El 21 de marzo de 1960, en la pequeña localidad de Sharpeville, 60 kilómetros al sur de Johannesburgo, la policía sudafricana mató a 69 personas y dejó heridas de bala a otras 180.
Todas ellas habían formado parte hasta unos momentos antes de la acción multitudinaria de desobediencia civil que el Congreso Panafricano (PAC), una organización recientemente independizada del Congreso Nacional Africano (ANC), había organizado para protestar contra la obligación para la población clasificada como ?no europea? de portar pases (dompas) fuera de las reservas o áreas designadas para cada grupo étnico (bantustanes).
En recuerdo de Nyakane Tsolo
La Sudáfrica posterior a 1984 padece una excesiva crisis de amnesia selectiva y de recuerdo parcial de la historia.
El relato histórico, ya sea en la escuela, la universidad o en los medios de comunicación y en las celebraciones y eventos públicos, está sesgado hacia una trayectoria política singular y una escuela de pensamiento particular que se presentan como los únicos agentes de las transformaciones socioeconómicas y políticas que aparentemente se han producido en los últimos 24 años.
En la Sudáfrica democrática no hay democracia ni justicia cuando se trata de narrar acontecimientos y momentos históricos críticos, sino que hay una sutil perpetuación sistemática de recuerdos particulares considerados más o menos valiosos y significativos que otros.
La historiografía sudafricana posterior a 1994 margina determinadas voces y convierte a otras en monolíticas.
La reconstrucción y reelaboración de los relatos acerca de la Masacre de Sharpeville ocurrida el 21 de marzo de 1960 y la recaracterización de aquel día como un ahistórico y apolitizado “Día de los Derechos Humanos” no es sino uno de los muchos ejemplos de este desafortunado sesgo político y enfoque cerrado del relato histórico.
Cuando conmemoramos el quincuagésimo octavo aniversario de la Masacre Sharpeville y el cuadragésimo aniversario de la muerte en el destierro de Robert Mangaliso Sobukwe deberíamos reflexionar acerca de la creación y el realto de la memoria pública de acontecimientos históricos y festividades públicas en la Sudáfrica actual.
A través de sus diferentes departamentos el gobierno ya ha empezado a bombardear a la opinión pública con mantras de un descontextualizado y apolítico “Mes de los Derechos Humanos”.
En las dos últimas décadas el gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) ha celebrado sin vergüenza su “Día de los Derechos Humanos” con todo tipo de festejos, glamour y discursos sin siquiera reconocer, o hablar de ello, el papel desempeñado por Sobukwe y otros líderes del Pan-Africanist Congress of Azania (PAC), como Nyakane Tsolo, en los valientes acontecimientos que llevaron a la despiadada Masacre de Sharpeville.
Sin embargo, la Masacre de Sharpeville se produjo como resultado de la Campaña de Acción Positiva del PAC en contra de la Ley de Pases, que siguió a la anterior Campaña del Estatus defendida por Robert Sobukwe poco después de la formación del PAC en 1959.
En toda Azania los líderes del PAC secundaron el llamamiento de Sobukwe y movilizaron a las masas africanas para esta campaña.
El 21 de marzo de 1960 el joven Philip Kgosana encabezó la manifestación del PAC en el township de Langa en Ciudad del Cabo, Zachius Botlhoko Molete encabezó la manifestación del PAC en Evaton, George Ndlovu encabezó la manifestación del PAC en el township de Alexandra, Robert Sobukwe encabezó la manifestación del PAC en Soweto y Nyakane Tsolo encabezó la manifestación del PAC en Sharpeville.
Siguiendo las órdenes de Sobukwe de “ir a la cárcel bajo la consigna de ‘no a la fianza, no a la defensa, no a la multa’”, todos estos líderes, incluido Sobukwe, fueron detenidos aquel día.
Por medio de su Secretario General, Duma Nokwe, el ANC, habló en aquel momento contra la Campaña de Acción Positiva contra la Ley de Pases y la desechó calificándola de “oportunista”.
Nokwe publicó una virulenta declaración en el Sunday Times del 20 de marzo de 1960 en la que afirmaba: “Debemos evitar las acciones sensacionalistas que pueden no tener éxito porque sabemos que traicionan al movimiento de liberación nacional”.
El ANC se distanció de la campaña e instó a sus miembros a no participar.
Hoy en día, en su deseo de silenciar y borrar a Sobukwe y al PAC de la conciencia nacional y de la memoria colectiva de la nación para destacar a los alineados líderes del ANC como los únicos actores y “superhombres” de la lucha de liberación, el partido dirigente celebra sistemáticamente el “Día de los Derechos Humanos” sin mencionar siquiera el nombre de Nyakane Tsolo, el líder del PAC que en la década de 1960 lideró la campaña en Sharpeville.
El PAC había establecido una sede en Sharpeville en julio de 1959, tres meses después de su formación, dirigida por dos hermanos Tsolo, Nyakane y Job. Nyakane Tsolo fue el secretario de la sede y movilizó a la gente sobre el terreno. Fue la cara del PAC en la zona de Vaal y específicamente Sharpeville.
Y el lunes 21 de marzo de 1960 Tsolo estaba al frente de Sharpeville y cuando la racista policía colonial pidió a la multitud negra que se dispersara, dijo a la policía: “Soy responsable de estas personas. Si quieren dispersar a la gente, dispersen a su policía”. Tsolo anunció además a la policía: “No suspenderemos esta reunión hasta que hable Sobukwe”.
El resto es historia.
Actualmente, al igual que su lider Sobukwe, Nyakane Tsolo ha sido reducido a una figura insignificante en los anales de la historia sudafricana, borrado, silenciado y eliminado de la memoria pública referente a la Masacre de Sharpeville, una figura terriblemente oscura, apenas conocida, recordada o celebrada.
No hay monumentos erigidos en su memoria, ni se ha dado su nombre a calles o edificios ni hay canciones poemas en su honor.
En ningún discurso público se ha mencionado nunca su nombre.
La supresión de Sobukwe, Tsolo y otras personas de la memoria pública y de la conciencia nacional en torno al llamado “Día de los Derechos Humanos” permite el silencio y la ausencia de referencias explícitas a historias más amplias que informaron y conformaron la masacre, una omisión calculada y malintencionada para negar y borrar también la intervención histórica y las contribuciones de otras figuras importantes de la lucha de liberación.
El objetivo de esta eliminación es despolitizar Sharpeville y disociar la campaña contra los pases de la lucha más amplia contra el despojo de tierras.
Aunque la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC, por sus siglas en inglés) celebró en 1996 sesiones acerca de las violaciones derechos humanos en las que abordó una secuencia de acontecimientos violentos, empezando por los testimonios referentes a la Masacre de Sharpeville de 1960, también mantuvo esta omisión.
En el informe de la TRC no se mencionaba en ninguna parte a Nyakane Tsolo, el hombre que encabezó la manifestación y fue detenido por instigación aquel día. La TRC no convocó a Nyakane Tsolo, que tampoco ofreció su testimonio, un relato crítico silenciado.
A pesar de no ser recordado ni ser reconocido Nyakane Tsolo sufrió enormemente por haber liderado la protesta de Sharpeville. Fue encarcelado, interrogado y duramente torturado.
Cuando en 1961 consiguió la libertad bajo fianza huyó a Lesotho y más tarde recibió instrucción militar en Egipto en un comando adiestrado por las fuerzas especiales egipcias.
Entre 1963 y 1973 Tsolo vivió en Alemania Oriental pero en 1973 abandonó Alemania en secreto con su familia y se refugió en los Países Bajos.
Permaneció en Rotterdam el resto de su exilio con el cargo de representante del PAC y trabajó con organismos locales que luchaban contra el apartheid.
Aunque fue incluido en la lista electoral del PAC en 1994, Nyakane Tsolo mantuvo su casa en Rotterdam y solo volvió a Azania a finales de 2001. Murió de un derrame cerebral un año después.
Actualmente, bajo el gobierno del ANC la trágica Masacre de Sharpeville se ha convertido en una ocasión para celebrar el advenimiento una “dispensa de derechos humanos” que se percibe pero no existe.
Para la juventud el “Día de los Derechos Humanos” no es más que otro aburrido día de fiesta sin importancia alguna y carente de líderes a los que valga la pena recordar.
Además de Nyakane Tsolo, la memoria publica desconoce en general a todas las víctimas de Sharpeville. Son un número sin nombre: 69.
El reescribir la historia para adaptarla a la agenda política particular del partido gobernante es una tragedia del egoísmo político predominante y del enfoque cerrado y simplista del relato y del discurso, una gran pérdida de memoria para la posteridad y un escupitajo en el rostro de quienes sacrificaron sus vidas en Sharpeville.
Los académicos, los medios de comunicación, la sociedad civil y los políticos deben reconsiderar su enfoque de la construcción y del relato de la historia, y volverse más incluyentes.
En recuerdo de todas aquellas personas que murieron y por las generaciones futuras, se debe contar la verdadera historia de Sharpeville.
Thando Sipuye es un historiador y científico social africano. Colabora estrechamente con el Robert Mangaliso Sobukwe Trust.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=239206