—, haya estado en Israel apenas antes del ataque podría no ser una casualidad.

Llamó la atención que la foto revelada de la reunión bilateral entre mandatarios (cual Ventana de Overton) proyecte el mapa de la República Argentina sobre el papel frontal del primer ministro israelí.
El presidente argentino Javier Milei en su visita a Israel, reunido con el primer ministro Benyamin Netanyahu y su comitiva. Si se hace zoom sobre el escrito de Netanyahu, podrá observarse el mapa de la República Argentina. ¿Por qué extraña causa tendría Netanyahu el mapa físico argentino delante de sus ojos?

Llamativamente también, Milei recibió un millón de dólares —que él dijo que iba a donar, ignorando que todo regalo que reciba el presidente es del Estado Argentino y no personal—, y un premio en forma de cuerno helicoidal denominado “Génesis”, que etimológicamente significa “Comienzo”, “Origen”. 

El premio fue dado por la Fundación Genesis Prize, un grupo de destacados filántropos judíos que justiprecian el compromiso excepcional con el judaísmo y el Estado de Israel.
El presidente argentino Javier Milei recibe el Premio Génesis de manos del empresario de la Big Pharma, Stan Polovets, presidente de la Fundación Genesis Prize. Durante la ceremonia en la Knéset, Polovets destacó que Milei “ha sido sin duda uno de los amigos más incondicionales de Israel”.

Casualmente, previo a la visita de Milei a Israel, el gobierno argentino festejó con bombos y platillos los vuelos directos de Aerolíneas Argentinas entre Buenos Aires y Tel Aviv; extrañamente la única ruta aérea que se abre en la aerolínea pública mientras todas las demás están continuamente en vilo por posible cierre.

Y para más mensajes “subliminales”, el gobierno argentino firmó horas antes del ataque a Irán, subsidios oficiales para inmigrantes israelíes

La situación se agrava más cuando se trata del gobierno que ha recortado fondos al límite de la desatención médica y la malnutrición a millones de argentinos.

Desgraciadamente, desde 1994, Argentina tiene un protagonismo no menor como alfil de la política exterior israelí. El 18 de julio de ese año ocurrió el atentado con bomba contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos.

Hubo múltiples especulaciones sobre quiénes fueron los perpetradores y autores intelectuales del crimen. En un principio, se habló de la «pista siria». 

Pero luego el fiscal Alberto Nisman, secretamente ligado al o infiltrado por el Mossad, acusó con pruebas endebles a la dirigencia política de Irán y al Hezbolá.
El espantoso bombazo a la AMIA, en Buenos Aires. A pesar de ocurrir en Argentina, curiosamente, los restos fueron removidos por una unidad especial del ejército israelí. ¿Cómo es que un cuerpo extranjero removió la posible evidencia?

Dado que la causa tenía más dudas que certezas —con infinidad de ruido blanco—, y ya habían pasado 19 años sin una resolución, la entonces presidente Cristina Fernández ¡y el Congreso argentino! impulsaron en 2013 la firma de un memorando de entendimiento entre Argentina e Irán con el objetivo de avanzar en la investigación.

Sin embargo, la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), órgano representativo de la derecha israelí, rechazó el memorando argumentando que beneficiaba a los acusados y no buscaba verdadera justicia. Prontamente, el fiscal Nisman acusó a Cristina Fernández de haber negociado la interrupción de los procedimientos legales contra Irán a cambio de un precio ventajoso para comprar petróleo, hecho que terminó siendo desmentido.

El fiscal luego muere enigmáticamente el 19 de enero de 2015 de un tiro en la cabeza en su departamento, horas antes de declarar en el Congreso por su acusación… y Cristina Fernández es inculpada por alta traición. Todo lo demás fue escarnio mediático, que se encargó de destruir la imagen pública de una presidente que pretendía acabar con la vergonzosa mancha de un crimen impune.

¿A qué viene todo esto? A qué una parte de la clase política y de la famiglia judicial Argentina estuvo implicada en la guerra subrepticia llevada a cabo intensamente por Israel para señalar a Irán como un Estado Terrorista… y juntar adeptos para su consiguiente aislamiento y ataque combinado.

Previo a los bombardeos arteros e ilegales (¿o debo decir terroristas?) de Israel contra Irán, Cristina Fernández fue condenada por la Corte Suprema a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por una causa menor que tiene todas las características de amañamiento, tanto desde lo procesal como desde lo testimonial.

El “Plan Nuclear” iraní

Justamente en 2015, mientras el peronismo perdía impulso en las elecciones de noviembre por el impacto del «escándalo Nisman», el presidente estadounidense Barack Obama llegaba a un acuerdo con los iraníes, con el que venía trabajando desde 2013.

Se trataba del Plan de Acción Integral Conjunta o PAIC (o Joint Comprehensive Plan of Action, JCPOA), el acuerdo internacional alcanzado finalmente en Viena, el 14 de julio de 2015, entre Irán, los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Francia, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos), más Alemania y la Unión Europea, por el cual se aseguraba que el programa nuclear iraní se circunscriba únicamente a fines pacíficos.

Las autoridades israelíes venían montando una intensísima —y muy cínica—, campaña mediática asegurando que Irán se estaba nuclearizando con fines bélicos de manera acelerada y que, en función a su “antisemitismo intrínseco”, obtendrían el arma atómica para propinar “otro holocausto”.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ante la Asamblea General de la ONU, el 27 de septiembre de 2012, cuando aseguraba que Irán estaba a punto de enriquecer uranio al 90% y obtener «la bomba».

En honor a la verdad, Irán sí tenía un plan nuclear, pero estaba abierto a las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), sencillamente porque es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y podía comprobarse fácilmente que estaba destinado a fines pacíficos. Además, el ayatolá Jomeiní dictó una fatwa (jurisprudencia islámica) que impedía la fabricación de armas de destrucción masiva. 

Irán ni siquiera posee armas químicas, aun cuando sufrió los embates de esas monstruosas creaciones por parte de los ejércitos de Saddam Hussein… Y para más dato, la fatwa del demonizado Jomeiní ¡se hizo en plena guerra contra Irak!

Increíblemente el dedo acusador israelí también tenía un plan nuclear, pero lo había destinado tanto a fines pacíficos como bélicos. Israel no está adherido al TNP, por lo que no está legalmente obligado a declarar o someter su programa nuclear a inspecciones del OIEA.

Aunque lo niegue oficialmente, se sabe con certeza que Israel posee entre 100 y 150 ojivas nucleares. 

El centro nuclear de Dimona (Negev Nuclear Research Center) es considerado la base secreta de su programa nuclear. Las pruebas concretas de ello las ha brindado Mordechai Vanunu, un científico que trabajó en Dimona y se convirtió en objetor de consciencia.
En 1986, mientras estaba en Estados Unidos, Mordechai Vanunu, un especialista técnico de la central nuclear de Dimona convertido en objetor de consciencia, filtró información al Sunday Times, que publicó un reportaje con planos y fotos donde se concluía que Israel poseía un arsenal nuclear estimado en más de 100 ojivas nucleares, convirtiéndolo en una potencia nuclear no declarada.

 Pocos días antes de la publicación del artículo, Vanunu fue engañado por una agente del Mossad (Cindy) para viajar a Roma, donde fue drogado, secuestrado y llevado en secreto a Israel. 

En 1988 fue condenado a 18 años de prisión por traición y espionaje. Pasó más de 11 años en régimen de aislamiento. Fue liberado en 2004, pero con fuertes restricciones: no puede salir de Israel ni hablar con extranjeros sin permiso. Oprimido por los suyos, Vanunu se convirtió al catolicismo.

Volviendo al tema, el PAIC del 2015 era la forma alcanzada por la Administración Obama para despresurizar la insistencia israelí en pos de un ataque contra Irán que devaste el país, provoque un cambio de régimen y termine de una vez por todas con la potencialidad del arma nuclear. 

Obama no quería meter a Estados Unidos en una guerra generalizada en Medio Oriente por las implicancias políticas y económicas que traería, pero sabía que se ganaría la enemistad de Tel Aviv. 

Para atenuar, incorporó como garantes del Acuerdo a los demás potencias de Oriente y Occidente, de modo tal de no quedar solo en el control cruzado y obtener masa crítica contra Israel que, por supuesto, se manifestó totalmente en oposición al acuerdo.

Para evitar la firma, el 3 de marzo de 2015 el primer ministro Netanyahu fue “invitado” por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, al Congreso de los Estados Unidos, donde dio un furibundo discurso anti-Obama, advirtiendo que el acuerdo con Irán era “malo” y pondría en riesgo la existencia de Israel.

Como todos sabrán, Israel, a través del AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), maneja los hilos del Senado y la Cámara de Representantes estadounidense, presionando sobre resoluciones, sanciones o… impeachments.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, el 3 de marzo de 2015, haciendo un discurso agresivo contra el presidente Barack Obama por su política de acuerdo constructivo con Irán. 

Ningún otro jefe de Estado o de Gobierno podría tomarse una atribución tan insolente. 

Estas situaciones hacen que politólogos como el estadounidense de origen judío John J. Mearsheimer afirme que el lobby israelí distorsiona el interés nacional estadounidense (en su obra The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy).

No obstante, el acuerdo se firmó igual. Fue un gran acto de independencia política del gobierno de Obama, con casi todo el Congreso ensobrado 1 en contra.

Para ciertos círculos iraníes el acuerdo era como pactar con el Diablo: Occidente no lo respetaría e Irán abdicaba de sus intereses nacionales, aunque el texto firmado en Ginebra es de carácter transitorio (volveré sobre este importante detalle más adelante).

El PAIC preveía (a grandes rasgos):Que Irán redujese el enriquecimiento de uranio a 3,67% (se requiere 90% para armas atómicas), y redujese a la vez el stock de uranio a sólo 300 kilogramos.
Que Irán solamente operara la planta de Natanz.
Que Irán redujera el número a 6104 centrifugadoras (tenía 20000), quedando operativas las de tecnología más obsoleta (Modelo IR1)
Que Irán se sometiera a inspecciones regulares de la OIEA.
Que Occidente levantara las sanciones económicas y financieras progresivamente.
Que Occidente descongelara los activos iraníes retenidos en los bancos occidentales.
Que se facilitara el comercio internacional del petróleo iraní.

Contrariamente a sus predecesores, los presidentes Rafsandjani (1989-1997) y Jatamí (1997-2005), Ahmadinejad (2005-2013) era un antiimperialista 2 de la estirpe de Ali Shariati. 

En pocos años, Ahmadinejad convirtió Irán en una potencia científica e industrial, desarrollando especialmente la investigación nuclear. Él creía que el desarrollo de Irán como potencia tecnológica podría llevarlo a una independencia política real. Por tener ese pensamiento fue demonizado por Occidente y calumniado. 

Hasta le “armaron” discursos falsos donde asegura buscar un Holocausto para los judíos y le hicieron un Golpe Suave en 2009 (Revolución Verde). 

Es probable, no seguro, que Ahmadinejad buscara armamento atómico. ¿Pero quien puede culpar a Irán de querer conseguirlo con tantos enemigos nucleares declarados y su país rodeado por este y oeste por tropas estadounidenses? 

Sin embargo, Hasán Rohaní, que representaba simultáneamente los intereses de los clérigos y los de la burguesía de Teherán y de Isfahán, pretendía la prosperidad económica y no le interesaba la lucha antiimperialista. 

Su facción movió los hilos para que Esfandiar Rahim Mashaí, íntimo colaborador de Ahmadinejad y su sucesor, fuera descalificado en la carrera presidencial por el Consejo de Guardianes. Así, el sucesor presidencial fue el jeque Hasán Rohaní (2013-2021) que aceptó felizmente el trato con Obama.
A la izquierda, el secretario de Estado estadounidense John Kerry y el asesor de Obama para asuntos de Medio Oriente Robert Malley (y delegación) conversan con el ministro de Relaciones Exteriores iraní Mohammad Javad Zarif y el viceministro Abbas Araghchi en Lausana (Suiza), previo a la firma del PAIC en julio de 2015.

Sin embargo, las furibundas presiones de AIPAC/Israel hicieron que Obama intentara “compensar” el atrevimiento autonomista que había tenido: la ayuda militar estadounidense y la transferencia tecnológica a Israel se incrementó a niveles superlativos. 

En 2016, firmó un Memorando de Entendimiento en que llevaba la asistencia militar durante 10 años a la friolera de 38.000 millones de dólares.

 Este era el mayor paquete de asistencia militar hacia un país extranjero. Asimismo, Obama brindó toda la ayuda técnica para el sistema antimisiles Iron Dome, financiado íntegramente por Estados Unidos.

Así también, Obama se esforzó por formar una alianza militar musulmana contra Irán, congregando a los reinos del Golfo, quienes por aquel entonces tomaban a Teherán como un enemigo promotor de chiismo revolucionario. Así, en mayo de 2015, Obama reunió en Camp David a los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahréin, Kuwait y Omán), para discutir un “marco de defensa colectivo”, una especie de OTAN-del-Golfo, con cláusula-gatillo de Artículo 5. 

Empero, las diferentes posturas de los reinos por temas como la guerra en Siria y Yemen hizo que no prosperara finalmente esa idea impulsada por Washington (a instancias de Israel).
El presidente estadounidense Barack Obama en Camp David, Maryland, con algunos representantes del CCG, a fin de formar la “OTAN-del-Golfo”. 

Se ven, de izquierda a derecha, al ministro de Asuntos Exteriores de Omán, Yusuf bin Alawi bin Abdullah, al emir de Kuwait, Sabah al-Ahmad al-Jaber al-Sabah, al (entonces) príncipe heredero de Arabia Saudita Muhammad bin Nayef, a un funcionario saudí no identificado, y al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani.

Sin embargo, la política exterior de Israel seguía inquieta: a medida que acumulaba más poderío militar en Medio Oriente y más influencia global gracias a sus élites enquistadas en Estados Unidos, Europa y Sudamérica, más impunidad iba ganando en su colonización de territorios palestinos y más atrevimiento tomaba en sus planes expansionistas o de exterminación. Pero Tel Aviv siempre entendió que el mayor obstáculo a sus políticas neocoloniales siempre fue Irán.

Desde los inicios de la Revolución Islámica (1979), Israel ha apoyado la destrucción de Irán. Ha tenido algunos vaivenes, como cuando el panarabismo iraquí, basado en el Partido Baaz de Saddam Hussein, tomó demasiado protagonismo y poder. 

Ya he nombrado la Operación Ópera, que destruyó la nuclearización de Bagdad. Pero también puedo aseverar que Israel tuvo grados de colaboración con Irán —por ejemplo, suministrando repuestos para los embargados cazabombarderos F-4E Phamton II—, para extender lo máximo posible la carnicería mutua entre árabes y persas en el marco de la Guerra Irán-Irak (1980-1988), ambos, en definitiva, enemigos de Israel.

Con Irán muy maltrecho, pero con la Revolución aún a flote, Israel inmediatamente empezó su campaña mediática de sindicar a Teherán como un “vector del Holocausto”, fundamentalmente, porque Jomeiní declaraba a los imperialismos como enemigo de los pueblos libres, con eje en el anglosionismo, al que lo emparentaba con El Gran Satán. Jomeiní sostenía que Israel era una construcción artificial, producto de una oleada tardía de colonialismo europeo, y que usurpaba tierras de los pueblos árabes, por consiguiente, llevaba un gen imperialista en sus entrañas. Sin embargo, la Revolución Islámica no era antijudía (no confundir).

La invasión del Líbano por parte de Israel en 1982 (para destruir a la OLP y su afán de creación de un Estado Palestino) pareció dar a Jomeiní la razón. 

Los chiítas libaneses buscaron emparentarse a los revolucionarios iraníes y formaron Hezbolá para resistir a la invasión hebrea. 

Esto hizo que Israel empezara a confrontar más cercanamente con los iraníes y promoviera distintos métodos de destrucción y desestabilización de su sociedad, desde el asesinato de científicos, hasta los sabotajes, la estrangulación de su economía y campañas de difamación con acusaciones constantes de terrorismo.

Cuando en 2003, George W. Bush y su gobierno de sionistas-straussianos decidieron que Estados Unidos debía invadir ilegalmente Irak, arrasando lo que quedaba de infraestructura del país y liquidando impunemente a más de un millón de iraquíes, el gobierno israelí apoyó fuertemente la campaña

Veía en esa ocupación estadounidense un trampolín perfecto para invadir Irán (no olvidemos que en 2001 se ocupó Afganistán, de modo tal que Irán estaba rodeado por el este y el oeste).

 Sin embargo, el impulso militarista estadounidense se encontró con la fría realidad: quedó empantanado en ambos escenarios, combatiendo metro por metro contra la insurgencia iraquí y Talibán.

Israel montó en 2006 una nueva invasión al Líbano, para eliminar a Hezbolá de raíz, pero fracasó (la “Guerra de los 33 días”)

Y poco después, los poderes occidentales, con el beneplácito israelí, montaron la falsa “Guerra Civil” en Siria, para destruir al gobierno laico de Bashar al-Assad. Siria soportó 14 años de guerra atroz —gracias a la resistencia libanesa e iraní, y el inestimable apoyo ruso—, hasta caer sorprendentemente en diciembre de 2024 por acción de las tropas de la Hermandad Musulmana, subsidiarias (socias) del anglosionismo, y un extraño cambio de rumbo por parte de las nuevas autoridades de Teherán, centradas en un “entendimiento” con Occidente.

No es casual que la caída del gobierno sirio en diciembre de 2024 haya ocurrido luego del descabezamiento y debilitamiento de Hezbolá en Líbano, que lo llevó al punto de la desaparición

Ello explica por qué Netanyahu estaba tan jubiloso con la caída del “régimen alauita” y se daba aires de haber contribuido fuertemente a su derribo. No solamente Hezbolá quedaba aislado y prácticamente derrotado, sino que se habría el canal de ataque a Irán, definitivamente.

El primer ministro israelí Benyamin Netanyahu festejó desde los (usurpados a Siria desde 1967) Altos del Golán la caída del “régimen de Bashar al-Assad” por parte de los amigos extremistas de Hayat Tahrir al-Sham, que siempre han estado muy dispuestos a decapitar a otros musulmanes o a cristianos. 

Como reconoce Netanyahu sin faltar a la verdad, la caída de los alauitas “es el resultado de los golpes que infringimos a Irán y Hezbolá”, aventurando cual es el paso subsiguiente. 

Reconoce además que habían montado en la frontera un hospital de campaña para asistir a los terroristas de al-Qaeda / Hermanos Musulmanes que causaron el caos en Siria durante 14 años (¡esto era un dato que Israel siempre había negado!).

Trump se somete a Israel: retira a EE.UU. del PAIC y ejecuta a Soleimani

No nos precipitemos tanto y volvamos un poco atrás, a mayo del 2018. Con el advenimiento de Donald Trump a la White House, Israel obtuvo su mayor logro diplomático: la retirada unilateral de Estados Unidos del PAIC.

Sin Estados Unidos, el PAIC era letra muerta, y por más esfuerzos que hicieran el resto de los garantes (en definitiva, convidados de piedra) para mantenerlo a salvo, cuando Estados Unidos emana sanciones internacionales unilaterales, todos los demás se sujetan, ya sea por convencimiento o temor.
Donald Trump muestra el 8 de mayo de 2018 el memorando presidencial que acababa de firmar y que establecía la retirada de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) sobre el programa nuclear de Irán.

Tras la firma del PAIC, la economía iraní había tenido una super explosión: sólo en 2016, el PIB de Irán ¡había crecido un 12,5 %!. Esto también era inadmisible para Israel, quien afirmaba que sería utilizado en actividades terroristas (aunque en realidad, vuelvo a sostenerlo, Israel necesita dividir para reinar, evitar que Irán se convierta en un polo civilizatorio).
Según el FMI, la economía iraní tuvo un boom impresionante con la retirada de las sanciones occidentales, pasando de un retraimiento del 1,6% a un crecimiento del 12,5%. 

Estos números prendieron todas las alarmas en Tel Aviv y Washington, y pronto el “mercado internacional” se le cerró nuevamente a Irán.

Según Trump, el PAIC tenía “serias limitaciones”: solo restringía el programa nuclear por un tiempo limitado (algunos límites de inspección y restricciones terminaban después de 10-15 años), y no abordaba otros temas críticos como el programa de misiles balísticos iraní o el “comportamiento desestabilizador” en la región. 

Lo cierto, es que Trump había llegado, prácticamente sin estructura partidaria, de la mano del AIPAC y tenía una insoportable presión doméstica en el Congreso. 

Los sectores neoconservadores ideológicamente amalgamados a Israel presionaban para un enfoque más duro contra Irán.

Tal es así, que por motivos de gobernabilidad interna, Trump accedió a una estrategia de “máxima presión” (que increíblemente retomó, en forma de amenaza dialéctica y mediante un decreto, en 2025), implementando una furiosa política de sanciones económicas.

Esto cambió el enfoque conciliador de (el presidente) Rohaní y (el líder supremo) Jameneí, que veían ahora, amargamente, como el tiempo le daba la razón al revolucionario rebelde Ahmadinejad

Rápidamente, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica pusieron en marcha el Frente de la Resistencia —mal llamado “Eje de la Resistencia”—, una forma organizada de grupos, movimientos y fuerzas que apoyan y promueven la influencia de Irán en la región, especialmente, en oposición a Estados Unidos, Israel y sus aliados.

El arquitecto de esa empresa fue el general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, la unidad de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), encargada de operaciones extranjeras.
El Líder Supremo, ayatolá Seyed Ali Jameneí conversa con el general Qasem Soleimani. 

El hábil comandante supo identificar en las “primaveras árabes” un ardid para desatar ejércitos de milicianos, a las órdenes de Occidente Colectivo, contra los intereses iraníes, y diseñó un esquema de contención en “territorio enemigo”, organizando la resistencia revolucionaria en Irak, Siria, Yemen y Líbano.

Asimismo, Irán intensificó sus inversiones en tecnología satelital, en misilería balística y drones, donde se convirtieron en verdaderos desarrolladores cutting-edge. En 2024 ¡llegaron a fabricar un misil hipersónico!, el proyectil Fattah, con un alcance de 1.400 kilómetros y una velocidad aproximada a Mach 12, siendo uno de los pocos países que dominan esa tecnología.

La retirada estadounidense del PAIC no solamente abatió a la economía iraní, sino que dinamitó la confianza del liderazgo persa en un acuerdo posible con Occidente. 

Irán había desmontado sus capacidades nucleares a cambio de una traición occidental, que le dio un dulce por dos años y luego se lo retiró a bofetadas.

La respuesta iraní no solamente fue fortalecer el «Frente de la Resistencia» y sus capacidades misilísticas, sino también empezar a incumplir los límites del acuerdo, como enriquecer uranio por encima del 3,67%, almacenar uranio y agua pesada por encima de los límites fijados, e instalar centrifugadoras más veloces.

A la vez, Occidente procedió a una escalada militar constante, siendo el asesinato artero de Soleimani, 3 de enero de 2020 en Bagdad, el episodio más tenso y preocupante.
Infografía de la operación montada por la USAF con un dron MQ-9 Reaper contra el general iraní Qasem Soleimani y el comandante iraquí Abu Mahdi al-Muhandis (que lideraba la alianza paramilitar Fuerzas de Movilización Popular) en el aeropuerto internacional de Bagdad. Occidente y sus agentes suelen hacer estas maniobras de descabezamiento, que suenan “naturales” cuando ellos las realizan pero “anormales y terroristas” las poquísimas veces que las sufren.

La Operación Inundación de Al-Aqsa y la (planificada) ofensiva israelí

No voy a enumerar todos los —anunciados durante años—, pasos dados por Israel en cuanto a [1] eliminación del Frente de la Resistencia o Arco Chiíta, [2] exterminación del pueblo palestino (genocidio) y erradicación del objetivo de conformación de un Estado soberano, [3] destrucción de la dinastía alauita en Siria e instalación de la (aliada) Hermandad Musulmana [4] anulación del poder de fuego de Hezbolá en Líbano e instalación de un (aliado) régimen cristiano-maronita [5], atentados contra importantes personalidades iraníes (incluyendo al presidente…), etc., desde el sospechoso e inútil ataque con captura de rehenes de Hamás del 7 de octubre de 2023.
Tropas israelíes ingresan en Gaza luego de que su artillería y aviación dejaran un paisaje francamente apocalíptico.

Pueden acudir a mis constantes escritos sobre esta oscura senda de bombas, muerte y conquista en los links que abajo dispongo, donde voy aproximando todo el tiempo la idea de un Israel desbocado, agresivo in extremis, con objetivos cumplidos en fases, y con la obsesión siempre presente de atacar y destruir definitivamente a Irán. 

Sólo aprecien los títulos de mis artículos y verán esa “progresión” de manera palpable y objetiva:Israel no detiene el curso de la guerra, del 21 de septiembre de 2024.

En el Líbano se prendió la mecha, del 28 de septiembre.
Cuenta regresiva para Irán, del 1 de octubre.
Cayó Siria, del 8 de diciembre.
El Día Después, del 15 de diciembre.
¿Acuerdo o guerra con Irán?, del 14 de febrero.
La masacre de los alauitas, del 14 de marzo.
Gaza, el páramo infernal, del 1 de junio.

Solo acotaré algo que he remarcado constantemente: Israel tiene una escalofriante capacidad militar, pero la misma no es suficiente para vencer a Irán. Esto es algo que saben íntimamente los militares hebreos. 

Para vencer total y definitivamente a Irán se necesita la incorporación al escenario de Estados Unidos, que tiene fuerzas expedicionarias suficientes —o sea, demografía—, para realizar una campaña terrestre. 

Excepto que Israel esté dispuesto a utilizar todas sus armas nucleares, Irán puede subsistir a una guerra con Israel y aplicar, a cambio, retaliaciones hirientes.

Es por ello que Israel ha hecho ingentes esfuerzos por manipular a los distintos gobiernos estadounidenses para involucrarlos en una guerra decisiva contra Teherán, a quien ahora temen más por sus logros políticos, como ingresar al BRICS y a la Organización de Cooperación de Shanghái.

Recordaremos, la (cuarta) visita de Netanyahu 3 al Congreso estadounidense en fecha el 24 de julio de 2024, donde dio un discurso explosivo contra Irán, diciendo con tendenciosa inexactitud (pues Irán no estuvo implicado en absoluto en la Operación Al-Aqsa):

Nos encontramos hoy en una encrucijada de la historia. Nuestro mundo está convulsionado. En Oriente Medio, el eje del terror de Irán se enfrenta a Estados Unidos, Israel y nuestros amigos árabes. No se trata de un choque de civilizaciones. Es un choque entre la barbarie y la civilización. Es un choque entre los que glorifican la muerte y los que santifican la vida.

Para que las fuerzas de la civilización triunfen, Estados Unidos e Israel deben permanecer unidos. Porque cuando estamos juntos, sucede algo muy simple. Nosotros ganamos. Ellos pierden.

Luego incurrió en mentiras flagrantes, que fueron desmentidas por todos los testigos y rubricadas mucho después, cuando rehenes fueron liberados y notificaron del buen trato dado por sus captores:

Proporcionalmente, en comparación con el tamaño de nuestra población, eso [se refiere al ataque del Hamás del 7 de octubre] es como veinte 9/11 en un día. 

Y estos monstruos, violaron mujeres, decapitaron hombres, quemaron vivos a bebés, mataron a los padres delante de sus hijos y a los niños delante de sus padres.

Para finalmente poner las cosas entre un enfrentamiento entre el Bien, reflejado en Israel y el sionismo, y el Mal, en sus detractores, incluyendo allí, ¡a los civiles que protestaban contra el genocidio de Gaza! (esto no era nuevo; el 22 de septiembre de 2023, quince días antes de la operación «Inundación de Al-Aqsa», Netanyahu hizo un discurso en la Asamblea General de la ONU donde se refirió a “La Maldición” [The Curse], constituida por el Arco Chiíta de inspiración iraní, versus “La Bendición” [The Blessing], que incorporaba a Israel por sobre los territorios palestinos).

El presidente Biden y yo nos conocemos desde hace más de 40 años. Quiero darle las gracias por medio siglo de amistad con Israel y por ser, como él dice, un orgulloso sionista.

Derrotar a nuestros brutales enemigos requiere coraje y claridad. La claridad comienza por conocer la diferencia entre el bien y el mal… Muchos de los que protestan contra Israel eligen estar del lado del mal. Están con Hamás. Están del lado de los violadores y asesinos. 

Estos manifestantes están con ellos. Deberían avergonzarse de sí mismos. Se niegan a hacer la simple distinción entre los que atacan a los terroristas y los que atacan a los civiles, entre el Estado democrático de Israel y los matones terroristas de Hamás. 

Recientemente nos enteramos por el Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, que Irán está financiando y promoviendo protestas anti-Israel en Estados Unidos… Irán está financiando las protestas antiisraelíes que se están llevando a cabo en este momento fuera de este edificio… 

Bueno, tengo un mensaje para estos manifestantes: cuando los tiranos de Teherán, que cuelgan a los homosexuales de las grúas y asesinan a las mujeres por no cubrirse el cabello, los están elogiando, promoviendo y financiando, ustedes se han convertido oficialmente en los idiotas útiles de Irán.

Escandalosamente, mientras el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, hacía un discurso en el Congreso estadounidense contra la “barbarie” y los que “glorifican la muerte” (en alusión a Irán), sus cazabombarderos lanzaban bombas indiscriminadamente contra población civil en Gaza. Ocurría en el mismo momento, mientras los congresistas americanos estallaban en un bochornoso aplauso sostenido.

Como se aprecia ya desde ese discurso desesperado de Netanyahu, aplaudido a rabiar por el establishment político americano, la estrategia de Israel está diseñada para (1) asimilar lo que ellos perciben como amenaza a una amenaza contra Estados Unidos, (2) victimizarse con mentiras y (3) llevar la lucha a un cuadrilátero moral.

La estrategia israelí es confrontar a Estados Unidos contra Irán, mediante el uso de sus agentes en el ejecutivo y legislativo estadounidenses, y los medios masivos de difusión que controlan, porque allí está la posibilidad de triunfo. Como dice diáfanamente Netanyahu: “Juntos. Nosotros ganamos. Ellos pierden”.

El apoyo a Israel por la guerra pierde fuerza

Vamos de lleno a la pregunta del millón: ¿Qué verdaderos motivos tuvo Netanyahu para emprender ahora mismo un ataque multidimensional contra Irán aún a sabiendas que sería represaliado?

Primero y principal, las autoridades iraníes actuales —me refiero al reformista presidente Masoud Pezeshkian y su ministro de Exteriores, Abbas Araghchi, por supuesto, con la venia del Líder Alí Jameneí—, no solamente no tienen un perfil revolucionario combativo, sino que, por el contrario, siempre han manifestado su intención de renegociar el PAIC suspendido unilateralmente por Donald Trump, quien ahora, encima, está nuevamente al mando de Estados Unidos. 

Esto muestra grandeza y compresión cabal de la diplomacia: cualquier otra dirigencia intransigente no negociaría con el autor intelectual del asesinato de un general de la nación, ni con un boicoteador serial parcializado. Sin embargo, allí está la dirigencia persa, dispuesta a conversar y llegar a acuerdos.

Incluso, como he manifestado y me ha traído algunas incomprensibles acusaciones de “mentiroso”, Irán ha reducido las tensiones regionales haciendo retiradas tácticas de Siria y Líbano, como lo demuestra la aquiescencia de Teherán ante los cambios en la estructura de poder en dichos países donde se está produciendo un palpable ascenso sunita, con obvia influencia saudí, turca y qatarí.

Probablemente, Irán vea en la amistad regional en el Golfo Pérsico —lograda gracias a la intermediación de China—, una ganancia superior. La creciente dificultad de Estados Unidos para movilizar a los estados árabes suníes contra Irán puede que sea un producto del cambio de estrategia.

A la vez, Trump, que durante la primera presidencia se mostró abiertamente proisraelí, ahora insinuaba una posible apertura hacia Irán, en contraste con los intentos del equipo saliente de Biden (el binomio Blinken-Sullivan) de impulsar acciones militares antes del traspaso de poder.

Trump ha comprendido que el futuro económico de Estados Unidos y su posicionamiento en el siglo depende de la desactivación de conflictos espinosos donde está metido indirectamente, en especial, Ucrania y Medio Oriente. Pero es el frente neoconservador (el Estado Profundo Internacional, como dije en el artículo «La respuesta asimétrica rusa a la ofensiva occidental») quien se lo impide y lo condiciona con sus trapisondas.

De hecho, en abril, respaldado por dos informes apócrifos de la OIEA (ver más adelante), Netanyahu viajó a Washington para obtener el respaldo final de Trump en una campaña de bombardeos contra las instalaciones nucleares iraníes. Pero Trump se negó, y en una reunión en la Oficina Oval, con Netanyahu sentado a su lado, anunció que estaba abriendo negociaciones con Teherán.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió con el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

 Para sorpresa de todos, Trump dijo que intentaría dialogar con Irán. En marzo, incluso, le había enviado una carta oficiosa al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, reiterando su interés en asegurar un acuerdo nuclear.

Esta predisposición al diálogo entre Irán y Estados Unidos ha puesto los pelos de punta a Tel Aviv, quien creía que, como en primera presidencia, Trump estaba in the pocket.

La cosa se puso peor cuando Rusia e Irán firmaron un Tratado de Asociación Estratégica Integral en un contexto de sanciones y realineamientos regionales. Rusia no hubiese firmado ese tratado si en Teherán hubiese un liderazgo irracional. Además, Rusia es garante del PAIC, por lo que apoya la desnuclearización iraní.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, firmaron un Tratado de Asociación Estratégica Integral, en Moscú, el 17 de enero de 2025. Detrás, el inoxidable canciller Serguéi Lavrov.

Asimismo, está el tema de los países árabes. Si bien existe una gran heterogeneidad de criterios, el decisivo apoyo político saudí y qatarí a la conformación de un Estado Palestino, y la oposición de Riad y Doha a permitir el uso de sus espacios aéreos en las operaciones israelíes contra Irán (de 2024), le da a éste una «retaguardia estratégica regional».

La postura del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, de no firmar los Acuerdos de Abraham con Israel hasta no resolver la “cuestión palestina” —cuando antes el Reino sí estaba dispuesto—, es un punto importante para Trump, que necesita de Arabia Saudita como sostén del petrodólar, como comprador compulsivo de sus Bonos de Tesoro y, en definitiva, como factor estabilizador del Golfo Pérsico.

Así las cosas, Trump será muy “sionista” —como al firmar el Memorando Presidencial de Seguridad Nacional para establecer (una vez más) máxima presión—, pero en el fondo ha mostrado gestos ambiguos —evitando cuidadosamente cualquier amenaza de guerra contra Irán—, buscando equilibrar la presión interna del lobby proisraelí con señales conciliadoras hacia Teherán, que responde con cautela y buena predisposición.

Así las cosas, Estados Unidos e Irán estaban manteniendo negociaciones duras en Mascate (Omán), regresando a la diplomacia tras la escalada de tensión —con Yemen de punching ball—, para reconstruir la confianza relativa y recalibrar las relaciones.

Los aspectos técnicos del PAIC

Pero más allá de las intenciones, y de un teatro que ha cambiado profundamente desde 2019 a 2025, pues Irán ahora tiene otra espalda y tiene amigos, está el sensible asunto nuclear y la fidelidad a ese acuerdo, pues la última caprichosa retirada de Trump del PAIC creó un déficit de confianza.

Al respecto, Araghchi dijo “Levantar las sanciones requiere negociaciones, pero no bajo la política de máxima presión. La negociación no puede llevarse a cabo desde una postura débil, ya que ya no se considerará negociación, sino una especie de rendición”.
El ministro de Relaciones Exteriores iraní Abbas Araghchi estuvo involucrado (como viceministro) en la negociación del PAIC, en 2015. Ahora empezaba a conversar sobre nuevos lineamientos, bajo la premisa básica del levantamiento de sanciones.

Básicamente, Irán pretende que Estados Unidos levante las sanciones para que puedan volver al acuerdo, pues culpa a Trump de haberse retirado sin razón. A la vez, Estados Unidos quieren que se atengan al acuerdo, para entonces levantar las sanciones, pero que ahora el acuerdo incluya restricciones a los misiles balísticos y al apoyo a grupos insurgentes, lo cual es inadmisible para Irán.

¿Se acuerdan, además, que dije que el Acuerdo Nuclear era de carácter transitorio y que eso era un importante detalle? Esto quiere decir que el acuerdo firmado en 2015 establecía una serie de restricciones temporales al programa nuclear iraní, que expiraban en plazos escalonados, la mayoría de los cuáles lo hacían a los 10 y 15 años. Esto significa que gran parte del acuerdo iba a expirar entre 2025 y 2030. Por poner un ejemplo: el límite a las centrifugadores activas era sólo por 10 años.

Por consiguiente, en octubre de 2025 expiraban algunas de las importantes cláusulas aún vigentes de la Resolución 2231 de CSONU (que legitima y homologa el PAIC). Esto significa que, legalmente hablando, Irán ya no tendría límites multilaterales para expandir su programa nuclear, salvo los del TNP (ese mismo que jamás firmó Israel) y salvo que el PAIC se renueve o prorrogue.

Lo que no expira, sin embargo, es el mecanismo de reimposición (snapback mechanism), una cláusula que permite volver a imponer automáticamente las sanciones internacionales contra Irán si este incumple el acuerdo. 

Ello significa que si un Estado firmante cualquiera (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia o Alemania) alega que Irán ha violado sustancialmente el acuerdo, presenta una queja al Consejo de Seguridad y se abre un plazo de 30 días para que el Consejo adopte una resolución que prorrogue el levantamiento de sanciones. 

Si no se aprueba esa resolución (por veto o falta de acuerdo), entonces se reactivan automáticamente todas las sanciones de la ONU que estaban en vigor antes del PAIC (las anteriores a 2015), sin necesidad de votar.

Todo esto igual juega en caso de una justificación legal para tomar una decisión legalmente imponible desde el Consejo de Seguridad. La retirada de Estados Unidos del PAIC y la consecuente aplicación unilateral de sanciones internacionales —no admitidas por el Consejo de Seguridad—, hizo que Irán ya no esté cumpliendo muchas restricciones como respetar el nivel de enriquecimiento de uranio, los stocks de uranio enriquecido, el tipo de centrifugadoras y el acceso a la OIEA. 

Lo hizo diciendo que sus acciones eran reversibles si… levantaban las sanciones.

Y acá viene el vals de la especulación: en marzo, la OIEA, que actualmente tiene acceso limitado para inspeccionar, sacó dos informes que aseguran que Irán habría enriquecido uranio al 60%, cerca del 90% necesario para el empleo militar. Además dijo que había acumulado 408,6 kilogramos de uranio enriquecido, suficiente para armar 9 ojivas nucleares. 

Además, la OIEA dijo que Irán llevó a cabo actividades nucleares secretas con material no declarado. En definitiva, la OIEA sostuvo que Irán es un «Estado Nuclear Canalla» (Nuclear Rogue State).

Estos “hallazgos” de la OIEA, dirigida por el argentino Rafael Grossi, dan a la “Comunidad Internacional” (Occidente Colectivo) la “razón” para un ataque multinacional. 

Pareciera que están queriendo hacer con Irán aquello que hicieron vergonzosamente con el Irak de Saddam Hussein, acusado de tener “armas de destrucción masiva” y ligazón con al-Qaeda para invadirlo. 

Por increíble que parezca, el periodista-del-Mossad David Ignatius publicó en The Washington Post (un órgano straussiano) su artículo «Israel aprovechó una oportunidad para atacar. Lo difícil puede ser cerrarlo» donde dice que Irán tiene relaciones con al-Qaeda.

Israel lanza su guerra total ¿y ahora?

Hace unas semanas, Israel amenazó con una guerra con Irán mientras Estados Unidos lo persuadía hacia la paz. El entendimiento de Trump con Irán parece amenazar más a Netanyahu que los misiles de Irán.

Desde ese lugar de imposición de fuerza, Israel se mandó. Ahora Trump deberá elegir entre ignorar el «sufrimiento del abnegado pueblo judío» y la posibilidad de que se «repita un Holocausto» —lo que implica resistir la irrespirable presión del Estado Profundo prosionista, lo que a la vez implica impeachments o hasta su asesinato—, o subirse al tren de vencedor y demoler a los ayatolás, asumiendo riesgos y quiebras financieras, más el desbarajuste del mercado petrolero —ni hablar si Irán cierra el Estrecho de Ormuz—, y la seguridad marítima.

Por ahora, como con el ataque de drones a la aviación estratégica rusa, Trump y Rubio niegan haber conocido detalles previos de la operación israelí, sacando los pies del plato. ¿Negación plausible? Las desconfianzas estarán allí, siempre.
Trump desmiente la implicación estadounidense pero advierte a Irán de no atacar sus activos en Medio Oriente.

Como no podía ser de otra manera, el ataque israelí fue respondido por Irán en verdadera legítima defensa. Cientos de misiles balísticos surcaron los cielos hacia Tel Aviv y otras ciudades-objetivos.


Una andanada de misiles balísticos persas penetra el escudo antiaéreo israelí e impacta con total impunidad sobre la ciudad de Tel Aviv.

Israel y Estados Unidos saben que es imposible derrotar a Irán sin una operación terrestre. Y ninguno se prestará a eso. Quizás esperen “rebelar” a la población insatisfecha. De hecho, esta operación es más de “cambio de régimen” que de “guerra abierta y total”, de exterminación. 

Las consecuencias de la afrenta hacen prácticamente imposible que surja efecto un brote “à la Mahsa Amini”. Incluso, un Irán sitiado puede considerar realmente enriquecer uranio al 90% y usar una ojiva nuclear. 

Sería imprudente que Teherán no construyera instalaciones lo suficientemente profundas como para que ninguna bomba anti búnker pudiera penetrarla.

A pesar del intercambio de fuego de 3 días, Irán acaba de declararse dispuesto a garantizar un tratado sobre la no posesión de armas nucleares,, según dijera el canciller Abbas Araghchi, aunque subrayando que el país no aceptará ningún acuerdo que implique privar a Teherán del derecho a utilizar la industria nuclear.

Seguidamente, sostuvo que Irán detendría los ataques contra Israel si se detiene la agresión israelí contra Irán, “Nos defendemos, es autodefensa. Naturalmente, si se detiene, también dejaremos de responder”.

El canciller Araghchi declara sobre la necesidad de detener los ataques y negociar inmediatamente.

No parece ser la ecuación que busca Israel, que insiste en implicar a Estados Unidos en la refriega.Es un adjetivo muy argentino: se refiere a los “sobres” con dinero que hacen tener determinadas “posiciones políticas”. ↩︎

Rafsandjani y Khatami son clérigos. Ahmadinejad es un Guardián de la Revolución. Durante la agresión iraquí fueron los Guardianes de la Revolución quienes salvaron el país, arriesgando para ello sus vidas, mientras que los clérigos recurrían a todo tipo de trucos para evitar que sus propios hijos tuviesen que ir a la guerra. ↩︎

Ese fue su cuarto discurso ante el Congreso estadounidense, sumándose a los que había dado en 1996, 2011 y 2015. ↩︎

https://chcirilli.wordpress.com/2025/06/15/netanyahu-y-el-ocaso-de-la-legalidad-internacional/
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