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Religión Y Lengua: Identidad Y Cultura


“Y el Verbo se hizo carne, puso su tienda entre nosotros,…” (Juan 1,14)

Nos preguntamos: ¿Qué mueve la historia humana y produce cambios en nuestra comunidad, nación y civilización? 


Pensábamos que era fundamentalmente, la base económica, la lucha de clases por la posesión de los medios de producción, pero cada día me convenzo que es también la cultura, la manera de interpretar el entorno, de ubicarnos en relación a los otros, de la escala de valores y creencias que asumimos, de la manera de comprender el pasado, presente y futuro, de los paradigmas y prejuicios, de cómo nos vemos y cómo nos ven, del alcance que atribuimos a nuestras aspiraciones, capacidades, limitaciones y oportunidades.

 Entre base económica y cultura, caeremos en la pregunta: ¿Qué es primero, el huevo o la gallina?

Lo cultural no es solo individual, es un agregado social. Se manifiesta en las expresiones de los grupos humanos con sus particularidades y divergencias. Es un aprendizaje que se traslada de generación en generación a través del lenguaje y la religión, dos características e instrumentos principales de la cultura. 

Las diferencias han sido motivo de conflictos en una complejidad que no abordaremos y solamente mencionamos de manera general e incompleta; habrá que explorar también la relación de cultura y poder.

Más allá del idioma (español, inglés, mandarín, francés, ruso,…) que hablemos a partir de la expansión imperial de algún momento histórico, que pretendió anular la originaria -condición de dominación-, dentro de ese lenguaje aprendido, estarán incorporándose expresiones, entonaciones, significados, construcciones, etc., que son particulares a determinados grupos humanos.

 Podemos hablar español, (castellano, decíamos), pero nuestra lengua será el Español de Nicaragua o de Guatemala, con muchas reglas comunes y pautas particulares, porque son la incorporación de la identidad y la evolución histórico-social reflejada en el lenguaje, como contenido-forma que rebasa las diferencias económicas y sociales locales. 

Lo mismo ocurre en naciones africanas y la India que asumieron el inglés, quienes recibieron el francés o el ruso cuando existió la URSS. 

Las palabras, el lenguaje, según Francis Bacon y que después retoma Nietzsche, “proyectan su ambigüedad sobre nuestra visión del mundo”.

La religión, el otro importante instrumento de dominación necesario, no obedece solamente, a pesar de la “universalización” de las iglesias, a los ritos y creencias canónigas, sino que cada grupo social, asume los propios, incorpora las prácticas y visiones ancestral de su evolución humana, social, cultural y política, las recrea desde su experiencia y en la dinámica evolutiva. 

El cristianismo de Nicaragua es similar y a la vez distinto al ser cristiano en Canadá, por ejemplo; en Nicaragua o de El Salvador tiene sus rasgos, no necesariamente aceptados institucionalmente; expresan el sentir y creer de nicaragüenses y salvadoreños, es la manera de relacionarse entre las personas y cómo identifican y rinden culto a la divinidad, nos llevan al imaginario colectivo de grupos sociales, étnicos y nacionalidades que hacen que cada concepción sea distinta.

La historia está en el lenguaje y las creencias, va quedando el recorrido de la vida, las interacciones entre los seres humanos y el entorno. Las voces y sonidos evolucionan, hay un común basado en la cultura compartida. Las creencias, supersticiones y ritos, las particularidades sobre las que se construye la fe no son únicas, aunque sean compartidos los fundamentos de la religión y el lenguaje.

Me convenzo que no solo deberíamos hablar del Español de Nicaragua, como dice Francisco Arellano o del Español de México, que no es exactamente el Español de España, sino también del Catolicismo de Nicaragua, de Cuba o Japón, que no es precisamente el Catolicismo de Roma, aunque existan aspectos comunes, más allá de su concepción oficial, prevalecen particularidades que distinguen la conciencia y el comportamiento individual y grupal como reflejo ineludible de la cultura. 

En Irlanda, la religión y el lenguaje evidencian su identidad histórica frente al imperio inglés. La religión es sentimiento de identidad y pertenencia, también ha sido instrumento de dominación donde se incorpora y evoluciona la cultura. 

La gente no vive solo con la razón, el lenguaje es comunicación, expresa sentimientos y creencias. El lenguaje hablado va inseparablemente acompañado de gestos.

No todo es calculable, la explicación a muchas cosas no las tenemos. Las personas encuentran en la religión respuestas convincentes a preguntas inagotables: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? La cristianización o la islamización de la modernidad, más allá de las instituciones religiosas, es identificación y pertenencia. 

Si una creencia no satisface, otra evolucionará conforme a la necesidad humana, siendo, según Huntington (“Choque de civilizaciones”,1996), “la religión la principal característica definitoria de las civilizaciones” y la “diferencia mas profunda entre la gente”. Encima de la fe declarada y del idioma que se piense/hable, cultura es origen y evolución desde el contexto predominante heredado y/o asumido.

Las palabras del moribundo, por muchas lenguas que domine, serán en su idioma materno. Al momento de la muerte habrá una invocación silenciosa desde lo que se cree profundamente. Muchos ejemplos pueden ser contados. 

Las últimas expresiones de Einstein fueron en alemán sin que la enfermera norteamericana que lo atendía lo comprendiera. Conversando con un amigo que se dice “ateo”, después de una prolongada discusión, reconoció que aunque no pertenecía a ninguna iglesia ni asumía ninguna creencia, era por su comportamiento cultural, cristiano, porque la sociedad que le rodea y de la que es parte, esta envuelta en esa visión y práctica.

Relacionando la etimología de las palabras, cultura (latín “colere”) es “cultivar”, “cultum”: “agricultura”, se entiende por “cultivo del espíritu y el conocimiento humano”. El diccionario RAE define “cultura”, en algunas acepciones: “modos de vida y costumbres, manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”, y “culto” como “conjunto de ritos y ceremonias litúrgicas, honor que se rinde a quien se considera divino”.

 La “lengua” es vehículo de “cultura”, del latín “lingua”, “lingula”, lamer. “Idioma” del latín “idios” que es “propio, especial, de uno mismo”, con el sufijo griego “ma” significa “realización de lo propio”. “Lenguaje” del provenzal “lenguatge”, es “conjunto de sonidos articulados con los que el hombre manifiesta lo que piensa y siente”. “Religión”, del latín “religare” o “re-legere”, es “relacionado, unido fuertemente”. Según RAE es “conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad… normas morales para la conducta individual y social, prácticas rituales, … oración y el sacrificio para darle culto”. 

Es consistente, a partir del origen etimológico, que “religión – culto” y “lengua-lenguaje-idioma” desembocan ineludiblemente en “cultura” en su sentido amplio y profundo.

Los pueblos, si no pueden volver al idioma originario o a sus ritos ancestrales, necesariamente incorporarán en el idioma impuesto y/o asumido y en la religión aprendida y practicada, sus particularidades, rebeldías, costumbres y creencias que les distinguen y son cambiantes, forman parte de su identidad evolutiva.


https://franciscobautista.com/2012/08/27/religion-y-lengua-identidad-y-cultura/ 

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