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Naciones Unidas resume los acontecimientos más importantes de la década a nivel global


Granma comparte algunas de las grandes historias del mundo y de las Naciones Unidas ocurridas entre 2010 y 2019. Sumamos a este dossier, los textos de nuestros periodistas en las coberturas informativas

La década comenzó con un inmenso desastre en Haití, el país más pobre del hemisferio occidental. Un catastrófico terremoto de magnitud 7.0 azotó a esa nación el 12 de enero, matando a cientos de miles de personas (220.000 según cifras del gobierno haitiano) y causando graves daños a la infraestructura.

Una semana después de la tragedia, el Consejo de Seguridad autorizó un aumento de 3500 efectivos de mantenimiento de la paz para Haití, que se sumaron a los 9000 que ya estaban en el país para reforzar a la Misión de la ONU y ayudar con los esfuerzos de recuperación, reconstrucción y estabilidad.

Como enviado especial de la ONU para Haití, el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, estuvo estrechamente involucrado con estos trabajos.

La Misión de la ONU en Haití, MINUSTAH, no escapó a los efectos del terremoto: el Hotel Christopher, que albergaba su sede, colapsó y murieron 102 miembros del personal de la ONU, incluido el representante especial del Secretario General en Haití, Hédi Annabi, su segundo Luiz Carlos da Costa, y el comisionado de policía interino, Doug Coates de la Policía de Canadá.

Unos 132 trabajadores de la ONU fueron rescatados por equipos internacionales, quienes lograron sobrevivir, a pesar de pasar cinco días atrapados bajo los escombros del edificio.

2011: comienza el conflicto de Siria

En abril de 2011, el entonces Secretario General, Ban Ki-moon, telefoneó al presidente sirio Bashar Al-Assad para decirle que estaba «muy perturbado» por los informes de violencia en el país, luego de manifestaciones que formaban parte de una iniciativa más amplia: el movimiento democrático en el norte de África y Medio Oriente conocido como la Primavera Árabe, que condujo a la caída de gobiernos de larga data en Túnez y Egipto.

Ninguno de ellos podría haber sabido que, ocho años después, el conflicto seguiría en curso, y habría provocado una gran crisis de refugiados, cientos de miles de muertes de civiles y un gran desastre humanitario. Más de 5,6 millones de personas han huido de Siria desde 2011 y se cree que unos 6,6 millones están desplazados dentro del país, según la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR.

Actualmente la lucha está lejos de terminar, pero la ONU ha estado trabajando arduamente desde 2011 para encontrar una solución política al complejo conflicto. En 2019, a través de una negociación mediada por la ONU se logró reunir a 150 representantes del Gobierno, la oposición y la sociedad civil, para las primeras conversaciones cara a cara en cinco años que definirán el futuro de la constitución del país.

Sin hacer ninguna promesa de que ese diálogo terminará con el sufrimiento del pueblo sirio, el enviado de la ONU al país, Geir Pedersen, dijo en noviembre al Consejo de Seguridad que podría ser una "puerta de entrada" para finalmente proporcionar una solución al conflicto brutal que sufre Siria.

2012: Malala se convierte en «la adolescente más famosa del mundo»

Desde temprana edad, la estudiante paquistaní Malala Yousafzai era conocida por hablar a favor de la educación de las niñas y destacar las atrocidades de los talibanes.

Nació y creció en el volátil Valle de Swat, en el noroeste del país, y se destacó en 2010, cuando apareció en un documental del New York Times sobre su vida, escrito cuando el ejército pakistaní entró en la región y se enfrentó con combatientes talibanes.

En octubre de 2012, mientras tomaba el autobús a casa desde la escuela, un pistolero talibán disparó a Malala y a otras dos niñas: una bala la golpeó en la cabeza, pero afortunadamente sobrevivió y se recuperó.

El ataque hizo eco en todo el mundo y fue ampliamente condenado. En el Día de los Derechos Humanos ese año la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) realizó un homenaje especial a Malala en su sede en París, impulsando la acción para garantizar el derecho de todas las niñas a ir a la escuela y promover su educación como una prioridad urgente.

El activismo y el perfil de Malala solo han crecido desde el intento de asesinato. Yousafzai ganó varios premios de alto perfil, incluido el Premio Nobel de la Paz 2014 (compartido con el activista social indio Kailash Satyarthi), y se convirtió en Mensajera de la Paz de la ONU en 2017, con un enfoque especial en la educación de las niñas.

2013: Se establece Misión de la ONU para proteger a los civiles en Mali

Se le ha llamado la 'misión más peligrosa' de la ONU,. Las fuerzas de paz han sufrido bajas severas y regulares por las actividades de los grupos armados en el norte del país, mientras intentan proteger a los civiles de la inestabilidad, que incluye enfrentamientos interétnicos mortales.

La MINUSMA, la Misión de la ONU en Mali, se estableció en abril de 2013, cuando el Consejo de Seguridad votó para aprobar una operación de 12.600 efectivos autorizada "a utilizar todos los medios necesarios" para estabilizar el país; proteger a la población local, así como al personal de la ONU y los artefactos culturales; y asegurar el flujo de ayuda humanitaria a quienes la necesitan.

A pesar de la presencia de MINUSMA, la situación en el país es extremadamente difícil para los cascos azules en Mali. Recientemente, un experto de la ONU en derechos humanos describió la situación de seguridad como «crítica», con incidentes de violencia comunitaria y ataques mortales de grupos armados sin precedentes.

2014: la ONU lucha contra el peor brote de ébola en la historia

En diciembre de 2013, en el pueblo de Meliandou, en Guinea, un niño llamado Emile Ouamouno falleció. Fue una tragedia para su familia, pero su muerte adquirió un significado mucho más amplio, cuando Emile fue nombrado el paciente cero de lo que se convirtió en el peor brote de ébola en la historia.

El virus mortal y altamente contagioso se propagó rápidamente a través de Guinea, así como a las vecinas Liberia y Sierra Leona, para llegar a conocerse como el brote de ébola en África occidental. Las economías de los tres países estuvieron a punto de colapsar y los servicios de salud se vieron limitados. Se registraron unas 6000 muertes ese año, y comunidades enteras fueron paralizadas por el miedo.

Para agosto de 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había declarado el brote como Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional con el fin de garantizar una respuesta internacional coordinada, liberar fondos y detener la propagación de la enfermedad a otros países.

Pasarían dos años hasta que la OMS pudiera declarar terminada la emergencia, momento para el cual se habían registrado 28.616 casos y 11.310 muertes de ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona.

Un informe independiente de 2016 señaló que hubo un retraso en la identificación de la escala sin precedentes del brote, y destacó la importancia de una mejor capacitación para los equipos de trabajadores de la salud y una mejor comunicación entre las redes sanitarias.

Lamentablemente, desde 2018, otra parte de África ha estado luchando contra el segundo brote de ébola más grande registrado: hasta el momento se han perdido más de 2200 vidas, en medio de unas 3300 infecciones confirmadas en la República Democrática del Congo (RDC).

La parte oriental del país, donde se concentra el brote, también se enfrenta a una grave inseguridad y violencia, lo que dificulta los esfuerzos para contener la enfermedad. Después de los combates en noviembre de 2019, la OMS declaró que alrededor de un tercio de su equipo de respuesta al Ébola en la región de Beni tuvo que ser reubicado temporalmente, una medida que, según advirtió la agencia de salud de la ONU, hará más probable la propagación del virus.

2015: nueva esperanza para la acción climática

En diciembre de 2015, con la adopción del Acuerdo de París sobre cambio climático se renovó la esperanza para el medio ambiente. Por primera vez, prácticamente todos los países del mundo se comprometieron a combatir la crisis climática y a adaptarse a sus consecuencias, que incluyen la amenaza del calentamiento global.

Ban Ki-Moon, el entonces Secretario General, aclamó el acuerdo como un "triunfo monumental", escribiendo en las redes sociales que preparaba “el escenario para avanzar en el fin de la pobreza, fortalecer la paz y garantizar una vida digna y una oportunidad para todos".

El acuerdo fue adoptado luego de dos semanas de negociaciones en la conferencia de la ONU sobre el cambio climático COP21. Abarca mitigación, para mantener las temperaturas no más de 2 grados Celsius más altas que los niveles preindustriales; adaptación, para que los países puedan lidiar mejor con los impactos del cambio climático; y apoyo, con financiamiento disponible para las naciones más vulnerables y más pobres.

La adopción tuvo lugar en un espíritu de gran emoción y esperanza, con lágrimas en los ojos de muchos delegados. Ban dijo que todos los involucrados deberían estar orgullosos de lo que habían logrado, pero señaló que el Acuerdo era solo el comienzo, porque el trabajo estaba por empezar al día siguiente.

Cuatro años después, el Acuerdo sigue siendo visto como un pilar clave en el largo camino hacia una economía global más limpia y sostenible, pero hay muchos indicadores de que no se ha realizado suficiente trabajo.

Una gran cantidad de informes y estudios ambientales muestran el daño continuo al medio ambiente debido al cambio climático provocado por el hombre, y la probabilidad de que, si continuamos en el camino actual, las temperaturas se elevarán mucho más allá del nivel de 1.5 grados Celsius, con consecuencias catastróficas.

El sucesor de Ban como jefe de la ONU, António Guterres, ha hecho de la crisis climática uno de los pilares centrales de su mandato, instituyendo varias iniciativas que aseguraron que el tema recibiera un nuevo impulso y enfoque, particularmente en 2019.

2016: un plan para un futuro mejor

Durante los primeros 15 años del siglo XXI, muchas de las actividades de la ONU fueron guiadas por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), con ocho objetivos que iban desde reducir a la mitad las tasas de pobreza extrema hasta detener la propagación del VIH / SIDA y proporcionar educación primaria universal.

Para 2015, año objetivo de las metas, se había logrado mucho trabajo positivo, pero se necesitaba una nueva visión. 

Esto se convirtió en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que se lanzó oficialmente en 2016, y fue diseñada para aprovechar los ODM y completar lo que no pudieron lograr.

La Agenda estableció un plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad, incluida la erradicación de la pobreza, descrita por la ONU como «el mayor desafío global y un requisito indispensable para el desarrollo sostenible».

Se anunciaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con metas diseñadas para llevar a cabo acciones en cinco áreas principales: las personas (erradicación de la pobreza y el hambre); el planeta (protección contra la degradación y acción urgente sobre el cambio climático); la prosperidad (garantizar un buen vivir para todos); la paz (fomentar sociedades libres de miedo y violencia) y la asociación (para movilizar los medios para alcanzar los Objetivos).

En el lanzamiento de los Objetivos, el entonces Secretario General, Ban Ki-Moon, dijo que los ODS representaban una «visión compartida de la humanidad y un contrato social entre los líderes mundiales y las personas. Son una lista de cosas por hacer para las personas y el planeta, y un plan para el éxito», afirmó en esa ocasión.

En 2020, solo faltarán 10 años para alcanzar los Objetivos e implementar la Agenda, y la ONU ha lanzado una Década de Acción para acelerar el proceso. Esto se anunció en septiembre de 2019, en la primera Cumbre sobre el progreso de la Agenda, que se convocó en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

En el cierre de la conferencia de dos días, la subsecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, dijo que habían surgido tres mensajes concretos de la cumbre: un compromiso renovado de los líderes mundiales para implementar la Agenda, que describió como crítica para responder a las necesidades del mundo; mayores desafíos, un reconocimiento de que se deben intensificar los esfuerzos para alcanzarlos; y claridad sobre la tarea que se avecina, con una década decisiva para «fomentar una acción global más ambiciosa».

La parte final de nuestra mirada hacia atrás en la última década incluye el lanzamiento de la Misión de la ONU en Colombia después de un histórico acuerdo de paz; el final exitoso del mandato de la Misión de la ONU en Liberia; y un nuevo impulso en la lucha contra la crisis climática, a pesar de la decepción por la conferencia climática COP25 en Madrid.

2017: Una esperanza para la paz en Colombia

El 24 de noviembre de 2016, tras más de 5 décadas de conflicto y varios años de negociación, el Gobierno de Colombia y las FARC firmaron un Acuerdo de Paz que estableció un cese al fuego bilateral y definitivo.

Ambas partes solicitaron al Consejo de Seguridad el establecimiento de una Misión, cuyo objetivo es monitorear que se cumplan los compromisos estipulados en el acuerdo, tales como el desarme y la reincorporación de los excombatientes a la sociedad civil.

En marzo de 2017, la Misión de la ONU en Colombia comenzó el proceso de verificación de la dejación de armas de las FARC-EP. Una parte del proceso de paz que finalizó con éxito el 26 de septiembre de 2017.

En total se entregaron 8994 armas, entre las que se encontraban pistolas, fusiles de asalto, ametralladoras y lanzacohetes; así como casi dos millones de municiones y 3528 minas antipersonales.

Actualmente la ONU continúa apoyando el cumplimiento del Acuerdo de Paz en Colombia a través de la Misión de Verificación de la ONU, aprobada según la resolución 2377 de 2017.

Durante su visita al país en enero de 2018, el Secretario General de la ONU, António Guterres aseguró que el proceso de paz implicaba una transformación «extraordinaria» y que le generaba esperanza sobre el futuro del país

Sin embargo, desde la firma del Acuerdo de Paz, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha verificado 303 asesinatos de defensores de derechos humanos y líderes sociales, 86 de los cuales ocurrieron en 2019 (incluidas 12 mujeres). La mayoría tuvieron lugar en zonas abandonadas por las antiguas FARC-EP y donde la presencia del Estado es limitada.

António Guterres ha dicho que la situación de los líderes indígenas merece especial atención, porque se ha producido «un serio aumento» del número de asesinatos, amenazas, casos de confinamiento, desplazamiento forzoso y reclutamiento forzado.

Asimismo, ha indicado su preocupación por los homicidios a 173 desmovilizados de las FARC, y los reportes de 14 desapariciones y 29 intentos de homicidio.

El titular de la ONU ha resaltado que «queda mucho para consolidar la paz» y que para ello se requerirá un esfuerzo coordinado del Gobierno y las instituciones del Estado, los partidos políticos, el sector privado y la sociedad civil, con el acompañamiento de la comunidad internacional.

2018: ONU se va de Liberia con su misión cumplida

Liberia fue una vez sinónimo de inseguridad y violencia ya que sufrió 15 años de conflicto entre 1989 y 2003, durante ese periodo atravesó dos guerras civiles, un colapso total de la ley y el orden y vio la muerte de casi 250.000 personas.

En 2018, el cambio en la suerte del país fue completo: en enero, George Weah sucedió a Ellen Johnson Sirleaf como presidente del país, la primera vez en casi tres cuartos de siglo que los liberianos habían visto una transferencia pacífica del poder.Liberia

Y, en marzo, la Misión de la ONU en Liberia, UNMIL, que fue establecida por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2003 después de que se firmó un acuerdo de paz para poner fin a los combates, cerró.

Durante su toma de posesión en enero, el presidente Weah elogió a la Misión por garantizar "ininterrumpida paz dentro de sus fronteras por más de una década".

La UNMIL creó con éxito un entorno de seguridad que permitió a más de un millón de refugiados y personas desplazadas regresar a sus hogares; apoyó la celebración de tres elecciones presidenciales y ayudó al Gobierno a establecer su autoridad en todo el país después de años de lucha e inestabilidad.

El 31 de marzo, la Misión fue reemplazada por un equipo de la ONU en el país, y los 17 fondos y agencias de la ONU presentes en Liberia permanecen allí para enfocarse en el desarrollo y mejorar las vidas de los liberianos.

Al dirigirse a la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2018, el presidente Weah nuevamente agradeció el trabajo de la UNMIL y señaló que «trajo estabilidad y ayudó a reconstruir las instituciones y comunidades de Liberia».

«Somos una historia exitosa de mantenimiento de la paz, y estamos agradecidos por el apoyo brindado», dijo.

2019: nuevo impulso en la lucha contra la emergencia climática

Este año, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, inyectó un nuevo impulso en la lucha contra la crisis climática con una serie de informes contundentes de varias fuentes autorizadas, incluido el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Meteorológica Mundial, el organismo de cambio climático de la ONU (CMNUCC), y el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Los científicos transmitieron el claro mensaje de que el mundo enfrentará una catástrofe ambiental global a menos que se hagan recortes significativos a las emisiones de gases de efecto invernadero.

El ritmo constante de presión del jefe de la ONU culminó en su Cumbre de Acción Climática en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York este septiembre. Antes de su realización, Guterres advirtió a los líderes mundiales que esperaba que llegaran con planes concretos para reducir las emisiones, en lugar de «hermosos discursos».

La conferencia fue un éxito, ya que muchos países anunciaron una mayor acción para hacer frente a la crisis climática, más allá de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París en 2015.

Varias naciones dijeron que se alejarían de los combustibles fósiles e hicieron compromisos financieros para ayudar a los países en desarrollo a enfrentar los efectos del cambio climático; las principales empresas anunciaron objetivos climáticos en todas sus operaciones; y más de 2000 ciudades se comprometieron a colocar el riesgo climático en el centro de su toma de decisiones.

Sin embargo, la atención estuvo dominada por el discurso furioso y apasionado de la activista Greta Thunberg, de 16 años, quien criticó a los líderes mundiales: «nos están fallando, pero los jóvenes están comenzando a comprender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están puestos en ustedes, y si eligen fallarnos, nunca se los perdonaremos».

La ira de Thunberg fue bien recibida por el Secretario General, quien cerró la conferencia al reconocer “el impulso, la cooperación y la ambición", pero también advirtió que "hay un largo camino por recorrer".

La conferencia climática de la ONU COP25 en Madrid, que tuvo lugar durante las dos primeras semanas de diciembre, fue el siguiente hito en el largo viaje hacia una economía global sostenible.

Muchos expertos y activistas vieron la conferencia como una decepción, ya que no se llegó a un consenso general sobre el tema clave del aumento del cambio climático. Pero el líder de la ONU, António Guterres, se negó a ver la COP25 como una derrota, prometiendo que no se rendirá y destacando que hubo varias señales de progreso y un impulso creciente para el cambio.

La Unión Europea, por ejemplo, se comprometió con la neutralidad del carbono para 2050 y 73 naciones anunciaron que presentarán un plan de acción climática mejorado. Una oleada de ambición por una economía más limpia también fue evidente a nivel regional y local, con 14 regiones, 398 ciudades, 786 empresas y 16 inversores que están trabajando para lograr cero emisiones netas de CO2 para 2050.

Mirando hacia el próximo año, la ONU celebrará su 75 aniversario y, para conmemorar la ocasión, lanzará la «conversación global más grande sobre el futuro del planeta», como parte de los eventos que marcan la efeméride.

Esto implicará diálogos que se realizarán en todo el mundo y permitirán a las personas expresar sus esperanzas y temores, y a la ONU aprender de sus experiencias. Las opiniones e ideas generadas se presentarán a los líderes mundiales y a los altos funcionarios de la ONU en un evento de alto perfil por celebrarse en septiembre de 2020.

(Tomado de Noticias ONU)

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