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Así dejó el país Peña Nieto: Uno de cada cinco no tiene dinero suficiente siquiera para comer


El grupo de mexicanos más pobres destinó el 50% de sus ingresos a alimentarse en comparación con el 25% del presupuesto familiar que destina el grupo más rico

Uno de cada cinco mexicanos no tuvo una alimentación que le permitiera llevar una vida activa y sana en 2016, es decir, sufrió inseguridad alimentaria moderada o severa, afirmó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Esto sucede cuando no se tiene dinero suficiente para acceder a alimentos inocuos y nutritivos para saciar el hambre y nutrirse, o se vive en zonas en las que estos alimentos no existen, o a pesar de que sí estén disponibles, no están en condiciones para ser injeridos sin riesgos para la salud.

Así lo desveló el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Alimentación Nutritiva y de Calidad 2018 del Coneval, publicado este miércoles.

’El problema de la alimentación en México es un tema de acceso principalmente económico’, afirma este organismo en el estudio.

Esto se palpa en el porcentaje del presupuesto que los hogares destinan a satisfacer esta necesidad básica: a menor ingreso familiar, más cantidad se destina a comer.

El grupo de ciudadanos con menos ingresos destinaron un 49.9% del dinero disponible en el hogar a la alimentación. Según datos de 2014, estas familias compraron principalmente tortilla de maíz, huevo, papas, frijoles y arroz.

El grupo con mayores ingresos, destinaron una cuarta parte (24.7%) de su presupuesto a satisfacer esta necesidad, principalmente, a la compra de carnes, leche, frutas y bebidas alcohólicas y no alcohólicas, según datos de 2014.

Esta situación explica que 35.3% del primer grupo, el más pobre, sufra inseguridad alimentaria, en contraste con el 4.2% del segundo.

Variables afectan al poder adquisitivo

La falta de dinero para comer en los hogares se explica por la disminución de los ingresos y por el aumento de los precios.

Entre 2006 y 2014 el ingreso de los hogares en conjunto disminuyó en 15% en términos reales en el país. A la par, en el periodo 2005-2014, México registró el mayor aumento en los precios de los alimentos, por arriba de las mercancías no alimentarias, entre los países de la OCDE (23.2 puntos porcentuales contra 8.8 puntos porcentuales promedio, respectivamente).

Ante esta situación las familias mexicanas se vieron obligadas a ajustar su gasto: “Algunos alimentos de mayor precio se han sustituidos por otros de menor, por ejemplo, el gasto en carne se redujo de 24% a 23% al mismo tiempo que el gasto en huevo aumentó de 3% a 4%”, afirma el Coneval en el reporte.

Ni los ingresos permiten comer bien

Dentro de las familias más pobres está el grupo de los “superpobres”: aquellos que ni sus ingresos son suficientes para adquirir la canasta alimentaria básica.

En 2016 integraban este colectivo 21.4 millones de ciudadanos, un 2.5% menos que en 2012 y la mayoría concentrados en los Estados de sureste del país con mayor porcentaje de población rural, como Chiapas (49.9%), Oaxaca (40.2%) y Guerrero (35.2%).

Falta de oferta por problemas de acceso físico

Otro factor que contribuye a la inseguridad alimentaria es la no disponibilidad de alimentos en ciertas zonas del país.

En el ámbito urbano, la carencia por acceso a la alimentación fue de 18.7% en 2016, mientras que en el ámbito rural fue de 24.7%.

Una gran parte de la población que presenta las tasas más altas de pobreza y marginación viven en localidades pequeñas y de difícil acceso.

De acuerdo con la Encuesta de características de las localidades y del entorno urbano 2014, los alimentos con mayor abasto en las localidades con menos de 5,000 habitantes fueron huevo, arroz, leche y frijol, con más de 70% de la población que pudo acceder a estos, mientras que el pescado y la carne de res o puerco fueron los alimentos con menor abato.

Una de las causas es que no existen mercados, tiendas de abarrotes o tianguis en los que se puedan comprar estos alimentos. Casi uno de cada cuatro pueblos o ciudades con más de 20 viviendas no tiene una tienda de abarrotes, por ejemplo.

Además, la falta de infraestructura, como carreteras en buen estado o transporte público, dificulta que los alimentos puedan viajar hasta zonas remotas.

A pesar de todo, el porcentaje de personas que padecen inseguridad alimentaria severa y moderada disminuyó en el periodo de análisis (2010-2016). En el ámbito urbano pasó de 22.2% a 18.7%, mientras que en el ámbito rural bajó de 33.6% a 24.7%.

Retos para el nuevo sexenio

Con base en los resultados del estudio, el Coneval apunta estos dos retos que deberá afrontar el próximo gobierno.

1.Elevar la productividad de las unidades económicas rurales que dependen de forma sustantiva de la producción de alimentos para consumo doméstico, e incluso, aunque en menor escala, para venta en mercados locales.

2.Analizar estrategias para la contención de costos de los alimentos y aumentar el ingreso de los hogares para recuperar su poder adquisitivo y disminuir el porcentaje de población con inseguridad alimentaria.

3.Más canales de distribución y comercialización.

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