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Nicaragua: La insurrección del General Benjamín Zeledón


Quiero incursionar en la coyuntura política concreta en que el General Benjamín Zeledón decidió librar su lucha, porque curiosamente los textos históricos hablan no de la guerra de Zeledón, sino de una guerra inexistente que le dicen «La Guerra de Mena», lo cual tiene un explicación histórica.

Diríamos que el general Zeledón, liberal de pensamiento y de acción, cultivado políticamente y cultivado como tal jurídicamente, oriundo de Jinotega, abogado, miembro de la Corte Interamericana de Justicia con sede en Cartago, deja todos esos cargos con el objeto de defender la causa liberal y se inicia como militar durante el régimen del General José Santos Zelaya.

Se destaca en la Batalla de Namasigüe y se gana el grado de Coronel. Tiene acción militar también, en la toma del Bluff y es uno de los que enfrentando la traición de Juan José Estrada en el Bluff, logra cercar a las tropas de éste, a las cuales no logra derrotar por la presencia de los marines yanquis que desembarcan en el Bluff y lo declaran zona neutral. Por esa circunstancia la traición de Estrada no fue castigada con la derrota.

Luego Zeledón participa en la defensa del gobierno de Madriz, heredero de Zelaya, derrota a Emiliano Chamorro en la Batalla de Tisma y alcanza el grado de General y es el defensor global del proyecto de Madriz, que también por la presión norteamericana renuncia a la Presidencia y deja el país.

Una vez que lo conservadores, a la cabeza Juan José Estrada y como segundo Adolfo Díaz, asumen el poder, Zeledón es expulsado de Nicaragua junto con otros prominentes liberales, como el historiador José Dolores Gámez, los poetas Manuel Maldonado y Santiago Argüello, leoneses ambos, y el jurista Leonardo Argüello. Con ellos tres funda en México un periódico de oposición al gobierno de Nicaragua.

El «acompañante» de Zeledón en la guerra de 1912, fue el general Luis Mena que participó como militar en la guerra de la Costa Atlántica en contra de Madriz donde alcanzó la hegemonía de la dirección militar y una vez que renuncia Madriz y las tropas conservadoras entran a Managua, es nombrado Ministro de la Guerra, o sea, Jefe del Ejército del gobierno de Díaz.

En ese entonces se da el Pacto Dawson, que es el motivo fundamental de la expulsión de Zelaya y de Madriz para poder garantizarse la hegemonía económica, política y militar los Estados Unidos sobre Nicaragua. Y esos pactos vienen a garantizar la dependencia del Estado de Nicaragua desde el punto de vista económico, de las empresas de préstamo norteamericanas, de los banqueros norteamericanos, dándole Nicaragua a cambio su ferrocarril, sus aduanas y el Banco Nacional.

También en los Pactos Dawson, los cinco dirigentes principales conservadores: Juan José Estrada, Adolfo Díaz, Emiliano Chamorro, Carlos Solórzano y casualmente Luis Mena, firman acuerdos donde «democratizan a Nicaragua» (entre comillas); ponen de presidente, con la presencia norteamericana, a Juan José Estrada y de vicepresidente a Adolfo Díaz, y los otros tres se reparten los cargos adicionales y hacen el compromiso que en el curso de un año van a hacer elecciones en Nicaragua, libres, dicen; pero esas elecciones iban a ser decididas por los cinco firmantes, es decir, entre los cinco iban a escoger el candidato presidencial que sólo podía ser conservador, no podía ser liberal, porque Estados Unidos decidió proscribir al partido liberal y vetó su participación electoral. Ese era Luis Mena, el compañero de guerra de Benjamín Zeledón.

Benjamín Zeledón y Mena se ponen de acuerdo sabiéndose que son personas totalmente opuestas. Uno liberal, profesional, honesto, anti intervencionista, nacionalista; el otro conservador, pro yanqui, sumiso a Estados Unidos y pro intervencionista. El problema básico reside en la coyuntura política del momento.

Zeledón regresó a Nicaragua unos quince días antes de iniciar la guerra y se encontró con un descontento generalizado de las bases liberales en todo el país, tanto por la sumisión de los conservadores a Estados Unidos, como por el estado de guerra en que se vivía además, la proscripción de los liberales y la persecución de ellos. Y Zeledón, que conocía a Mena, decidió que era preferible una persona como Mena, que al menos tenía sentido de dignidad, a alguien como Díaz, que había proclamado abiertamente la necesidad de sujetar el destino de Nicaragua a Estados Unidos.

Zeledón ambicionaba liberar a Nicaragua de la injerencia norteamericana, Mena ambicionaba alcanzar la presidencia en competencia con Díaz. Zeledón aprovechó esa circunstancia para catalizar el descontento liberal. Mena aprovechó la circunstancia para presionar a los gringos y buscar la presidencia. Los dos sabían sus objetivos, pero era la oportunidad histórica y política para poder resolver una contradicción presente.

Por eso es que ellos deciden hacer lo que ellos llamaron el ejército aliado, el ejército libero-conservador, donde Zeledón se empeñó a fondo y acordó con Mena que una vez organizada la fuerza y hechos todos los contactos a nivel nacional, iban a dirigir lógicamente el golpe principal sobre Managua, donde estaba reconcentrada la gente de Díaz; iban a operar en dos direcciones de Masaya a Managua y de Granada a Managua. Zeledón se afincó en Masaya, Mena se afincó en Granada, donde su hijo, el coronel Daniel Mena, era el jefe de la plaza y donde estaba todo el parque y todas las armas de la fuerza de Díaz.

De modo que Zeledón inicia sus actividades el 30 de julio en la hacienda Casa Blanca, organizando acerca de seiscientos obreros artesanos en Masaya para iniciar sus actividades militares, le da un mensaje importante a su gente, el 30 de julio les dice: «Tengo trabajos en las principales poblaciones de la República con el objeto de que el movimiento sea unánime y de que aumentemos todos las posibilidades de vencer» y efectivamente el 2 de agosto Zeledón derrota al general Frutos Bolaños en Tipitapa.

El 3 de agosto Adolfo Díaz solicita al embajador estadounidense George Thomas Weitzel la intervención militar de Estados Unidos en Nicaragua.

El 7 de agosto Zeledón organiza caballería, tropas y bloques en general para dirigirse a la toma de Managua, y va con dos generales conservadores que también comandan tropas. Aquí pasa un asunto interesante, importante para ver el comportamiento de Mena, un asunto que lo relata Carlos Cuadra Pasos en su obra «Cabos sueltos de mi memoria»:

dice que Dionisio Thomas, uno de los generales de Mena, fue enviado con la misión de acompañar a Zeledón en la toma de Managua, precisamente para hacer contactos con la gente de Chamorro que defendía Managua, con el objeto específico de que si esa fuerza era derrotada, se iban a unificar ambos, los chamorritas y los menistas, para no perder la hegemonía conservadora. Es decir, el propósito de Mena no era expulsar a los norteamericanos, defender la patria, sino conquistar su ambición que era la presidencia de la República, de modo que ya estaba arreglado cómo hacerlo.

Zeledón se empeña en Managua desde el 10 hasta el 14 de agosto donde le es imposible tomársela por dos razones: uno, Chamorro que la defendía ya conocía en líneas globales el plan; y segundo, el día 4 de agosto habían estado entrando marines a Managua con el pretexto de defender la delegación americana de Managua, y estos le dieron elementos informativos y técnicos a las tropas de Díaz para la defensa de Managua. Algunos historiadores dicen que los marinos participaron directamente en la defensa de Managua, de modo que eso impidió la toma de Managua por Zeledón.

Sin embargo, el mensaje que Zeledón dio a sus tropas el 30 de julio ya había fructificado en otras partes del país. El mismo 12 de agosto, cuando él está atacando Managua, tropas liberales se toman Carazo, especialmente Santa Teresa, Jinotepe y San Marcos, en Las Segovias y occidente toman El Sauce, Estelí, Pueblo Nuevo y otros sitios más;

León se insurrecciona el 16 de agosto y las tropas liberales toman la ciudad el 17 de agosto, liquidando completamente las tropas de Durón, un militar hondureño que acudió a Nicaragua en auxilio de Díaz. Al día siguiente, Díaz manda otro contingente desde Managua que también es derrotado en León, y la ciudad se asienta como principal punto de apoyo y fortaleza de Zeledón. Mientras tanto, Mena estaba esperando resultados en el convento de San Francisco de Granada.

Mientras Zeledón y su gente combatían en Managua, en Masaya, en León, en Las Segovias, en Carazo y en Rivas, la gente de Mena participó únicamente en el ataque a Managua y después se quedó afincada en Granada.

En septiembre, arriban a los puertos de Nicaragua las naves de guerra California, Colorado, Cleveland, Tacoma, Glacier, Denver, Búfalo y el crucero insigne Anápolis. Todas desembarcaban marinos, para sumar 3,500 que ya están en el país.

El 5 de septiembre el jefe norteamericano que estaba en Corinto despeja la vía de Corinto a León y el 14 de septiembre logra llegar hasta Managua colocando retenes en diversos puntos como Chinandega, Chichigalpa, Posoltega, León, la entrada a Managua y en los puertos de Corinto y San Juan del Sur.

Zeledón continuaba enfrentando en Masaya a tres mil soldados de Díaz y a cerca de mil marinos en el Coyotepe, en La Barranca y en la ciudad de Masaya. Mena seguía en Granada esperando resultados.

El 22 de septiembre Mena decide hacer contacto con las tropas gringas. El 24 se rinde y es enviado por los gringos al Canal de Panamá. Mena dice en unas de sus comunicaciones –y también lo dice Carlos Cuadra Pasos– que él se quedó afincado en Granada porque padecía de reumatismo agudo y eso le impedía caminar y que ese fue el motivo por el cual el decidió entregarse a los norteamericanos.

Sin embargo, un médico nicaragüense originario de Masaya, investigó por varios años en el Hospital Gorgas de Panamá, el mismo donde murió Somoza García, los archivos sobre la supuesta enfermedad de Mena en el período de 1912 a 1913 y no encontró un solo expediente del paciente Luis Mena. Después extendió su búsqueda desde 1910 a 1915 y tampoco encontró ningún expediente.

Mi interés de todo este relato es señalar que la decisión de Zeledón de insurreccionarse en esa época, de responder al clamor del pueblo nicaragüense, fue correcta; que su decisión de utilizar la ambición de Mena para abrirle causa a esa insurrección fue correcta y que la guerra librada en 1912 en toda la franja del Pacífico y parte de Las Segovias fue una guerra de insurrección popular dirigida por Benjamín Zeledón, que después devino en una guerra de defensa de la autonomía de Nicaragua.

En esa guerra se destacaron gente que está en la historia. En Masaya, José María Zelaya, Lino Zúñiga, Juan Núñez, Isidoro Díaz, Hernán Robleto, Gregorio Valle. En Jinotepe, Horacio Portocarrero, Marcelo Castañeda. En León, Celiú Barreto, Gustavo Abaunza, Lucila Matamoros, Delfina Sequeira, Pastora Vidaurre, Isabel Padilla, Simón José A. Duarte. En Rivas, Guillermo Argüello. En Las Segovias, Lourdes Montenegro, Alfonso Valle, etc.

Entonces, ¿por qué Mena en su carta de solicitud de perdón al presidente Wilson de los Estados Unidos, no habla de que él inició su guerra en unión con Zeledón? En cambio, él dice que inició su unión porque fue agredido por Díaz y que además la hizo para defenderse de la agresión de Estados Unidos.

Hay también una explicación histórica del por qué él dijo la verdad a medias: porque el 4 de septiembre, ya cuando está la insurrección liberal generalizada, el Subsecretario de Estado, le envía a Weiser, el embajador gringo en Nicaragua, un cablegrama que es dado a conocer el 13 de septiembre, donde entre otras cosas le dice que el Gobierno de Estados Unidos no solamente se opuso al General Zelaya como individuo, sino que se opuso al sistema que él creo.

Dice a continuación: «(…) y este Gobierno no tolerará ningún movimiento tendente a restaurar el mismo régimen destructivo. El Gobierno de Estados Unidos en consecuencia reprueba todo revivir del zelayismo». Por esa razón, Zeledón que era la encarnación de los ideales liberales, de la nacionalidad, del anti intervencionismo, de la defensa de la Patria.

Fue atacado con saña por los conservadores y por los norteamericanos, y eso es lo que engrandece la figura de Zeledón, su disposición –a costa de su familia, a costa de su vida– de defender el ideal, de defender la libertad y la independencia de la Patria.

Y por eso, así como inicié con un dato comparativo entre dos personas, quiero concluir con otro dato comparativo.

Benjamín Zeledón nació en La Concordia, Jinotega, libró su principal batalla militar y antiimperialista en la ciudad de Masaya, departamento de Masaya, donde también murió.

Augusto C. Sandino nació en Niquinohomo, departamento de Masaya, tuvo su cuartel general inicial en San Rafael del Norte, Jinotega, donde se casó y de donde partió a las montañas de Las Segovias a librar su lucha antiimperialista, que se extendió con el curso de los años a todo el país.

Más tarde Sandino diría: «La muerte de Zeledón me dio la clave de nuestra situación nacional fuente del filibusterismo norteamericano por esa razón la guerra que hemos estado empeñados la consideramos una continuación de aquella».

Escrito por: René Núñez Téllez

Nota: El Equipo de Barricada/Historia agradece al Dr. Bayardo Altamirano por habermos compartido ese texto.

https://barricada.com.ni/la-insurreccion-de-zeledon/?fbclid=IwAR3_qcQP1epbMKBVvhhLPOGCWmcWasNkHs6lFiyW-TBLfXU3igj51cEhOkI

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