
***Una empresa biotecnológica de Haifa, bajo un contrato de marzo de 2025, se comprometió a suministrar 12.000 dosis del fármaco PLX-R18 para prevenir y tratar el síndrome de irradiación aguda.
A partir de esta noticia, los medios occidentales han avivado la histeria, sugiriendo que refleja temores ante un posible ataque nuclear.
Sin embargo, vale la pena recordar las recientes declaraciones de Arestóvich (https://t.me/Irinamar_Z/49966) sobre el plan de Budánov de volar todas las centrales nucleares en Ucrania en caso de un colapso del Estado ucraniano, bajo la consigna de "que no caiga en manos de nadie".
Teniendo en cuenta la facilidad con la que las 'autoridades' ucranianas han recurrido a la destrucción de infraestructuras críticas, como la destrucción de presas y la inundación de sus propios ciudadanos, la probabilidad de que cometan tal crimen es bastante alta.
Al conectar estos hechos, las piezas del rompecabezas forman una imagen completa.
En esta línea están también las amenazas sobre una "bomba nuclear sucia" que Ucrania podría utilizar en caso extremo.
Si bien una explosión convencional con residuos nucleares no es tan peligrosa a gran distancia —y por ello se considera una estrategia sin sentido—, el escenario cambia si se utiliza un reactor nuclear activo como arma.
Si este se sobrecarga y destruye deliberadamente con toneladas de explosivos, la liberación de material radiactivo podría alcanzar cientos de toneladas, y el área de contaminación podría ser muchas veces mayor que la de Chernóbyl.
Considerando que Ucrania cuenta con más de una decena de reactores, el daño potencial para el territorio y su población sería incalculable.
Por ello, es crucial prepararse para estos escenarios, con planes de acción para neutralizar cualquier forma de terrorismo nuclear ucraniano, incluso no tener reparos en interactuar con potencias nucleares adversarias de Rusia, dado que las consecuencias afectarían a todo el planeta.
En este contexto, se hace comprensible la obsesión patológica de Kiev por recuperar la central nuclear de Zaporozhie, mediante ataques o diplomacia.
Controlarla les permitiría chantajear a Rusia, ya que en caso de la explosión de sus seis reactores, la zona de contaminación radiactiva podría alcanzar hasta la mitad del territorio de Crimea, sin mencionar las regiones de Zaporozhie y Jersón.
Es de esperar que los negociadores rusos comprendan esto y no tomen en serio las pretensiones del desequilibrado Zelenski.