Cuando los judíos extremistas, los sionistas y lo religiosos fanáticos, los ultranacionalistas y los criptofascistas del Estado del apartheid de Israel manifiestan que quieren borrar Gaza de la faz de la tierra, hay que creerles.
Chris Hedges
He escrito sobre el nacimiento del fascismo judío en Israel. Informé sobre el extremista Meir Kahane, a quien se prohibió presentarse a las elecciones y cuyo partido Kach fue ilegalizado en 1994 y declarado organización terrorista por Israel y Estados Unidos.
Asistí a mítines políticos de Benjamín Netanyahu, que recibió cuantiosos fondos de la derecha estadounidense, cuando compitió contra Yitzhak Rabin, que estaba negociando un acuerdo de paz con los palestinos. Los partidarios de Netanyahu coreaban "Muerte a Rabin".
Quemaron una efigie de Rabin vestido con uniforme nazi. Netanyahu desfiló ante un simulacro del funeral de Rabin.
El primer ministro Rabin fue asesinado el 4 de noviembre de 1995 por un fanático judío. La viuda de Rabin, Lehea, culpó a Netanyahu y a sus partidarios del asesinato de su marido.
Netanyahu, que se convirtió en primer ministro por primera vez en 1996, ha dedicado su carrera política a nutrir a extremistas judíos, como Avigdor Lieberman, Gideon Sa'ar, Naftali Bennett y Ayelet Shaked. Su padre, Benzion -que trabajó como ayudante del pionero sionista Vladimir Jabotinsky, a quien Benito Mussolini se refería como "un buen fascista"- fue líder del partido Herut, que proponía que el Estado judío se apoderara de toda la tierra de la Palestina histórica.
Muchos de los que formaron el Partido Herut llevaron a cabo atentados terroristas durante la guerra de 1948 que estableció el Estado de Israel. Albert Einstein, Hannah Arendt, Sidney Hook y otros intelectuales judíos, describieron al Partido Herut en una declaración publicada en The New York Times como un "partido político estrechamente afín en su organización, métodos, filosofía política y atractivo social a los partidos nazi y fascista".
Siempre ha existido una cepa de fascismo judío dentro del proyecto sionista. Ahora ha tomado el control del Estado israelí.
"La izquierda ya no es capaz de acometer contra el ultranacionalismo tóxico que ha evolucionado aquí", advirtió en 2018 Zeev Sternhell, sobreviviente del Holocausto y máxima autoridad israelí en fascismo, "del tipo cuya cepa europea casi aniquiló a la mayoría del pueblo judío." Sternhell añadió: "[N]o sólo vemos un creciente fascismo israelí, sino un racismo similar al nazismo en sus primeras etapas".
La decisión de arrasar Gaza ha sido durante mucho tiempo el sueño de los criptofascistas de Israel, herederos del movimiento de Kahane.
Estos extremistas judíos, que conforman el gobierno de coalición en el poder, están orquestando el genocidio en Gaza, donde cientos de palestinos mueren a diario. Defienden la iconografía y el lenguaje de su fascismo autóctono.
La identidad judía y el nacionalismo judío son las versiones sionistas de la sangre y la tierra. La supremacía judía está santificada por Dios, al igual que la matanza de los palestinos, a los que Netanyahu compara con los amonitas bíblicos, masacrados por los israelitas.
Los enemigos -generalmente musulmanes- condenados a la extinción son infrahumanos que encarnan el mal. La violencia y la amenaza de violencia son las únicas formas de comunicación que entienden quienes están fuera del círculo mágico del nacionalismo judío. Hay que purgar a millones de musulmanes y cristianos, incluidos los que tienen ciudadanía israelí.
Un documento filtrado de 10 páginas del Ministerio de Inteligencia israelí, fechado el 13 de octubre de 2023, recomienda el traslado forzoso y permanente de los 2.3 millones de residentes palestinos de la Franja de Gaza a la península egipcia del Sinaí.
Es un grave error no tomarse en serio los espeluznantes llamamientos que se hacen para la erradicación total y la limpieza étnica de los palestinos. Esta retórica no es hiperbólica. Es una prescripción literal. Netanyahu en un tuit, posteriormente eliminado, describió la batalla contra Hamás como una "lucha entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, entre la humanidad y la ley de la selva".
Estos fanáticos judíos han comenzado su versión de la solución final al problema palestino. Según la oficina humanitaria de la ONU, en las primeras dos semanas del asalto lanzaron 12, 000 toneladas de explosivos sobre Gaza para arrasar al menos el 45% de las viviendas. No tienen intención de escuchar a nadie, ni siquiera a Washington.
"Se hizo evidente para los funcionarios estadounidenses que los líderes israelíes creían que las bajas civiles masivas eran un precio aceptable en la campaña militar", informó The New York Times.
"En conversaciones privadas con sus homólogos estadounidenses, los funcionarios israelíes se refirieron a cómo Estados Unidos y otras potencias aliadas recurrieron a bombardeos devastadores en Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial -incluido el lanzamiento de las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki- para tratar de derrotar a esos países", prosigue el periódico.
El objetivo es un Israel "puro", limpio de contaminantes palestinos. Gaza se convertirá en un páramo. Los palestinos de Gaza serán asesinados u obligados a vivir en campos de refugiados en la frontera con Egipto. La redención mesiánica tendrá lugar una vez que los palestinos sean expulsados. Los extremistas judíos piden la demolición de la mezquita de Al-Aqsa, el tercer santuario más sagrado para los musulmanes, construido sobre las ruinas del Segundo Templo judío, que fue destruido en el año 70 de la era cristiana por el ejército romano.
La mezquita será sustituida por un "Tercer" templo judío, una medida que encendería al mundo musulmán. Cisjordania, que los fanáticos llaman "Judea y Samaria", será anexada formalmente por Israel. Israel, gobernado por las leyes religiosas impuestas por los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, será una versión judía de Irán.
El control total israelí sobre la tierra palestina es casi un hecho. Los asentamientos judíos ilegales de Israel, las zonas militares restringidas, las carreteras cerradas y los complejos militares se han apoderado de más del 60 por ciento de Cisjordania, convirtiendo las ciudades y pueblos palestinos en guetos rodeados.
Hay más de 65 leyes que discriminan directa o indirectamente a los ciudadanos palestinos de Israel y a quienes viven en los territorios ocupados. La campaña de asesinatos indiscriminados de palestinos en Cisjordania, muchos de ellos a manos de milicias judías fuera de control, junto con la demolición de casas y escuelas y la confiscación de las tierras palestinas que quedan, va a explotar.
Más de 133 palestinos han muerto en Cisjordania a manos del ejército israelí y de colonos judíos desde la incursión de Hamás el 7 de octubre, y miles de palestinos han sido detenidos por el ejército israelí, golpeados, humillados y encarcelados.
Israel, al mismo tiempo, la está tomando contra los "judíos traidores" que se niegan a abrazar la visión demente de los fascistas judíos que gobiernan y además denuncian la horrible violencia del Estado.
Los conocidos enemigos del fascismo -periodistas, defensores de los derechos humanos, intelectuales, artistas, feministas, liberales, la izquierda, homosexuales y pacifistas- ya están siendo objeto de ataques. El poder judicial, según los planes presentados por Netanyahu, será neutralizado. El debate público se extinguirá. La sociedad civil y el Estado de Derecho dejarán de existir. Los "desleales" serán deportados.
Los fascistas no respetan la santidad de la vida. Los seres humanos, incluso de su propia tribu, son prescindibles para construir su desquiciada utopía. Los fanáticos en el poder en Israel podrían haber intercambiado a los rehenes en poder de Hamás por los miles de rehenes palestinos retenidos en cárceles israelíes, que es la razón por la cual los rehenes israelíes fueron tomados.
Y hay pruebas de que en los caóticos combates que tuvieron lugar una vez que los militantes de Hamás entraron en Israel, los militares israelíes decidieron atacar no sólo a los combatientes de Hamás, sino también a los cautivos israelíes que estaban con ellos.
"Varios testimonios recientes de testigos israelíes del ataque sorpresa de Hamás del 7 de octubre contra el sur de Israel se suman a las crecientes pruebas de que el ejército israelí mató a sus propios ciudadanos cuando luchaban por neutralizar a los palestinos armados", escribe Max Blumenthal en The Grayzone.
Tuval Escapa, miembro del equipo de seguridad del kibutz Be'eri, señala Blumenthal, creó una línea directa para coordinar las relaciones entre los residentes del kibutz y el ejército israelí.
Escapa declaró al diario israelí Haaretz que, cuando empezó a cundir la desesperación, "los comandantes en el área de acción tomaron decisiones difíciles, como bombardear las casas de sus ocupantes para eliminar a los terroristas junto con los rehenes".
El periódico informó de que los mandos israelíes se vieron "obligados a solicitar un ataque aéreo" contra sus propias instalaciones en el paso fronterizo de Erez con Gaza "para repeler a los terroristas" que se habían hecho con el control. Esa base albergaba a funcionarios y soldados de la Administración Civil israelí.
En 1986, tras la captura de dos soldados israelíes por Hezbolá, Israel instituyó una política militar denominada Directiva Aníbal, aparentemente llamada así por el general cartaginés que se envenenó antes que ser capturado por los romanos.
La directiva está diseñada para evitar que las tropas israelíes caigan en manos del enemigo mediante el máximo uso de la fuerza, incluso a costa de matar a los soldados y civiles capturados.
La directiva fue puesta en práctica durante el asalto israelí a Gaza de 2014, conocido como Operation Protective Edge. El 1 de agosto de 2014, combatientes de Hamás capturaron a un oficial israelí, el teniente Hadar Goldin.
En respuesta, Israel lanzó más de 2,000 bombas, misiles y proyectiles sobre la zona donde estaba retenido. Goldin murió junto con más de 100 civiles palestinos. La directiva fue supuestamente rescindida en 2016.
Gaza es el comienzo. Cisjordania vendrá a continuación.
Los israelíes que alientan la pesadilla palestina pronto sufrirán su propia pesadilla.
Chris Hedges es un periodista ganador del Premio Pulitzer que fue corresponsal en el extranjero durante 15 años para The New York Times, donde trabajó como jefe de la oficina de Oriente Medio y jefe de la oficina de los Balcanes para el periódico. Anteriormente trabajó en el extranjero para The Dallas Morning News, The Christian Science Monitor y NPR. Es presentador del programa The Chris Hedges Report.
Publicado por La Cuna del Sol