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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

La promesa de las vacunas contra el covid del G7 es la farsa del año


Marc Vandepitte, lector infatigable, presenta en este artículo varios hechos destacados, varias cifras y citas de todo el mundo que apenas han atraído la atención de los demás medios de comunicación, pero que sin duda hay que mencionar para entender el caótico mundo actual.

Migajas

La donación de mil millones de vacunas puede parecer un gran gesto pero ¿sabía usted que Cuba habrá producido por su cuenta 100 millones de dosis para finales de este año? La mayor parte serán exportadas a los países que las necesiten. Para poner en contexto la comparación de ambas cifras, el PIB del G7 es 340 veces el de Cuba, un país que además sufre un bloqueo económico muy duro por parte de Estados Unidos.

La retórica imprecisa de Biden y de los otros líderes del G7 esconde la motivación real de su promesa. Los dirigentes del G7 no están preocupados por la suerte de los países pobres. Si así fuera no habrían acaparado el año pasado la mayor parte de las vacunas disponibles a costa del resto del mundo.

¿Sabía usted que los 10 países más ricos poseen alrededor del 80 por ciento de todas las vacunas contra el covid y que solo un 0,3 por ciento de las vacunas llegan en la actualidad a los países de renta baja? ¿Sabía que Estados Unidos, donde vive el 4 por ciento de la población del planeta, ha comprado más de 1.000 millones de vacunas? Esa cantidad es suficiente para vacunar a su población dos o tres veces.

A causa de este indignante acaparamiento de vacunas, los países ricos en conjunto tienen en la actualidad un superávit de 2.500 millones de vacunas. Así que ahora van a regalar algunas a los países más pobres. Existe el temor de que sean vacunas no deseadas o de calidad inferior. Los países ricos han vaciado el bufé y dejan los restos para los países pobres. No es precisamente una muestra de generosidad.

Lo cierto es que son migajas. La meta de la Organización Mundial de la Salud es vacunar al menos al 70 por ciento de la población mundial en el plazo de un año. Para conseguirlo se necesitarían 11.000 millones de vacunas

El Secretario General de la ONU Antonio Guterres ha advertido de que si no se vacuna pronto a la población de los países en vías de desarrollo, el virus podría seguir mutando y crear resistencia a las nuevas vacunas. 

En relación con el plan del G7 ha declarado: “Necesitamos más que eso […] Necesitamos un plan global de vacunación, necesitamos actuar con una lógica, con sentido de urgencia y con las prioridades de una economía de guerra, y aún estamos lejos de conseguirlo”.

Para poder vacunar a las personas de los países pobres con suficiente celeridad necesitamos apenas 38.000 millones de dólares este año. Pero ni siquiera se ha conseguido eso. De momento solo se ha donado la mitad de dicha cifra. Hablamos de tan solo el 0,3 por ciento de los 5,6 billones de dólares que los países ricos han inyectado en sus economías en respuesta al covid.



Los verdaderos motivos

Así que los verdaderos motivos para donar 1.000 millones de vacunas no son caritativos o fruto de la preocupación por los pobres del planeta, sino que deben buscarse en otra parte.

En primer lugar, es una buena manera de barrer bajo la alfombra el debate fundamental, el de las patentes. Los gigantes farmacéuticos no tienen de qué preocuparse, pueden seguir haciendo dinero sin ser molestados.

Un segundo motivo es de índole geopolítico. Occidente observa consternado como China es el gran triunfador en la distribución de vacunas. ¿Sabía usted que al menos 70 países o regiones han aprobado las vacunas chinas o han firmado ya acuerdos para recibirlas? “China va a ser un socio fundamental a largo plazo”, ha afirmado Richard Hatchett, CEO de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias, uno de los grupos que lideran el programa de distribución de vacunas en países en vías de desarrollo de la ONU.

Y el mismo motivo atañe a Rusia. Más de 30 países han decidido comprar o manufacturar la vacuna rusa, Sputnik V. El grandilocuente gesto del G7 debe servir para contrarrestar esa “diplomacia de la vacunación”.

Sea como fuere, Gordon Brown, el antiguo primer ministro de Gran Bretaña, país anfitrión del encuentro del G7, describe el plan como “un fracaso catastrófico”. “Me temo que han fallado la primera prueba […] porque se parece más a pasar el cestillo de las limosnas que a un plan integral de vacunación mundial”.

Si tomamos todo esto en cuenta, el compromiso solemne de vacunación de los líderes del G7 promete ser la farsa del año.

Traducido del inglés por Paco Muñoz de Bustillo para Rebelión

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