Afirma Leopoldo Rivas sobre la caída en combate de Carlos Fonseca
El comandante Carlos Fonseca Amador habría estado de acuerdo con la tesis insurreccional o tercerista del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), como la más cercana opción para derrotar a la dictadura somocista, -como efectivamente ocurrió- revela el comandante guerrillero, médico y cirujano, Leopoldo “Polo” Rivas Alfaro.
Polo evocó el 43 aniversario de la caída en combate del jefe revolucionario el 8 de noviembre de 1976, en la zona de Boca de Piedra, montaña de Zinica, a quien conoció cuando él subió a Pancasán a integrarse a la guerrilla.
En 1976 Carlos se internó en la montaña en busca de establecer contacto con cuadros sandinistas, algunos que cuestionaban su autoridad, en tanto el FSLN cruzaba por un proceso de división resultando tres tendencias: la original, Guerra Popular Prolongada (GPP), Proletarios e Insurreccionales o Terceristas.
Algunos de esos cuadros que permanecieron años en la montaña rehuyendo el combate frontal con las patrullas de la G.N, leyendo libros en hamacas, pretendieron desconocer la autoridad y trayectoria histórica del comandante Carlos Fonseca, obligándolo a internarse en la montaña con sus problemas de visión para encontrar una salida a la crisis que se presentaba en ese momento.
En busca y espera de esa reunión -casi tres meses- que nunca se concretó, fue que el comandante Fonseca chocó con una patrulla de la guardia por una delación, entablándose el combate que inició la tarde del 7 de noviembre de 1976 bajo un fuerte aguacero que no daba espacio ni de retroceder ni de avanzar.
Al clarear el día siguiente los guardias que ya habían pedido refuerzos se enteraron que habían dado muerte al máximo jefe sandinista.
Para confirmar su muerte fueron mutiladas sus manos y comprobar así las huellas digitales, conservadas en la Oficina de la Seguridad Nacional (OSN). Junto al jefe revolucionario cayeron sus dos únicos acompañantes: Benito Carvajal, el 115 y Crescencio Aguilar, campesino casi niño de 16 años. El comandante Fonseca decidió solo esos acompañantes, cuando habían once personas en el Varillal, con experiencia combativa como la de Francisco “El zorro” Rivera.
El creador de la GPP
Fue el propio comandante Fonseca quien en un “congresillo” en Costa Rica en 1969 -luego de Pancasán- concluyó que la lucha armada era el camino para la liberación contra la dictadura, y planteó que había que “organizar para combatir y combatir para organizar”, comenta Polo Rivas.
Fue en ese evento de los principales cuadros militantes que nació la propuesta de la Guerra Popular Prolongada, cuyo planteamiento era iniciar el foco guerrillero apoyado en la montaña por redes de campesinos, extendiéndose a las ciudades para luego bajar a la insurrección popular para la toma del poder.
“No son otros los creadores de la concepción de GPP”, enfatiza “Polo”. Fue Carlos Fonseca y nosotros que estábamos aprobando los estatutos, dice el actual dirigente de los cuadros históricos del sandinismo y participante del congresillo.
Fonseca fue un destacado y brillante estudioso de la realidad nicaragüense, la que él mismo vivió en carne y hueso, entre la pobreza de una madre soltera que tenía que trabajar realizando labores domésticas, cocinado, lavando y planchando para subsistir y alimentar a sus hijos, y él, excelente bachiller de su promoción que se alzó con la Estrella de Oro en 1955, vendiendo melcochas y diarios por las calles de su natal Matagalpa. Con su perseverancia y mística retomó magistralmente el nacionalismo de Sandino. En el programa histórico destaca que la tierra le pertenece al que la trabaja y la hace producir, principalmente en un país donde más del 70% de la población vivía de la agricultura.
Fue la audacia y capacidad de Carlos quien orienta que el FSLN debe de contar con estatutos. Los colaboradores buscaron antecedentes entre organizaciones guerrilleras y no encontraron una que tuviera estatutos que sirvieran de guía para sus miembros en cuanto a valores, deberes y derechos de los militantes y afiliados en busca de la felicidad de los nicaragüenses. La tuvieron que elaborar e improvisar de acuerdo a la coyuntura vivida en esos momentos de la historia.
En la guerrilla de Pancasán
El hombre alto de ojos azules y de gruesos lentes les dio la bienvenida al recibirlos en la casa hacienda de la familia Flores, ubicada en el cerro Pancasán, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Matagalpa, que servía de campamento y donde en silencio durante meses se había conformado el núcleo de la guerrilla del Frente Sandinista que comenzaría a operar en la zona para enfrentar a la guardia de la dictadura somocista.
Ese hombre fraterno y cariñosos era el comandante Carlos Fonseca, quien tomó de los hombros a “Polo” Rivas y le dijo “Compañero tiene buenos hombros para cargar”, narra el legendario combatiente con inmensa emoción al recordar ese momento guardado en su privilegiada memoria.
Ese fue el recibimiento brindado al también entonces joven militante Daniel Ortega Saavedra, quien en compañía de Rivas Alfaro habían subido a la montaña evadiendo a los jueces de mesta somocistas (paramilitares e informantes de la G.N).
Era el 29 de julio de 1967 cuando “Polo” conoció al jefe del FSLN, integrándose esa misma noche a la primera posta (vigilancia) que estaba ubicada a unos 300 metros de donde se encontraba el campamento central.
Carlos estaba probando su tesis que en Nicaragua solo con la lucha armada se podía combatir y derrotar a la dictadura militar somocista, impuesta y creada a imagen y semejanza de los Estados Unidos de Norteamérica, tras el asesinato del General Augusto C. Sandino el 21 de febrero de 1934. Un año antes las tropas invasoras habían salido de Nicaragua humilladas y derrotadas por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). Días antes de agosto de 1967 el FSLN solicitó al doctor Oscar Danilo Rosales sus servicios médicos, por lo que se integró a la guerrilla para atender a los que enfermaban principalmente de casos gastrointestinales y calenturas.
A “Polo”, que tenía unos meses de haberse integrado a la organización, le pidieron subiera a la montaña en calidad de combatiente y asistente médico puesto que cursaba el tercer año de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de León.
Le asignaron un rifle 30-30 Winchester, como los usados por los vaqueros en las películas elaboradas en los estudios de Hollywood, con el que le enseñaron a tirar en seco y le dieron las clases iniciales de arrastres y posiciones de tiro. Además de su mochila, le proporcionaron un salbeque con elementales medicamentos para primeros auxilios.
Revés militar y victoria política de Pancasán
La acción guerrillera de Pancasán enseñó y demostró la necesidad de continuar el trabajo de organización de redes campesinas de apoyo e integración al combate guerrillero, partiendo de la tesis de fortalecer la conciencia y la fe en una sociedad más justa; también enseñó a fortalecer el vínculo con las estructuras de la ciudad involucrando a los obreros, trabajadores en general, estudiantes y la participación de las mujeres.
La única mujer participante en Pancasán fue la compañera Gladys Báez, actual diputada ante la Asamblea Nacional. Carlos creía y llamaba a los estudiantes a constituirse en la cantera de cuadros revolucionarios, capaces de ir creando las condiciones de preparación político-ideológica en las organizaciones estudiantiles como el Frente Estudiantil Revolucionario (FER).
El mando político-militar esperaba un cargamento de armas que llegarían procedente de la colaboración del movimiento guerrillero guatemalteco, con el cual se contaría con mayor poder de fuego y de combatientes. La conexión no se logró concretizar y en busca de avanzar se destacó una columna guerrillera al mando del comandante Silvio Mayorga, que se movilizaría en busca de montar emboscadas a las tropas de la G.N.
Luego de unos combates donde se le causaron bajas a la guardia, en el campamento central se recibió la información que un contingente de guardias se desplazaba con armamento pesado y en dirección donde se encontraba la columna de Silvio Mayorga.
El comandante Fonseca envió de correo a Heriberto García, quien logró contactarlo y trasmitirle la orientación que tomara rumbo norte y no el camino por el que se habían marchado. Mayorga desatendió la orientación y se trasladó a una hondonada, donde quedó atrapado y rodeado por la G.N, entablándose un combate que duró doce horas, según la versión de Rivas Alfaro, provocando la muerte de la mayoría de combatientes.
En Pancasán cayeron 13 sandinistas el 27 de agosto en una emboscada: los compañeros Silvio Mayorga, jefe de la columna, Francisco Moreno, Otto Casco, Faustino García, Carlos Reyna, Carlos Tinoco, Rigoberto Cruz (Pablo Úbeda), Nicolás Sánchez, Ernesto Fernández, Fermín Díaz, Felipe Gaitán y el doctor (médico) Oscar Danilo Rosales.
En fila india agarrados de la faja
La masacre y el excesivo despliegue militar de la G.N, seguido de la represión, capturas, torturas y muertes de campesinos colaboradores, obligó al resto de la guerrilla a moverse del campamento. Comenzaban a caminar al caer la noche y paraban al amanecer, donde hacían un improvisado campamento con hamacas y champas plásticas para descansar y volver a retomar la caminata buscando la profundidad de la montaña, evadiendo la feroz persecución.
Se organizaron en tres columnas: una vanguardia, una intermedia y una retaguardia. Al frente de la intermedia estaba el comandante Fonseca y para no perderse en la oscuridad y absoluto silencio de la noche “nos agarrábamos de la faja, a mí me correspondió el honor de ir detrás de Carlos, y fue donde me di cuenta que casi no podía mirar nada, porque al avanzar se caía, te imaginás que nos hubiera pasado eso en un guindo”, comenta “Polo”.
El comandante Oscar Turcios, uno de los dirigentes históricos con amplia claridad política y experiencia militar fue el que les enseñó a preparar los buzones que consistía en cavar un hueco cuadrado, que luego era forrado con lámina lisa de zinc, donde se podía almacenar desde víveres, avituallamiento, armas, municiones y podían pasar varios años, “era como una nevera”, explica Rivas Alfaro.
Con el pasar de los días los guerrilleros con Carlos Fonseca se fueron desmovilizando, contando con el apoyo de colaboradores de la guerrilla como don Erasmo Montoya, quien en su jeep trasladó al comandante Daniel Ortega desde Matagalpa hasta Managua. Poco antes de llegar a la garita de la carretera norte había un retén de guardias cateando los vehículos. Ante el inminente peligro, Daniel le dijo a don Erasmo con serenidad y aplomo: “Usted siga tranquilo yo me bajo”, como efectivamente lo hizo y se internó entre unos montes.
Don Erasmo Montoya contaría años después, que nunca había visto a un hombre tan sereno y tranquilo como a Daniel, que ante el peligro de la muerte no puso en riesgo a su colaborador.
Carlos Fonseca era enérgico, firme, pero a la vez flexible y cariñoso con sus compañeros. Jamás escucharon que le levantara la voz a nadie, ni pronunciar improperios, imponía respeto y autoridad, refiere Rivas Alfaro.
http://www.visionsandinista.net/2019/11/22/buscando-la-unidad-del-fsln-encontro-la-muerte/?fbclid=IwAR33_6VF9GB6dMtbdRS58Q1D-b7ftdzv_5Kf0SNGp0uRIMA-dak7777WXcw