Pablo Gonzalez

La Historia Real de los Presos Políticos en Nicaragua



Escrito por: Margine Gutierrez (víctima de torturas en las esgástulas somocistas)

La perspectiva de una victoria lejana fue lo 
que siempre nos sostuvo. 
Si nos hubiéramos hecho a la idea 
de que la victoria estaba allí mismo 
y no costaba nada, tarde o temprano 
nos hubiéramos 
desmoralizado.
 
Jacinto Suárez.


Yo si me puedo sentir orgullosa al decir que fui presa política al igual que la Rosita Ortiz, Daniel Ortega, Gloria Campos, Doris Tijerino, Manuel Rivas Vallecillo, Tomas Borge, Ana Julia Guido, Amada Pineda, Gladys Báez, Maximiliano Martínez, la Hormiguita, Juan José Úbeda, Nubia Salvadora, René Núñez, entre muchísimos otros. 

Nosotros podemos afirmar con toda propiedad, que fuimos reos políticos y ninguno, absolutamente ninguno de nosotros, cayó por incitación a la agresión a la soberanía patria, por haber quemado vivos ciudadanos y policías. Por destruir el patrimonio histórico, cultural y arquitectónico del país. 

A nosotros nunca nadie nos vio, por ejemplo, incitando a la destrucción de Granada. Jamás, de parte del FSLN, hubo ningún desaparecido, torturado y asesinado como Bismarck Martínez. En las tomas de las iglesias y de las universidades nunca se hicieron prácticas salvajes, como algunos “médicos” que drogaban a quienes caían en sus manos para practicar toda clase de aberraciones. Esas prácticas fueron y son exclusivas de la dictadura somocista, la más oprobiosa que jamás haya existido en Nicaragua y en América Latina.

Era a nosotros a los que nos tocaba poner los muertos. Y todo parece indicar que nos sigue tocando. Ser torturados con el mayor sadismo y criminalidad para finalmente ser asesinados. A los sandinistas los subían a los helicópteros y luego los tiraban. Hacían campos de concentración -parecidos a los tranques- donde metían centenares de campesinos en las condiciones más inhumanas posibles, incluidas las más horrendas torturas. Tiraron al Volcán Masaya a David Tejada Peralta. De allí que todo lo vivido en el último año, sea casi una reedición de la criminalidad somocista.

Mientras estuvimos presos siempre mantuvimos la dignidad en alto. Jamás pedimos clemencia ni mendigamos dádivas a nuestros carceleros. 

Estuvimos en celdas de aislamiento, nos negaban el derecho al sol entonces hicimos una huelga de hambre de más de quince días. 

Tomás Borge, fue brutalmente torturado, más de 45 días y luego sometidos a condiciones de incomunicación. Ninguna CIDH, ni OEA clamó por su vida. Fueron, él mismo y sus compañeros de La Modelo, los que emprendieron una durísima huelga de hambre que duró más de 45 días, hasta lograr el cese del aislamiento.

Así, con base en dignidad, heroísmo y espíritu de combate fuimos convirtiéndonos en bandera de lucha para el pueblo nicaragüense. Son memorables las gigantescas marchas y las campañas populares exigiendo ¡Libertad para los presos políticos!. Los estudiantes en permanente movilización, tomándose iglesias y colegios. Haciendo pintas por todo el país. 

Luchando sin cejar hasta que se le doblaba el brazo a la dictadura somocista como cuando fue obligada a dejar libre a Chico Ramírez y a Efraín Nortalwalton, en 1973. Jacinto Suárez recuerda que después de una huelga de hambre de más de 30 días, y de duras negociaciones internas con la guardia, llaman al jefe negociador de los huelguistas José Benito Escobar, para decirle “que todo lo que pedíamos estaba concedido pero ya paren esa mierda”. Su respuesta fue “voy a consultar a mis compañeros si suspendemos la huelga” pero en lugar de eso les plantea que

“todos estamos hechos mierda pero (…) hay una gran agitación en la calle y (…) debemos seguir la huelga de hambre hasta que suelten al viejito Nortalwalton, un profesor salvadoreño. Nosotros ya nos volamos treinta días. Volémonos cuatro o cinco días más y saquemos a este viejito y de paso son cinco días más de agitación en la calle”.

Nada nos fue regalado. Nada nos fue concedido por la magnanimidad del gobierno de turno. Todo fue conquista y lucha, lo que a su vez se tornaba en combustión para forjar la conciencia y el espíritu de lucha del pueblo. 

Fue con el ejemplo, que se fraguó la movilización popular. La sangre derramada fue el mejor acicate y el ejemplo, más una conducta y métodos de lucha intachables -en los que nunca tuvo cabida el terrorismo- sellaron el compromiso irreversible del Frente con su pueblo. Desde Carlos Fonseca hasta el último combatiente popular, se ganaron el respeto y la solidaridad de la nación, a partir de una vida ejemplar. 

Por eso no es casual -sino que es producto de una historia de lucha de años en los que hubo cárcel, tortura, culatazos, guerrilla de la montaña – que Daniel Ortega goza del respeto de una mayoría de nicaragüenses. Allí se sintetiza ese sentimiento de admiración y compromiso que el pueblo siempre tuvo por los combatientes sandinistas y que dura hasta el día de hoy, pese al desgaste que producen los errores y el paso del tiempo.

Ese orgullo de haber sido prisioneros políticos, cobijados siempre por el amor del pueblo, se acrecienta cuando vemos en la historia que los combatientes sandinistas podían pasar hasta 7 años o más de cárcel sin claudicar. No solo sin desmayar, sino que luchando cada día.


“Nosotros nos mantuvimos propiciando formas de agitación alrededor de los presos políticos. (…) Alrededor de la lucha de los presos políticos el Frente nucleó a una enorme cantidad de gente de los sectores cristianos, del Movimiento Estudiantil. (…) Vivíamos ingeniándolas para mantener la bandera del Frente en el tapete a través de los presos políticos”


“Las huelgas de hambre terminaron siendo temidas y respetadas por los Alcaides; nunca cedíamos en una huelga de hambre sin haber logrado una conquista, aunque termináramos en manos de la Cruz Roja con una botella de suero, goteando en nuestras venas”. (Jacinto Suárez)

Jamás ningún prisionero sandinista cifró sus esperanzas de libertad en la presión del gobierno de Estados Unidos ni de sus siglas adláteres. También sabíamos que la dictadura somocista ni nos haría un proceso justo y legal ni tampoco nos pondría nunca en libertad. Siempre la confianza residía en la moral revolucionaria de nuestra organización, en su decisión de combate, en el elevado sentimiento de hermandad y compañerismo que nos caracterizaba y en la tradición sandinista de liberar a sus prisioneros a costa de lo que sea.

Dice Lenin Cerna.

“cuando nosotros estábamos en la calle, con Julio, analizábamos un plan para sacar a los compañeros que ya están detenidos, Daniel, Jacinto, Manuel Rivas Vallecillo, Sinforoso”.

Luego hacen prisionero a Lenin Cerna y resulta que cuando Julio Buitrago cae en combate en Las Delicias del Volga, “la guardia encuentra esos planos” porque él seguía en el empeño de tomarse La Aviación para liberarlos. Era un asunto de honor y de moral sandinista.

Así se cimentó la leyenda. Los prisioneros sandinistas salíamos por la puerta grande de la historia. Aclamados por el pueblo. Liberados por nuestra misma organización, mediante operativos rigurosamente planificados e integrados con los mejores y más experimentados combatientes dispuestos a vencer o a morir . 

El 27 de diciembre fueron miles la gente del pueblo que salió a vitorear a la Unidad de Combate Juan José Quezada en su recorrido por las calles de Managua hacia el Aeropuerto. Victoriosos, luego de haberle arrancado a la oprobiosa dictadura dinero para continuar la lucha, divulgación de los principales postulados del FSLN, denuncia – en sus propias radios y periódicos- de sus crímenes y lo que es más importante, la libertad de sus militantes más foqueados y curtidos, algunos de los cuales tenían más de 7 años de estar presos como Daniel Ortega, Lenin Cerna y Jacinto Juárez. 

El 22 de agosto es otra fecha memorable para Nicaragua en la que se reafirma que la libertad de los prisioneros políticos se logra mediante lucha y combate. 

Nuevamente el Comando Rigoberto López Pérez ejecuta el Operativo Muerte al Somocismo y hiere de muerte a la Dictadura. 

El pueblo se lanza a las calles jubiloso a celebrar la estocada que le asestó el FSLN al régimen genocida. 

Y como ya forma parte de nuestra historia, logramos dinero para continuar el combate -porque nosotros nunca fuimos financiados por el imperialismo- divulgación de nuestra lucha y la libertad de cientos de prisioneros políticos. Triunfos rotundos alcanzados por una organización en ascenso. 

Cada vez más fuerte y con arraigo popular. Golpes que aceleraron la caída del somocismo por la incorporación masiva del pueblo en contra de la dictadura somocista.

EPÍLOGO:

Y ellos, ¿que han logrado? Aparte de salir gordísimos, una Ley de Amnistía que los mandó a su casa sin pena ni gloria. Una Ley de Amnistía que denota la fortaleza de quien la promulga y la generosidad que ha sido siempre nuestra enseña como sandinistas.

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