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La posición leninista sobre la cultura


«VLADIMIR Illich Lenin fue el fundador y dirigente del primer Estado soviético del mundo. Bajo la dirección de Lenin, el pueblo soviético comenzó a construir la nueva sociedad socialista, la nueva cultura socialista.

 Lenin concedía importancia extraordinaria a la cultura en la edificación de la sociedad socialista y dio ejemplo de excepcional solicitud por el desarrollo de la ciencia, del arte y de la literatura. Lenin enseñaba que no se podría construir el comunismo sin haber dominado todos los conocimientos modernos, sin haber asimilado todas las conquistas de la humanidad en la esfera cultural.

 Mucho antes de la Revolución de Octubre de 1917, Lenin expresó claramente en varios trabajos suyos la actitud del pensamiento social más avanzado hacia el arte, y desarrolló una doctrina armónica y consecuente sobre el papel de la literatura en la vida social y sobre el papel del escritor, del pintor y del artista en la lucha de clases.

Estas importantísimas cuestiones de la literatura y del arte fueron abordadas por Lenin en la forma más completa, en su artículo: «La organización del partido y la literatura de partido», que vio la luz en el apogeo de una enconada lucha de clases, durante la primera revolución rusa, la de 1905. El artículo estaba dirigido contra los enemigos de la revolución, los cuales, tras de la bandera de la no pertenencia a ningún partido y con sus peroratas sobre la libertad del artista, intentaban ocultar su completa subordinación a las clases dominantes, a la bolsa de dinero, al soborno. 

Con ese magnífico artículo, Lenin arrancó la careta a los ideólogos que representaban el arte antipopular como arte sin partido, independiente y libre. 

No es posible vivir en la sociedad y estar libre respecto de la sociedad, decía Lenin. En las condiciones de la lucha de clases, cada obra de un artista, sea cual sea el deseo de ese artista, sirve obligatoriamente a determinados intereses de clase:

«En la sociedad basada en el poder del dinero, en la sociedad donde las masas trabajadoras vegetan en la miseria, mientras que algunos puñados de ricos no son más que parásitos no puede haber libertad real y verdadera. La libertad del escritor burgués, del pintor, de la actriz no es más que la subordinación enmascarada –o que se trata de enmascarar hipócritamente– a la bolsa de dinero, al soborno y al que los mantiene». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; La organización del partido y la literatura de partido, 1905)

De ese modo desenmascaró Lenin los infundios de los ideólogos burgueses acerca de que el artista puede ser independiente en la sociedad burguesa. Lenin demostró que, con frases falsas e hipócritas sobre el bien común, sobre la armonía de intereses, sobre la libertad e igualdad de los hombres, la literatura y el arte encubren, en efecto, una escandalosa desigualdad, el sojuzgamiento y la explotación, la miseria y el hambre de las masas populares.

 Lenin exhortaba a todos los intelectuales, a las personas honradas y de vanguardia que deseaban servir los intereses de las masas trabajadoras, a que consagrasen todas sus fuerzas y capacidades a la gran causa de la emancipación de los trabajadores. 

+La doctrina leninista sobre la literatura ha demostrado que es imprescindible que la literatura y el arte de vanguardia estén ligados a la lucha de la clase obrera, ha abierto el camino al florecimiento de una literatura y un arte profundamente populares, el camino de la integración orgánica de las aspiraciones creadoras individuales del artista con los intereses de las gentes sencillas. La historia de la literatura demuestra que el escritor adquiere la verdadera libertad de crear y se siente satisfecho personalmente cuando sirve con decisión los intereses de los trabajadores, artífices de la historia y creadores de todos los bienes materiales. 

El escritor tiene la posibilidad de desarrollar su talento, en toda su plenitud, cuando se pone al lado del pueblo, cuando lucha consecuentemente por los intereses del pueblo y sirve al bien social. He ahí el camino que conduce al escritor a crear obras que impulsen el desarrollo de la cultura universal. 

En numerosas apreciaciones, Lenin muestra, con enorme fuerza de convicción, que los verdaderos valores culturales los crea siempre el pueblo. Citemos las condiciones básicas de Lenin acerca del contenido de la cultura nacional, gran descubrimiento suyo que arroja luz sobre este problema importante y complicado.

En sus intervenciones contra la burguesía liberal en la Rusia zarista, que bajo la bandera de la defensa de la cultura nacional, intentaba dividir a la clase obrera y alejarla de la lucha de clases, Lenin decía que en la sociedad capitalista no existe una cultura nacional única, sino que en cada cultura nacional hay dos culturas: la cultura de las clases dominantes y la cultura de los trabajadores. El proletariado toma de cada cultura nacional sus mejores elementos democráticos y socialistas:

«En cada cultura nacional existen, si bien en forma no desarrollada, los elementos de la cultura democrática y socialista, pues en cada nación hay una masa trabajadora y explotada, cuyas condiciones de vida engendran indefectiblemente la ideología democrática y socialista. Pero en cada nación existe asimismo la cultura burguesa –que en la mayoría de los casos es además ultrareaccionaria y clerical– y no sólo en forma de elementos sino como cultura dominante». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Notas críticas sobre la cuestión nacional, 1913)

Precisamente, los elementos socialistas y democráticos de la cultura, expresión de la ideología de las masas trabajadoras, determinan el desarrollo de la cultura nacional. Estos elementos han permitido a cada nación, que tiene sus peculiaridades distintivas, aportar su contribución progresiva a la cultura de toda la humanidad. Este óbolo constituye un orgullo natural y legítimo de cada nación. 

Manifestando su firme convencimiento de que las poderosas fuerzas del pueblo son invencibles, Lenin escribía en el año 1914: 

«Amamos nuestra lengua y nuestra patria, trabajamos sobre todo para que sus masas trabajadoras –es decir, nueve décimas de su población– se elevan a una vida consciente de demócratas y socialistas. Nada nos duele más que ver y sentir las violencias, la opresión y el escarnio a que los verdugos zaristas, los nobles y los capitalistas someten nuestra hermosa patria. 

Tenemos el orgullo de que esas violencias hayan originado resistencia en nuestro medio, entre los grandes-rusos, de ese medio haya destacado a un Radishev, a los decembristas y a los revolucionarios de procedencia no noble de la década del 70, de que la clase obrera gran-rusa haya creado en 1905 un poderoso Partido Revolucionario de masas, de que el mujik gran-ruso haya empezado al mismo tiempo a convertirse en demócrata, haya comenzado a barrer al pope y al terrateniente». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; El orgullo nacional de los rusos, 1914)

La doctrina leninista sobre la cultura muestra de modo persuasivo e irrebatible, que la cultura está indisolublemente ligada a la lucha liberadora del pueblo, y que en ello residen su significación progresiva, su fuerza y poder». (V. Novikov y C. Silkin; Lenin y los problemas de la cultura, 1952)

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