Claver Carone, la figura de Marco Rubio y de la mafia cubanoamericana de la Florida en el ejecutivo.
Claver-Carone, quien se desempeñaba como el principal asesor de Trump para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, inglés), es poco conocido fuera de Washington, pero tiene mala fama dentro de los círculos relacionados con América Latina en esa ciudad como un “bulldog” para la comunidad de línea dura que favorece posturas aún más extremas hacia el Gobierno de Cuba y todavía ve a la región como el frente clave para las batallas al estilo de la Guerra Fría contra amenazas comunistas.
Capacitado como abogado, Claver-Carone ha pasado la mayor parte de las últimas dos décadas como un influyente cabildero y principal antagonista de cualquiera –incluido el expresidente Barack Obama– que buscara revertir el bloqueo de casi 60 años que aún no ha logrado su declarado propósito de terminar con el Gobierno de Cuba.
Pero en la era Trump se involucró en el Gobierno, y durante los últimos 16 meses ha disfrutado de una influencia sin igual en las políticas del presidente hacia Venezuela, a tal punto que los embajadores extranjeros se han quejado en privado sobre su ascendencia en esa área. En relación a Colombia, Carone ha sido acusado por “sabotear” el Proceso de Paz con el ELN.
“Carone ha sido acusado por “sabotear” el Proceso de Paz con el ELN”.
Claver-Carone está viviendo su sueño. Tiene la oportunidad de implementar la estrategia de “máxima presión” que él y otros exponentes de la línea dura han creído por mucho tiempo que se necesita en Venezuela, el respaldo de un presidente que comparte esa visión y el mandato para garantizar que el resto del Gobierno ayude a Trump a aumentar la presión a su máximo real.
“Si me hubieras preguntado en enero de 2017 quién es la peor persona que podría estar en ese puesto de director, habría dicho: ‘Él’”, dijo Ben Rhodes a HuffPost el año pasado sobre Claver-Carone.
Claver-Carone no es el tipo de entendido regional o diplomático experimentado que típicamente ha ocupado su posición en el Consejo de Seguridad Nacional, y tiene poca experiencia en cuanto a los países más grandes de América, una preocupación que casi una docena de expertos en políticas sobre América Latina o exfuncionarios del Gobierno expresaron en entrevistas con HuffPost.
Claver-Carone ha pasado su carrera centrado casi por completo en Cuba, con incursiones ocasionales en las relaciones de Estados Unidos con los Gobiernos de Venezuela y Nicaragua, a los que él y muchos otros de línea dura ven como “regímenes títeres del Gobierno cubano”.
Después de un breve período como abogado del Departamento del Tesoro durante la Administración de George W. Bush, Claver-Carone inició una carrera como cabildero de la política hacia Cuba.
Claver-Carone también dirigió el PAC US-Cuba Democracy (Comité de Acción Política Democracia Estados Unidos-Cuba), que durante los 2000 ha ayudado a atenuar cada impulso para aflojar el bloqueo. Entre 2004 y 2015, ese PAC recaudó más de cuatro millones de dólares e hizo contribuciones a más de 600 comités de campaña.
Una tercera organización liderada por Claver-Carone, Cuba Democracy Public Advocacy Corp., recibió más de 250 000 dólares para hacer lobby en el Congreso acerca de varias iniciativas legislativas relacionadas con Cuba entre 2006 y 2016.
Los esfuerzos de Claver-Carone generaron quejas legales y éticas de Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington (Citizens for Responsibility and Ethics in Washington, CREW), un grupo de vigilancia liberal sin fines de lucro, que alegó en cuatro quejas de financiamiento de campañas separadas que los grupos que Claver-Carone supervisó habían violado varias leyes.
Rhodes, el exasesor adjunto de Seguridad Nacional que se enfocó en los esfuerzos de la Administración de Obama en el tema Cuba, siempre estuvo atento a los boletines diarios y publicaciones en blogs de Claver-Carone. También lo hizo el resto de la Administración.
“Leía su blog y sus correos electrónicos en ráfagas porque descubrí que eran el mejor barómetro de cuál era la reacción más extrema de la línea dura a lo que estábamos haciendo”, recordó Rhodes. “Estábamos muy al tanto de él”.
“Pensé en él como una especie de troll”, dijo Rhodes.
Al igual que muchos de los más altos funcionarios de la actual Administración, Claver-Carone no tenía la intención de trabajar para Trump. Al comienzo de las primarias republicanas de 2016, apoyó al senador de Florida Marco Rubio, un antiguo aliado de Capitol Hill, y a Jeb Bush, el exgobernador del estado.
No era solo que Claver-Carone prefería a sus dos compañeros floridanos. Rechazaba a Trump. En su blog, denunció al favorito del Partido Republicano como alguien que “pondría en riesgo el liderazgo moral e internacional de los Estados Unidos” y lo atacó en publicaciones en Twitter. Temía que Trump, que alguna vez había explorado oportunidades de negocios potenciales en La Habana y nunca había mostrado públicamente una postura particularmente agresiva hacia Cuba, fuera un aliado poco confiable.
Sin embargo, una vez que quedó claro que Trump sería el nominado republicano, Claver-Carone se las arregló para tener el favor del candidato. Se unió a la campaña de Trump como asesor y comenzó a influir en el futuro presidente. En septiembre de 2016, Trump le dijo a una ruidosa multitud en Miami que revocaría las “concesiones” de Obama a Cuba “a menos que el régimen de Castro cumpla con nuestras demandas”.
Después de que Trump se convirtió en presidente, el secretario de Estado, Rex Tillerson, bloqueó a Claver-Carone, quien había trabajado en el equipo de transición, en el intento por conseguir un trabajo en el Departamento de Estado, dijeron múltiples fuentes. Claver-Carone se conformó con un puesto en el Departamento del Tesoro. Más tarde, se trasladó a la junta ejecutiva del Fondo Monetario Internacional.
En marzo de 2018, de repente, Trump despidió a Tillerson y al asesor de Seguridad Nacional H. R. McMaster. Su decisión de contratar a Bolton para reemplazar a McMaster provocó que varias voces más moderadas sobre Venezuela, incluidos algunos restos del Gobierno de Obama, abandonaran la Casa Blanca.
Del mismo modo, asesores que habían favorecido los enfoques diplomáticos a la crisis abandonaron el Departamento de Estado justo antes o inmediatamente después de la expulsión de Tillerson. Varios meses después, Trump y Bolton instalaron a Claver-Carone como el principal asesor del Consejo Nacional de Seguridad para el hemisferio occidental.
Rubio, el senador de Florida al que se le atribuye haber movido los hilos de la política latinoamericana de Trump y que ayudó a instalar a Claver-Carone en el NSC, estuvo de acuerdo con ese sentimiento en enero pasado. “Una vez que Mauricio entró, la política pasó a hiperimpulsor”, dijo a The New York Times
En noviembre, el embajador de Colombia en los EE.UU. fue grabado en una cinta quejándose de que el Departamento de Estado había perdido gran parte de su capacidad para dar forma a la política latinoamericana y que “las decisiones referentes a políticas las toma ahora principalmente Claver-Carone”.
The New Yorker lo retrata como “un típico abogado del sur de la Florida, conocido entre los políticos de Washington por su punto de vista extremista, todo-o-nada, sobre Cuba”, mientras The Global Americans afirma que es alguien que no duda en mentir sobre la isla que jamás ha visitado.
En su blog Capitol Hill Cubans, ha asegurado que la conectividad a internet ha disminuido y hay menos personas que trabajan por cuenta propia en la nación caribeña, dos noticias demostradamente falsas.
“Es el típico arribista que cuando no está en el poder, su única preocupación es ganar dinero con la maquinaria anticastrista. Pero cuando está en el poder, se prepara para el momento en que no esté ahí y tenga que seguir ganando dinero”, lo describió un académico estadounidense, que participó en un evento reciente en el Instituto Internacional de Relaciones Internacionales (ISRI), de La Habana.
Otro analista de la Florida, que también prefiere no develar su identidad ante posibles represalias contra los críticos de Trump que viajan a Cuba, describe a Claver-Carone como alguien que antepone su trabajo de lobista por encima del interés nacional de Estados Unidos: “Es poco profesional, todo lo mira bajo el prisma de su obsesión cubana y apenas conoce la región”.
Hace un año le prometió a Trump que en pocos días se derrocaría al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, y “al igual que Marco Rubio, engañó a su presidente sobre la verdadera popularidad de Guaidó y acerca del apoyo internacional que supuestamente recibiría” el autoproclamado mandatario venezolano.
También lo describen como un abogado oscuro, sin don social y con una discreta exposición mediática hasta la investidura presidencial de Alberto Fernández en Argentina, cuando, precipitadamente, canceló citas y anunció a los periodistas que se iría de Buenos Aires sin asistir a la ceremonia.
Claver-Carone dijo que quería evitar “la desagradable sorpresa” de encontrarse con el ministro de Comunicación de Venezuela, Jorge Rodríguez, o con el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, “como si un funcionario de esa jerarquía que viaja desde Washington no supiera con quién se va a topar”, comentó Página 12.
Tomado del Blog Alma Cubanita