Ante el desplome de la triada jázara Jake Sullivan/Antony Blinken/Vicky Nuland, a punto de sufrir con los neoconservadores straussianos (https://bit.ly/3NRPgzQ), una humillante derrota en Bakhmut (Ucrania) –después de Afganistán–, Biden recurre a lo que le queda de óptimos diplomáticos como el director de la CIA, William Burns, quien se desvive entre Ucrania y Arabia Saudita para detener el desvanecimiento geoestratégico unipolar de EEUU.
En su reciente presentación al relevante think tank Instituto Baker, ¡patrocinado por la petrolera angloholandesa Shell!, Burns explayó que el posicionamiento de EEUU como “el gran niño (sic) del bloque geopolítico” no está absolutamente garantizado, ya que EEUU atestigua un periodo de cambio que “sólo sucede dos veces en un siglo (https://bit.ly/3L8G1wOv
El muy influyente Burns –más sofisticado y capaz que su rupestre antecesor Mike Pompeo, quien se extravió con su “cristianismo sionista” (sic) – coincide con el teorema del mandarín Xi Jinping, quien al despedirse de su homólogo el zar Putin en Moscú, le susurró que “ahora existen cambios nunca vistos en 100 años (https://bit.ly/3mDxWqJ)”.
Burns, embajador de EEUU de 2005 a 2008 en Rusia –es decir, en la fase embrionaria de la parusía rusa, ya que el Putin de aquel entonces no es el triunfalista de ahora, 15 años después–, confesó que charló con el presidente ruso antes de la invasión a Ucrania y lo juzga como “profundamente erróneo (sic) en las presunciones de su creencia de que Ucrania está débil y dividida” y “no es un país real”. Putin is right!
A mi juicio, Putin entiende más la implosión de EEUU que la anhelada balcanización de Rusia que alucina el Partido Demócrata.
Burns, quien fue a regañar fútilmente al príncipe heredero saudita Mohamed Ben Sultán, debido a su espectacular acercamiento con Irán bajo los auspicios pacifistas de China (https://bit.ly/3Lcpx6M) –además de la trasmutación del petrodólar al petroyuán– conservó algo de optimismo en medio del desastre de la política exterior de Biden, carente de diplomáticos de altura para el siglo XXI y huérfano de la creatividad del G2 de China y Rusia: EEUU “todavía (sic) tiene una mejor mano a jugar que cualquiera de nuestros rivales”, pero “ya no es más el único gran niño en el bloque geopolítico y nuestra posición a la cabeza de la mesa no está garantizada”.
Desde el punto de vista de la seminal “estabilidad estratégica (https://bit.ly/3JF9psDx) y (https://bit.ly/40zyPil)”, en el ajedrez global, ya no se diga la avasallada Unión Europea (Macron dixit), EEUU pierde ante la “alianza invencible (Kennedy Jr dixit)” del inédito G2 de Rusia y China.
La confesión de Burns suena al canto de canario en las asfixiantes minas: reconoció que el G2 de China y Rusia constituye un “desafío tremendo” para la CIA en los años venideros, cuando “Pekín ya no está contenta únicamente con tener un asiento en la mesa, sino que ya quiere dirigir la mesa”, mientras “Rusia busca tirar toda la mesa”.
Se notó muy defensivo al director de la CIA, quien no sabía cómo persuadir a sus oyentes del aburrido “apoyo a Ucrania”, pero deja entrever un atisbo de negociación con Putin, a quien juzga “no ser serio” al respecto.
Burns nunca entendió la multidimensionalidad de la “guerra híbrida” de Putin cuando su hoy asesor de seguridad nacional Nikolai Patrushev exige la rendición incondicional del comediante jázaro Zelensky.
Burns no pierde la esperanza de seducir a Rusia a un G2 contra China. Too little, too late!
A juicio de Burns, “Pekín permanece como la máxima prioridad a largo plazo de la CIA”.
A Burns, quien habla perfecto francés, ruso y árabe, le faltó estudiar mandarín, como Arabela, la nieta de Trump: “El manejo de una relación incrementalmente adversa con China será la prueba más significativa de los hacedores de la política de EEUU en las décadas por venir”, sin dejar de lado el riesgo de un conflicto con China sobre la isla renegada de Taiwán.
Hoy el verdadero teatro de batalla global se ha trasladado al campo de la desdolarización/yuanización.