Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

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La herencia maldita contrainsurgente en las tierras altas de Guatemala


Hay dos vertientes que son dignas de análisis con respecto a lo que acontece en las áreas rurales de los municipios de Santa Catarina Ixtahuacán y Nahualá, dos municipios del departamento de Sololá, en el occidente de Guatemala. 

Se decretó hace más de quince días Estado de Sitio, es decir, supresión de todas las garantías de asociación, expresión, movilización y manifestación. 

Hay controles policiales y del ejército por todos los senderos que serpentean por la sierra. Sin embargo, un grupo reducido de pobladores dotados de armas de infantería, rifles de caza o fusiles de asalto, abrieron fuego de manera tan certera a decenas de policías que, el primer abatido, fue el inspector a cargo del operativo, el señor Canahuí Tista.

Ante esto hecho que les sorprendió, los subalternos con su mando abatido, tuvieron en un principio que retroceder y cuando el fuego arreció y comenzaron a hacerse más los heridos [un hombre y tres mujeres] cundió el pánico y salieron huyendo en desbandada, es decir, desorganizadamente.

 Ausentes totalmente de un repliegue ordenado. Como se oye en la grabación, donde un agente huye virtualmente aterrorizado y gritando con desespero: ¡Patas para qué te quiero!

Este operativo de alta montaña, donde muchas veces falta el oxígeno, era para tropas especializadas del ejército. 

En la policía muchos integrantes de ese personal, sobre todo mujeres, no ha prestado servicio militar y, por lo tanto, su moral y técnica combativa es baja cuando no, nula. Eso sí, iban bastante bien equipados, con uniformes negros intimidantes y armas automáticas que, al final, de nada les sirvieron porque no resistieron el fuego de los comuneros ni cinco minutos.

 Los verdaderos responsables de esta debacle y ridiculización de las fuerzas de seguridad deben responder ante quien corresponda por el total fracaso del operativo. 

Ya el ejército se había retirado “para evitar un baño de sangre”, asunto poco creíble porque ante una amenaza armada la ley garantiza la legítima defensa, máxime si el agraviado es un componente de las fuerzas de seguridad.

Cuando un país tiene sus estructuras de gobierno en total desorden como en Guatemala, no es nada extraño estos resultados. 

Porque generalmente no hay un trabajo previo de inteligencia y exploración. Nadie con mando de tropa o personal policial puede meter a un contingente de personas a una muerte segura. No fueron realmente emboscados, sino solo fueron sorprendidos por unos cuantos tiradores.

 En una emboscada real, verdadera, son tres tiradores contra una persona que se mueve, por lo tanto, si hubiese sido una emboscada real, los muertos no bajarían de unos veinte. La improvisación, muy seguramente, puso en peligro la vida de muchas personas y se impone saber quién dio las órdenes superiores.

Ahora bien ¿Qué realmente pasa entre los comuneros de esos dos municipios de Sololá?

 El conocido es un centenario problema de límites, donde unos reclaman tierra y una fuente de agua. Un problema que no fuera tal si la mediación de las autoridades hubiese sido efectiva, porque de simples rencillas los vecinos de la aldea de Nahualá pasaron a la enemistad franca y directa con los vecinos de Santa Catarina Ixtahuacán. 

Mataron a 13 vecinos a mansalva, con ventaja y alevosía. 

La historia nos hace recordar algo muy importante sobre la idiosincrasia de los campesinos de Nahualá: siempre se han sumado a causas innobles. 

Desde los batallones contra los creadores del Estado de los Altos o sea el Sexto Estado Centroamericano, hasta los fieles servicios prestados a Jorge Ubico y en el conflicto armado interno de 36 años en Guatemala, fue allí, precisamente, donde ser organizaron las primeras Patrullas de Autodefensa Civil, PAC, en los meses que ejerció el gobierno Efraín Ríos Montt.

Los vecinos nahualatecos siempre han sido militaristas y casi el cien por ciento de varones han prestado servicio militar. No son los vecinos de Nahualá personas identificadas con el movimiento revolucionario sino con el ejército, al punto que el haber construido trincheras refleja lo típico de los conflictos militares: la guerra de posiciones. La guerrilla nunca pudo enseñar eso porque la infantería guerrillera era totalmente móvil, de tránsito…

La otra variante es la presencia de los narcotraficantes que tienen pertrechados a sus posibles socios porque se dice que abundan en la alta montaña cultivos de amapola y mariguana. 

Con los días se conocerá mejor lo que pasa en esas comarcas pues, por el momento, nadie puede entrar a esas montañas, a menos que se quiera morir. 

Y que el gobierno desorganizado coloque en los medios de prensa esquelas de los fallecidos y condolencias a los familiares, como ocurrió hace algunas horas. 

Las otras cuatro personas, entre ellas tres mujeres, están heridas de las piernas pero el gobierno, presto para estupideces, los daba por muertos.

Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político

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