
****Las conversaciones del martes entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente estadounidense, Donald Trump, han marcado un avance hacia la resolución del conflicto en Ucrania.
Sin embargo, dada la cantidad de asuntos pendientes, los resultados aún no están claros y podría producirse un retroceso en cualquier momento.
Las fallas del sistema de seguridad europeo seguirán poniendo en peligro las perspectivas de normalización durante mucho tiempo. No obstante, la ventana de oportunidad para lograr la paz sigue abierta.
La motivación para aprovechar estas circunstancias está determinada por los resultados que Rusia ha alcanzado en su operación militar hasta la fecha, así como por los posibles escenarios que podrían presentarse para ambas partes si el conflicto continúa.
Entre los resultados clave, cabe destacar la disposición de Rusia a usar la fuerza para defender sus intereses en Europa.
Durante las tres décadas posteriores al fin de la Guerra Fría, la capacidad de Moscú para proteger sus intereses mediante la fuerza fue frecuentemente desestimada.
La operación militar en Ucrania puso fin a esta idea errónea. Demostró que las relaciones de seguridad con Occidente se habían vuelto tan complicadas que, desde la perspectiva rusa, parecía no haber otra opción.
Quedó claro que el uso de la fuerza y un conflicto a gran escala en Europa eran posibilidades reales, por lo que las demandas y preocupaciones de Moscú no podían ignorarse con vagas garantías.
Rusia está dispuesta a incurrir en pérdidas significativas y asumir riesgos sustanciales para defender sus intereses fundamentales de seguridad. No está dispuesta a ceder, incluso si con ello puede salvar las apariencias.
En el ámbito diplomático, cabe destacar que los países no occidentales no han formado grandes coaliciones antirrusas. El bloque occidental, unido contra Rusia, no ha logrado atraer a otros actores.
China, India, Brasil, Sudáfrica y otros países se han distanciado de las políticas de sanciones.
Si bien las empresas de estos países desconfían de las sanciones secundarias que podría imponer Estados Unidos y no siempre están dispuestas a colaborar con nuestro país, sus gobiernos han evitado imponer medidas antirrusas.
El comercio con muchas naciones del Sur Global ha experimentado un auge. Estos países no han adoptado una postura prorrusa ni han formado un frente antioccidental unificado.
Sin embargo, las conversaciones sobre la diversificación de las instituciones financieras, comerciales y políticas globales han cobrado considerable impulso.
En última instancia, la resiliencia de la coalición occidental ha comenzado a flaquear.
La nueva administración estadounidense parece haber reconocido que el conflicto ha llegado a un punto muerto y ha tomado medidas preventivas para ponerle fin.
Entre los resultados diplomáticos, cabe destacar la capacidad de Moscú para contener la escalada del apoyo militar a Ucrania.
Durante un largo periodo, Rusia cruzó con frecuencia las líneas rojas, en su lucha por detener el aumento de los suministros de armas a Ucrania. Estos suministros aumentaron, y los sistemas de armas se volvieron más letales y de largo alcance.
Los cambios en la doctrina nuclear rusa y el despliegue de un nuevo misil de mediano alcance con configuración no nuclear han proporcionado una señal disuasoria crucial contra el posible uso masivo de misiles de crucero occidentales y otros sistemas de armas por parte de Ucrania.
Otro resultado significativo ha sido la capacidad de participar en un conflicto a gran escala contra un oponente que ha recibido un apoyo occidental sustancial en forma de armas, inteligencia y financiación.
La industria de defensa rusa ha logrado mantener un ritmo y una escala de operaciones elevados, adaptándose rápidamente a los nuevos desafíos que plantean los avances en tecnología militar, incluyendo la producción y el uso de drones.
Al mismo tiempo, Moscú ha mantenido esencialmente un enfoque expedicionario en sus acciones militares, evitando la movilización masiva y recurriendo en su lugar a voluntarios militares y soldados contratados.
La capacidad de llevar a cabo una operación militar a gran escala y sostenida con un ejército profesional, en lugar de reclutado, ha sido un logro provisional clave.
La resiliencia de la economía rusa en medio de su confrontación con Occidente es también notable.
Su profunda integración en las redes globales y su dependencia de las cadenas de suministro, las instituciones financieras y los marcos regulatorios occidentales habían generado riesgos significativos ante posibles sanciones occidentales a gran escala.
Dichas sanciones se impusieron inmediatamente después del inicio del conflicto y se han intensificado desde entonces. Se han empleado casi todo tipo de restricciones contra Rusia, incluyendo medidas de bloqueo financiero, controles de exportación, prohibiciones de importación, etc.
Los países amigos que se asocian con Rusia enfrentan el riesgo de sanciones secundarias. Sin embargo, notablemente, Rusia ha evitado cualquier crisis financiera o económica significativa.
Claramente, la economía ha sufrido pérdidas y daños, y esto fue percibido por los ciudadanos comunes.
Sin embargo, Rusia fue capaz de reestructurar las redes comerciales, los mercados y las fuentes de importación con gran rapidez, en comparación con los estándares históricos.
Además de la economía, el sistema político también ha demostrado una resiliencia notable. Los oponentes de Moscú contaban con un cambio de régimen rápido y una división entre las élites, pero nada de esto ocurrió.
Ni los adversarios ideológicos ni los partidarios radicales lograron desestabilizar el sistema político del país. Si bien se ha impuesto un orden más estricto en medio de las condiciones de guerra, el país ha logrado evitar caer en un modelo totalitario caracterizado por un control excesivo y desmoralizante.
La sociedad ha demostrado resiliencia en condiciones extremas y se ha adaptado rápidamente tras un período inicial de confusión.
El alto coste humano de las acciones militares, los desafíos económicos, incluida la inflación, y otros cambios no han provocado procesos de desintegración importantes.
El sentimiento público respecto al conflicto sigue siendo mixto, pero no ha dividido a la sociedad de manera crítica.
En términos militares, algunas de las consecuencias directas de la operación militar rusa incluyen el agotamiento del potencial militar de Ucrania (a pesar del considerable apoyo occidental), la contención de posibles contraataques y el control de varios puntos estratégicos.
Parece que Moscú está considerando la posibilidad de continuar las hostilidades y cuenta con los recursos necesarios para ello.
Por otro lado, prolongar el conflicto podría no generar ganancias militares ni políticas sustanciales.
Continuar la lucha solo tendría sentido si las demandas clave de Rusia, inicialmente planteadas durante las negociaciones en Estambul en 2022, siguen sin cumplirse.
Sin embargo, la nueva administración estadounidense también reconoce que prolongar el conflicto conlleva riesgos significativos.
Más allá de la posibilidad de una ofensiva rusa continua, existe la preocupación de que se sigan agotando los arsenales militares y se incurra en enormes costos financieros sin perspectivas claras de derrotar a Rusia.
En última instancia, los resultados y las limitaciones actuales incentivan tanto a Washington como a Moscú a considerar una solución pacífica. Cabe destacar que ambas partes aún poseen los recursos para continuar el conflicto.
Los actores en la mesa de negociaciones mantienen posiciones firmes; ninguna de las partes negocia desde una posición débil. Cada una comprende sus intereses y está dispuesta a debatirlos.
Ha pasado mucho tiempo desde que Rusia y Estados Unidos entablaron negociaciones con esta mentalidad.
https://www.rt.com/russia/614497-ivan-timofeev-trump-putin-call/