“¿Quién fue la primera persona en recibir la vacuna contra el coronavirus en el mundo?”, titulaba un medio de Perú, en referencia a Margaret Keenan (1).
Pero esta británica ni ha sido la “primera persona”, ni ha recibido “la vacuna”, sino una de ellas, la estadounidense Pfizer (2). De hecho, la vacuna china Sinopharm ya había sido aplicada a un millón de personas (3), y la rusa Sputnik se comenzó a suministrar tres días antes que en Reino Unido (4). Nada que interese a la prensa occidental, si no es para asociarlo con las “jugadas geopolíticas de Vladimir Putin” (5) o con “las ambiciones de Rusia” (6).
“Avalista” de unas “fraudulentas elecciones” (7), “agente de una dictadura criminal” (8), “respaldo (de una) (…) narcodictadura” (9), “vergüenza” por “el papelón que ha hecho” en Venezuela (10), a donde “ha ido (…) a contar mentiras” (11)… Es el nuevo saco de golpes de toda la prensa española: el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo pecado ha sido acudir como observador a las recientes elecciones parlamentarias de Venezuela y criticar las sanciones internacionales contra este país (12). Un absoluto linchamiento en tertulias, editoriales, columnas de opinión… incluso de los medios cercanos a su partido, como la Cadena Ser o El País (13). Así es la pluralidad informativa y de opinión que luego venden a países… como Cuba.
En efecto, el 6 de diciembre hubo elecciones parlamentarias en Venezuela. Y en Rumania. La participación fue muy similar en ambos países, cercana al 32 %. Pero, mientras en Rumanía la abstención “se explica –según la agencia EFE- en gran parte por la pandemia” (14) o, a lo sumo -según France 24- por cierta “desilusión” con “la clase política” (15), en Venezuela es un “grito de protesta” (16) contra un “fraude” (17), una “farsa” (18) o una “burla electoral” (19). Aunque allí hubiera 107 partidos, 14 mil candidaturas (20) y 200 observadores internacionales (21). En contraste, el sector de la oposición que boicoteó las elecciones, realizó, días después, su propia consulta, en la que se podía participar de manera digital y, sin control de identidad, daba lugar a miles de irregularidades comprobadas (22) (23). Pero para la prensa internacional fue… todo un “éxito” (24).
Por cierto, los resultados de los comicios parlamentarios de Venezuela se conocieron unas horas después del cierre de los colegios. En EEUU, solo han tardado… ¡40 días! (25).
“Salir del armario en Honduras te expone a ser asesinado; no hacerlo, al suicidio”. Así titulaba El País un interesante reportaje, que mencionaba 357 asesinatos de odio por orientación sexual, en aquel país, en los últimos cuatro años (26). A finales de noviembre, leíamos también, una transexual cubana era asesinada a puñaladas, por su novio, en Miami (27). Pero donde hay homofobia institucional, nos siguen diciendo, es en Cuba, un país donde son raros estos crímenes y con importantes avances legales en los últimos años (28). Por cierto, ¿se imaginan que el presidente cubano afirmara, como hizo el de Brasil Jair Bolsonaro, que, frente al coronavirus, su país debe “dejar de ser un país de maricas” (29)? Entonces sí, tendríamos un monumental escándalo mediático que condenaría a Cuba como “estado homófobo”.
Hace unas semanas era asesinado, mediante una ametralladora dirigida por satélite, el científico iraní Mohsen Fajrizadé. Es el quinto científico del programa nuclear de Irán asesinado por los servicios secretos de Israel (30). Por su lado, EEUU ejecutó, a comienzos de año, al general iraní Qassem Soleimani (31). Pero ¿han leído, en la prensa occidental, alguna nota, algún editorial, que condene estos actos o los califique siquiera de “terrorismo de Estado”? Ahora imaginen qué dirían –y qué pasaría- si los servicios secretos de Irán –un país sin armamento nuclear- ejecutaran a un miembro del Departamento de Defensa de EEUU –que cuenta con seis mil cabezas nucleares-, o del equipo científico de Israel –estado con no menos de 100- (32).
Imaginen también las consecuencias mediáticas y políticas si, en Cuba, en una rueda de prensa, un activista de EEUU pidiera la intervención militar en su país, debido a la brutal represión policial. Pues escuchen lo que dice en Miami Orlando Gutiérrez-Boronat, de una organización “anticastrista” que, en los últimos 15 años, ha recibido siete millones de dólares del gobierno de EEUU para sus campañas contra Cuba (33): “No se puede permitir un derramamiento de sangre del pueblo cubano, en las calles de Cuba. Y con toda moral pedimos que la comunidad internacional, encabezada por los EEUU, ponga fin a este régimen de oprobio. (…) Es legítimo y pedimos una intervención internacional liderada por EEUU para derrocar ese régimen y ponerle fin” (34) (35).
Y no pasa nada. ¿Hasta cuándo?
https://zonafrank.wordpress.com/2020/12/21/y-si-en-cuba-pidieran-una-intervencion-militar-internacional-en-eeuu/