La expansión del capitalismo enfrentó crisis en diversas oportunidades a lo largo de la historia. El presente contexto va acompañado por otra amenaza, que no desarrolla un virus: la economía en peligro ante la tiranía de la divisa estadounidense.
El devenir del capitalismo ha transitado por ciclos de auge y caída que se asemejan en los resultados en cuanto a ganadores y perdedores pero se diferencian en la organización política que acompaña y soporta esos ciclos.
La escalada y la caída están en el ADN del sistema. Cada ciclo nace y finaliza con una crisis en la economía, inicio y final acompañados en algunos momentos por situaciones bélicas.
Sobre esa naturaleza se desarrollan episodios sanitarios que adquieren la dimensión de pandemia, como fue la llamada gripe española. Según el portal XLSemanal, la pandemia comenzó en el campamento de Funston, en Kansas, Estados Unidos, el 4 de marzo de 1918.
Un efectivo de ese acuartelamiento manifestó fiebre. Una semana después, los enfermos se multiplicaron en tal medida que tuvieron que ser alojados en un hangar.
Desde el campamento Funston, se derivaba a los soldados a otros acuartelamientos de Estados Unidos y a Francia, uno de los frentes de la primera guerra mundial. Mónica Müller, en su libro Pandemia, escribe que en sólo siete meses de 1918 murieron entre 30 y 100 millones de personas como consecuencia de esa gripe que se recuerda por la pérdida de vidas humanas y no por su impacto sobre la economía.
¿En qué parte del ciclo se encontraba el capitalismo de la época? Eric Hobsbawm sostiene que era un proceso de cambio del que destaca tres aspectos: una nueva era tecnológica, la economía de mercado dirigida al consumidor interno y una competencia internacional entre economías industriales rivales, que desembocó en la concentración económica, en el control y en la manipulación del mercado.
Esos rasgos constitutivos del nuevo ciclo del capital se completaron con la pervivencia del sistema monetario internacional establecido en 1844 en el Banco de Inglaterra, que fue válido hasta 1928 y estableció la vuelta de la convertibilidad del billete y la proporcionalidad entre papel circulante y las disponibilidades metálicas.
El régimen monetario y cambiario que se sostuvo hasta 1928 contó con prestamistas de última instancia. La crisis del 30 y la derivación en una Segunda Guerra que dejó a Europa, Rusia y Japón en ruinas, y una nueva configuración geopolítica y económica, hicieron necesario un acuerdo monetario que sustituyera el anterior, basado en la centralidad del Banco de Inglaterra.
La pandemia verde
Con la creación del Fondo Monetario Internacional en los términos impuestos por Estados Unidos, el dólar ascendió a moneda mundial. Llegó a ese lugar tras vencer la propuesta inglesa que tuvo a Keynes como autor y vocero.
Estados Unidos ponía como objetivo del nuevo sistema la libre movilidad de capitales, para lo cual el organismo a crear debía disponer de escasa capacidad para financiar inversiones y máximo rigor para imponer ajustes en los países deficitarios en el balance de pagos. Inglaterra, en cambio, se alineaba detrás de la flexibilidad cambiaria y de un organismo con capacidad de financiamiento que hiciera copartícipes en la restauración de los equilibrios externos a países acreedores y deudores.
El respaldo oro del dólar fue aprobado en Bretton Woods en 1944. El acuerdo consistió en establecer una relación fija entre la moneda y el metal precioso, compromiso que fue desconocido por Nixon en agosto de 1971.
A la defunción del respaldo oro del dólar, le siguió el nacimiento, en 1973, del petrodólar, moneda virtual y única usada en la cotización y comercialización del petróleo.
Esa condición de exclusividad obligó a las diversas monedas nacionales a convertirse en la moneda de los Estados Unidos para acceder al petróleo. La conversión generó una demanda artificial de dólares que fueron emitidos siguiendo la evolución del mercado petrolero y no la economía de su emisor.
A ese sistema de emisión le fueron agregados otros sucedáneos, como los generados por mercados financieros que a lo largo del período 1971-2020, medio siglo, ha sido el tramo del capitalismo con mayor creatividad en la invención de dispositivos y negocios basados en dinero que crea dinero, sistema alimentado por el endeudamiento de Estados, familias y empresas.
El Instituto Internacional de Finanzas (IIF), informó el 6 de abril último que la deuda global en todos los sectores aumentó en más de 10 billones de dólares en 2019, superando los 255 billones de dólares. Con más del 322 por ciento del PBI, dice la comunicación, la deuda global es ahora 40 puntos porcentuales (87 billones) más alta que al inicio de la crisis financiera de 2008.
La economía mundial sigue transitando por una crisis de deuda iniciada en aquellos lejanos años 70, cuando Estados Unidos resolvió su problema monetario al romper el acuerdo que sustentaba al Fondo Monetario y luego con su invención del petrodólar.
La pandemia de Covid-19 vino a impactar sobre una crisis que excede largamente el período de control del virus y el costo económico de sus efectos.
Deudas y más deudas
De los 52 países que incluye la muestra sobre la que trabaja el IIF, más del 85 por ciento tiene ahora una mayor relación deuda pública-PBI que antes de la crisis financiera de 2008.
España, Reino Unido, Japón, Francia, Italia y Estados Unidos tuvieron un aumento de más de 40 puntos porcentuales en la relación deuda-PBI. En los mercados emergentes, el aumento en Sudáfrica, Chile, Brasil y la Argentina superó el 25 por ciento, mientras que Turquía e India experimentaron una caída moderada.
El endeudamiento de las familias supera los 48 billones de dólares, en comparación con los 35 billones en 2007. Suiza, Dinamarca, Noruega, Canadá y Holanda tienen los sectores de familia más endeudados del mundo en relación con el PBI. La acumulación de deuda de familias creció, respecto de 2007, 35 por ciento en China y 30 por ciento en Noruega.
La deuda corporativa no financiera aumentó más del 70 por ciento que registraba en 2007 a aproximadamente del 92 por ciento del PBI llegan ahora a 74 billones de dólares.
Las relaciones deuda financiera-PBI de las empresas no financieras llegan a niveles record o próximos a esa dimensión en Canadá, Chile, Francia, Filipinas, Singapur, Sudáfrica, Suiza, Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos.
Los mercados denominados maduros por su volumen de transacciones se encuentran fuertemente endeudados. La deuda total mundial triplica al Producto Bruto mundial, situación en crecimiento que genera sus propias opciones de salida cuando no hay un Estado o acuerdo entre Estados que conduzca la salida. En esas opciones se encuentra una deflación sin precedentes.
El acuerdo entre Estados es la única alternativa posible ya que no hay un Estado nacional que pueda conducir el mundo, por mucho que le pese a la mitología patológica del “Nacimiento de una nación”, ni tampoco un Estado mundial.
Ese acuerdo tiene que resolver el problema que Bretton Woods no resolvió: o una moneda convertible o una canasta de monedas.
“El 88 por ciento del comercio internacional se hace en dólares. Los 19,5 billones (trillions) de dólares de exportaciones mundiales de 2018 dan una idea aproximada de la magnitud de este problema. Paralelamente, el dólar prevalece en el 90 por ciento de las transacciones en el mercado cambiario internacional (Forex).
En este mercado participan todo tipo de entidades comerciales y financieras para realizar transacciones cambiarias, no reguladas ni centralizadas (OTC, over the counter). El flujo diario de estas transacciones fue de 6,5 billones (trillions) de dólares en 2019.
Hay, sin embargo, algo más: la demanda de dólares supera lo imaginable si incluimos los servicios de la deuda global en dólares, los depósitos de dólares fuera de los Estados Unidos (offshore), los dólares acumulados en las reservas internacionales de los bancos del mundo y la deuda con derivados, cuya magnitud se estima en más de 600 billones (trillions) de dólares”, escribió Mónica Peralta Ramos en El Cohete a la Luna.
La Reserva Federal, en su informe monetario del 20 de febrero último, muestra que los dólares físicos que circulan por fuera de los bancos de la Reserva Federal y de las cajas de seguridad llegan a 1,7 billones.
¿Qué economía en la que circulan 600 billones, que incluyen contratos que derivan de otros contratos, 235 billones de deudas, un producto bruto mundial nominado en dólares de 87,2 billones y el 88 por ciento del comercio mundial transado en dólares se puede sostener con un sistema de circulación que tiene una única moneda de papel, cuyo stock es el 0,7 por ciento del total de deudas expresadas en esa moneda?
Las monedas de papel valen porque circulan, no circulan porque valen.
La dimensión del capitalismo mundial rebasó al dólar y a los diferentes ropajes que el sistema financiero de Estados Unidos le fue poniendo con el correr de las crisis.
La pandemia que amenaza el futuro de la economía mundial no es la de Covid-19, sino la del dólar.
JORGE MANCINELLI / CARAS Y CARETAS
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