El presidente de EEUU apunta ahora a la industria textil africana.
La Administración Trump tiene previsto suspender durante 60 días los privilegios de exención de derechos para la ropa fabricada en Ruanda como respuesta al aumento de las tarifas ruandesas a la adquisición de ropa usada de EEUU, informó el medio Quartz.
Según la representación comercial de EEUU, se trataría de la suspensión —y no del cese— de las exenciones del país africano, ya que esto "permitirá continuar la cooperación entre EEUU y Ruanda con el fin de restablecer el acceso a ambos mercados".
En cuanto a otros países de África Oriental como Uganda y Tanzania, también "se comprometieron a no prohibir" la adquisición de prendas usadas.
Esta medida forma parte de la estrategia económica de Trump denominada 'America First' (América primero, en inglés).
No obstante, la compañía Secondary Materials and Recycled Textiles Association (SMART) —que cabildea a la Administración Trump— advirtió de que la prohibición de sus prendas en esos países llevaría a la pérdida de 40.000 puestos de trabajo en EEUU, además de influir de manera negativa en el medio ambiente.
A su vez, Ruanda afirma que la suspensión de los beneficios de la Ley sobre Crecimiento y Oportunidad en África (AGOA, por sus siglas en inglés) es decisión de EEUU.
Según declaró Linda Mukangonga, fundadora de la casa de moda ruandesa Haute Baso, que exporta al extranjero algunas de sus prendas, la iniciativa de Trump es positiva.
Según ella, la suspensión de importaciones de ropa usada de EEUU permitirá a las empresas africanas centrarse más en el mercado local.
En lo que respecta a las inversiones chinas en la industria africana, también podrían contribuir a aumentar la autosuficiencia de las empresas de África Oriental y fomentar el empleo en la región, informó el medio. "Fábrica textil mundial"
El continente africano tiene previsto restaurar la industria textil —que ha quedado casi totalmente destruida tras décadas de crisis, inestabilidad política y dependencia de productos básicos— y convertirse en una "fábrica textil mundial".
Actualmente, las exportaciones de ropa fabricada en África alcanzan los 2.500 millones de dólares anuales. Para defender la industria nacional y satisfacer la demanda, los países africanos deberían tomar en cuenta el impacto económico que tiene en el continente el mercado de la ropa de segunda mano.
Así, la prohibición de la ropa usada podría fomentar el contrabando y la evasión de impuestos, que constituye una importante fuente de ingresos públicos. Esto supondría la pérdida de entre 219.000 y 335.000 puestos de trabajo de la industria textil, según el medio.
Además del cese de las importaciones de ropa de segunda mano, las empresas locales continuarán su lucha contra las importaciones 'baratas' de Asia, que influyen de manera negativa en el desarrollo de la industria local.
Según afirman algunos expertos, el "proteccionismo inteligente" permitirá a las autoridades "amortiguar el golpe" tanto para los productores como para los consumidores. Asimismo, beneficiará a la producción local a largo plazo.
"Una prohibición total y repentina podría dar lugar a una crisis", según declaró al medio el diseñador keniata Sunny Dolat.
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