Foto: Andy Everson, un artista de la Nación K’ómoks en British Columbia, creó este logo en el 2015 para la campaña de sobrevivientes de los internados de asimilación canadiense.
Les presentamos esta conversación importantísima de Naomi Klein con dos sobrevivientes de uno de los internados para la asimilación forzada de indígenas en Canadá, Doreen y Kanahus Manuel, publicado originalmente el 16 de junio 16, 2021
EL MES PASADO, la Primera Nación Tk’emlúps te Secwépemc descubrió una fosa común de 215 niños en el lugar de un antiguo internado en British Columbia, Canadá.
Esta semana en Intercepted Naomi Klein habló con la sobreviviente de uno de los internados, Doreen Manuel, y su sobrina Kanahus Manuel sobre los horrores de los internados y la relación entre el robo de niños y niñas y la tierra robada.
El padre de Doreen, George Manuel, fue un sobreviviente de la Escuela Residencial Indígena Kamloops, donde encontraron tumbas sin identificar de niños de tan solo 3 años de edad.
El padre de Kanahus, Arthur Manuel, también fue un sobreviviente de la escuela residencial [internado] Kamloops. Esta conversación intergeneracional profundiza sobre cómo los males del internado Kamloops, y otros similares, han repercutido en un siglo de la familia Manuel, una experiencia compartida por tantas familias indígenas, y la lucha de décadas de la familia Manuel para reclamar sus tierras robadas.
Advertencia: este episodio contiene detalles muy angustiantes sobre el asesinato, violación y tortura de niños y niñas. Si usted es un ex alumno de un internado y está en peligro o ha sido afectado por el sistema escolar residencial en Canadá y necesita ayuda, puede comunicarse con la Línea de Crisis de las Escuelas Residenciales Indígenas las 24 horas: 1-866-925-4419. El apoyo y los recursos de salud mental adicionales para los pueblos indígenas están disponibles aquí.
Naomi Klein: Bienvenida a Intercepted, soy Naomi Klein, anfitriona invitada de este episodio especial.
Primero, una advertencia. Este episodio contiene detalles muy angustiantes sobre el asesinato, la violación y la tortura de niños y niñas. Si usted es un sobreviviente y necesita hablar con alguien, hay información de contacto en las notas del programa.
Les hablo desde el territorio no cedido de Coast Salish, en lo que ahora se conoce como British Columbia. La tierra donde vivo es el territorio tradicional de la Nación Shíshálh.
Este tipo de reconocimientos de territorios son tan comunes en Canadá que se han convertido en una especie de formalidad burocrática. Se hablan al comienzo de casi todas las reuniones públicas. Son las primeras palabras en el sitio web de la escuela primaria de mi hijo. Se adjuntan a las firmas de correos electrónicos de funcionarios públicos y profesores universitarios.
Y, a menudo, estos reconocimientos son sinceros. Pero los colonizadores rara vez pensamos en lo que realmente quieren decir.
Si estamos en territorio indígena, y esas tierras no fueron cedidas, eso significa que nunca fueron vendidas o entregadas en virtud de una guerra o un tratado. Lo que significa que el título subyacente de estas tierras sigue en manos de sus habitantes originales.
Lo que nos lleva a plantear la pregunta: ¿Por qué reconozco este hecho tan sólo con palabras? ¿Por qué pago impuestos a los gobiernos municipal, provincial y federal en lugar de a la Nación Shíshálh?
Una pregunta aún más preocupante podría ser: ¿Por qué esta tierra estaba disponible para mí y para mi familia? ¿Quién desterró a sus habitantes originales, los trasladó a la reservación y, en demasiados casos, a las calles? ¿Cuál fue el mecanismo preciso del despojo de tierras?
No hay una única respuesta a esa pregunta. Un laberinto de leyes y ordenanzas está detrás de gran parte del trabajo, adoptado unilateralmente y ejecutado coercitivamente. Pero eso no fue todo. Y parte de la respuesta a la pregunta de cómo se despejaron estas tierras llegó hace casi exactamente dos semanas, cuando, a unas pocas horas en coche de aquí, se descubrió una fosa común.
CNN: El descubrimiento es asombroso, y también angustiante, y dejó a los miembros de la comunidad sumidos en dolor en gran parte de Canadá. Los restos de 215 niños –
WBUR: – cuyos restos fueron encontrados en una fosa común en un antiguo internado en British Columbia –
France24: – encontrado en una fosa común en la Escuela Indígena de Kamloops conmocionó y entristeció a la nación.
La tumba sin nombre, supimos, contiene los restos de 215 niños, algunos de tan sólo 3 años de edad. Se encuentra en el recinto de un antiguo internado dirigido por la Iglesia Católica, llamada Escuela Residencial Indígena Kamloops . Era una institución enorme y se enviaban allí estudiantes indígenas de toda la provincia e incluso de más allá, hasta de donde vivo.
Han pasado dos semanas, pero la revelación de que hay una fosa común en un internado que funcionó hasta bien entrada la década de los 1970s, sigue siendo increíblemente cruda e impactante. Hay que aclarar: no fue sorpresa que los internados fueran lugares violentos, retorcidos y siniestros. Los canadienses ya sabíamos esto porque nos lo han dicho muchas veces.
Una demanda masiva legal colectiva contra el gobierno por parte de 86.000 sobrevivientes de los internados terminó en un acuerdo extrajudicial, un acuerdo que incluyó la creación de una Comisión de la Verdad y Reconciliación en el 2008. En 2015, la Comisión emitió su informe final.
Los hallazgos fueron desgarradores y estuvimos al tanto de todo.
Sen. Murray Sinclair: Durante el tiempo de nuestro mandato, la comisión escuchó declaraciones de sobrevivientes, recopiló documentos y trabajó para crear una serie de llamados a la acción destinadas a abordar el daño que se hizo.
Los llamados a la acción se centran en un desafío fundamental en la sociedad canadiense: la amplia falta de comprensión sobre las circunstancias injustas y violentas de las que emerge el Canadá de hoy, y cómo el legado de los internados es parte de esa historia y de nuestro país hoy.
NKlein: Escuchamos sobre niños y niñas indígenas arrancados de sus padres, separados de hermanos y parientes, golpeados y azotados por hablar su idioma. Escuchamos sobre sacerdotes y monjas que les decían a los niños y niñas que sus ceremonias, sus formas de arte, sus padres y madres, sus abuelos y abuelas, sus formas de conocer el mundo no sólo eran incorrectas sino satánicas, una ruta segura al infierno.
El informe de la Comisión hablaba de cuerpos jóvenes, devastados por raciones que causaban hambruna; de días llenos de trabajo manual forzoso; de trenzas de cabello cortadas apenas llegados; de delgados uniformes escolares totalmente inadecuados para los gélidos inviernos canadienses. Se habló de tuberculosis y otras enfermedades infecciosas y cómo permitieron que arrasasen en los internados.
Escuchamos sobre la violencia sexual sistémica —las violaciones— por parte de sacerdotes, monjes y monjas católicos. Un internado, St. Anne ‘s en Ontario, tenía una silla eléctrica que funcionaba con manivela.
Ahora bien, esto no tuvo lugar en algunos rincones oscuros donde nadie estaba observando. Tuvo lugar a escala industrial: 150.000 niños indígenas pasaron por el sistema de internados de Canadá durante un siglo y medio. Y esta era la política oficial del estado: la inscripción en los internados se convirtió en obligatoria en 1920.
Cuando la Comisión emitió el informe final, describió este intento deliberado de la iglesia y del estado por destruir la cultura de los pueblos indígenas y la coherencia grupal como un “genocidio cultural”.
Pero Murray Sinclair, el respetado juez indígena que presidió la Comisión, insistió en que en realidad no había podido hacer su trabajo, es decir, descubrir la verdad completa. De hecho, sólo había logrado arañar la superficie del problema.
MSinclair: El aspecto de las escuelas residenciales que realmente resultó ser más impactante para mí, personalmente, fueron las historias que comenzamos a recopilar de los niños y niñas que murieron en los internados — de los niños y niñas que murieron, a veces deliberadamente, a manos de otros que estaban allí, y en un número tan grande.
Los sobrevivientes hablaron de niños que, durante el tiempo que estuvieron allí, desaparecieron repentinamente. Algunos de los sobrevivientes hablaron de haber presenciado el enterramiento de niños y niñas en grandes cantidades en fosas comunes.
NKlein: Los sobrevivientes seguían hablando de ello. El problema era probarlo. El mandato de la Comisión era documentar los abusos en los internados y trazar un camino hacia la reconciliación. No fue diseñada para investigar un potencial asesinato en masa u homicidios de niños por negligencia, ni tenía los recursos financieros o las facultades legales para tal empresa.
Sin embargo, ahí es precisamente a donde conducían los testimonios de los sobrevivientes: crímenes de lesa humanidad ocultos bajo el pretexto de la educación.
En el 2009, un año después del trabajo de la Comisión, Sinclair y sus colegas solicitaron $1,5 millones para seguir las pistas sobre la existencia de cementerios masivos en el internado. El gobierno de Canadá, entonces encabezado por el primer ministro Stephen Harper, cerró la Comisión, eligiendo activamente mantener enterrados los crímenes de nación.
Aquí está Murray Sinclair, de nuevo:
MSinclair: No esperábamos que esto fuera parte del trabajo que estábamos haciendo, por lo que le pedimos al gobierno que nos permitiera realizar una investigación más completa sobre esa parte del trabajo de la Comisión para explorar eso en nombre de los sobrevivientes y el público canadiense. Presentamos una propuesta porque no estaba dentro de nuestro mandato y pedimos que fuera financiada por el gobierno. Y esa solicitud fue denegada. Y así, hicimos lo que pudimos pero no llegó ni de cerca a lo que se necesitaba obtener ni tampoco investigar.
NKlein: El cuarto volumen del informe final de la Comisión se titula “Niños desaparecidos y tumbas sin nombres” y contiene muchas más preguntas que respuestas. Eso se debe a que el número de niños que murieron dentro de estas instituciones fue tal—muchas veces por encima del promedio fuera de ellas—que las órdenes religiosas a cargo de éstas dejaron de llevar un conteo oficial, la máxima expresión de desdén por la vida indígena. La Comisión pudo identificar a 4.100 niños que murieron mientras asistían los internados, pero Sinclair ahora estima que el número real podría ser de 15.000 — o incluso más.
Incapaz de descubrir la verdad completa —que es, después de todo, el propósito de una comisión de la verdad—, ésta pidió una investigación completa de los posibles lugares de entierro, así como esfuerzos para identificar los restos. Y pidió a las órdenes religiosas y a todas las ramas del gobierno que abrieran sus registros relacionados con estas muertes.
Cuando asumió su cargo en 2015, Justin Trudeau prometió hacer justicia para las Primeras Naciones como principal prioridad para su gobierno. Y cuando se disculpó con los sobrevivientes de los internados, lloró:
Primer Ministro Justin Trudeau: En nombre del Gobierno de Canadá y de todos los canadienses, espero que ya no tengan que llevar esta carga encima solos.
NKlein: Y, sin embargo, en los seis años transcurridos desde el informe de la Comisión —años en los que los liberales de Trudeau han estado continuamente en el poder— sólo se han completado 10 de los 94 llamados a la acción, y prácticamente no se han tomado medidas para esclarecer la verdad de esos niños desaparecidos: cuántos, dónde están, quiénes eran y cómo murieron.
Fue en ese contexto tortuoso que algunas comunidades indígenas tomaron cartas en el asunto. Cansados de esperar, la Nación Tk’emlúps te Secwépemc contratató a expertos con radares de penetración terrestre para examinar el terreno que rodea la antigua escuela residencial Kamloops. Así fue como se encontró evidencia de los restos de esos 215 niños. La búsqueda en la propiedad sigue en curso, lo que significa que pueden haber más descubrimientos macabros en el sitio.
Y no sólo en esta comunidad en British Columbia: con financiamiento federal finalmente circulando, otras Primeras Naciones han comenzado sus propias búsquedas. La escuela de Kamloops, después de todo, era sólo uno de los 139 internados investigados por la Comisión, y Murray Sinclair dice que en realidad había 1.300 instituciones de este tipo en todo el país, muchas de ellas de gestión privada.
Aquí está Sinclair de nuevo:
MSinclair: Sabemos que probablemente hay muchos sitios similares a Kamloops que saldrán a la luz en el futuro. Y tenemos que empezar a prepararnos para eso. Aquellos que son sobrevivientes de los internados, incluidos los sobrevivientes intergeneracionales, deben comprender que es importante poner esta evidencia a disposición de Canadá, para que Canadá pueda comprender la magnitud de lo que hicieron y a lo que contribuyeron.
Desde que la revelación de lo que se descubrió en Kamloops salió a la luz, me he visto inundado de llamadas telefónicas de sobrevivientes, por docenas, sino cientos hasta ahora. Me han llamado a menudo sólo para llorar, sólo para decirnos: “Se lo dije. Le dije que esto había sucedido. Y ahora estamos empezando a verlo”. Y en sus voces puedo escuchar no sólo el dolor y la angustia, sino también la rabia que sentían por el hecho de que nadie les dio crédito cuando contaban esas historias.
NKlein: Esa angustia está aflorando en todo Canadá, esta nación que se encuentra asentada sobre tantas Primeras Naciones. La angustia se puede escuchar en ceremonias en ciudades, pueblos y reservaciones, en un círculo masivo de tambores celebrado en la frontera entre Canadá y Estados Unidos; en caravanas de carros tocando la bocina mientras pasan por la escuela de Kamloops. Se puede ver en las montañas de osos de peluche, flores y en hileras de pequeños zapatos alineados frente a instituciones gubernamentales y en los antiguos internados.
Y hay mucha rabia. El gobierno de Trudeau está bajo fuego y también el Vaticano.
Antes del fin de semana festivo del 1 de julio, #CancelCanadaDay fue tendencia. Y cientos de profesores de la Universidad Ryerson de Toronto, que lleva el nombre del arquitecto clave del sistema de internados, han comenzado a referirse a su institución como Universidad X. La semana pasada, los manifestantes tiraron de un monumento de Ryerson al suelo y la cabeza de la estatua apareció sobre un palo en un bloqueo indígena llamado 1492 Land Back Lane.
En resumen, Canadá —los buenos, los benignos, los petulantes— está atravesando una crisis de identidad. Como debería suceder.
Steve Paikin [The Agenda]: Si Canadá pudo apartar la mirada del trágico legado de los internados indígenas en este país, eso claramente ahora ya no es posible.
NKlein: La pregunta es: ¿qué tan profundo se podrá llegar?
Durante estas semanas de angustia, un tema que ha recibido menos atención es “¿por qué?”
¿Por qué el estado y la iglesia colaboraron en estas maquinarias diseñadas para romper el espíritu y deshacer las identidades de 150.000 niños? ¿Para qué sirvió esa crueldad?
La respuesta superficial es indiscutible. En las infames palabras del ex primer ministro canadiense John A. Macdonald, el papel de los internados era “sacar al Indio del cuerpo del niño”.
El padre Carion, uno de los primeros directores de la Escuela Residencial Indígena de Kamloops, definitivamente recibió ese memo. Escribió: “Mantenemos constantemente, en la mente de los alumnos, el objetivo que el gobierno tiene a la vista … que es civilizar a los indios y convertirlos en miembros buenos, útiles y respetuosos de la ley”.
¿Pero es esa toda la historia? ¿Surgió toda esta violencia realmente de la idea de que los pueblos indígenas necesitaban ser “civilizados” para salvar sus almas? ¿O ese racismo, esa supremacía blanca, sirvió también para algún otro propósito?
Hay una oración en el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de varios volúmenes que proporciona una respuesta — una explicación acerca del más profundo “¿por qué?” detrás de estas escuelas siniestras.
Dice lo siguiente: “El gobierno canadiense siguió esta política de genocidio cultural porque deseaba deshacerse de sus obligaciones legales y financieras con los aborígenes y obtener el control de sus tierras y recursos”.
En otras palabras, volvemos al punto de partida: con la tierra.
No se trataba sólo de una cultura que se asume superior a otra e impone sus formas mediante la brutalidad —aunque ciertamente también se trataba de eso. Esa lógica supremacista también tenía que ver sin duda con la tierra. Sobre un ferviente impulso de los colonos europeos por tomar control de las tierras ricas en metales preciosos que querían extraer, los árboles rentables que querían talar y la tierra fértil que querían cultivar. Tierras que, al menos en British Columbia, nunca fueron cedidas. Tierras que en otras partes del país estaban amparadas por tratados que acordaban compartir el territorio con los colonos, no entregarlo para un desarrollo y extracción ilimitados.
Y una forma de controlar la tierra ocupada por otras personas era destrozar las estructuras sociales y familiares de esas personas—alienarlos de sus idiomas, culturas y conocimientos tradicionales, todos los cuales están íntimamente ligados a la tierra. Ah, y otra forma—tal vez la manera más eficaz de hacer el trabajo—, es a través de la violencia sexual. Porque nada propaga la vergüenza, el trauma y el abuso de sustancias más eficazmente. Y estos internados fueron minas de violación, generación tras generación.
Otra forma de pensar al respecto es la siguiente: la tortura en los internados no fue sadismo por sí mismo, sino sadismo al servicio de un propósito más amplio y altamente rentable — el robo de tierras a gran escala. Los internados limpiaron el terreno con mayor eficacia que cualquier excavadora.
De eso es de lo que quiero hablar durante el resto del programa con dos invitadas extraordinarias: la relación entre niños robados y tierras robadas, entre fosas comunes sin marcar y la mentira colonial de tierras desocupadas.
Estos son temas amplios, por lo que para llevarlos a una escala humana, los veremos a través del lente de una sola familia Secwépemc, la Primera Nación en cuyo territorio se encontró la fosa común — una familia cuyos miembros fueron abusados a través de varias generaciones por la Escuela Residencial Kaloomps School. Y sin embargo, es una familia absolutamente a la vanguardia de la lucha por la autodeterminación indígena y la defensa de la tierra, en Canadá e internacionalmente: la legendaria familia Manuel.
Algunos antecedentes: Antes de su muerte en 1989, George Manuel ayudó a fundar el movimiento moderno por los derechos indígenas, forjando alianzas internacionales desde Groenlandia hasta Guatemala. Fue elegido Jefe Nacional de la Hermandad Nacional Indígena (ahora la Asamblea de las Primeras Naciones), fue presidente de la Unión de Jefes Indígenas de British Columbia y fue el presidente fundador del Consejo Mundial de Pueblos Indígenas. Escribió el libro histórico “The Fourth World” [El Cuarto Mundo] y fue nominado al Premio Nobel de la Paz en varias ocasiones. George Manuel también fue sobreviviente del internado Kamloops.
Su hijo, Arthur Manuel, fue un destacado intelectual y estratega que escribió dos textos clave que funcionan como hojas de ruta para la descolonización: “Unsettling Canada” [Descolonizando Canadá], publicado en 2015, y “The Reconciliation Manifesto: Recovering the Land, Rebuilding the Economy” [El Manifiesto de la Reconciliación: Recuperar la Tierra, Reconstruir la Economía]. Tuve el honor de escribir el prólogo de ambos libros e hice reportajes sobre el trabajo legal creativo de Arthur en varias ocasiones. Arthur murió repentina y prematuramente en el 2017. Al igual que su padre y sus dos hermanos, fue sobreviviente del internado Kamloops.
Aunque George y Arthur son los más conocidos, eran parte de una familia más grande de artistas, escritores, sanadores y defensores de la tierra, todos unidos por el principio básico de que el título de propiedad indígena no es negociable —y que la verdadera justicia sólo llegará cuando los estados colonizadores comiencen a devolver grandes cantidades de tierra a la jurisdicción indígena.
Dos de las portadoras de ese legado están conmigo hoy: Doreen Manuel, la hija de George, es una cineasta galardonada, educadora y artista de múltiples talentos, que actualmente se desempeña como directora del Centro Bosa de Cine y Animación en la Universidad de Capilano. También es una sobreviviente del internado Port Alberni.
Kanahus Manuel, la hija de Arthur, es defensora del territorio Secwépemc y cofundadora de Tiny House Warriors, un movimiento que ha construido pequeñas casas sobre ruedas con energía solar para colocarlas en el camino del proyecto de expansión del oleoducto Trans Mountain. Actualmente está siendo juzgada por su trabajo de defensa de la tierra, al igual que dos de sus hermanas. Su juicio es indicación de que incluso cuando los políticos se disculpan por los crímenes de los internados, el crimen subyacente del robo de tierras indígenas no es historia. Es un crimen que aún está en progreso.
Para empezar, Doreen leerá un pasaje sobre el internado Kamloops de la biografía de su padre, “From Brotherhood to Nationhood” [De la Hermandad a la Nación].
Doreen Manuel: Para Manuel, de nueve años, la lucha personal con el mundo exterior comenzó unos meses después cuando un camión de ganado se detuvo en la reservación y el agente indìgena llamó los nombres de la lista de niños y niñas que iban a ser enviados al internado Kamloops. El nombre de George Manuel estaba en la lista. Estaba a punto de ser arrojado a lo que más tarde llamaría “el laboratorio y la línea de producción del sistema colonial”.
La llegada del camión fue un momento traumático para toda la comunidad. Una mujer de Secwépemc que asistió el internado casi al mismo tiempo que Manuel recordó que muchos de los niños más pequeños vieron su partida forzada como un castigo por algo que habían hecho mal.
El internado de Kamloops era administrado por la orden oblata católica que fue asistida por las monjas de Santa Ana para hacerse cargo de las niñas. Su monopolio sobre Secwépemc duraría hasta la década de 1960 y fue, como Manuel lo vio, el mayor regalo que el Dominio de Canadá hizo a la iglesia.
En años posteriores, sugirió que los pueblos indígenas deberían iniciar una demanda colectiva contra el Vaticano por el abuso que sufrieron generaciones de niños y niñas indígenas a manos de los sacerdotes, monjes y monjas católicos. Ese abuso incluía una dieta deficiente, una supresión del idioma indígena, trabajos forzados y una disciplina estilo militar que se imponía mediante palizas.
Un estudiante del internado Kamloops recuerda que todo el propósito de la institución parecía ser destrozar su orgullo indígena. Manuel recordó que había tan poco tiempo dedicado al aprendizaje que después de dos años en el internado, apenas podía escribir su propio nombre. Lo que él y la mayoría de los demás estudiantes recuerdan con más claridad y dolor sobre el internado no es el arduo trabajo que, a veces, fue estimulado mediante palizas, sino el hambre. Como lo describe Manuel, “El hambre es lo primero y lo último que recuerdo de ese internado. No sólo yo. Todos los estudiantes indígenas olían a hambre”.
Doreen Manuel y Kanahus Manuel sobre los horrores de la Escuela Residencial Indígena Kamloops y otras similares, y la relación entre niños y niñas robados y tierras robadas
NKlein: Gracias, Doreen.
Doreen Manuel, Kanahus Manuel, bienvenidas a Intercepted y gracias por acceder a hablar conmigo durante un momento tan difícil.
Doreen, me gustaría comenzar pidiéndote que compartas lo que te parezca apropiado sobre el internado de Kamloops y el espacio que ocupó en tu vida mientras crecías.
DoreenM: Mi primer recuerdo de ese internado fue cuando visitamos con mi mamá a mis hermanos mayores y mi hermana en ese internado.
Es importante entender que en la época de mi papá, lo llevaron allí en contra de su voluntad y en contra de la voluntad de su familia, y en la época de mis hermanos y hermana mayores, y en mi época, nos llevaron allí por la asimilación que ya había ocurrido. Sabes, mi mamá y mi papá fueron torturados en los internados en los que estaban. Y sabían lo terribles que eran. Y sin embargo, nos llevaron allí.
En parte fue porque nos estábamos muriendo de hambre. No había suficiente comida en casa. Recuerdo comer alimento para pollos, eso era todo lo que tenía que comer, durante todo el día, durante días. Y era porque no había comida. Nos habíamos comido las gallinas y no había nada más que comer. Y esa hambruna provenía de todas las leyes que nos impusieron los colonizadores. No se nos permitía cazar ni pescar. Así que simplemente no había comida, a pesar de que la comida estaba en los arbustos y podríamos haber ido a buscarla en cualquier momento si se nos hubiese permitido hacerlo. Si lo hubiésemos intentado, mis padres hubiesen terminado en prisión y nosotros en un internado de todos modos.
Así que recuerdo haber visitado a mis hermanos y hermanas allí, y fue como visitar a alguien en la cárcel, la forma en que mi mamá y yo fuimos tratadas cuando nos trajeron allí, y la visita fue supervisada. Y luego nos fuimos. Y cuando ellos salieron de allí, eran diferentes de cuando entraron. Y en mi experiencia, cuando fui, mi hermano Arthur en realidad me enseñó a pelear. Me enseñó a dar puñetazos y patadas y yo tenía 8 años. Y me estaba dando lecciones de lucha. Y realmente, es una de las cosas que me ayudó a sobrevivir en ese lugar, porque uno de los primeros encuentros que tuve fue con una de las chicas que me saltó encima. Y fue gracias a sus enseñanzas que pude arreglármelas, aún y cuando tenía 8 años.
Sabes, siempre hemos hablado de tumbas. De hecho, esa es la base de una de mis primeras películas “These Walls” [Estas Paredes]. Tuve una visión que pensé fue una experiencia real, pero cuanto más pensaba en ella, me di cuenta de que no lo era. Estaba caminando por el pasillo del internado, ese internado con una anciana, y ella se acercó a una pared, la tocó y dijo: “Creo que ésta es la pared en la que están enterrados”. Y ella se refería a los bebés, niños y bebés del internado.
Así que fui al internado y caminé por los pasillos buscando exactamente el mismo pasillo, y encontré el pasillo pero no pude encontrar la pared, así que no lo entendí. Pero luego tuve una pesadilla que fue tan real. Convertí las dos cosas en un cortometraje llamado “Éstas Paredes” y trata sobre bebés asesinados y desaparecidos.
Grace Dove como María [de “Estas Paredes”]: Vi a los bebés.
Andrea Menard como Claire [de “Estas Paredes”]: ¿Qué? ¿Qué dijiste?
GD: Vi a los bebés. En las paredes. [Llorando histéricamente.]
NKlein: Doreen, vi esa película recientemente. Es tan desgarradora. Y, por supuesto, Murray Sinclair, el presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, en su declaración habló recientemente sobre cómo ellos habían escuchado sobre los bebés.
MSinclair: Algunos de los sobrevivientes hablaron de bebés que nacieron de niñas, en las escuelas residenciales, habían sido engendrados por sacerdotes, nos dijeron que les quitaron los bebés y deliberadamente los mataron, a veces arrojándolos a hornos.
NKlein: Me pregunto si ustedes creen que aún no hemos escuchado lo peor.
DManuel: No, no, aún no hemos escuchado lo peor. Mi mamá fue al internado en Cranbrook. Y fue testigo de primera mano de cómo una monja asesinó a su amiga cercana. La monja simplemente arrojó a la niña por las escaleras como una muñeca de trapo y su cuello se partió.
En ese mismo internado, las niñas nunca querían ir a la enfermería, nunca querían enfermarse. Porque si estabas enferma y entrabas a ese lugar, ahí es donde te violaban. Los sacerdotes iban donde las niñas todas las noches y las violaban una por una a todas. Mi madre fue violada allí y vio a sus amigas ser violadas allí. Y una de esas mujeres quedó embarazada. Y luego la echaron del internado, la llamaron puta.
A mí me hicieron waterboarding allí. Me mantuvieron bajo el agua hasta que me desmayé. Tenía 8 años. Bueno, y la razón por la que me hicieron eso fue porque me oriné en la cama. Me oriné en la cama porque tenía miedo. Tenía que luchar por mi vida. Era sólo una niña pequeña, estaba asustada, no tenía idea de lo que estaba pasando. No sabía por qué papá me había dejado allí; no sabía dónde estaba mi mamá. Así que me orinaba en la cama todas las noches.
Yo había escuchado que en el baño sucedían cosas, que violaban a las niñas allí, les pasaban cosas a las niñas si te levantabas en medio de la noche para ir al baño. Así que yo no quería entrar allí. Y no lo hice. Y empezaron a darme de correazos por mojar mi cama. Y cuando eso no funcionó, pasaron a castigos cada vez más severos, hasta que llegó a eso — pura frustración porque pensaron que podían sacármelo a golpes, sacarme un comportamiento diferente.
Y esta es mi historia. Y esa es sólo una experiencia propia que tuve que soportar. Y las cosas de las que hablaron mi mamá y mi papá, las historias que he escuchado… Entrevisté a un hombre en Vancouver aquí y me dijo que él era uno de los niños que enterraba a otros niños, él y otros dos niños, que cuando un niño moría en ese internado, de noche, cuando todos dormían, él tenía que ir a envolver el cuerpo. Y estos otros dos muchachos, que eran jóvenes adolescentes, tenían que sacar el cuerpo, cavar la tumba y ponerlos en la tumba. Y él lleva ese recuerdo, de cuántos niños a los que él tuvo que hacer eso porque los mataron.
Y había hambruna. Mi mamá me dijo que trabajaba en la cocina. Y bajaba más temprano en la mañana para tratar de sacar la mayor cantidad posible de excremento de ratón de la avena antes de cocinarla. Incluso cuando yo fui, así era. No tuvieron mayor cuidado. Había ratones y ratas en esos edificios y cagaban por todas partes, en la comida, y esa es la comida que nos daban. Y si no comíamos nuestra papilla, nuestra cucharada de papilla cada mañana, la guardaban para el almuerzo. Y eso teníamos que comer en el almuerzo. Y si no nos terminábamos todo el almuerzo, lo comíamos para la cena. Y eso seguía y seguía así. Entonces ¿sabes cuáles eran tus opciones? Comer eso o morirte de hambre.
NKlein: Kanahus, quiero incluirte en esta conversación.
Este enorme edificio de ladrillo rojo estaba en tu territorio, en el territorio de Secwépemc, y espero pudieras describir cómo repercutió por generaciones y el espacio que ocupaba ese edificio en tu vida e imaginación, sabiendo lo que le hizo a tu padre y a tu abuelo y a tantos otros.
Kanahus Manuel: Este edificio de ladrillos es un edificio enorme de ladrillos que en la actualidad ocupa mucho espacio en la ciudad de Kamloops. Entonces cuando era niña siempre frecuentábamos la ciudad más cercana, que era Kamloops, y siempre veíamos ese edificio de ladrillos y sabíamos que era la Escuela Residencial Indígena de Kamloops. Sabíamos que nuestro padre asistió a la Escuela Residencial Indígena Kamloops. Y sabíamos que nuestros abuelos también estuvieron ahí. Y esa no era la única escuela. Pero esa era la que veíamos todos los días, o casi todos los días, o cada vez que frecuentábamos esa zona.
Y el internado, cuando se formó, no era sólo Secwépemc, no era sólo la gente indígena de nuestra área, eran Okanagan, eran Stellat’en, eran Tsilhqot’in, eran los Dine’. Fueron todas las naciones vecinas e incluso otros lugares de Canadá donde los niños y niñas fueron forzados a ir. Así que eso nos ha afectado mucho sólo tener que verlo todos los días nos impacta a diario.
Crié a cuatro de mis hijos fuera de ese sistema y no los metí en ningún tipo de sistema de escuelas públicas porque sentía que todo sistema de escuela pública estaba vinculado a la escuela residencial porque era una forma de adoctrinar las costumbres y valores coloniales y educación en los niños y niñas, y nunca quise someter a mis hijos a eso.
Y cuando crías niños así, salen del internado y ves los efectos de ello. Yo misma y muchos de nosotros en la familia, luchamos contra el abuso de sustancias. Y pasamos por un período en nuestra juventud en el que realmente, realmente luchamos duro sólo para tratar de romper con ese mensaje. Y luego lo que sucede es que te conviertes en una perfeccionista adicto al trabajo y trabajas hasta la muerte. Así que en nuestra familia nadie vive más allá de los 67. Eso es muy joven para morir. Nadie vive más allá de los 67 años.
NKlein: Kanahus, ¿te sientes cómoda hablando sobre algunos de los traumas transmitidos intergeneracionalmente? Escuchamos esa frase todo el tiempo. Pero a veces este tipo de lenguaje clínico agota el significado de las palabras. ¿Qué significa realmente estar en una comunidad donde tantos adultos fueron a esos internados y crecieron con ese abuso y crecieron con esos sistemas de vergüenza y separación?
KManuel: Algo que es muy importante para nosotros, como en nuestra familia Manuel también, es hablar sobre ese trauma que salió de ese internado, el trauma sexual, el abuso, como del que mi tía Doreen estaba hablando.
Pero muchas de las niñas y niños que fueron a los internados fueron abusados sexualmente: los niños fueron violados, las niñas fueron violadas, y esas son las cosas de las que realmente tenemos que hablar para poder sanar. Tenemos que hablar sobre el abuso, tenemos que exponer a los abusadores para que estas mismas cosas no le sucedan a nuestra familia.
[Palabras en Secwépemc.] No puedo hablar mi idioma, puedo decir algunas palabras, pero ese es el impacto que me impulsa tan profundo en el alma, que quiero hablar mi idioma tanto y estoy hablando el idioma de nuestros colonizadores, del enemigo que sigue cometiendo genocidio contra nosotros.
Y nuestras canciones y danzas, una de las cosas que nos arrancaron, ellos no querían que cantáramos. Ellos no querían que bailáramos, e incluso ahora, hasta el día de hoy, cuando estamos reviviendo nuestras canciones y danzas como Secwépemc, y estamos llamando a las mujeres: “¡Vengan a bailar con nosotras!
Ya conocemos estos bailes y canciones”, [una canción de Secwépemc suena en voz baja], incluso para algunas de las mujeres que fueron al internado o los hombres que fueron al internado, para ellos todavía es muy difícil. Tienen tantas ganas de bailar pero no pueden. Es ese miedo. Fue lo que apalearon en nuestra gente.
Y esta generación y la mía, como la hija de alguien que fue sobreviviente de un internado pero se convirtió en un líder indígena fuerte y poderoso para nuestra nación — para nuestra tierra—, y siempre conectando todo con la tierra, yo creo que esa es la parte más grande que me ha ayudado a sanar, a mí y a mi generación, tan sólo escuchar las palabras de mi abuelo.
George Manuel: Expande los poderes que tienes. Muéstranos que podemos controlar nuestros derechos de pesca, muéstranos que podemos controlar nuestros derechos de caza, muéstranos que podemos controlar la educación, muéstranos que podemos controlar todo nuestro destino a través de nuestra propia institución política.
KManuel: Y mi padre:
Arthur Manuel: No podemos decir que somos parte de Canadá cuando sistemáticamente somos empobrecidos, porque ellos no reconocen que somos los dueños de nuestra propia tierra, de nuestro propio territorio.
KManuel: Lo que siente y piensa nuestra familia cuando defiende la tierra, nos da poder. Nos da poder. Y lo que nos da más poder que aquellas personas de junto que están lidiando con ese abuso, ese trauma y los efectos intergeneracionales, es cuando somos capaces de levantarnos y contraatacar.
Y sabemos que el país de Canadá es el abusador. Es el abusador más grande que existe, por incluso obligar a nuestras familias a ingresar a estos internados. Vamos a exponerlo. Hay que señalarlos con el dedo y decir: “No, estas políticas, estas leyes, todas son muy ilegales, están desactualizadas, son violaciones de derechos humanos.
Y, ¿cuál es la solución? Bueno, nos arrancaste de la tierra para ponernos en esos internados. Es por eso. Nos arrancaste de nuestra tierra; de ahí viene nuestra cultura. Nos arrancaste de nuestra tierra; de ahí proviene nuestro idioma, de donde proviene nuestro sistema familiar “.
Así que tenemos que seguir enfocándonos en la tierra, eso va a ser lo que va a sanar todas las atrocidades que vinieron de ese internado, es regresando a la tierra, luchando por la tierra, porque la tierra es lo que nos va a devolver la vida. Una vez que tengamos nuestra tierra, que tengamos suficiente territorio para practicar nuestra cultura y nuestro idioma.
NKlein: Hay una gran cantidad de ira dirigida contra la Iglesia Católica, especialmente después de que el Papa expresó su pesar por la fosa común en Kamloops, pero no llegó a emitir una disculpa auténtica.
Kanahus, tu padre quería que el Papa se disculpara y repudie no solamente los internados. Antes de morir, Arthur escribió esta poderosa carta abierta al Papa Francisco. ¿Puedes leernos una parte?
KM: “Soy miembro de la Nación Secwépemc del Interior de British Columbia, Canadá, la provincia más al oeste de Canadá, y todavía estamos luchando contra el amargo legado del colonialismo europeo al que uno de sus predecesores, el Papa Nicolás IV, le dió una base legal.
La bula del Papa Nicolás IV dio las bendiciones de la Iglesia a la trata de esclavos y legitimaron el genocidio contra aquellos que describió como “paganos y sarracenos”, que incluía a todos en el mundo excepto a los cristianos europeos. Así comenzó el asalto europeo organizado, internacional, con el objetivo de despojar al mundo de sus riquezas y reducir a su gente a la servidumbre.
El objetivo del robo en carne viva y la esclavitud siguió siendo el mismo,y siguen siendo la última justificación legal del colonialismo europeo en las Américas, así como la base constitucional última del colonialismo de colonos.
Es por eso que mi pueblo, y los pueblos indígenas de todo el mundo, le han pedido que repudie públicamente la Doctrina del Descubrimiento y las bulas papales del Papa Nicolás IV. Usted es el único en el mundo con el poder para hacer esto, y tal acto ayudaría a restaurar la fe de muchos de mi pueblo y la justicia de la iglesia. También, en gran medida, nos ayudaría a ganar justicia aquí en Canadá, porque esas doctrinas de la iglesia siguen siendo, más de 500 años después, la justificación legal fundamental para la confiscación de nuestra tierra y la subyugación de nuestros pueblos.
NKlein: Así que finalmente hay una discusión nacional sobre los internados. Algunas ciudades incluso están cancelando el Día de Canadá este año, algo que creo que Arthur probablemente habría aprobado. Pero, Kanahus, tú has estado diciendo en las redes sociales que la discusión aún no ha llegado lo suficientemente lejos. Y escribiste el otro día, y lo citaré aquí: “Se llevaron a nuestros hijos para tomar tierra. Ahora, nadie quiere acordarse de que se trataba de la tierra”.
Doreen, ¿qué crees tú que aún no se entiende sobre los intereses económicos para los que servían estos internados, el “por qué” detrás de estas instituciones espantosas?
DManuel: En aquel entonces, con los internados, se trataba de quebrar el espíritu de generaciones de niños y niñas, infligirles vergüenza cultural, hacer que no quisieran ser indígenas, quitarles el idioma, desligarlos de cualquier vínculo con la tierra. Quitarles el idioma, quitarles los fuertes vínculos con la tierra, y luego la cultura. Entonces tienes gente que ni siquiera quiere parecer indígena.
Mira cuántos miles de millones y millones y millones de dólares se roba el gobierno en el uso de nuestra tierra y recursos, cada año. Por supuesto que se trata de la tierra. No puedes caminar por ahí y no tener asistencia de nosotros. Son nuestros recursos y es nuestra tierra los que pagan por cada calle, cada carretera, cada poste de luz, cada servicio que se ofrece a cada ciudadano, eso es nuestro. Y lo están utilizando, y luego tienen la audacia de ser racistas contra nosotros, cuando viven de nosotros. Su supervivencia —todos los días—, se debe a nosotros. Por el robo que todavía continúa hoy en día.
KManuel: Cuando salieron todas estas noticias, incluso diciendo que éste es el internado más grande de todos en Canadá, no es coincidencia que el internado más grande de Canadá está construido y fue operado en las tierras no cedidas más grandes del Canadá. Secwépemc tiene 180.000 kilómetros cuadrados de territorio. Esta es una tierra no cedida: no hay tratado, no la compraron, no hay acuerdos de tierra, no se cedió ni se rindió a Gran Bretaña, no lo hizo con Canadá, tampoco con British Columbia. Esta tierra permanece sin ceder y sin rendirse hasta el día de hoy, son tierras de Secwépemc.
Y todo lo que Canadá ha hecho para usurpar nuestras tierras, para requisar nuestras rutas comerciales, todo esto —tomar el control de nuestras tierras es tomar el control de nuestra riqueza. Construyeron estos internados para acceder a la tierra y asimilar.
Y fue muy importante para ellos asimilar y adoctrinar porque somos guerreros, somos defensores de la tierra, somos sanadores. Eso nos hizo depender de esa tierra. Dependíamos de esa tierra tanto por nuestra supervivencia básica, como para lo que somos.
Pero ellos querían tener esta tierra, y querían aserrar, y querían las minas, y querían construir todas sus carreteras y sus ferrocarriles porque todos fueron construidos mientras que aquellos niños y niñas estaban en ese internado, mientras rompían familias a través del robo de sus hijos.
Todo tipo de industria, se aprovecharon de esta manera, porque con ello quitaron cualquier tipo de resistencia de esa tierra. Y ahí fue cuando vimos por primera vez a las primeras mujeres y niñas indígenas asesinadas y desaparecidas, fue cuando entró todo eso, la minería de oro, estos fueron los primeros campamentos de hombres que llegaron con esas carreteras y ferrocarriles; y luego las leyes como la Ley Indígena [de 1876], para establecer por la fuerza el sistema de reservaciones y la entrada a estas escuelas residenciales, todo fue parte de una gran política para sacarnos del territorio.
Y mi padre fue muy claro cuando le dijo al mundo que sólo vivimos en el 0.2 por ciento de nuestros territorios indígenas.
Arthur Manuel: Cuando sumas todas las reservaciones indígenas de Canadá, con todas, nosotros tenemos el 0.2 por ciento. Por eso somos pobres. Eso significa que Canadá y la provincia bajo la Reina poseen el 99.8 por ciento. Es por eso que Ontario es [una provincia] rica, por eso es rica British Columbia, es porque esos gobiernos se adjudican eso.
KManuel: Si observas nuestro territorio y miras a esa Escuela Residencial Indígena de Kamloops, ellos sacaron a toda nuestra gente a ese 0.2 por ciento porque esa Escuela Residencial Indígena de Kamloops también estaba ubicada en la Reservación Indígena de Kamloops en ese momento.
Y lo que esos internados realmente hicieron fue derribar y destrozar la forma en que nos gobernábamos a nosotros mismos, porque como pueblos indígenas — y la mayoría de los pueblos indígenas — realmente seguimos nuestra línea matrilineal donde son las mujeres, las abuelas y las madres, y las tías las que realmente cuida a su nación y la salud de sus hijos y a la nación, las que realmente toman las decisiones cuando hablamos de nuestro gobierno.
Y ahora, con este adoctrinamiento con el internado, vemos que mucho de eso ha cambiado donde realmente se ha convertido en este adoctrinamiento patriarcal que también ha afectado a nuestras comunidades indígenas. Y eso viene viene de la toma de decisiones cuando se trata de nuestras tierras.
DManuel: Una de las cosas más difíciles que sufrí personalmente como mujer indígena, que el internado infligió en las mujeres indígenas es que transformó la manera en que los hombres entendían la relación de las mujeres como líderes en la familia y como líderes en la comunidad. Y me volví sumamente fría e inexpresiva en el internado, tanto así que en algún momento dejé de llorar y nunca volví a derramar una lágrima durante gran parte de mi vida.
Y de todas las locuras, eso es lo que más le gustaba a mi papá de mí. Siempre decía que yo no era como las otras mujeres de la familia. Así que él me entrenó en liderazgo. Pero él me entrenó para ser organizadora, planificadora y recaudadora de fondos, y como lo seguía a todas partes aprendí oratoria. Y aprendí todas las otras cosas que aprendieron mis hermanos, pero no lo aprendí porque él me estaba enseñando, lo aprendí porque él me estaba mostrando un modelo a seguir. Esa fue una forma diferente de aprender a la de mis hermanos.
Y siempre recuerdo algo que mi papá me dijo . Estábamos él y yo discutiendo sobre algo —algo ridículo—, y me volví hacia él y le dije: “¿Para qué me estás entrenando? ¿Qué puesto crees que ocuparé en el liderazgo? ” Y se volvió hacia mí y dijo: “Oh, no te estoy entrenando para ser una líder. Te estoy entrenando para apoyar a un líder. Te estoy entrenando para que te cases con un líder y apoyes a esa persona y la conviertas en un líder “.
Y me ofendí mucho. Y él dijo: “No es mi intención ofenderte”, dijo, “pero mira cuántas mujeres jefas hay”. Y en aquel momento no había casi ninguna. Y dijo: “No sé qué tan rápido están cambiando nuestros hombres para aceptar a una mujer líder. Y no quiero entrenarte para algo que no existirá, tal vez ni siquiera en lo que te queda de vida”.
Pero creo que más mujeres tienen que esforzarse para asumir ese papel, el papel para el que nacieron, y no permitir que esta forma colonial de pensar nos penetre. Nosotras vemos las cosas con claridad. Nosotras vemos por qué luchamos, siempre está frente a nosotros, nuestros hijos. Y eso nos recuerda a los niños y niñas que vendrán.
Y algunos hombres son capaces de hacer eso. Pero muchos no lo son. Y esa es la clave para sacarnos de este problema, es la feroz lucha que debe tener lugar y con el enfoque que debe suceder.
KManuel: Si estamos hablando de un renacimiento de nuestras formas y prácticas culturales, si estamos hablando de personas que desean apoyar a los pueblos indígenas y soluciones y la sanación que se desborda con estos internados, tenemos que hablar sobre la tierra y tenemos que hablar de la gobernabilidad. Permaneceremos conectados a nuestras tierras para siempre y por siempre — Secwépemc [palabras en Secwépemc]. Mis tías, se aseguraron de que yo supiera cómo decir eso, “Territorio Secwépemc por siempre jamás”.
Y nosotras sabemos eso al hablar nuestro idioma, y todas estas cosas que intentaron quitarnos, junto con nuestras tierras. Pero cuanto más luchamos más nos empoderamos y lideramos más con el ejemplo, porque algunas familias no son lo suficientemente fuertes, porque han sido abusadas tanto por el sistema y por el estado, por estos internados, pero nosotros somos lo suficientemente fuertes, para que podamos liderar, para que podamos ayudar a nuestra gente ver que es nuestra tierra.
Y estoy aquí dedicando mi vida por la tierra, aquí con mis hijos en el frente de lucha contra el oleoducto Trans Mountain porque creo en el fondo de mi alma que mi familia hizo lo correcto al salir de esos internados y decir: “No, vamos a luchar por nuestras tierras. Y esta es nuestra contribución a nuestra nación”.
NKlein: Kanahus, como lo mencionaste, estar a la vanguardia de esta enorme lucha contra la expansión de un oleoducto que llevaría crudo desde las arenas bituminosas de Alberta a la costa y atravesaría muchas, muchas vías fluviales en el territorio de Secwépemc.
La última vez que estuve en tu territorio, hubo una gran reunión de personas a orillas del Río Thompson, cantando y encendiendo el fuego, y jurando resistir este oleoducto.
Pero el gobierno canadiense ha estado avanzando desde entonces; ha nacionalizado el oleoducto, lo compró de una empresa estadounidense que se había retirado del proyecto, en parte debido a la incertidumbre económica que plantea el ejercicio de los títulos y derechos indígenas.
Y entonces una de las más crueles ironías que siento de este momento es que el día que llegó la noticia del descubrimiento de esta fosa común en Kamloops, Kanahus, dos de tus hermanas estaban en la corte de Kamloops defendiéndose de cargos relacionados con su resistencia contra este oleoducto, y tú misma estabas en la corte por otros cargos. La última vez que te vi, la policía te había roto la muñeca como parte de un arresto muy agresivo. ¿Qué podemos entender sobre tres hijas de la familia Manuel que están en la corte con cargos por resistir este oleoducto y la relación con estos internados que más que nada tenían que ver con el despojo de tierras?
KManuel: Como pueblo indígena, tenemos derecho a decir no a estos oleoductos y a estos proyectos, y a las reuniones de consulta federal en que están tratando de obtener el consentimiento indígena, pero cuando decimos que no, somos criminalizados. Y eso muestra que estas políticas y leyes, hechas para silenciar a los pueblos indígenas, siguen siendo sistémicas, todavía están presentes en todos los tejidos de la sociedad canadiense.
La RCMP [Royal Canadian Mounted Police] jugó un papel importante en la separación de los niños y niñas indígenas de sus familias. Ellos son los que fueron a las comunidades y de hecho sacaron físicamente a los niños y niñas de sus comunidades y familias y les obligaron a subir a los camiones de ganado, o como sea que transportaban a los niños. Pero aún hasta el día de hoy, la RCMP sigue desempeñando un papel realmente crucial en el genocidio de los pueblos indígenas, porque la colonización misma es un acto de guerra. Y la colonización es el despojo de pueblos indígenas de nuestras tierras.
Incluso hasta el día de hoy, cuando hablamos de citatorios, la RCMP es la que es utilizada para sacar y arrestar físicamente a la gente indígena del territorio, encarcelarlos y presentarles con cargos por obstrucción de la justicia si se niegan a salir de las áreas donde está la orden de cesación. Yo estoy a milímetros fuera de la zona de interdicción. Y éstas son ilegales en el sentido de que están violando nuestros derechos humanos indígenas internacionales, que tenemos derecho a la tierra y a la autodeterminación.
Este oleoducto está destruyendo los hogares de los pueblos indígenas alrededor de las arenas bituminosas de Alberta. Están muriendo de cáncer a un ritmo que ningún otro canadiense conocerá jamás, a menos que vivan alrededor de las arenas bituminosas de Alberta. Así es como quieren matar al indígena, ahora se trata de destruir su tierra. Los metieron a los internados para destruir al indígena. Ahora nos están quitando la tierra, destruyendo todo lo que pueden a través de sus industrias.
NKlein: ¿Sientes que algo está cambiando? ¿Ves a más personas haciendo las conexiones entre los internados, la tierra y la RCMP cuando ves estatuas caer y estas ceremonias que se están llevando a cabo? ¿Estamos en un verdadero ajuste de cuentas?
DManuel: Creo que es muy pronto para mucha gente para que se sienta bien porque no fue hace mucho tiempo que llegó la disculpa y mucha gente vio esa disculpa del gobierno hacia nosotros por los internados como una farsa.
Pero para mí, lo que vi fue esto: OK, claro, fue una farsa. Sí, claro, era un documento bien redactado, muy cuidadoso y meticulosamente redactado que tenía un propósito desde el punto de vista del gobierno. Desde mi punto de vista, hizo más conocido el problema. La gente sabe ahora lo que es una escuela residencial.
Por ejemplo, fui al consultorio del dentista hace más de un año. Algo acerca de estar en la silla del dentista me hizo recordar que me lastimaron en una silla de dentista en la escuela residencial, y comencé a llorar y no podía parar, pero no quería que la escuela residencial me quitara un día más de mi vida, no quería avergonzarme de mi dolor y salir corriendo de allí y luego tener que volver en otro momento. Entonces cuando entró el dentista le pregunté: “¿Sabe qué es una escuela residencial?” Y él dijo: “Sí”. Y dije: “Fui abusada en una escuela residencial y parte del abuso tuvo lugar en una silla de dentista, y estoy sentada en esta silla de dentista teniendo un recuerdo, pero aún quiero que me arregle los dientes. ¿Puede hacerlo?” Y él dijo: “Sí”. Y fue tan gentil y amable durante todo el proceso. Él me ayudó en mi proceso de sanación.
Pues bien, antes de la disculpa, no estoy segura de que eso hubiera sucedido. Antes de que se hicieran todos los testimonios que se tomaron en todo Canadá, no estoy segura de que eso hubiera sucedido. Pero eso sucedió no hace mucho, cuando la gente estaba dando testimonio. Y el descubrimiento de estas tumbas en la escuela residencial de Kamloops se suponía que iba a suceder hace mucho tiempo. Lo recuerdo. Yo vivía por ahí en ese momento cuando se suponía que iba a suceder, y lo estaba anticipando. Pero no sucedió entonces. Así que es como olas por las que estamos atravesando y sanación por la que estamos pasando.
No creo que nuestra lucha se esté volviendo exactamente más fácil. Creo que estamos mejorando en nuestra lucha. Y cada vez que mejoramos en la lucha, les enseñamos a los más jóvenes cómo mejorar en la lucha. Así que no diría que estamos perdiendo terreno, pero es un avance lento.
NKlein: Tu familia ha estado luchando durante muchas generaciones, a través de tanto terror y trauma. ¿Cuál es la línea de paso? ¿Qué conecta todos estos años de organización y activismo?
DManuel: El hilo común para mí, de todo el trabajo que han hecho mi padre y mis hermanos, es trabajar para crear un futuro para las generaciones futuras. Quiero decir, todas esas son estrategias. Pero cada estrategia se pone en marcha pensando en esas generaciones futuras. ¿Cómo vamos a asegurarnos de no perder más de nuestro título aborigen de derechos, perder más control sobre nuestra educación o perder más terreno? Para mí, la toma de decisiones en la comunidad indígena es simple: hay que aferrarse a la tierra y a los títulos y derechos aborígenes para las futuras generaciones. Arthur hablaba de eso todo el tiempo. No estaba haciendo ese trabajo por sí mismo; lo estaba haciendo por sus nietos que estaban por venir.
KManuel: Siento que los pueblos indígenas tienen un gran trabajo por hacer. Podemos tomar todo este tiempo, toda una vida en sanar. Pero tomo lo que me enseñan los luchadores radicales por la libertad. Y dicen: No, lo que pasa en 10 años, en años revolucionarios debería pasar en dos años. Ese es el tipo de velocidad en la que debemos comenzar a trabajar si realmente vamos a ver un cambio en nuestra generación. Ese es el momento revolucionario en el que estamos trabajando, por los 500 años que nos quitaron y que tenemos que recuperar. Y es trabajo. Cada minuto de tu día estás revirtiendo lo que el gobierno canadiense intentó hacer. Y la forma en que lo estamos revirtiendo es que estamos recuperando nuestros caminos y reemplazándolos por nuestros caminos nuevamente.
Y entonces tenemos mucho trabajo. Y este es un trabajo urgente y crucial que debe hacerse, o de lo contrario Canadá habrá logrado su objetivo de eliminarnos y asimilarnos, exterminarnos y desaparecernos y convertirnos en canadienses. Pero nunca jamás seremos canadienses. Porque mientras estemos aquí, y mientras nuestra sangre continúe fluyendo y estos arroyos continúen y estos ríos continúen fluyendo, siempre habrá Secwépemc.
Con estos restos y esta fosa común, ellos están descubriendo esto para que todos lo vean. Querían taparnos, como decía mi hermana. Pero somos las semillas y estamos creciendo, y no hay nada que puedan hacer para evitar que esto suceda.
NKlein: Esa fue la defensora de la tierra Kanahus Manuel y la cineasta galardonada, Doreen Manuel. Nuestro agradecimiento a ambas por hablar con nosotros.
[Créditos de la música.]
NKlein: Y eso es todo para este episodio de Intercepted.
Tenemos enlaces al trabajo de nuestros invitados en las notas del programa, así como contactos si necesita ayuda y desea hablar.
Puede seguirnos en Twitter @Intercepted y en Instagram @InterceptedPodcast. Intercepted es una producción de First Look Media y The Intercept. Soy Naomi Klein, corresponsal principal de The Intercept. Nuestro productor principal es Jack D’Isidoro. La productora supervisora es Laura Flynn. Betsy Reed es editora en jefe de The Intercept. Rick Kwan mezcló nuestro espectáculo. Nuestro tema musical, como siempre, fue compuesto por DJ Spooky.
Hasta la próxima vez.
Mostrar notas :
Doreen Manuel se puede encontrar en @DoreenManuel1 y www.runningwolf.ca
Kanahus se puede encontrar en @kanahusfreedom y www.tinyhousewarriors.com
“Unsettling Canada: A National Wake Up Call,” by Arthur Manuel
“From Brotherhood to Nationhood: George Manuel and the Making of the Modern Indian Movement,” by Peter McFarlane with Doreen Manuel, afterword by Kanahus Manuel
“The Fourth World: An Indian Reality,” by George Manuel and Michael Posluns“These Walls” directed by Doreen Manuel
FUENTE: Este reportaje de Naomi Klein fue publicado originalmente el 16 de junio 16, 2021. Traducido del inglés y publicado en Awasqa con el permiso de The Intercept, una galardonanda organización de noticias sin fines de lucro dedicada a responsabilizar a los poderosos a través del periodismo antagonista y sin temor. Se puede registrar al boletín de noticias de The Intercept aquí.
https://www.awasqa.org/es/2021/07/27/robar-a-los-ninos-para-robar-la-tierra/