Meses de un movimiento sostenido de protestas en Kiev dieron paso a la violencia y al golpe de Estado que derrocó a Yanukovich en apenas unos días a mediados de febrero de 2014.
El centenar de manifestantes y policías que murieron esos días en la plaza de Maidan llevaron la noticia de las protestas a las portadas de la prensa mundial y fueron el punto de inflexión en un movimiento que, pocos días después, iba a acabar con el Gobierno legítimo para instalar un Gobierno provisional.
Desde entonces han convivido dos versiones de lo ocurrido aquellos días.
El nuevo Gobierno creado tras el golpe de Estado de febrero de 2014 ha mantenido, desde el principio, que toda la culpa recae sobre la división Berkut y el entonces presidente Yanukovich, que, según esa versión, habría dado la orden de disparar contra los manifestantes. Sin embargo, tres años después de los hechos, las autoridades ucranianas han sido incapaces de aportar pruebas con las que condenar al expresidente.
Esa falta de pruebas, así como los informes balísticos y los testimonios de los diferentes juicios que tratan de clarificar los hechos han dado alas a la otra versión, la que afirma que los disparos que costaron la vida a manifestantes y policías tenían una misma procedencia: posiciones controladas por la oposición. Uno de los principales valedores de esta teoría es el profesor de la Universidad de Ottawa Ivan Katchanovski, canadiense de origen ucraniano, que ha estudiado las imágenes, las pruebas y los testimonios.
Katchanovski califica de “bombazo” el testimonio de varios francotiradores georgianos que, en un documental emitido por una televisión italiana, afirma que grupos de francotiradores dispararon contra manifestantes y policías el 18 de febrero de 2014 y da credibilidad a la versión, coherente con sus investigaciones.
Estos testimonios, que habrían de ser verificados, no deben entenderse como la prueba definitiva que aclare lo ocurrido en Maidan esa semana de febrero, pero sí como un indicio más de que el relato planteado por la entonces oposición, con ayuda de la prensa occidental, no ha quedado probado después de tres años de investigación.
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Francotiradores georgianos en Maidan
Original: Ivan Katchanovski
Francotiradores georgianos, que anteriormente habían servido en la seguridad de Saakashvili [en Georgia], habrían confesado masacrar, junto a otros francotiradores de Lituania, tanto a miembros de la policía como a manifestantes en Maidan, según afirma un nuevo documental italiano: “todo el mundo empezó a disparar dos o tres disparos cada vez.
Duró unos quince o veinte minutos. No tuvimos otra opción. Nos dieron la orden de disparar tanto a la policía como a los manifestantes, daba igual. Yo estaba completamente escandalizado”.
El georgiano Alexander Revazishvili recuerda así el trágico tiroteo del 20 de febrero de 2014 en Kiev, cuando un grupo de francotiradores sin identificar abrieron fuego contra la multitud y contra la policía masacrando a más de ochenta personas.
Las confesiones de Revazishvili y otros dos georgianos, recogidas por los redactores del documental “Ucrania, las verdades escondidas”, emitidas por el Canal 5, revelan una verdad diferente y desconcertante. La verdad de una masacre por la que la oposición acusó a Yanukovich y a sus aliados rusos. Revazishvili y sus dos compañeros, a los que se presenta y se entrevista en el documental, son dos antiguos miembros de los servicios de seguridad de Mijail Saakashvili en su etapa de presidente de Georgia y también eran miembros de su partido. Contratados en Tiblisi por Mamuka Mamulashvili, asesor de Saakashvili, su tarea era la de apoyar, junto a otros voluntarios georgianos y lituanos, las protestas en marcha en Kiev a cambio de un pago de 5.000 dólares.
Llegaron a Ucrania portando pasaportes falsos para coordinar las manifestaciones y liderar la policía ucraniana, inicialmente sin uso de armas. Las armas saltaron a la palestra el 18 de febrero y fueron distribuidas a los diferentes grupos de georgianos y lituanos por Mamulashvili y otros líderes de la oposición ucraniana. “Había tres o cuatro armas en cada bolsa: había pistolas Makarov, Akm, rifles y cartuchos”. Al día siguiente, Mamulashvili y los líderes de las protestas explicaron a los voluntarios que se enfrentarían a un asalto de la policía en el edificio del Conservatorio y en el Hotel Ukraina [ambos edificios en la plaza de Maidan]. En ese caso, explica, había que disparar a la plaza y crear caos. Sin embargo, uno de los protagonistas confiesa haber recibido otra explicación mucho más completa. “Cuando Mamulashvili llegó, se lo pregunté. Las cosas se están complicando, tenemos que empezar a disparar. Respondió que no podíamos ir a esas elecciones presidenciales anticipadas. ¿Pero a quién disparar?, pregunté. Contestó que no importaba a quién, había que disparar y crear el caos”.
“No importaba si disparábamos a un árbol, una barricada o un cóctel Molotov”, confirma otro de los voluntarios. Lo importante era sembrar la confusión. “Escuchaba los gritos”, confiesa Alexander. “Había muertos y heridos. Mi primer y único pensamiento era salir de allí rápidamente, antes de que me cogieran. O me romperían. Alguien ya estaba gritando que había francotiradores”. Cuatro años después, Alexander y sus dos compañeros afirman que no han recibido pago alguno y han decidido decir la verdad sobre quién les utilizó y les dejó tirados. “En el momento no me di cuenta, no estaba preparado. Lo entendí después. Nos han utilizado. Nos han utilizado y abandonado”.