El imperio petrolero construido por los países del golfo Pérsico está a punto de desmoronarse.
Los fondos soberanos, que previamente estuvieron listos para pagar el mayor precio por cualquier activo en Oriente Medio, ya no pueden servir a estos Estados de "los cajeros automáticos mágicos", advierte el periodista David Fickling.
Las monarquías del golfo Pérsico experimentaron influjos considerables de ingresos en la segunda mitad del siglo pasado que convirtieron a una de las regiones más pobres del planeta en uno de los lugares más influyentes.
Hoy en día Catar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos son más ricos que Suiza, mientras que Arabia Saudí, Bahréin y Omán pueden posicionarse en la misma línea que países como Japón y el Reino Unido.
Más petróleo, más recortes
No obstante, cualquier fuente de riqueza tiende a agotarse con el paso del tiempo, advierte el columnista en su artículo publicado por la agencia Bloomberg.
La actual guerra de precios en los mercados petroleros no hará otra cosa que acelerar el momento en el que las economías de estos países, de naturaleza insostenible, se vean obligadas a "rendir cuentas de una manera brutal".
Ahora, las seis monarquías están listas para destapar reservas de petróleo que inundarán los mercados y expulsarán de allí a los productores con los mayores costos de extracción.
Arabia Saudí planea incrementar la producción diaria en 2,5 millones de barriles, generando la mayor ola de este tsunami.
A su vez, los Emiratos Árabes Unidos agregarán unos 200.000 barriles, mientras que Kuwait acrecentará su extracción diaria en 110.000 barriles, calcularon en la consultoría Rystad Energy.
Sin embargo, la mayor amenaza proviene no del aumento de la extracción en sí, sino de las economías de varios países del golfo Pérsico.
Necesitan que el precio del crudo sea más alto para poder equilibrar sus presupuestos y apoyar sus divisas, vinculadas al dólar.
Como resultado del anterior declive de precios en 2014, las monarquías aprobaron recortes presupuestarios viciosos, suspendieron subsidios y gravaron con impuestos las ventas de tal manera que erosionaron "los bordes de sus suntuosos estados del bienestar", recalca el periodista.
Entre 2014 y 2018 los activos financieros netos acumulados por seis monarquías del golfo Pérsico se desplomaron aproximadamente unos 500.000 millones de dólares, hasta situarse en dos billones, según un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional.
Si la demanda de petróleo no alcanza su máximo, estos activos se agotarán para 2034.
El crudo a 20 dólares por barril los hará evaporarse de una manera más rápida para 2027, calcularon los analistas del ente.
"Si [las cotizaciones] caen por debajo del nivel anterior, habrá presión por agregar más impuestos y reducir aún más los servicios públicos inflados", advierte el autor del artículo.
¿Qué país será el más afectado por la guerra de precios?
La mayor parte de los productores de petróleo y de gas de la región ha estado acumulando enormes déficits fiscales que ahora amenazan con aumentar sustancialmente.
El umbral de la rentabilidad de la extracción, necesaria para que el presupuesto gubernamental sea equilibrado, podría alcanzarse en muchos países de la región solo si el precio del petróleo fuese el doble del de ahora, consideran los analistas del Consejo Europeo para Relaciones Exteriores.
A menos que el precio del crudo suba rápidamente, los países del golfo Pérsico tendrán que aprobar urgentemente recortes salariales y reducir considerablemente los subsidios, además de subir los impuestos.
Si bien Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos podrán aguantar su impacto a corto plazo conservando sus reservas de petróleo y endeudando los capitales adicionales de los mercados internacionales, Irán e Irak no contarán con estas herramientas debido a una serie de riesgos.
Por si fuera poco, las consecuencias económicas causadas por la guerra de precios se agravan con la expansión del coronavirus, que dañará especialmente las finanzas, el turismo, el comercio y la logística, entre otros sectores.
Los activos financieros netos mantenidos por el Gobierno de Arabia Saudí —entre los que figuran las reservas del banco central y las de los fondos de riqueza, restando la deuda pública— se redujeron a solo el 0,1% del PIB en 2018, una cifra lejos del 50% del PIB en 2014.
Ahora, es probable que el reino se convierta en deudor neto a corto plazo, incluso si el precio del petróleo vuelve a subir por encima de los 80 dólares por barril.
Los Emiratos Árabes Unidos también prevén hacer frente a un período de turbulencias económicas, con el emirato de Dubái a la cabeza.
Y es que todavía no se ha recuperado por completo de la crisis financiera del 2008.
Sus problemas económicos han crecido notablemente en los últimos años. Las empresas públicas acumularon una deuda tan masiva que se acerca a casi la mitad del PIB de Dubái.
A su vez, el Dubai Financial Market General Index ha perdido un 61% de su valor desde 2014 y los precios de las viviendas se han hundido por miedo a una burbuja inmobiliaria.
El año pasado Irán perdió ingentes ingresos petroleros debido a las sanciones estadounidenses.
Las exportaciones de hidrocarburos se han reducido hasta 500.000 barriles diarios, lejos de los 2,5 millones de barriles registrados en 2017.
El PIB llegó a contraerse un 9,5% en 2019, mientras que la tasa de inflación estimada del 35% afectó al poder adquisitivo.
Los precios bajos del petróleo continuarán reduciendo la habilidad del Gobierno iraní de sostener el gasto social y menoscabarán sus esfuerzos para luchar contra el coronavirus, cuyo impacto en el país persa es tremendo.
Teherán incluso tuvo que pedir por primera vez desde 1962 al Fondo Monetario Internacional que le prestase urgentemente recursos por un valor de 5.000 millones de dólares.
Sin embargo, Irán ocupa una posición más aventajada que sus socios de la región por dos simples razones.
Los ingresos petroleros constituyen tan solo un 30% de su presupuesto gubernamental.
Se trata de una tasa de dependencia relativamente baja en comparación con la de otros Estados de la región.
Segundamente, Irán sufrirá el menor daño a raíz de los precios porque el país persa ya experimentó un shock por los ingresos bajos entre 2018 y 2019, después de que fuese sometido a las sanciones occidentales.
Irak es el Estado que puede sufrir los mayores estragos por la guerra de precios, consideran en el Consejo Europeo para Relaciones Exteriores.
Los ingresos petroleros constituyeron el 95% del presupuesto iraquí en 2019. Las consecuencias del desplome de las cotizaciones del crudo ya pueden sentirse en la economía de un Estado que experimenta cada vez más dificultades a la hora de pagar los salarios a los empleados públicos.
A nivel técnico los precios bajos pueden ralentizar la expansión de la industria petrolera de Irak, que últimamente ha incrementado el coste de la producción marginal debido a la extrema dificultad de sus proyectos geológicos.
Las exenciones a las importaciones de energía y de gas natural procedentes de Irán y esenciales para su seguridad energética se las concedió Washington solo en caso de períodos cortos de 45 días.
Estos son solo algunos de los problemas que los países del golfo Pérsico pueden experimentar en el futuro si los precios del crudo se mantienen bajos.
A los económicos se sumarán luego los políticos y los sociales.
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