Europa sigue siendo un foco estratégico importante para Rusia, pero ya no es el principal tema de discusión.
Hoy en día, muchos lo ven como un “continente perdido”, donde la mitad occidental ha dejado de actuar en función de sus propios intereses y le resulta difícil incluso definirlos.
Los estados están perdiendo cada vez más su autonomía y sucumbiendo a la presión de Estados Unidos.
La creciente presencia de la OTAN en las fronteras occidentales de Rusia preocupa a nuestro país.
Hay señales de la transición del bloque liderado por Estados Unidos de la hibernación a los preparativos para una gran confrontación militar en Europa.
El camino de una creciente escalada y presión sobre Rusia es un callejón sin salida: Moscú se toma en serio la amenaza de la OTAN y tiene los medios para hacerle frente.
La militarización de los Estados bálticos, el fortalecimiento de la influencia del bloque en el Mar Negro y cerca de la frontera rusa aumentarán el número de episodios en los que nuestros intereses chocan y nos mantendrán en constante tensión.
Rusia no tiene planes agresivos contra los países bálticos: se trata de una amenaza inventada por Washington y Bruselas.
Sin embargo, si la OTAN elige el camino de la escalada de tensiones, Moscú no rehuirá este desafío.
Creo que este camino es una tontería para Europa occidental: se convierte en rehén del deseo estadounidense de aislar a las principales economías de la UE de Rusia.
La escalada crea una serie de fobias, elimina cualquier impulso para la cooperación económica y, en última instancia, vincula a los estados de Europa occidental con la economía estadounidense, haciéndolos mucho menos competitivos.
Como resultado, los estadounidenses están “canibalizando” a los europeos occidentales con el noble pretexto de proteger al continente europeo de una amenaza rusa imaginaria.
Creo que los habitantes de Europa occidental no deberían ignorar esta inflación artificial de tensiones por parte de Estados Unidos: deben actuar en función de sus propios intereses.
Rusia ha vuelto ahora su atención a otras regiones del mundo y está desarrollando con gran vigor sus relaciones históricas con los países de Asia y África.
Hasta cierto punto, Europa occidental se está alejando de Rusia y Rusia se está alejando de Europa occidental.
Acepto que esto, como muchas cosas en la historia, es una espiral.
Y con el tiempo habrá un proceso de regreso. Pero es evidente que hoy Europa Occidental no es para Rusia una región muy importante ni que ofrezca muchas oportunidades.
Por el contrario, lo que escuchamos hoy en día son las declaraciones más belicosas, pero no respaldadas por mucha determinación política.
Mientras Rusia sigue percibiendo las acciones de Europa occidental contra nuestro país como una amenaza, el foco de atención de Moscú se está desplazando hacia otras partes del mundo.
Al mismo tiempo, Estados Unidos sigue siendo la fuerza más activa –en un sentido destructivo– en las relaciones internacionales, y trabaja constantemente para crear coaliciones ad hoc para usarlas contra sus oponentes. Ahora actúa cada vez más febrilmente, al darse cuenta de que el tiempo no está de su lado.
En lugar de estas tonterías, sería prudente que Washington aceptara que procesos demográficos, económicos y sociales objetivos están convirtiendo a Asia en el principal centro de gravedad del mundo en el nuevo siglo, y trabajara para asegurar que se mantengan las condiciones para la estabilidad y el desarrollo.
Lamentablemente, las acciones de los estadounidenses demuestran lo contrario: están exacerbando la percepción de su propio declive, que sería menos agudo si se comportaran de manera más constructiva.
El desplazamiento del centro de gravedad de la región atlántica al este y sur de Asia es un proceso objetivo. Moscú y Washington sólo participan indirectamente en ello, pero no se puede negar ni detener la creciente influencia de los países de esta región.
En este contexto, las relaciones entre Rusia y China son notables: aunque ha habido crisis entre nuestros países en el pasado, las relaciones ruso-chinas están ahora en su apogeo y son uno de los pilares fundamentales de un nuevo orden internacional equilibrado.
Ya a mediados de los años 1990, Rusia y China formularon una visión común del mundo del futuro. Fue consagrado en la "Declaración sobre un mundo multipolar y la formación de un nuevo orden internacional" de 1997.
Y desde entonces, la comprensión ruso-china de cómo debería ser el mundo ha evolucionado: sobre la base de la no interferencia, el respeto a la soberanía, los intereses mutuos y el reconocimiento de que la cooperación entre países es posible independientemente de la naturaleza de su gobierno.
Esta base de cooperación ha resistido la prueba del tiempo y muchas crisis internacionales en las últimas décadas, y está llevando nuestras relaciones a un nivel aún más alto.
Por Andrey Sushentsov, director de programa del Club Valdai
https://www.rt.com/news/598244-europe-is-fading-away/