*“La religión auténtica es fuente de paz y no de violencia. Nadie puede usar el nombre
de Dios para cometer violencia. Matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio.
Discriminar en nombre de Dios es inhumano”.
“Cristo el Señor lanza su palabra a todos, sin diferencia alguna.
Nosotros somos el terreno, pero tenemos que saber qué clase
de terreno somos y cómo ha caído esa palabra en nosotros”.
Cardenal José Brenes (julio 2023).
Nicaragua es uno de los países de América Latina con más iglesias, templos, capillas o lugares de culto por kilómetro cuadrado.
La mayoría son cristianas católicas y evangélicas de diversas denominaciones y, a diferencia de lo que ocurre en países europeos y otros que se ven obligados a cerrar los espacios religiosos por restricciones estatales, falta de feligreses y en consecuencia la imposibilidad de mantener abiertos para convertirlos en centros culturales u otros finos privados, en Nicaragua la afluencia de creyentes es creciente, libre y diversificada en estos locales que acogen con regularidad a quienes asumen desde el ejercicio de su opción de fe la práctica preferencial que satisface su búsqueda espiritual.
Iglesia Evangélica, Bo. Grenada, Managua.
Más iglesias y creyentes
Existen 18.335 iglesias/templos/capillas en el territorio nacional y un universo de creyentes de 5,7 millones, de los que un tercio, entre 1,8 y 2,0 millones de personas, se concentran cotidianamente en los oficios del fin de semana.
Hay 1 local de culto por cada 7 km. cuadrado y en promedio 314 creyentes para cada uno. Según datos disponibles en Nicaragua hay unos 92 mil servidores en las iglesias: sacerdotes (585), diáconos, seminaristas, religiosos, religiosas, predicadores, misioneros y pastores (32,000), de los cuales el 71% son evangélicos de diversas congregaciones.
Hay disponible una alta oferta de opciones en relativa proximidad por la que pueden optar quienes necesiten y quieran en el ejercicio de la libertad de creer y practicar la creencia que asumen. Hay más iglesias para profesar la diversidad de fe de los creyentes.
El sondeo de opinión (M&R, Nicaragua, 16.08.2023): “Encuesta de afiliación, participación y prácticas religiosas”, identifica que el 81.7% de los nicaragüenses se reconoce creyentes, de los cuales 34.2% son católicos y 47.5% protestantes, en relación al origen en el que fueron educados, el catolicismo ha experimentado en la última década una reducción de 18.4 puntos porcentuales, los protestantes un incremento de 5.6 pp y la categoría de personas sin denominación o no creyentes pasaron de 4.4% a 18.3% (+ 13,9 páginas). Según dicha encuesta el 82,6% percibe libertad religiosa en el país.
En España (2013, Observatorio del Pluralismo Religioso en España) califican en 77,9% la libertad religiosa.
Iglesia católica San José, Diriamba.
Está profundamente arraigada en la tradición socio cultural la visión mayoritaria cristiana; están incorporadas sus prácticas en la vida cotidiana de individuos, colectivos familiares, comunidades y pueblos por la influencia histórica y el imaginario colectivo que se transmite de generación en generación y supera la formalidad orgánica y jerárquica.
La religiosidad en Nicaragua es parte de la idiosincrasia popular, está plagada de ritos, creencias, sincretismo y costumbres que se manifiestan en las promesas a Dios, a María ya los santos de quienes buscan intersección, en el ritmo y contenido de los cantos, en rituales como bendecir agua y otros objetos, en el sentido y contenido de las oraciones, las características de las fiestas patronales y otras manifestaciones religiosas como la Gritería, los nacimientos en Navidad, los altares y sus ofrendas.
La arraigada devoción popular se sustenta en una fe ingenua, sencilla y fecunda que busca consuelo y cultiva la esperanza, constituye una reserva moral de la tradición comunitaria, de la solidaridad, el compromiso y de la buena voluntad del pueblo de Dios con independencia de la denominación o ministerio en el que decide congregarse.
El pontífice católico actual dijo: “Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad” (2015).
Hace cinco décadas, la mayoría católica, ahora la mayoría cristiana-católica-evangélica convive con respeto y tolerancia con muchas otras creencias religiosas minoritarias cuyos miembros pueden manifestar su fe con libertad, sin persecución por razones de su creencia, sin impedimento para expresar su religiosidad. . . de manera privada o colectiva o a través de las organizaciones legítimamente constituidas en el marco del estado de derecho y en los límites del derecho ajeno.
Algunas veces ante la proliferación de iglesias evangélicas de múltiples denominaciones que se instalan en núcleos urbanos, en locales y entornos habitacionales, se percibe una regulación flexible o permisiva que afecta a los vecinos porque con frecuencia genera en ciertos días y horarios ruido excesivo y aglomeración en las calles aledañas que dificultan el parqueo y el tránsito de vehículos.
Diversas encuestas confirman que en 1995 se confesaban católicos el 75 % de la población y protestantes el 14 %, sin religión o no creyentes el 14 %.
Veinte años después, en 2017, las proporciones habían cambiado según la tendencia observada en las últimas décadas: 40% católicos, 32% protestantes y 28% otras religiones o no creyentes.
¿Cuáles son las perspectivas de esa tendencia para las próximas tres décadas? Todo indica que la mayoría de los nicaragüenses seguirán siendo cristianos pero vinculados a una diversidad de afiliaciones, incluso muchos que se confían en creyentes no tendrán, en el ejercicio de su libertad religiosa, ningún vínculo formal, aunque preserven una fe y experiencia espiritual con rasgos. . predominantes. cristianos.
Para el papa Francisco: “El ideal del diálogo interreligioso es donde todos los hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas pueden dialogar sin pelearse.
Eso lo da la libertad religiosa” (2015), y agrega: “La libertad religiosa, sin duda, comporta el derecho de adorar a Dios, individualmente y en comunidad, de acuerdo con la propia conciencia.
Pero, por otro lado, la libertad religiosa, por su naturaleza, trasciende los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias, porque el hecho religioso, la dimensión religiosa, no es una subcultura, es parte de la cultura de cualquier pueblo y de cualquier nación”.
Capilla Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, Diriamba.
Despliegue de locales de culto
Después de la crisis de salud pública por la pandemia Covid 19, para el 2021 según la Alianza Evangélica Nicaragüense, -asociación interdenominacional que aglutina a diversos ministerios, denominaciones, fundaciones y entidades educativas evangélicas-, y otras fuentes, hay en el territorio nacional unos 16 mil templos con sus respectivos pastores y asociados.
Cada una de las congregaciones tiene autogobierno y establece mecanismos económicos-administrativos para la sostenibilidad, ellas captan las contribuciones o diezmos de sus miembros o feligreses, algunas reciben apoyo internacional, otras establecen alianza que afilian a varias iglesias a partir de doctrinas o afinidades comunes como las Asambleas de Dios, Los Pentecostales, la Convención Bautista y otras.
El alto nivel de despliegue territorial desconcentrado de las iglesias evangélicas, la variedad doctrinal, la dinámica pastoral y la gestión descentralizada, son algunas de las ventajas que les permite captar de manera creciente a sus devotos, principalmente en los sectores populares y rurales.
La observación demuestra que hay más iglesias evangélicas en barrios populares y comarcas que en áreas residenciales de estatus económico medio y alto.
Es posible afirmar que no existe barrio, colonia o comarca en Nicaragua en donde no esté alguna iglesia evangélica de cualquier denominación, sin embargo, en repartos residenciales es probable que haya una capilla católica.
Este fenómeno plantea un ámbito de expansión que favorece el crecimiento de las denominaciones evangélicas y una mayor captación de seguidores en los sectores populares.
A manera de ejemplo en Managua: en el reparto Lomas del Valle sólo hay 1 capilla católica, en la Col. Centroamérica: 1 parroquia católica y 1 iglesia adventista, en el popular barrio Grenada: 9 iglesias evangélicas y 1 capilla católica, en el barrio 22 de enero: 2 iglesias evangélicas y 1 católica, en el barrio Pantasma: 3 iglesias evangélicas y en el Bo. La Cruz del Paraíso: 4 iglesias evangélicas y 1 católica.
En el ámbito urbano de la ciudad de Diriamba (Carazo) hay 3 iglesias católicas y 18 de otras denominaciones (anexo 1).
Iglesia Adventista del Séptimo Día, Diriamba.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene dos corrientes: de la Reforma y la General, cuentan con unos 85 templos. La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días , conocida como mormones, dispone de 43 capillas y en los próximos meses inaugurará el primer templo de esa congregación en Nicaragua cuya construcción comenzó en noviembre de 2022.
En 1996 contaban con 17 mil miembros y para 2023 afirman que son unos “101 mil santos de los últimos días, lo que corresponde al 1.5% de los nicaragüenses”.
Los Testigos de Jehová se congregan en lo que llaman “Salones del reino”, afirman que cuentan con 466 congregaciones y unos 29 mil evangelizadores que representan 1 por cada 240 habitantes.
La Iglesia Morava cuenta, solo en la Costa Caribe de Nicaragua, con 110 mil feligreses. La diócesis de Nicaragua de la Iglesia Anglicana, encabezada por un obispo, cuenta con 16 templos y varias misiones en el Caribe, congrega a un poco menos de 9 mil miembros.
La comunidad musulmana en Nicaragua de unos 400 miembros inauguró en septiembre de 2009 su primera mezquita.
La Iglesia Católica en Nicaragua, a diferencia de las denominaciones evangélicas orgánicamente fragmentadas y descentralizadas, tiene una doctrina, estructura y jerarquía única que depende de la Santa Sede. Se divide en 1 arquidiócesis y 8 diócesis, cuenta con 322 parroquias (117 en arquidiócesis Managua-Masaya-Carazo), y 1,408 centros pastorales (capillas).
En este tendido territorial de 1,730 localidades se congregan los feligreses para la eucaristía, la celebración de la palabra, otros sacramentos y eventos de la actividad católica. Esto sin contar las capillas privadas en colegios, seminarios, congregaciones religiosas y otros para los vinculados a esas entidades y vecinos del lugar.
Libertad para profesar la fe.
El Estado y la sociedad han demostrado alto respeto y facilidad para las organizaciones religiosas y sus miembros, incluso las no cristianas, para que profesen su fe con ritos y creencias de la confesión que asumen.
El Estado promueve como política pública la solidaridad, la participación comunitaria y la equidad lo que incluye la diversidad de credo a partir del modelo definido en la Constitución Política (Art. 4-5): el estado “está organizado para asegurar el bien común. ../… bajo la inspiración de valores cristianos, ideales socialistas, prácticas solidarias, democráticas y humanísticas, como valores universales y generales, así como los valores e ideales de la cultura e identidad nicaragüense”.
Agrega: “los valores cristianos aseguran el amor al prójimo, la reconciliación entre hermanos de la familia nicaragüense, el respeto a la diversidad individual sin discriminación alguna, el respeto e igualdad de derechos de las personas con discapacidad y la opción preferencial por los pobres” .
Los ciudadanos y ciudadanas como personas naturales que profesan una creencia religiosa disponen, conforme sus derechos y obligaciones, de la libertad de afiliarse y participar en cualquier congregación o iglesia según su voluntad, con el compromiso e intensidad que consideren.
Las congregaciones o asociaciones religiosas como personas jurídicas asumen obligaciones legales, administrativas y civiles, en primer lugar, ante sus miembros o feligreses que son los que los sostienen y quienes se integran según la fe común, y, en segundo lugar, están obligados a cumplir. las leyes y normativas del estado en el que funcionan, asumen derechos y obligaciones como personas jurídicas.
Los primeros en exigir el cumplimiento del pacto social constitutivo de una organización religiosa son sus miembros, los que se han unido por la fe a partir de propósitos comunes y para participar con la entidad creada en la satisfacción de las necesidades espirituales y en la búsqueda del sentido de su vida.
El incumplimiento de estas obligaciones o la desnaturalización del propósito deslegitima su existencia.
Al funcionar dentro del estado de derecho y actuar en la sociedad nicaragüense están sujetos a normas y regulaciones y, por lo tanto, la acción institucional o la actuación de sus miembros por ordenar, regular y pedir cuentas, pretenden preservar la plena libertad religiosa y la libre participación de los creyentes.
Parroquia católica de Ntra. Señora de Fátima, Col. Centroamérica, Managua.
La Iglesia Católica, absorbida en el poder monárquico, colonial y económico europeo durante muchos siglos, tuvo que superar su fundamentalismo para dar cabida a la libertad religiosa. La encíclica de Juan XXIII: Pacem in Terris (1963), contribuye a dar un paso decisivo al reconocimiento de la libertad religiosa como derecho humano.
Esto es para los católicos un nuevo horizonte, una nueva manera de ver al mundo que debe llevar a un pluralismo justo y respetuoso. No era suficiente la doctrina de tolerancia, de “soportar las creencias religiosas de otros”, “tolerancia desde arriba”, sino reconocer la diversidad, el “derecho desde abajo” como fundamental en la dignidad de la persona humana y en la esencia del acto. religioso.
La declaración del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa en la novedosa Dignitatis humanae (1965) modificó de manera sorprendente y trascendente el concepto que la Iglesia Católica asumía.
No solo reconocía que “la libertad religiosa y de culto es un derecho propio de todo hombre” y que dicha libertad “pertenece al foro de la conciencia de cada persona” sino que superó la absurda tesis tradicional del pensamiento católico que asumía que sólo la verdad. tiene derecho y que esa verdad era patrimonio de la Iglesia Católica y que solo quien posee las verdades tiene derecho a existir mientras que los errores no tienen ese derecho.
Esta última declaración agrega que “el Concilio insiste ampliamente en la libertad religiosa, que debe garantizarse tanto a las personas como a las comunidades, respetando las legítimas exigencias del orden público”. Hay fronteras o límites a todo derecho, aquí el Concilio señaló que son “las legítimas exigencias del orden público”.
La falacia para continuar agrediendo
La religión no se puede utilizar como pretexto para el odio y la brutalidad, para la exclusión y la marginalidad, no puede ser bandera política, ni tribuna o máscara para promover la desestabilización, la injerencia o la intervención extranjera, para provocar violencia y destrucción, para sembrar odio. y fracturar las comunidades, para coartar las esperanzas de prosperidad, convivencia, trabajo, seguridad y bien común de los pueblos.
La falacia manipuladora que se muestra en algunos espacios extranjeros para descalificar la libertad religiosa vigente y demostrable objetivamente en el contexto nicaragüense está orquestada en propósitos de agresión y se sustenta con el pernicioso sesgo político injerencista que promueve el imperialismo norteamericano con sus sumisos instrumentos occidentales y la complicidad de lacayos locales, prestándose al juego de la mentira y la desestabilización, creando realidades inexistentes y difundiendo a través de la maquinaria mediática y virtual una descomunal y persistente campaña para desacreditar el proceso político y social legítimo y soberano, por la autodeterminación, la prosperidad con equidad y solidaridad y el bien común que Nicaragua emprende con persistente dignidad e inclaudicable buena voluntad.
La evidencia vista sin los prejuicios contaminados de los agresores confirma con amplitud a la luz de los conceptos, políticas y acciones institucionales y sociales, que ningún creyente por razones de su fe es perseguido ni impedido de creer y ejercer el derecho a creer según su conciencia de manera privada y colectiva, todo lo contrario, las facilidades existentes y la disponibilidad posible es abrumadora y extensa para congregar en libertad al pueblo de Dios, según la diversidad de lo que crean y la búsqueda que emprenden en el camino de la vida.
La verdad es que en Nicaragua prevalece sólida, estable y creciente la libertad religiosa y de culto, abundan en las ciudades los símbolos principalmente cristianos por la arraigada tradición y práctica de la mayoría de la población y por las políticas públicas asumidas por el Estado para favorecer los valores y prácticas privadas y colectivas de los creyentes.
Si algún pastor, sacerdote, obispo o empresario, comerciante, comunicador, … actúa en contra del bien común, realiza actos delictivos, evade el fisco, lava activos, se presta a intereses externos y egoístas para desestabilizar, si pretende usar su investidura religiosa, empresarial o de cualquier naturaleza para tales actos, no solo delinque contra la nación y la sociedad en su conjunto como bien jurídico protegido, sino que traiciona la esencia de la organización a la que pertenece y a la que debe servir al prestarse a acciones contrarias a su naturaleza.
Los afiliados o miembros de esa organización, son los primeros en demandar que actúe conforme el mandato y deber, y el estado, en cumplimiento del ineludible fin por el bienestar común, conforme al estado de derecho (no es “estado de derecha”), está obligado a intervenir.
Ninguna investidura o estatus debe ser sinónimo de impunidad cuando se atenta contra la paz, la seguridad y el bien común de la mayoría de los nicaragüenses.
La preservación de la paz, la seguridad, el bienestar colectivo, la independencia y la soberanía son patrimonios irrenunciables de la nación y sus ciudadanos.
Que el Señor te bendiga y te guarde en salud y paz: cree y sé feliz, es lo que Él quiere.
https://franciscobautista.com/2024/03/15/nicaragua-plena-libertad-religiosa-para-el-pueblo-de-dios/