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El análisis mediático y las consecuencias que pueden devenir del asesinato del general Soleimani

El análisis serio de un evento internacional de impacto se debe de tratar en frio, luego de varios días del suceso, del evento noticioso disruptivo.
Apresurarse es lo mismo que competir con la primicia de “ocho columnas” (como se decía antes de que los medios digitales dominaran la información masiva) y arriesgarse a la falta de objetividad o aventurarse a la apreciación somera y en último instancia al error.

La noticia, por su frescura y celeridad es “recalibrada” (sin necesidad de corrección) por el siguiente reportaje sobre el mismo hecho, más aún hoy cuando el suceso es abordado de manera inmediata (en tiempo real) gracias a las tecnologías de la información y la participación de la sociedad a través de las Redes sociales. 

El análisis carece de esa permisividad, por lo que sólo el tiempo prudencial, la llegada de mayor cantidad de datos, testimonios, factos, declaraciones oficiales de todas las partes involucradas y el análisis (ya en frío) del caudal de noticias procedentes de la mayor cantidad de fuentes, puede dar mayor garantía de la certeza y calidad del mismo.

El análisis tiene como función principal orientar a los receptores interesados (población, grupos específicos, instituciones, gobiernos e individuos) sobre los antecedentes y detalles fidedignos del suceso, de sus implicaciones, particularidades y sobre todo su impacto real y alcances tanto para los implicados, como para la comunidad internacional, las relaciones internacionales y sobre todo, para la preservación de la Paz.

El asesinato del teniente-general iraní Qasem Soleimani en Iraq, abre una etapa de incertidumbre mundial, en las relaciones internacionales y en la población informada global, sin embargo, también ha traído (como todo gran impacto mediático) una avalancha de “análisis” apresurados (sobre todo en Redes sociales) que más que guiar, están desinformando y creando zozobra e inclusive pánico, en el público en general.

 Mucha de esta información (cierta o manipulada) como ya es usual, se origina en las propios laboratorios mediáticos de los países involucrados. 

Revisemos a los protagonistas y antagonistas de este suceso, pero antes tratemos de aclarar por qué este evento funesto reviste tanta relevancia mediática e importancia real a nivel global.

Algunos países de Oriente Medio y la región del Golfo pérsico son en la actualidad el teatro de una confrontación bélica, política y diplomática de intensidad variable que amenaza escalar en un conflicto de mayores proporciones, inclusive hasta llegar a una confrontación global. 

Las Potencias regionales (Israel, Irán, Turquía y Arabia Saudita) tratan por todos los medios de hacerse del control político y económico de esas regiones de Asia, el Mediterráneo y el Norte de África, creando alianzas inter y extra regionales y atizando conflictos como la guerra en Siria y Yemen e introduciendo un clima de inestabilidad en las regiones reclamadas por los kurdos, Palestina y fronteras de sus mismos Estados. 

Todo esto en concordancia o discrepancia con los intereses de las Potencias globales, que también participan directamente de los conflictos bélicos, con la justificación de la defensa de sus intereses y seguridad nacional, el cumplimiento de tratados bilaterales o la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado internacional. 

Irán es (después de Israel, que ostenta en sus arsenales el arma nuclear) el jugador más importante de este tablero de intereses geoestratégicos regionales. 

Potente y modernamente armado gracias a su propio complejo militar-industrial, pero a la vez, con la facilidad de comprar tecnologías y sistemas de armas ofensivas y defensivas de última generación, debido a una economía solvente (aún con las enormes sanciones del capitalismo mundial), anclada en sus grandes reservas de hidrocarburos es, desde hace un poco más de medio siglo, consistente adversario de los Estados Unidos, Occidente y de las otras tres potencias regionales ya mencionadas (aunque últimamente, ha limado asperezas con Turquía), debido a lo cual ha construido un ejército numeroso y calificado. Irán cuenta con un programa nuclear que según afirman sus adversarios va encaminado al campo militar, pero cuyos avances son secreto de Estado. 

Un detalle importante es que Irán es socio comercial de Rusia y China, aunque no se puede afirmar que sean aliados militares. 

En resumen, es la zona más explosiva del mundo, capaz de generar una catástrofe económica (por poseer de manera conjunta las mayores reservas de petróleo del mundo, de las que dependen la sostenibilidad y el progreso del Capitalismo mundial) y sobre todo, porque aquí puede originarse la tercera guerra mundial a causa de la intrincada red de intereses, tejida por las Potencias globales y las principales economías del planeta.

Como es sabido, Soleimani pertenecía a la élite militar internacional que dirige los principales conflictos regionales, teóricamente, perteneciente al bando aliado (en el que participan los gringos) contra los grupos terroristas, sin embargo, “sorpresivamente” es liquidado por una bomba, disparada desde un dron estadounidense, autorizado por el propio presidente gringo.

Partiendo de un facto histórico, los gringos no improvisan, ni ninguno de sus presidentes, ejecutiva e inconsultamente, asume el riesgo de dar inicio a una guerra de su país, contra cualquier otro. 

Ya son de antología sus “falsos-positivos” (desde el “incidente” del Maine en la Bahía de la Habana, hasta el “atentado” terrorista contra las Torres Gemelas) para provocar el desencadenamiento de una guerra que al final les traerá más redito que pérdidas o el uso de recurrentes excusas como el peligro de sus ciudadanos en un país hostil, la lucha contra el terrorismo o la defensa de los Derechos Humanos, pero en ese polvoriento rincón de Iraq el método (aunque recurrente en la última década para eliminar “hostiles” en Medio Oriente y África) no es propio para eliminar a “aliados” en esa larga “tradición” y experiencia interventora.

Lo antes expuesto nos indica que el perpetrador no sólo es el inestable y sociópata Donald Trump, sino todo el ya famoso “Estado profundo” gringo, que incluye al lobby sionista, en coordinación necesaria con sus aliados occidentales, Israel y Arabia Saudita. 

¿Qué objetivos persiguen los gringos con este atentado mortal? 

Este, obviamente, minuciosamente planeado atentado personalizado nos lleva a varias hipótesis:

Si Irán responde “inadecuadamente” es decir busca retaliación atacando o eliminando blancos mayores (una ciudad gringa o europea aliada, una base militar de importancia estratégica, una flota naval, etc.) todo el poderío gringo, de la OTAN y aliados regionales será desatado contra los persas, posiblemente con resultados funestos para estos. 

Los vencedores, tomarán su botín de guerra (el control del petróleo iraní y el acceso al Golfo pérsico, la destrucción de la capacidad industrial y militar, incluido el programa nuclear de Irán, etc.), al mismo tiempo que tomarán completo control del vecino Iraq (expulsando a las fuerzas palestinas anti-sionistas de Hezbollah, fuerzas kurdas pro-sirias e iraníes antiterroristas de su territorio) dándole respiro militar a Israel y asediando con mayor efectividad a Siria.

 A la par de todo esto, en uso de una “carambola” estratégica, prácticamente sacaría de competencia a sus competidores comerciales (China y Rusia) de una parte sustancial del sub-continente y de paso, fortalecería a su binomio de aliados estratégicos (Israel y Arabia Saudita), debilitando a Turquía, que hoy resulta a los para los gringos, un socio toxico y conflictivo. 

La segunda opción: Irán se apacigua, luego de su iracunda y justa reacción y busca la mesa de compromisos (patrocinada por chinos, rusos y quizá la ONU), los yanquis también habrán sacado redito a su cobarde ataque, pues demostrara al mundo que sigue vigente como policía del mundo, fortalecería su posición frente a todos los pequeños y medianos conflictos en el área, introduciendo un elemento de imprevisibilidad y fuerza letal en sus reacciones políticas y militares frente a Siria, Iraq, Yemen y el propio Irán.

 Es decir, golpea la mesa, dando a entender que “los gringos han regresado”.

El plan gringo (en relación ganar-ganar) es atrevido, pero planificado y en cualquier variable de respuesta iraní, el agresor habrá cumplido con sus objetivos, no importa que para ello sufra daños colaterales (ataques pequeños y medianos, muerte de soldados y oficiales, secuestro de sus ciudadanos, etc., en “homeland” o alrededor del mundo), el precio lo vale.

Aunque no hay que descartarlo, el elemento doméstico (reelección presidencial de D. Trump o distracción de sus problemas políticos internos) no parece relevante. 

Esta acción militar (punitiva o no) no es un libretazo, es-repito- una operación de Estado Mayor, amplia y secretamente consensuada por los más altos niveles del poder estatal gringo, que persigue objetivo geoestratégicos compensatorios (de los que más arriba hemos hablado) que asumen (riesgo calculado) el grave peligro para sus intereses, la de sus aliados y la paz en la región, que encierra una provocación de este calibre. 

Tanto demócratas como republicanos (aunque lo oculten a la opinión pública) saben que la relección de D. Trump es necesaria para el Imperio, en momentos de grave crisis política y autoridad de los EE UU en el mundo, sobre todo ante el surgimiento de un verdadero competidor al trono mundial del Capitalismo contemporáneo (China) y el asedio a sus intereses económicos (que el actual presidente ha sabido preservar, aunque sea a lo interno del país), tanto así que ambos partidos no tienen en nómina electoral a ningún candidato que pueda realmente convertirse en serio competidor para reemplazo en la Casa Blanca. 

Irán es ya famoso por sus grandes amenazas (luego de desmanes ejecutados por los yanquis) a su mortal enemigo, que al final han quedado en poco o nada. Solo recordemos el derribo –deliberado- de un avión de pasajeros iraní con doscientos noventa civiles muertos o la destrucción (un poco antes) de sus barcos en el Golfo Pérsico por parte de fragatas y aviones de la Armada yanqui. 

Lo mismo con bombardeos “quirúrgicos” contra objetivos estratégicos iraníes por parte de Israel. Luego de altisonantes amenazas iraníes de venganza contra los agresores yanquis y sionistas, al final las aguas regresaron a su nivel e Irán continuó construyendo su proyecto de nación.

Árabes, persas, turcos, turcomanos y otros pueblos islámicos, con mucha frecuencia recurren a un lenguaje fuerte, en el tono y forma, propio de las proclamas de sus razas guerreras y a tono con sus profundas creencias religiosas.

 Sin embargo, sus líderes (inteligentes, pragmáticos y cautos) toman en cuenta la real politik, coyuntura regional e internacional, correlación de fuerzas, sistemas de alianzas, asimetrías de poder militar y económico, siempre toman el camino que más convenga a los intereses de sus respectivos pueblos y naciones. 

El resto es manejo mediático. 

Irán es una Potencia regional, por tanto la muerte de un comandante, por importante que haya sido, no desmejora ese estatus y con la sabiduría propia de ese gran pueblo milenario, cuna de la Civilización occidental, comprende que aún no cuenta con el elemento más disuasorio en su arsenal militar: El arma nuclear. 

Pero estos eventos trágicos también le dan estribo y apertura para continuar con justeza, e inclusive, con la comprensión de gran parte la comunidad internacional, ante la cual aparece como víctima de un poder abusivo e injusto. Es decir, Irán también (estratégicamente) gana.

Así que, al menos en Nicaragua, concentrémonos en nuestros problemas que relativamente son enormes y vitales. Los yanquis (ya lo han demostrado) tienen la capacidad de hacer daño en varios escenarios a la vez. 

No por estar en la parafernalia mediática de los sucesos en Irán, se olvidarán de intervenir en los asuntos domésticos de nuestro país, de seguir financiando y aglutinando a la oposición golpista en contra de nuestro gobierno sandinista, trabajando día y noche por el regreso de un gobierno oligarca y del neoliberalismo a nuestro país.

A mi parecer la Paz mundial (en referencia a un enfrentamiento global), debido al cobarde y letal ataque gringo al teniente-general Soleimani, no está en peligro pese a que las Redes sociales y los grandes imperios mediáticos nos intoxiquen con informaciones verdaderas y (en mayor medida) falsas y los especialistas nos asusten con un futuro inmediato de hecatombe mundial.

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