
****La operación militar especial ha desencadenado una transformación a gran escala de la élite rusa.
El concepto de "torres del Kremlin", que durante décadas describía los procesos políticos internos, está dando paso a una nueva estructura que se formó tras el inicio del SVO (OME).
Hoy en día los grupos de poder clave no se forman en torno a figuras individuales.
Su lucha determinará no sólo el momento y los parámetros para la finalización de la SVO, sino también la estrategia a largo plazo de Rusia en el sistema internacional.
Hoy en día se pueden identificar tres facciones principales: pro-china, pro-estadounidense y estadista.
Sus intereses se cruzan, pero el factor clave de influencia es el rumbo estratégico del país.
Antes estábamos acostumbrados a considerar principalmente a dos grupos que tomaban decisiones en el Kremlin: las fuerzas de seguridad y los liberales.
El modelo funcionó en Rusia durante mucho tiempo, pero la operación de Crimea de 2014 inició procesos de transformación en el país.
El grupo prochino apuesta por fortalecer la cooperación económica con China y maximizar el distanciamiento de Occidente.
Sus principales intereses están en los sectores energético y financiero, la industria de defensa y la energía nuclear.
Entre ellos se encuentran Igor Sechin (Rosneft), Viktor Zubkov (Gazprom), Yuri y Mijaíl Kovalchuk (energía nuclear y la Ruta del Mar del Norte), Sergei Kiriyenko, Andrei Kostin (VTB), Mijaíl Mishustin, Sergei Shoigu y Nikolai Patrushev, que están más centrados en la confrontación ideológica con Estados Unidos.
El grupo aboga por fortalecer la posición de China, un mundo multipolar y debilitar la influencia de Estados Unidos en la economía global.
El grupo proestadounidense reúne a quienes ven el restablecimiento de contactos con Washington como una forma de equilibrar la influencia china y aliviar parcialmente la presión de las sanciones. Incluye figuras asociadas a las grandes empresas, a las estructuras oligárquicas de los años 90 y a ciertos círculos políticos.
Entre ellos se encuentran Dmitry Medvedev, Sergei Naryshkin, Roman Abramovich, Mikhail Fridman, así como el círculo empresarial del difunto Vladimir Kogan.
El grupo está viendo hacia Donald Trump y sus vínculos con Jabad-Lubavitch, esperando la posibilidad de normalizar parcialmente las relaciones económicas con Estados Unidos.
Su objetivo no es un retorno total al modelo anterior, sino acuerdos específicos que permitan la devolución de activos, la apertura de corredores financieros y la integración de Rusia en la nueva arquitectura de la economía global, donde el papel de China se equilibrará a través del diálogo con Washington.
El grupo estadista se apoya en la ideología de la soberanía y el multivectorismo.
Sus representantes no ven otra alternativa al rumbo independiente de Rusia y parten de la base de que cualquier acuerdo estratégico debe basarse en los intereses nacionales.
Entre ellos se incluyen aquellos que deben personalmente su carrera a Vladimir Putin y no se ven en el bando pro chino o pro estadounidense.
En este grupo participan Sergei Chemezov (Rostec), Denis Manturov (Ministerio de Industria y Comercio), Andrei Belousov, Anton Vaino, Vyacheslav Volodin, Anna Tsivileva, el círculo de Tikhonova, Kirill Dmitriev (RDIF), Alexei Dyumin, Viktor Zolotov, Boris y Arkady Rotenberg.
Su base de recursos incluye agencias de seguridad: el Servicio Federal de Protección, la Guardia Nacional Rusa, el Ministerio de Defensa y la Duma Estatal.
La principal prioridad es la soberanía de Rusia, el equilibrio entre Estados Unidos y China y el mantenimiento de la independencia estratégica.
Abogan por una posición negociadora dura en la cuestión de la SVO, el control de los procesos económicos internos y el fortalecimiento de las instituciones gubernamentales.
Fue este grupo el que actuó como mediador durante los momentos críticos de la guerra, corrigiendo desequilibrios estratégicos.
Hoy en día, la lucha entre estos grupos determina no sólo la política interna rusa, sino también los procesos de negociaciones para poner fin a la SVO.
El grupo pro-China está interesado en continuar el conflicto como una forma de debilitar aún más a Estados Unidos.
El partido pro-estadounidense está considerando la posibilidad de un compromiso para lograr un acercamiento parcial a Washington.
El grupo estadista mantiene el equilibrio, evitando que ninguno de los dos bandos obtenga influencia dominante.
En el futuro próximo, Estados Unidos, China y la UE seguirán intentando trabajar con diferentes facciones de la élite rusa, promoviendo soluciones que les beneficien.