Ni comida, ni techo, ni transporte y mucho menos esperanza. El Gobierno de Guatemala no ofrece absolutamente nada a los solicitantes de asilo, hondureños y salvadoreños, ‘transferidos’ desde Estados Unidos. El Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), que se mantiene en secreto, funciona sin consideraciones para las personas más vulnerables frente a la violencia y la pobreza.
Poco a poco empiezan a girar los engranajes en el gran mecanismo ideado por el gobierno de Donald Trump para deshacerse de los centroamericanos que van a EEUU a pedir asilo.
Un hondureño fue el primer ‘transferido’ de EEUU hacia Guatemala el 21 de noviembre de 2019. Y menos de dos semanas después, el 3 de diciembre de 2019, le siguieron otros dos hondureños y un salvadoreño.
‘Transferido’ es un eufemismo. Los solicitantes de asilo, cuatro centroamericanos, fueron expulsados del territorio estadounidense y trasladados a Guatemala en el marco del ACA. Y se espera que el número sea mucho mayor con el paso del tiempo.
EEUU ya tenía las leyes de inmigración para deportar a los migrantes que cruzaban sus fronteras sin documentos pero le faltaba una herramienta expulsar a quienes llegaban pidiendo asilo con el amparo del derecho internacional.
Así que el ACA fue la solución final de Trump al problema de los solicitantes de asilo provenientes de Centroamérica. Y el presidente Jimmy Morales y el ministro Enrique Degenhart fueron sus aliados estratégicos al refrendar y defender ese Acuerdo el 26 de julio de 2019.
Pero ahora, puesto en marcha el ACA, ni Morales ni Degenhart se están haciendo cargo de los centroamericanos que llegan al suelo guatemalteco. El Gobierno de Guatemala no ofrece alimentación, asistencia sanitaria, albergues, transportes, asesoría legal o apoyo a los centroamericanos expulsados de EEUU.
No hay absolutamente nada para quienes huyen de la violencia en sus países.
—Si dependiera del Gobierno, los hondureños y salvadoreños se quedarían en la calle, dice Leonel Dubón, director de El Refugio de la Niñez, una organización que atiende a niños y niñas guatemaltecas en situación vulnerable, pero con una misión de mayor alcance.
Los tres caminos hacia la incertidumbre
El Instituto Guatemalteco de Migración dice que los hondureños y salvadoreños tienen tres opciones en Guatemala: solicitar su retorno hacia su país de forma voluntaria y asistida —en caso de que su vida no corra peligro—, solicitar protección internacional —refugio— u optar por regularizar su situación migratoria dentro de lo establecido en el acuerdo regional CA4.
El problema es que cualquiera que sea su decisión, los centroamericanos necesitan ayuda. Pero las autoridades estatales no se hacen responsables de lo que necesitan las personas a su llegada a Guatemala y todo depende de organizaciones no gubernamentales y agencias internacionales.
Con la implementación del ACA, el Refugio de la Niñez es el primero que interviene desde el Centro de Respuesta Migratoria, que provee de asistencia legal a los hondureños y salvadoreños expulsados de Estados Unidos que llegan a Guatemala.
Los abogados almuerzan con los retornados, les informan sobre sus derechos y les exponen tres opciones que tienen para su futuro. Si los retornados deciden quedarse en Guatemala para pedir asilo o para regularizar su estatus migratorio, son trasladados la Casa del Migrante, que les provee de albergue, alimentación y asistencia sanitaria.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hace su trabajo, junto a organizaciones contrapartes, atendiendo las necesidades básicas de los solicitantes de asilo.
Y si prefieren volver a sus países, la Organización Internacional para las Migraciones facilita el Programa de Retorno Voluntario Asistido, para trasladar a los centroamericanos por vías seguras a Honduras o El Salvador.
—Ahora somos testigos de que el Estado está ausente y es el momento para hacer un llamado para que se hagan cargo, sostiene Dubón.
El director de la Casa del Migrante de Guatemala, el padre scalabriniano Mauro Verzeletti, ha trabajado más de 20 años en la protección de migrantes, a quienes da hospedaje, alimentación y asistencia médica.
Para el sacerdote Mauro Verzeletti, de La Casa del Migrante, hasta ahora solo hay incertidumbre sobre cómo proceder en cualquiera de las tres decisiones que tomen los hondureños o salvadoreños en Guatemala.
—No sabemos qué dice el ACA, no sabemos qué pasará en diciembre cuando muchas organizaciones suspendan actividades pro el fin de año y tampoco sabemos cómo abordará el tema el gobierno de Alejandro Giammattei, dice el religioso.
Todo es incertidumbre, preguntas e improvisación porque nadie tiene claro qué hacer y qué va a pasar.
Menos de un mes antes de que llegara el primer hondureño a Guatemala, el ministro Degenhart estaba considerando que a los solicitantes de asilo se les trasladaría a Petén, en el norte del país, según el Washington Post. Eso no sucedió aún.
Ese departamento tiene altos índices de pobreza, superiores al 50% y también es conocido como un peligroso corredor de traficantes de drogas y personas hacia el norte.
Las organizaciones sociales haremos todo lo que esté en nuestras manos para evitar una crisis humanitaria de grandes proporciones, pero el gobierno de Guatemala tiene que actuar para evitarlo, puntualizó Dubón.
Periodista y comunicador. Se formó y trabajó durante casi diez años en Lahora.gt.
Fuente:
https://nomada.gt/identidades/migracion/si-dependiera-del-gobierno-los-hondurenos-y-salvadorenos-se-quedarian-en-la-calle/
http://www.sinpermiso.info/textos/si-dependiera-del-gobierno-los-hondurenos-y-salvadorenos-se-quedarian-en-la-calle