Estoy plenamente convencido que toda la cochinada que hasta ahora ha vertido el inframundo mediático del terrorismo, pretendiendo callar las voces que clamamos por la paz y en consecuencia estamos por la continuidad del modelo transformador que tenemos, se quedará extremamente corta en la medida que las elecciones del próximo 7 de noviembre se acerquen.
Los medios mercenarios del oposicionismo, que son parte de un sicariato que sirve a quien les aceita el gatillo de la mentira -escúchese Estados Unidos- lo que los convierte en traidores, porque se coluden con quien agrede a la patria, perdieron desde hace mucho tiempo la decencia, pero ahora ya mostraron que son capaces de descender y revolcarse en lo más apestoso del estercolero mostrando hasta felicidad y satisfacción por la enfermedad hasta de una colega a la que desearon la muerte.
¿Debería extrañarnos que estas miserias humanas que más que periodistas son venaderos y que más que comunicadores son terroristas bailen y celebren en cuatro patas porque una colega, además distinguida, inteligente, dueña de un gran olfato y análisis noticioso, esté enferma y que por estarlo deseen además su muerte?
Me refiero a lo asqueroso que representó para los amigos de Marcelita Rivera un post de esos ya característicos de las miserias humanas, guarecidas en espacios internáuticos que de independientes no tienen nada, afirmando que, por estar, la también directora de prensa de Radio 580, indispuesta, esta se encontraba con un pie aquí y otro allá en un trance agónico que tenía patas arriba a la emisora de la cual es una alta funcionaria.
A mí no me extraña que los deseos de muerte hacia una persona hayan sido publicados por una vieja periodista que por no tener más medio que un perfil en Facebook, reactiva por supuesto a su propio fracaso, haya llegado a lo más ruin que un ser humano puede mostrar, el odio que la consume.
Por ahora, dado que está plenamente identificada no mencionaré el nombre de esta susodicha disfrazada de periodista que desea la muerte para otro ser humano, ya llegará el momento de hacerlo si eso es lo que buscan, preferiré por el momento hablar del insulto como argumento.
Si los insultos son una mezcla de rabia e inexistencia de argumentos; Si las injurias son los argumentos de los que no tienen razón; Si quien insulta evidencia que no tiene capacidad de debate, entonces eso que abunda tanto en los reducidos y sectores oposicionistas y en quienes sirven como parlantes de resonancia a la incapacidad de quienes les financian, lo único que nos certifican es que tienen plena conciencia que después del 7 de noviembre pasaran al basurero de la historia, pero en el entre tanto van a echar y soltar todos los perros rabiosos que puedan contra aquellos que desde ahora se perfilen en el lado contrario del fracaso en el que habitan y que aunque nuestro interés es únicamente hablar de lo mucho que todavía podemos hacer por este país, las gárgolas deben estar claras que nosotros no estamos ni mudos ni cotos.
Estamos sobre advertidos de lo que los caninos rabiosos pretenden hacer y que vienen en una línea de ataque tan visceral que creen que enmudeceremos y que no haremos nada frente a la calumnia, la injuria y la amenaza de muerte que en la práctica solo arreciarán por efectos de la campaña electora que se avecina, pero que de todas formas ha sido una actitud dolosamente criminal desde abril de 2019 cuando todas las serpientes salieron de sus metederos para colocar a Nicaragua como una estrella más en la bandera del imperio norteamericano.
Pues bien nosotros también vamos a estar en campaña y tenemos sobrados elementos, expedientes a mano de cada uno de esos Carontes que disfrazados de periodistas son los pangueros que reman en lo lago de la muerte para trasladar calamidades, zozobras, e intranquilidad contra un país que los tiene identificados y que los ubica en la dimensión de lo que verdaderamente son, carroñeros de carnes podridas que aún, a pesar de que saben que tenemos una ley contra el ciber delito se atreven a tocarle los huevos al tigre, como lo hicieron los traidores a la patria.
Para quienes desde la acera a la que sirven han sido propiciadores del desencuentro, muros infranqueables hasta para la unidad que jamás lograron y por supuesto la peor generación periodística que haya conocido nuestro país, alcanzar el nivel de conciencia de quienes queremos la paz, el desarrollo y la prosperidad de cada nicaragüense es simplemente imposible porque no tienen historia que les distinga.
Estos que pretenden manosear la trayectoria de periodistas, que como Marcela Rivera, carga el “pecado” de ser formadora de comunicadores o sea catedrática y una voz autorizada desde la radiodifusión nacional, y en consecuencia una de mis más selectas invitadas a Detalles del Momento, son realmente de esos papas fritas igualados, ignorantes, tartamudos, escribanos y descerebrados que reaccionan con odio y piensan con él hígado solo porque sus inmensas limitaciones los conduce únicamente a envidiar los talentos ajenos y como no los tienen ni los tendrán entonces se les ocurrió que lo más fácil es atacar o peor aun desear la muerte a quien sí lo tiene.
Con lo que expreso no quiero decir de ninguna manera que soy la mamacita de Tarzán, para nada, pero percibo dado las barbaridades que han dicho y graficado de este servidor que algo tengo que les molesta, que lo que hago, como igual lo hacen otros colegas que estamos de este lado, no los deja dormir, que odian nuestro trabajo, pero que quisieran estar en nuestro lugar, sobre todo ahora que la lavandería se quedó sin agua.
Este mundo hipócrita de falsos “periodistas independientes” que descuartizan a colegas que están del otro lado, aunque en algún momento hayan sido hasta amigos, de esos recuerdo a varios con los que trabajaba en algunos medios y socializábamos bohémicamente, que llegaban a mi casa a comer o para pedir favores y ahora, solo porque para mí sus opciones no son las mías, lo menos que hacen es mencionarme a la madre, amenazarme de muerte o diseñar los más vulgares memes para que la estupidez y la ignorancia haga su agosto haciendo uso de la vulgaridad más descarnada como si con eso lograran algo o hicieran mella en alguien que tiene conciencia porque tiene historia.
Esos que denigran al periodismo y celebran por la enfermedad que inventan de una colega, para darla más tarde por muerta o a punta de morir saben que son basura y no cualquier tipo de basura sino la más pestilente, la más hedionda, la más sucia, la llena de gusanos y por supuesto de estiércol. No tengo remordimiento ni pruritos por decirlo así, más bien creo que me quedo corto, pero eso sí me da cosa ver el triste papel que decidieron jugar porque no valen nada, porque son tóxicos, porque son anti motines o yetas que dispersan a todo aquello a lo que se acercan.
A los predicadores de la fatalidad antes que pretender descalificar a los que nos encontramos de este lado o desearnos lo peor, más bien los invito a verse en el espejo y preguntarse dónde están ellos porque mientras los cabecillas intelectuales del golpe de 2018, en algún momento les ofrecieron migajas para destruir al país estos se quedaron con la mejor parte del pastel que sirvió la embajada americana y ahora los que se fueron de boca con baratijas están sin el oro y la plata que solo recibieron en calidad de cobre y hoy están en la calle.
De eso no somos culpables los que terminamos siendo los objetivos de la envidia y la incapacidad y antes de desearnos la muerte o la peor de las suertes debería realizar que no hay venadero ni venadera inmortal.
Que ellos también pueden enfermar porque son de carne y hueso y que se pueden morir lo que por supuesto no queremos les suceda porque, así como nosotros, los que estamos de este lado, ellos, los predicadores de la fatalidad, tienen familia, esposa, hijos, padres y madres que no quisieran verlos en un hospital o peor aún rumbo al cementerio.
Para algunos el odio es un negocio y por diseminarlo han recibido buena paga, pero es lo más anti conveniente para ellos mismos y para el país. Ojalá en algún momento puedan liberar el lastre corrompido de la maldad que llevan por dentro y entiendan que el peor método que pueden usar para sacar de su estado consciente al nicaragüense es seguir haciendo lo mismo que vienen repitiendo desde el 2018, promover la muerte.
Por: Moisés Absalón Pastora.