Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Nicaragua: Cinismo fundamentalista


Si vis pacem, para bellum es una máxima latina que significa «Si quieres la paz, prepárate para la guerra».

Esta frase originalmente la endosaron a Julio César pero en verdad es de Flavio Vegecio Renato que vivió entre el 383 y el 450 y que plasmó en la obra Epitoma de re militari.

La traducción que a la frase se da es; “Así pues, el que desee la paz, que se prepare para la guerra. 

Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia, y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate.”

En Nicaragua estamos en una guerra por recurar la paz, por preservar la paz, por defender la paz y porque no decirlo estamos en consecuencia en guerra contra la más canalla mentira, el más perverso odio y la más cínica desvergüenza que en nuestra historia reciente hayamos conocido.

Nuestra historia claramente nos refiere los inagotables capítulos de guerra que fratricidamente hemos luchado y después de un tiempo en que habíamos logrado avanzar hacia un proceso de reconciliación efectivo, promovido por el Presidente Daniel Ortega, llegó el 2018 donde el odio insospechado que estaba encapsulado bañó de sangre al país.

Pasará mucho tiempo y siempre nos estaremos preguntando porqué lo hicieron, que argumento de peso existió para justificar todo lo que había detrás del fallido golpe de estado que hizo estragos por doquier, pero fundamentalmente nos polarizó e hizo que se alejaran las distancias entre los que queremos la paz y entre los que no dejaron de apostar por la paz.

Los que seguimos creyendo en la paz y que como pueblo conjuramos el golpe de estado contra el gobierno legítimamente electo y constituido de Nicaragua, no nos fuimos contra nuestros agresores, contra quienes nos ofendían, contra quienes nos “invitaban” a irnos de nuestro país, contra quienes nos amenazaban con la cárcel por no pensar como ellos o nos decían que seríamos muertos por estar con el sandinismo.

Contra todos esos, protegidos por escudos de paz, tuvimos que luchar y los que siempre insistieron en la guerra no pararon, siempre en las mismas, retando, jochando, ofendiendo, tocando los huevos a un tigre que creyeron estaba acalambrado, que por estar el Tío Sam detrás de los patricidas criollos aquí no volveríamos a levantar la frente y los mercenarios lampacearían el piso con nuestra dignidad.

Una y otra vez, de mil formas distintas se les dijo, desde el palco de la tolerancia, que todo tenía un límite, que aquí nos quedábamos todos, que no habría más repetición y no entendieron, no se si por brutos o porque el enemigo de la humanidad creyó tenernos liquidado, -seguramente fue por ambas cosas- pero al final no solo no entendieron sino que se estaban preparando para reeditar los acontecimientos de abril de 2018 y eso simplemente no podía volver a pasar y es cuando el Presidente, los poderes del estado, las instituciones públicas, la sociedad, todos los sectores patriotas de este país decidieron alistarse para la guerra y vencer en beneficio de la paz porque paz, y únicamente paz, es lo que quiere el nicaragüense.

Los que en vez de prepararse y organizarse para disputar en elecciones el poder que quisieron arrancar con aquel baño de sangre de 2018 tuvieron todo el tiempo que quisieron para establecerse como competencia del sandinismo, pero prefirieron andar el mismo camino de la violencia por el cual ya habían sido vencidos y es por eso, no por ser opositores, que por supuesto los hay, que una banda de doce cabecillas terroristas están presos y seguramente falta otros más que deberían tener su maletita lista.

En su momento las pruebas, las contundentes pruebas que existen, van a salir dentro del proceso judicial que se sigue a estos quienes ya visten de azul. Por ahora ya se escuchan los alaridos de aquellos que saben lo que les viene y que presienten que la ley en muy corto tiempo les estará tocando las puertas y poco o nada les valdrá poner cara de inocentes, decir que ellos nunca hicieron nada y que todo esto se trata de un ardid de la dictadura para salir de ellos por ser luchadores de la libertad y la democracia. Es decir dirán lo mismo que como cínicos fundamentalistas y patológicos han venido repitiendo desde el 2018.

El cinismo es no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones ni en sus acciones. Es una tendencia a expresarse mediante la ironía, el sarcasmo y la burla. Hay gente que escamotea sus mentiras risueñamente como para que pensemos que lo que dicen es verdad por dejárnosla ir con amenidad.

El cinismo es la falta de vergüenza en una persona al realizar actos deshonestos con los demás, es la actitud que lleva a engañar o mentir sin importar las consecuencias porque el fin es cometer malas acciones de forma descarada.

Nicaragua padece por la politiquería y las acciones descarnadamente ofensivas de ínfimos grupúsculos, una descarga venenosa que en distintos niveles pretende encontrar en la paciencia ciudadana mentes incapaces de ver cómo la desvergüenza asume roles descarados para desarrollar toda esa trama maligna que hemos conocido a lo largo y ancho de los últimos tres años en los que el país pasó de una realidad palpable de estabilidad y seguridad, al fuego sostenido de una necedad inaudita e insaciable en su afán por ver arrasada nuestra tierra.

No voy a decir que la situación que vivimos por no existir tranques y barricadas ya está superada, tampoco que recuperamos la paz como la quisiéramos o que retornó la estabilidad y la seguridad, de ninguna manera, de muchas formas hace falta mucho.

Hoy por hoy sin embargo toda aquella violencia desatada por los golpistas mermó considerablemente y Gracias a Dios pararon los muertos producidos por el odio que nos pretendían conducir a otra guerra fratricida. 

En consecuencia, tenemos un problema político con el que lidiar internamente y una conspiración internacional estimulada y deseada por los sirvientes nacionales del imperio que enfrentar.

En la batalla política y en la odiosa expresión de violencia del golpismo, el cinismo, de acuerdo al guion establecido, juega un sitial estratégico para hacer de la mentira una verdad falsa que contrasta con la realidad de nuestros días y luchamos contra eso tomando al toro por los cuernos para meterlo en el corral donde merece estar reducido.

Desde su mentira, desde el cinismo con el que se visten, quieren poner al mundo en nuestra contra porque en Nicaragua todos ellos, los puchos, los descerebrados, son un cascaron vacío donde ni las apariencias les favorecen ante tanta debilidad y división en la champa que cada uno de ellos se hizo.

Es impresionante todo lo mentiroso que son y que les caracteriza para imponer, lo que ellos creen es una causa justa, en la inocencia y candidez de los que hasta ahora han creído tanta falacia, pero que vienen de vuelta viendo sobre el camino cualquier cantidad de mentiras. No quiero establecer ningún orden cronológico en específico, pero quiero poner sobre la mesa algunos absurdos sobre los cuales los nicaragüenses deben meditar.

Los vándalos vendieron que los tranques eran una expresión cívica y cuando el pueblo se hartó de los secuestros, asesinatos, violaciones, peajes y puntos de torturas, llegaron a decir que al ser levantados se les estaba violentando su derecho a la manifestación “pacífica” y ahora resulta que es, tan evidente la verdad, que ahora no tienen más remedio que aceptar que fueron tranques violentos y sangrientos.

Hay un grupo de voceros del fracasado golpe contra el estado donde hay comentaristas, periodistas que antagonizan con el apostolado de la profesión y dueños de medios que llaman violación a la libertad de expresión a todo lo que sin detentes, sin escrúpulos y sin medida, dicen contra cualquier autoridad independientemente, del tamaño colosal que tenga cada una de sus mentiras.

 Por eso nadie les dice nada, no hay sobre ellos el más mínimo amago que los limite como pasa en otros países y como lo saben, el tono de sus insultos va en ascenso y entre más se sienten ignorados más jochan porque siempre andan en busca de un reclamo contra ellos para decir que la “dictadura” los hostiga, aunque la verdad la autoridad tendría suficientes razones para guardarlos porque lo que hacen es estimular baños de sangre y eso es delito, aquí y en cualquier parte del mundo.

Aquí descaradamente el obispo Juan Abelardo Mata amenazó de muerte, nada más y nada menos que a Daniel Ortega, al presidente de la república, y lo hizo públicamente, porque me imagino que cree que el hábito religioso lo inmuniza contra la ley. Qué contra sentido, un obispo amenazando de muerte a un presidente que para colmo es un guerrillero que ahora es quien habla de paz, lucha por la paz y gobierna por la paz.

De la misma forma otros de sus colegas, Leopoldo Brenes, Silvio Báez, gracias a Dios lejos de aquí y Rolando Álvarez, diciéndose mediadores y testigos de un diálogo donde actuaban descaradamente como parte del oposicionismo, se dieron a la terea de llamar, en el nombre de Dios, a la sedición y creyéndoselo tan legítimo, llegaron a pensar que el pueblo los aplaudiría y hoy se realizan solos en los templos porque estos ahora no se llenan con feligreses sino con terroristas.

Estos que se dicen pastores y que han sido elevados a la condición de “Héroes” por el terrorismo fueron tan lejos, que después que Masaya fue liberada de tranques por los propios secuestrados fueron en caravana, con el santísimo en alto, no a dar gracias a Dios porque la ciudad de las flores había dejado de ser rehén, sino para estimular a los terroristas, que por entonces ya preparaban su desbandada y para que volvieran a levantar los tranques porque esa era el arma de presión que ellos, los “mediadores y testigos” tenían para exigir la salida del poder de Daniel Ortega y detrás de este el fin de todo lo que represente sandinismo.

El cinismo ha sido además de los llamados empresarios que ahora quieren poner cara de preocupados por la situación del país que dicen es responsabilidad del Presidente de la República y en diferentes líneas y con la misma preocupación editorializa La Prensa cuando sus escribanos, junto a los del COSEP destruyeron la economía que teníamos y son los culpables de la instrumentalización laboral de sus empleados para sus fines políticos y son los culpables de las miles y miles de plazas de trabajo perdidas y son los culpables de los cienes de millones de dólares que se llegaron a retirar en concepto de depósitos bancarios y lo son de la pérdida en el sector estatal de más de 900 millones de dólares, del tremendo daño al turismo, de la inflación que se nos viene, de la profundización de la crisis del INSS y de la recesión y de la inflación que tenemos encima.

Es increíble el cinismo de toda esta gente y lo más cínico de todo es que dicen que actúan en beneficio de la patria y para sus efectos se venden como libertadores para hablar de una democracia que niegan desde el caos, la intransigencia, el despotismo y la voluntad dictatorial que les caracteriza porque son incapaces de soportarse entre ellos mismos y lo único que tienen en común son los dólares que reciben de los Estados Unidos con el que se alían para pretender destruir un país que no tengo duda está en la manos de su verdadero pueblo.

Pues bien, ahora todos los que pretendieron destruir al país en el 2018 y prosiguieron hasta nuestros días intentando lo mismo están guardados no por ser opositores sino como parte de una banda terrorista que se enredó, que se equivocó al pensar que no se haría nada por preservar nuestro derecho a la paz.

Por: Moisés Absalón Pastora.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter