Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

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América Latina en Resistencia: Las aventuras de Nayib Bukele


La Asamblea Legislativa de El Salvador, con mayoría oficialista, destituyó al fiscal general Raúl Melara y a los magistrados de la sala constitucional de la Corte Suprema de Justicia, lo que colocó todos los poderes públicos del país en manos del partido de gobierno (Nuevas Ideas) encabezado por el presidente Nayib Bukele.


Las decisiones generaron fuertes reacciones tanto en el país como afuera. Varios gobiernos, organismos multilaterales, ONGs, organizaciones políticas y medios de comunicación acusaron a Bukele de violar las reglas democráticas y llevar al país en un rumbo “autocrático”.

Por su parte, Bukele afirma que elegir los órganos contralores y judiciales es parte del mandato constitucional del poder legislativo, y que cualquier otra fuerza haría lo mismo en su lugar.

Su fuerza renovada viene de la victoria estruendosa en las elecciones parlamentarias del pasado mes de febrero. Nuevas Ideas consiguió un 66 % de los votos, lo que le permitió llevarse 56 de los 84 escaños. El partido de derecha Arena logró apenas el 12 % de los votos y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que gobernó por 10 años el país antes de Bukele, quedó como una pequeña minoría con 6% de los votos y solo 4 escaños.

Aunque en lados contrarios del espectro, los dos partidos que gobernaron al país por décadas, Arena y FMLN, son actualmente fuerzas minoritarias en el parlamento y actúan como simples partidos aliados en contra de la nueva fuerza política de Bukele en algunos temas.

Con un control casi sin frenos de las instituciones salvadoreñas, Bukele y su proyecto requieren un análisis como un fenómeno de alguna forma novedoso en el continente. Desde luego cabe destacar que la deriva autoritaria no es un fenómeno reciente. 

En el pasado, cuando no tenía mayoría parlamentaria, Bukele llamó a sus seguidores a invadir el parlamento (parecido a lo que hizo Trump en enero) y en otra ocasión entró acompañado de militares para forzar un nuevo presupuesto para las fuerzas armadas.

¿Cómo se explica entonces su popularidad? Bukele se presentó como el candidato “outsider”, “ni de izquierda ni de derecha” (o sea, de derecha), que iba a barrer a los políticos tradicionales, devolver la seguridad a las calles, combatir la corrupción, etc. Alguien que gobernaría con sentido común y no como “ellos”, los políticos.

En algunos aspectos Bukele se puede comparar a otras figuras que llegaron al poder de forma sorprendente, como Trump o Bolsonaro. En el sentido de que su postura es de permanente conflicto y con un manejo muy hábil de las redes sociales. 

Pero mientras Trump y Bolsonaro ganaron respaldados por partidos tradicionales de derecha, lo mismo no ha pasado con Bukele. En ese sentido, otra comparación podría ser el Movimiento 5 Estrellas de Italia, que al llegar al poder rápidamente se institucionalizó.

Pero en casos como Bukele el componente “apolítico” es solamente una fachada. Detrás de ese discurso de que no hace falta la división izquierda-derecha están grupos empresariales y transnacionales deseosas que sea la clase política sola a asumir el costo de las desigualdades que genera el sistema, y más aún en tiempos de crisis. 

Así, se convierte un problema de mala gestión y corrupción de unos pocos en algo que de verdad está diseñado para sacrificar a las grandes mayorías.

Sin embargo, en el caso de El Salvador las decisiones políticas hablan también con respeto a Washington, para quien centroamérica es una región prioritaria. Joe Biden ha mantenido la hostilidad hacia Cuba y Venezuela, pero sigue teniendo que lidiar con una crisis en su frontera con México.

En ese sentido, es importante que los gobiernos fieles de la región (El Salvador, Guatemala y Honduras) colaboren para frenar el flujo migratorio, algo que invariablemente se hace a punta de represión. Siendo así, Washington podrá expresar su “preocupación”, pero el problema es de apariencias. 

Tener un gobierno aliado que parezca “autoritario” le hace la vida más difícil al Departamento de Estado cuando se trata de justificar agresiones a gobiernos no subordinados por su carácter supuestamente “autoritario”.

Finalmente, Bukele será juzgado por sus políticas, más allá de su discurso “ni de izquierda ni de derecha”. La verdad es que hasta ahora su gobierno no ha contrariado el consenso de Washington para la región en ninguna ocasión, no ha hecho ningún cuestionamiento de la economía subordinada o de la necesidad de redistribución de la riqueza, mientras intenta resolver la cuestión de seguridad con “mano dura” y colabora con EEUU en materia migratoria.

La duda para los próximos tiempos es simplemente si Bukele llegará a un punto donde obliga a alguna acción por parte de quienes se muestran preocupados, o si se trata simplemente de una cuestión de apariencias que rápidamente desaparece de los titulares. 

Pero sin duda, figuras como Bukele son muy útiles para el sistema capitalista.

https://www.investigaction.net/es/america-latina-en-resistencia-las-aventuras-de-nayib-bukele/

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