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Cuba: sentido del momento histórico


“EL 19 de abril de 2018 habrá concluido mi segundo y último mandato, y Cuba tendrá un nuevo presidente…”
Aunque esta declaración del mandatario Raúl Castro fue realizada sin dramatismo y ha tenido escasa repercusión en la prensa nacional, es obvio que su significado trasciende el traspaso de la presidencia, y anticipa el inicio de una nueva etapa en la historia de Cuba.

La generación histórica, que encabezada por Fidel Castro condujo la lucha revolucionaria, colocó a Cuba en el mapa del mundo, inició la construcción del socialismo, desplegó una vasta obra, sobrevivió al colapso de la Unión Soviética, lidió con la confrontación de Estados Unidos y auspició el inicio de la normalización, sin rupturas ni tensiones, sin que nadie se lo demande ni se lo imponga, y sin dejar el escenario, da un paso al costado.

La trascendencia del hecho se asocia con la apertura de oportunidades para transitar de unos modos de gobernar a otros, en los cuales la Revolución muestre su madurez y relance un proyecto ajustado a las exigencias de la presente etapa. 

Aunque los nuevos ejecutivos tendrán oportunidades para destacarse, los liderazgos personales deberán ser compatibilizados por una mayor participación y eficiencia institucional.

El nuevo presidente y sus colaboradores, que obviamente provendrán de las estructuras políticas del sistema, serán tanto herederos y continuadores, como protagonistas de nuevos capítulos en el marco de un estilo de funcionamiento estatal inédito, interactuando con las instituciones de un modo diferente a como lo hicieron sus predecesores. 

Si bien no serán apremiados, tampoco podrán aspirar a un período de gracia, sino que deberán tomar decisiones trascendentales, y dar respuesta a problemas de gran complejidad.

Aunque Raúl Castro, que seguirá activo como Primer Secretario del Partido, apoyara la gestión de quien resulte electo, no podrá dispensar su capital político, traspasar sus méritos, experiencias y autoridad. 

El nuevo mandatario, que no será un improvisado, tendrá que forjar su propia capacidad de convocatoria, desarrollar habilidades para formar un equipo eficaz, y lograr consensos, tolerancia para que se asimilen las críticas, adquirir popularidad, y lidiar con diferentes obstáculos, incluido ciertas ráfagas de fuego amigo.

No obstante, los retos no son solo para el nuevo presidente, sino también para las instituciones, principalmente los consejos de estado y de ministros, el parlamento, y el sistema judicial, obligados a renovar sus modos de funcionamiento para ser consecuentes con las nuevas realidades, y ejercitar plenamente la actividad colegiada. 

Ahora no se trata solo de refrendar las ideas de los líderes y de cumplir sus orientaciones, sino de generar políticas y soluciones.

Capítulo aparte será el Partido, que hasta hoy, debido a la estructura de un sistema político en el cual las principales funciones partidistas y estatales fueron ejercidas por el liderazgo revolucionario, no ha tenido necesidad de ejercer de modo explícito el papel de: “…Fuerza dirigente superior de la sociedad y el estado…” que le asigna la Constitución.

La organización, sobre la cual recaerán nuevas y mayores responsabilidades, probablemente deberá recapitular su desempeño y confirmar su liderazgo mediante una práctica política asociada más al mundo real que a la doctrina.

 La pregunta es cómo lo hará para evitar dualidades y suplantaciones.

En cualquier caso, la mejor herramienta para el porvenir la aportó Fidel Castro, que en su legado dejó instalada la idea de que “Revolución es sentido del momento histórico…

” De eso se trata. De una nueva fase histórica, andadura que comienza ahora y requerirá de talento, firmeza y consagración, y cuya deriva pudiera dar lugar a un perfeccionamiento institucional conducente a un estado socialista inequívocamente democrático y por ello próspero y sostenible.

 Allá nos vemos.

La Habana, de enero de 2018

https://salvadorsolidaridadconcuba.wordpress.com/2018/01/08/cuba-sentido-del-momento-historico/

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