Desde hace mucho tiempo Andrés Manuel López Obrador demostró un rasgo que pocos políticos poseen: humildad. Los lustros han ido formando aquel joven que salió de Macuspana, Tabasco.
El optimismo y las convicciones, son parte intrínseca de sus principios; una de ellas, quizá, le ha acarreado fuertísimas formas irracionales de poder atacarlo.
Se enfrentó a todo tipo de señalamientos, calumnias, denostaciones, fraudes, conspiraciones, y se ha comprobado que, su resistencia, es una de sus virtudes.
Ese atributo no solo significó la definición de un hombre íntegro, sino, el cómo se forjó en el ambiente político para sobresalir de la misma forma.
Todo ese bagaje que acumuló, mostró la personalidad de un presidente de la República que ha creado un criterio y un estilo de gobernar a través de un político que se guía por la sencillez, la humildad; que incluso, defendió por años la usanza de vida humilde.
Eso, quizá, molestó desde hace mucho tiempo a una camarilla de personas que han mostrado su lado más irracional; aún, una agresividad en el tono despectivo y hasta cierto punto abyecto.
A pesar de provocar desaliento entre sus detractores, López Obrador sigue firme, vigoroso, y con muchas cualidades que durante años reunió al transitar por ese México vejado, marginado, lleno de corrupción, desigualdad, pobreza, y en una cuasi-modernidad que canalizó un forma destructiva y empobrecedora de un modelo neoliberal.
Pero lo más grave de esto, es que han tratado de manchar su honorabilidad. Desde su calzado, que no es más que esa evidencia nítida del transitar por las localidades entre campesinos e indígenas, y en el que la descomposición inequitativa ha jugado un papel desigual.
Así es Andrés Manuel, un ser humano empático, fiel a su estilo es su forma de vestir y hablar. Esa personalidad influyó es una de las grandes pruebas mediáticas que ha tenido la cuarta transformación al viajar a Washington y entrevistarse con el presidente Trump. Le valió una serie de críticas y señalamientos del bloque opositor; especialmente, de aquellos que muestran las emociones al máximo.
El elemento común de la oposición era denostar la embestidura presidencial. Fue notable que comunicadores, políticos, y hasta un gobernador que realizó en dos ocasiones un video, trataron de nublarlo, y desear que el encuentro fuese un desastre.
Fallaron en sus pronósticos, especialmente, porque López Obrador en calidad del ejecutivo federal visitó la Casa Blanca en medio de un clima tranquilo; tal es así, que se justificó la participación para mostrar avances de cooperación en temas del T-MEC que beneficiará por diversas razones a nuestro territorio. No solo eso, fue decisiva la presencia a fin de que Donald anunciara un esquema de impuso a la comunidad hispana.
Lo más notable, fue la respuesta y estupor del presidente norteamericano. Quizá, la oposición deseaba una tensa y provocadora reacción de Trump; sobre todo, en el lenguaje inapropiado que ha mostrado por años. No fue así, López Obrador salió avante, victorioso, en el que conquistó desde su identidad.
Tomar un vuelo comercial lo hizo más memorable; apenas llegó, y dedicaron una ola de buenos comentarios que consintió que, estábamos en presencia, de un símbolo de las luchas sociales.
De un rostro que ha tropezado con la zancadilla de una desdibujada oposición que ahora da signos de desesperación y frustración al observar un jefe de Estado de la talla de Andrés.
Pero nada permeó; nada mermó el viaje; no hubo servilismo, sino respeto por un hombre recto. Hay presidente en México. Está a la altura de los grandes retos. Por ello: ¡Es un honor estar con obrador!
Los mexicanos deben estar orgullosos de tener al mejor presidente de halla tenido su Nación. Esas fueron algunas de las crónicas anecdotarios que provocó un líder carismático; un verdadero hombre del pueblo; un referente que consolidó su lucha en medio de los grandes contrastes de una democracia que durante décadas fue prostituida.
Sin embargo, para fortuna de los que creemos en el proyecto, quedó claro que hay presidente, nunca hubo duda, ni existirá. El vecino país fue testigo. También, millones de compatriotas que legitimamos con amor propio al esquema de la 4T.
Notas finales: la oposición mostró un nivel de pobreza bajísimo en su narrativa. Se notó y comprobó una vez más que estamos en presencia del contrapeso más blandengue del que haya tenido memoria. Gris, nublado, desdibujado, débil, sin eco, ni elocuencia: que desgracia.