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La desvergüenza de un diario gringo contra Nicaragua


Lo dicen como quien se refiere a los mozos de su hacienda: “Los demócratas de Nicaragua merecen el apoyo de Estados Unidos y la región”. Es el título del editorial del jueves 29 de abril del diario ultraconservador gringo The Washington Post, que adorna su cínica posverdad, a como era de esperar, con escandalosas mentiras al gusto de la clientela norteamericana.

Vamos por la “fake news” más reciente en el tiempo: el diario gringo de marras, en su afán por distorsionar el hecho de que todo apunta a que sus protegidos de la derecha golpista nicaragüense perderán las elecciones de noviembre próximo, asegura que el gobierno sandinista ha tenido “una de la peores actuaciones de salud pública del mundo en respuesta a la pandemia del coronavirus”.

Así como se lee. Se pasan por donde nunca les da el sol, los informes positivos de la OPS y otros organismos que han celebrado el éxito del enfrentamiento contra el Covid-19 en Nicaragua, el mejor en Centroamérica y uno de los mejores en América Latina, con el menor número de muertes por la pandemia, con una atención gratuita y esmerada, con ningún hospital colapsado de los 19 que se prepararon desde antes que llegara aquí el primer paciente.

Los “cerebros” de The Washington Post al parecer no han visto los logros –ni las fotos-, con la vacunación que incluye a los más venenosos enemigos del sandinismo como Carlos Fernando Chamorro, Vilma Núñez, Fabio Gadea y Michael Healy, entre otros.

Y lo afirman desde Estados Unidos, un país poderoso que ostenta el peor récord en la atención de la pandemia, con casi 33 millones de personas contagiadas, casi 600 mil fallecidos y un ritmo actual de mil muertos por día.

 ¿De qué mal manejo nos hablan estos neocolonizadores fascistas que buscan con lente de aumento la paja en el ojo ajeno y no ven el portaviones que tienen en el suyo?

Completan la infamia sobre el Covid, señalando que el “total de muertes en Nicaragua estuvo más de 60% por encima de lo normal entre el inicio de la pandemia en marzo de 2020 y agosto de 2020, según The Financial Times. Ese incremento en el exceso de mortalidad contradice las cifras oficiales relativamente bajas de muertes por COVID-19”.

Es cierto para The Washington Post, solo porque lo dijo el engendro informativo británico Financial Times, cuyos periodistas no han puesto un pie en Nicaragua y solo reproducen los informes de los golpistas que pronosticaron decenas de miles de muertos al inicio de la pandemia y que después han tenido que tragarse sus palabras, dedicándose ahora a tratar de desvirtuar la inmensa labor del gobierno y del Ministerio de Salud.

El mamotreto de editorial de este periódico gringo empieza señalando “tres fechas clave”, según ellos, de lo que denominan la “persistente crisis política de Nicaragua”.

Mencionan el 18 de abril, fecha del inicio del fallido golpe de Estado, cuando según The Washington Post “los manifestantes salieron a las calles a protestar contra el gobierno dictatorial del presidente Daniel Ortega y recibieron una violenta oleada de represión durante los siguientes seis meses”.

La “oleada” que mencionan fue la respuesta policial luego de numerosos llamados a despejar de tranques las principales vías del país, después de que a petición de los obispos católicos que se ofrecieron como mediadores, la institución del orden público fuera acuartelada.

Fue el enfrentamiento de agentes de la Policía Nacional en contra de grupos de delincuentes que portaban armas de guerra, de cacería, pistolas, revólveres, morteros caseros, bombas artesanales y otro tipo de armamento.

Nada parecido a Estados Unidos, donde solo en 2019 la policía asesinó a 589 personas que estaban desarmadas, la mayoría de raza negra. Otras decenas fueron privadas de la vida por portar armas que no accionaron y otro tanto que andaban pistolas de juguete.

The Washington Post miente otra vez al señalar que hubo “al menos 325 muertos; 2,000 heridos; cientos de detenidos de manera ilegal, torturados y desaparecidos; y miles en el exilio, según el último informe de derechos humanos del Departamento de Estado estadounidense”.

Fueron en realidad unos 200 muertos, la mayoría simpatizantes sandinistas o gente que nada tenía que ver con el intento terrorista de golpe de Estado, 23 policías que cumplían con su deber de restaurar el orden público y unos cuantos delincuentes que enfrentaron a las autoridades con sus armas de distinto tipo.

El diario del imperio llega a lo que realmente le interesa: las elecciones de este año. Según estos periodistas gringos, las votaciones de noviembre próximo “si son como las que ya se han realizado durante sus años en el poder, no serán libres ni justas”.

Hablan de las elecciones pasadas ganadas limpiamente por el FSLN, mismas cuyos resultados fueron reconocidos por los demás partidos opositores participantes y por organismos extranjeros que las fiscalizaron.

Por último se refieren a las reformas electorales que le corresponden al Consejo Supremo Electoral y a los partidos legales, intentando que sean impuestas por organismos dominados por el gobierno norteamericano.

The Washington Post señala que “en parte, Ortega manipula el proceso porque le sería difícil ganar en unas elecciones libres y justas, dado su historial”. Otra vez se pasan por recóndita brecha, las múltiples y variadas encuestas que, al igual que ahora, daban –y dan- por ganador al Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Luego se lanzan a descubrir el agua helada: “Sin duda, las diferencias dentro de la oposición de Nicaragua podrían facilitarle el trabajo a Ortega; no menos de 10 figuras importantes ya han declarado su interés en postularse a la presidencia este noviembre”.

Y el chiste: “En cualquier caso, no estamos dispuestos a criticar a aquellos que buscan dar un paso al frente para desafiar a la que posiblemente sea la dictadura más cruel de Centroamérica”.

Al inicio de esta nota dijimos que lo expuesto por The Washington Post era una posverdad, y a la definición de la RAE en 2017 nos atenemos: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Encontramos otra definición de posverdad del Oxford English Dictionary, que señala que post-truth, misma que eligió como palabra del año en 2016, es aquella situación “en la que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales”.

Y pone un ejemplo del uso que le dan quienes recurren a este elemento manipulador y mendaz: “En esta era de políticas de posverdad, es fácil seleccionar datos concretos y llegar a la conclusión que desees”.

Ahí lo dejamos.

http://nicaleaks.com/2021/04/30/la-desverguenza-de-un-diario-gringo-contra-nicaragua/?fbclid=IwAR0YYyhTDylKcM3kK2qDrsJGBk2WiQ_k_eFz98R4fp7MkYw8oT4lEnbguYA

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