
Según el autor, la última estrategia tiene menos que ver con la contribución constructiva al desarrollo del Ártico y más con mantener intactos los objetivos geopolíticos de Estados Unidos, lo que no es una receta para la paz.
Todo el concepto de constructivismo en las relaciones internacionales se basa en que los Estados persiguen políticas exteriores ancladas en ideas compartidas más que en factores materiales.
Un enfoque constructivista también implica la defensa de los principios clave de la coexistencia pacífica, el respeto a la soberanía de los Estados y la resolución de todas las disputas pendientes a través del diálogo y la reconciliación.
El enfoque de la administración Biden ha sido seguir el libro de jugadas de su predecesor, Donald Trump, de aumentar el aislacionismo de Estados Unidos, las provocaciones y el descarado desprecio por el multilateralismo. Las últimas estrategias en el Ártico no son diferentes.
Estados Unidos publicó una "Estrategia Nacional del Ártico" de 2022, en la que se pide una mayor responsabilidad estadounidense en la administración y protección de la región. La estrategia califica la mayor competencia estratégica mundial como un desafío existencial y pretende reunir a los aliados estadounidenses para que participen en el último intento de Washington de proseguir con las provocaciones de la Guerra Fría. La verdad es que la última estrategia tiene menos que ver con la contribución constructiva al desarrollo del Ártico y más con mantener intactos los objetivos geopolíticos de Estados Unidos, lo que no es una receta para la paz.
Promover intereses estrechos y parroquiales por encima del bien mayor de la comunidad internacional es un error y está destinado a antagonizar a los rivales estadounidenses y a ampliar aún más los déficits de confianza.
En el Ártico, la administración Biden ha persistido en su doctrina antichina, que busca cercar e instigar las tensiones en el Mar de China Meridional y más allá. La estrategia menciona un imperativo estadounidense para competir eficazmente y gestionar la discordia en la región, que toma una hoja de la estrategia del ex presidente estadounidense Barack Obama de 2013.
En aquel entonces, el libro de jugadas de Obama mencionaba que los intereses de seguridad de EE.UU. debían ser prioritarios, mientras que los acuerdos innovadores y la movilización de los nativos de Alaska, que es fundamental para el desarrollo sostenible de la región, debían ser tratados como consideraciones adicionales.
No ha cambiado mucho en 2022, ya que la estrategia modificada sólo lleva enmiendas como la mejora de los medios de vida de los residentes locales, el tratamiento urgente de la crisis climática y la conservación del medio ambiente.
Se trata de anexos a la política de securitización de Obama, y al aumentar la percepción de la amenaza de China en 2022, la administración Biden mantiene esencialmente la orientación ofensiva, agresiva y militarizada de la estrategia ártica de 2013.
Desde el punto de vista de la seguridad, esto implica que Estados Unidos conserva el derecho a permitir que buques y aviones operen sobre el espacio aéreo y las aguas del Ártico, al tiempo que realiza observaciones científicas para la defensa nacional y mantiene activos bajo el mar y el aire.
Además, la administración Biden también está tratando de mejorar las capacidades para impulsar la disuasión contra China, a pesar de que no hay pruebas de que Pekín persiga diseños agresivos contra los intereses regionales estadounidenses.
Hay que tener en cuenta que, en el marco de la iniciativa "Belt and Road" del presidente Xi Jinping, China está creando institutos de investigación e invirtiendo en minería y energía, en el tendido de cables y en la promoción de las rutas marítimas y el desarrollo de recursos para la mejora del Ártico.
El hecho de que el desarrollo económico positivo de la región del Ártico en la era de la guerra y la pandemia de Ucrania sea una consideración secundaria en la estrategia de Biden revela cómo Washington D.C. está menos interesado en la coexistencia pacífica.
Examinada de cerca, la estrategia de Biden consiste en trasladar sus tácticas de militarización en el Mar de China Meridional y en Oriente Medio al Ártico para garantizar que los intereses hegemónicos frente a China se mantengan intactos. Injustamente, señala la presencia de China como desestabilizadora y que contribuye a la competencia estratégica, a pesar de que tales percepciones de amenaza tienen poca tracción a nivel internacional.
Además, la cooperación de la Alianza o la política de campamentos forma parte de la estrategia de 2022, con el segundo de los cinco principios que establecen que socios como Canadá, Finlandia, Noruega y Suecia serán contactados para que desempeñen un papel activo en el apoyo a los esfuerzos de seguridad estadounidenses.
Esto es controvertido, ya que refleja los intentos anteriores de Washington de aprovechar plataformas como la Quad como fuerza conjunta para hacer frente a China, a pesar de las claras evidencias de las prioridades de Beinjing en la región y fuera de ella, centradas en el desarrollo económico y sostenible, como el establecimiento de corredores de transporte globales y el desarrollo de terminales logísticas y portuarias.
Si bien la estrategia para el Ártico exige inversiones en la vigilancia del clima y en las tecnologías de la comunicación, el plan decenal también implica el posicionamiento de Estados Unidos en una posición preventiva y dominante. El documento menciona claramente que "la guerra de Rusia en Ucrania ha aumentado las tensiones geopolíticas en el Ártico, al igual que en el resto del mundo, lo que ha creado nuevos riesgos de conflictos no deseados y ha dificultado la cooperación".
Además, el primer pilar de la estrategia habla de coordinar los enfoques compartidos en materia de seguridad, como la recopilación de información para objetivos geopolíticos. La seguridad estadounidense en la región también insiste en la ampliación de capacidades, como la mejora del conocimiento del dominio, la instalación de más guardacostas y la inversión en infraestructuras de transporte marítimo, lo que contrasta con la BRI.
La estrategia de 2022 sólo menciona la creación de capacidad institucional para servir a los intereses parroquiales estadounidenses, sin tener en cuenta si tales objetivos constituyen o no mentalidades de la Guerra Fría. Países como China han denunciado en repetidas ocasiones este aventurerismo imprudente como prueba de que Estados Unidos emplea binarios de la Guerra Fría, y esta última juerga no hará sino dar crédito a ese argumento.
Por lo tanto, está claro que la estrategia nacional de EE.UU. para el Ártico de 2022 es otro intento estadounidense de llevar a cabo una competencia geopolítica imprudente. A nadie le interesa que esa competencia se ponga en marcha en un entorno que ya está profundamente dividido y fracturado en múltiples campos. Es necesario que se imponga una mayor sabiduría estratégica y la ausencia de ésta sólo dará lugar a mayores tensiones. Eso es precisamente lo que el mundo no necesita.
https://espanol.almayadeen.net/articles/1638553/la-estrategia-estadounidense-para-el-ártico-de-2022-se-basa