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"Venezuela desde adentro": cómo no entender lo que ocurre en el país


No hay duda de que, pese al lenguaje innecesariamente enrevesado, y en momentos deliberadamente inaccesible, el artículo de Emiliano Terán "Venezuela desde adentro: siete claves para entender la crisis actual" contiene méritos indiscutibles, pero desafortunadamente su marco de análisis es fundamental y fatalmente incorrecto, por lo que inevitablemente obtiene conclusiones erróneas, lo que obliga a una respuesta.
El error metodológico decisivo que comete Terán es presentarnos un falso binario en el que la crisis venezolana sería el resultado de la competencia entre dos variantes del neoliberalismo, el Gobierno y la coalición de oposición de la derecha venezolana, la MUD, por un lado; y una difusa categoría que incluiría "diversas organizaciones de base popular y movimientos sociales" que estarían empeñados en construir una alternativa "contra-hegemónica popular" que estaría emergiendo en oposición a las dos variantes neoliberales mencionadas, por otro. 

La flagrante falsedad e insostenibilidad tanto intelectual como empírica de tal aserto hace que todo el resto de la argumentación de Terán sea parcial e incorrecta.

La Clave I de Terán (nada se puede entender en Venezuela sin tomar en cuenta la intervención foránea) que a primera vista se avizora promisoria, resulta, al leerla, una desilusión.

Terán reconoce que "desde la instauración de la Revolución Bolivariana se ha desarrollado un intenso intervencionismo estadounidense hacia Venezuela, el cual se ha recrudecido y tornado más agresivo a partir de la muerte del presidente Chávez (2013)"; además señala las amenazantes declaraciones del Almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur; los intentos de intervención "regional" contra Venezuela; la campaña de Luis Almagro contra el Gobierno Bolivariano y el doble rasero que la informa; y nos habla de cómo los ideólogos y operadores mediáticos internacionales tal vez ingenuamente "despolitizan" el rol de los organismos supranacionales sin tomar en cuenta las realidades geopolíticas de poder que las constituyen. 

Hasta ahí todo parece andar bien cuando repentinamente Terán nos contrabandea, sin dar ningún contenido, ni intelectual ni empírico, el que cuando se trata de intervención foránea contra Venezuela, no se puede hablar sólo de EEUU pues hay crecientes formas "de intervencionismo chino en la política y las medidas económicas que se han ido tomando, lo que apunta a pérdidas de soberanía, incremento de la dependencia con la potencia asiática y procesos de flexibilización económica". 

Esta es la "cobertura" (más bien, argucia) que usa Terán para liberarse de tener que adoptar una actitud de defensa del Gobierno del presidente Nicolás Maduro contra el imperialismo yanqui y quedarse así en una postura "equidistante" entre China y EEUU y escamotear tramposamente la obligación de todo revolucionario -que el reclama para sí- de defender toda nación contra el imperialismo.

¿Cuál es la evidencia de las "crecientes formas de intervencionismo chino" en la política y en las políticas económicas en Venezuela? 

¿Dónde está la evidencia de la "apropiación" de recursos naturales de Venezuela por parte de China? 

La relación económica entre China y la República Bolivariana de Venezuela ha sido altamente beneficiosa para esta última -así como lo ha sido para el resto de América Latina- puesto que China ofrece mercados (gigantescos) para nuestras materias primas, inversión no sólo en materias primas sino especialmente en infraestructura, tecnología incluyendo transferencia tecnológica, además de amplias y generosas líneas de crédito. EEUU no ofrece ninguna de estas dimensiones del comercio, y en el caso específico de Venezuela, el imperialismo yanqui procura no sólo apropiarse de su recurso principal, el petróleo, sino que además juega un rol central en la terrible guerra económica contra su pueblo así como en el bloqueo financiero que intensifica diariamente.

 Además de que el quid de su estrategia es destruir la soberanía nacional cuya precondición es el derrocamiento violento del Gobierno democráticamente elegido de Venezuela, tanto del que dirige el presidente Maduro así como del dirigido por Hugo Chávez hasta 2013.

Poner en el mismo nivel de categoría política la agresión incesante de ya 18 años de duración del imperialismo yanqui contra Venezuela -sobre la cual hay toneladas de evidencia irrefutable- a la amistosa y altamente beneficiosa relación económica con China es no sólo no entender lo que es el imperialismo sino que es un acto de prestidigitación deshonesto que no se compadece con la realidad. 

La Cepal en innumerables y siempre rigurosos análisis ha demostrado fuera de toda duda el carácter beneficioso y estratégico de la relación entre América Latina y China.

Por ello, el que Terán use China como excusa para liberarse de la obligación de defender al Gobierno de una nación latinoamericana contra la agresión imperialista yanqui es una argucia conscientemente deshonesta que tiene objetivamente consecuencias contrarrevolucionarias.

 Y, luego de las recientes sanciones económicas contra Venezuela adoptadas por Donald Trump, como puede alguien que se dice progresista y revolucionario no llamar al apoyo del Gobierno del presidente Maduro contra el imperialismo yanqui?

Probablemente la peor parte del análisis de Terán sobre la intervención foránea es el grado de subestimación que comete al señalar apenas dos aspectos -salientes por cierto- de la agresión yanqui contra Venezuela lo que probablemente revela su desconocimiento de la verdadera y gigantesca dimensión del aparato de intervención con que cuenta el Imperio yanqui (sobre el cual, desafortunadamente, la mayoría de los comentaristas convencionales ni investiga ni mucho menos denuncia). 

La subestimación o se origina en una presentación de la realidad que deliberadamente procura minimizar la capacidad de injerencia que tiene el Imperio yanqui, o se debe a ignorancia y falta de información al respecto, lo que es más que dudoso.

Este tipo de análisis son típicos en la sociología burguesa

La arquitectura del aparato de intervención yanqui es simplemente escalofriante: en su ápice está el todopoderoso Departamento de Estado que controla, financia, dirige y/o guía organismos claves como Usaid, el Pentágono, la CIA, y los Comités de Relaciones Exteriores del Congreso y del Senado. 

Inmediatamente debajo de este nivel están la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED sus siglas en inglés), la Oficina de Iniciativa de Transiciones, y la Acils (American Center for International Labor Solidarity) la última de las cuales tiene la función de sobornar, corromper e influenciar organizaciones sindicales, como ocurrió exitosamente con la tristemente célebre CTV.

Viene enseguida una capa de organizaciones privadas como el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Democrático Nacional (NDI), poderosísimas organizaciones de los partidos Republicano y Demócrata, respectivamente; Transparencia Internacional (TI); y el Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE)

Estas tienen la función de canalizar recursos privados a la derecha en todo el mundo así como cooptar a la empresa privada de los países en los que se interviene con planes de desestabilización, y TI la de producir "informes económicos" negativos contra los países blancos de la agresión yanqui. 

A todo lo cual hay que agregar una inmensa cantidad de think-tanks, muchos de los cuales son financiados en parte o en su totalidad por EEUU, y entre los cuales hay que destacar la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), dirigido por el ex presidente de España José María Aznar y la organización Prensa y Sociedad que goza de una gigantesca influencia en los medios de comunicación a nivel internacional y ciertamente en América Latina. 

Además están las organizaciones regionales de partidos políticos de derecha entra las cuales se encuentran la Internacional Democrática del Centro, la Unión Democrática Internacional, el Partido Popular Europeo, el Grupo del PPE en el Parlamento Europeo, la Organización Demócrata Cristiana de América Latina y la Unión de Partidos de América Latina

Y para coronar todo esto, está la inmensa mayoría de los medios de comunicación globales, regionales y nacionales, los que en los últimos 18 años han llevado a cabo una campaña implacable e incesante contra el Gobierno Bolivariano de Venezuela.

Generalidades sobre la intervención yanqui como las que nos entrega Terán adolecen de una superficialidad y falta de especificidad dolorosas, especialmente cuando se utilizan para adoptar una posición equidistante entre otras supuestas intervenciones foráneas como la china, sobre la cual la superficialidad raya en la falsificación.

Todo esto Terán lo enmarca en la manida pero falsa matriz sociologizante del llamado "agotamiento del ciclo progresista y restauración conservadora en América Latina", que es una premisa utilizada principalmente por la derecha, similar al "fin de la historia de Fukuyama", y que a juzgar por los desarrollos en Argentina, Brasil, Paraguay, Honduras y México, no sólo no hay tal agotamiento sino que la mentada "restauración conservadora" se está transformando rápidamente en podredumbre reaccionaria de alta inestabilidad.

Ni dictadura, ni democracia

Nuevamente en la Clave II de Terán nos encontramos con que un buen comienzo termina en desilusión.

Terán, correctamente, señala que el uso del termino "dictadura" aplicado al Gobierno Bolivariano ha sido "utilizado y masificado en la jerga mediática de manera bastante superficial, visceral y de una forma moralizante, prácticamente para plantearlo como una especie de especificidad venezolana, distinguiéndose así de los otros países de la región, donde en teoría sí habría regímenes 'democráticos'".

Aquí tropezamos con el primer problema: no hay nada superficial en la utilización de este calificativo contra el Gobierno de Venezuela, sino más bien el cálculo deliberado de los laboratorios mediáticos que responden a los intereses del Imperio.

El cálculo consiste en utilizar aquella caracterización que concite mayor rechazo en un público amorfo al que se influencia a niveles nacionales, regionales y mundial.

Quien crea que hay error sociológico o semántico en tal utilización necesita urgentemente varios cursos de capacitación intensiva contra la ingenuidad frente al bombardeo mediático.

 Los medios de comunicación no han tenido ningún escrúpulo en calificar al régimen de Uribe de democrático mientras simultáneamente caracterizaban al de Chávez de dictatorial.

Cuesta comprender la confusa formulación de Terán de que en Venezuela estamos ante un "mapa de actores" "fragmentado y volátil" con la "existencia de diversos bloques de poder que pueden aliarse o bien estar enfrentados entre ellos y que desborda la dicotomía gobierno-oposición".

Habría sido interesante que Terán hubiese elaborado intelectual así como factualmente tal peregrina aseveración.

En Venezuela no hay otra dicotomía que la de gobierno-oposición, que debiera reformularse como "gobierno-oposición/imperialismo".

Y por ello en Venezuela no hay disputa de poderes entre diversos actores, sino una intensa lucha de clases por el poder entre la oligarquía venezolana en alianza con el imperialismo, por un lado, y el Gobierno Bolivariano y las masas chavistas, por otro.

 Esta lucha se centra por parte de los primeros en subvertir el orden constitucional bolivariano consagrado por la Constitución de 1999 utilizando todos los medios a su alcance incluyendo la guerra económica, los asesinatos selectivos de líderes como Robert Serra y Eliécer Otaiza, el anuncio de Henry Ramos Allup de derrocamiento del presidente Nicolás Maduro en "seis meses", pasando por el intento deliberadamente fallido del revocatorio, las varias idiotas declaraciones de la mayoría opositora en la Asamblea Nacional de que Maduro habría hecho "dejación del cargo" y de que es colombiano, la internacionalización de la estrategia de regime change con el despliegue de Luis Almagro, el llamado a la FANB a sublevarse de Julio Borges, la actual oleada de violencia asesina y destructiva de grupos armados fascistoides (preferimos utilizar el término "fascistoide" en vez de "fascista" porque aunque el comportamiento de estos grupos es fascista, su moral política no lo es, pues son mercenarios pagados, probablemente con dólares de la NED), el despliegue de paramilitares, el bloqueo financiero yanqui, el uso de niños en las protestas violentas, y la quema de individuos en la calle, así como el esfuerzo denodado de quemar tantos niños como sea posible atacando hospitales de niños y guarderías infantiles.

El Gobierno Bolivariano ha tomado medidas orientadas a defender el contrato social que generó la Revolución

La fragmentación sociologista que Terán hace de la intensa lucha política en Venezuela le impide entender el agudo conflicto en ese país como un conflicto esencialmente de clase, y la separación del análisis en "grupos de presión o de bloques de poder" que tipifica la sociología burguesa, lleva a Terán a argumentar que tanto la intervención extranjera como los esfuerzos subversivos de la oposición de derecha en Venezuela están llevando al Gobierno Bolivariano a evolucionar en una dirección autoritaria para lo cual cita decretos presidenciales y medidas especiales, por lo que las libertades individuales se desenvuelven en un contexto de guerra de baja intensidad.

A diferencia de la situación de Chile en los 1970, en Venezuela, debido a que el marco legítimo-legal es la Constitución bolivariana de 1999, no ha sido posible para la oposición de derecha utilizar, por ejemplo, su mayoría en la Asamblea Nacional para alterar el orden constitucional y desarrollar una lucha entres los poderes del Estado existente, excepto saliéndose de y violando la Constitución.

Por lo tanto la derecha, que busca destruir la constitucionalidad bolivariana, tiene que actuar ilegalmente -guerra económica, especulación en mercado negro, contrabando, etc.-, golpismo, leyes para privatizar el sector estatal particularmente Pdvsa, abolir la ley laboral y recurrir a la violencia. Todas, acciones que contravienen el espíritu y la letra de la Constitución bolivariana de 1999.

La verdad es que es simplemente extraordinario el cuidado con el cual el Gobierno Bolivariano ha hecho todo lo posible para que su política de contención de la oleada de violencia y asesinatos desencadenada por la oposición no vulnere el ejercicio de ninguna de las libertades públicas.

Los partidos de la oposición operan sin restricciones de ningún tipo, los medios de comunicación tampoco sufren restricción alguna y no hay censura, y las organizaciones "sociales" de la derecha también funcionan y están activas contra el Gobierno sin tener obstrucciones ni administrativas ni policiales, salvo cuando actúan criminalmente.

La libertad es tal que a nivel de la base de la sociedad es el chavismo que es perseguido y atacado virulentamente, al punto del asesinato.

La Clave III de Terán sobre el desborde del contrato social y de los marcos de la economía formal adolecen de la misma falencia metodológica que todo lo anterior.

Es verdad que la crisis en Venezuela es probablemente la más severa de América Latina, pero no ha habido "un colapso de la económica formal" como lo afirma Terán, sino que hay una guerra económica que ha deliberadamente desarticulado, bloqueado y evitado los circuitos normales de distribución y compra y venta a objeto de producir un colapso económico que pese al daño infligido por todas las actividades ilícitas asociadas a la guerra económica, entre las que se encuentra el "bachaqueo", tal colapso no ha ocurrido aunque sí han generado severos problemas de abastecimiento y sus corolarios de inflación galopante, incertidumbre, merma de los estándares de vida e intenso descontento social.

 Gran parte de estos problemas graves provienen del desplome deliberadamente inducido de los precios del petróleo por la expansión de la extracción de petróleo de fracking por parte de EEUU, cuyo objetivo explícito y declarado es geopolítico: atacar en su corazón a las economías de Rusia, Irán y Venezuela.

Terán está en lo correcto al señalar los efectos terriblemente distorsionadores en la economía de esta guerra económica y de las prácticas que le son asociadas, pero no hay tal desborde del contrato social.

El Gobierno Bolivariano ha tomado medidas orientadas a defender el contrato social que generó la Revolución: defensa del empleo; respeto y ampliación de los derechos de los trabajadores y otros grupos sociales (mujeres, indígenas, etc.); aumentos de salarios y pensiones; expansión de los programas sociales (vivienda, salud, educación, etc.); intervención de empresas paralizadas para asegurar el empleo y la producción; apoyo a los pequeños comerciantes cuyas tiendas han sido destruidas o vandalizadas por los matones a sueldo de la derecha venezolana; esfuerzos sistemáticos para controlar la especulación, el contrabando y el mercado negro; y el desarrollo de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), incitando a la participación popular en la solución de los problemas asociados con el desabastecimiento.

El último presupuesto aprobado por el Gobierno Bolivariano dedica 73% del total al gasto social, algo extraordinario en el contexto de tal severa crisis económica. A este respecto hay que plantearse cuál sería la situación de Venezuela si no hubiera guerra económica, y sobre todo, cuál sería la situación social si el Gobierno, como falsamente lo afirma Terán, fuese verdaderamente neoliberal.

Es verdad que, como dice Terán, hay gente, probablemente una enorme cantidad, que procura solucionar problemas de abastecimiento por vías "informales, subterráneas e ilegales", pero una inmensa proporción se inscribe y entusiastamente participa en vías formales, abiertas y legales, como los CLAP, por ejemplo, de los cuales en mayo de 2017 habían por sobre 20 mil y que daban atención a más de 4 millones de familias.

Los CLAP y muchas de las medidas mencionadas no son suficientes para resolver definitivamente los problemas económicos por los que atraviesa Venezuela, sin embargo, la situación real dista mucho del colapso económico que nos describe Terán.

Sobre la Clave de la crisis del capitalismo rentístico es poco lo que se puede agregar, toda economía sobre-especializada en la extracción y exportación de petróleo sufre de las consecuencias típicas de la "enfermedad holandesa", pero llama la atención que Terán no mencione los esfuerzos y los planes que el Gobierno Bolivariano realiza para superar la dependencia del petróleo y el carácter rentístico de la economía. 

A ello se debe agregar que una proporción importante del gasto estatal proviene del aumento substancial de las recaudaciones de impuestos que han superado todos los récords en este período, y que en el presupuesto de la nación, la renta petrolera representa una proporción muy baja de financiamiento (menos del 30%) y que el Gobierno, aunque ha logrado que tanto países OPEP como no OPEP reduzcan su producción de crudo para así mejorar los precios, es falso que se confíe única y exclusivamente en la mejora del precio del petróleo.

Por último, según el FMI, Venezuela tiene un endeudamiento del 42% de su PIB que, comparado con la deuda de los países europeos, es insignificante pues en muchos de ellos supera el 100%, y que en el caso de Estados Unidos es de por lo menos 105% de su PIB.

A este respecto Terán afirma, sin base, que las decisiones del Gobierno Bolivariano están erosionando y desmantelando "paulatinamente los avances sociales alcanzados en los tiempos anteriores en la Revolución Bolivariana". Terán, para justificar tal afirmación, concentra su fuego en la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE) sobre las cuales nos dice generalidades sin precisar en concreto sobre los aspectos específicos de su aplicación en Venezuela. Terán no indica a cuál ZEE específica se refiere su afirmación ni tampoco nos da detalles de las condiciones o el contrato de la instalación de una ZEE específica en Venezuela.

Vale recordar que si bien históricamente las ZEE han sido utilizadas por compañías transnacionales de la forma que él sugiere, no siempre es el caso, y que China se logró despegar para convertirse en la primera potencia del mundo gracias en parte a una política inteligente de implementación de ZEE (que en un momento llegó a tener 18 ZEE en su territorio sin que su soberanía nacional mermara una iota).

Cuba también ha establecido una ZEE en Mariel aplicando criterios inteligentes en contratos beneficiosos para la nación y su pueblo.

Lo mismo aplica a la inversión extranjera en sectores de materias primas como el petróleo en la Faja del Orinoco. Nuevamente aquí Terán hace afirmaciones genéricas sin evidencias que las sustenten y, de paso, agrega un conjunto de políticas prácticas (liberalización de precios de algunos productos básicos, emisión de bonos, pago de la deuda externa, devaluación de la moneda, etc.) insistiendo nuevamente en culpar al Gobierno de la escasez de productos e implícitamente sugiriendo que estas políticas formarían parte del paulatino desmantelamiento de los avances de la Revolución.

Pasqualina Curcio ha demostrado con evidencia estadística irrefutable que es falso que las importaciones hayan declinado, sino que al contrario demuestra que pese al aumento sostenido de las importaciones (129% entre 1999 y 2015) la escasez se agravó, y que en lo referente a alimentos entre 2004 y 2014, hubo un aumento de las importaciones de 259%, y lo mismo aplica a los medicamentos.

Terán hace lo mismo con la iniciativa del Gobierno Bolivariano del Arco Minero del Orinoco, condenándolo por lo que él llama "extractivismo" pero sin darnos muchos detalles al respecto, ni de las posible salvaguardias y medidas de protección al medio ambiente que los contratos firmados hayan contemplado.

Terán, entonces sin evidencia sólida, se atreve a afirmar incorrectamente que "Estamos en presencia de lo que hemos llamado un 'neoliberalismo mutante', en la medida en la que se combinan formas de mercantilización, financiarización y desregulación con mecanismos de intervención estatal y asistencia social".

El socio principal de las inversiones en el Arco Minero es el Gobierno nacional, cuyo objetivo es diversificar la economía para así reducir la dependencia de la renta petrolera -algo que Terán debiera aplaudir-.

 El objetivo declarado es sentar las bases y obtener los recursos para desarrollar un nuevo modelo productivo. Sobre esto hay abundancia de información, pero Terán ha deliberadamente elegido omitirla y usar un lenguaje provocativo para lograr su objetivo: desacreditar al Gobierno Bolivariano presentándolo como una variante de neoliberalismo.

Ya veremos más adelante la verdadera función de tal aserto.

En la Clave sobre la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la coalición de derecha en Venezuela, Terán cae nuevamente en el sociologismo puesto que desmenuza el fenómeno en una descripción de sus partes componentes en la que se enfatiza las diferencias reales que existen entre estos componentes, y se identifica correctamente alguna de las inclinaciones ideológicas de estos componentes, pero en donde la función política primordial de la MUD, el mecanismo de clase que organiza, dirige y financia el imperialismo para derrocar al Gobierno Bolivariano, desaparece completamente.

Y, nuevamente, con un acto de prestidigitación deshonesto, enfocándose en las políticas hacia el petróleo que tienen tanto la MUD como el Gobierno, asevera falsamente que no hay diferencia entre Nicolás Maduro, Henrique Capriles y Leopoldo López.

Lo que es no sólo deshonesto, sino que además, absurdo. Probablemente intencionada, la inferencia de Terán es que Maduro es peor que Capriles y López puesto que estos últimos no traicionan los principios del socialismo dado que son neoliberales.

En la última Clave, Terán nos habla de la fragmentación del "pueblo" y el progresivo socavamiento del tejido social en lo que sugiere correctamente que, en un proceso de agresión tan intenso como el que se ha desencadenado contra el Gobierno, la economía y la sociedad venezolanas -que Terán llama "guerra de baja intensidad"- "el principal afectado es el pueblo trabajador". El problema es el non sequitur de Terán, a saber, "La potente cohesión socio-política que se configurara en los primeros años de la Revolución Bolivariana ha sufrido no sólo un desgaste sino una progresiva desarticulación".

Otro sociologismo más sobre "el agotamiento del ciclo progresista"

Negar que la guerra económica desencadenada en 2012 ha tenido efectos negativos en una parte del pueblo chavista equivaldría a intentar tapar el sol con un dedo.

La derecha venezolana, capitalizando demagógicamente los graves problemas de desabastecimiento creados por la propia guerra económica, obtuvo una victoria electoral significativa en las elecciones a la Asamblea Nacional en diciembre de 2015 que, a primera vista, dio la impresión de que anunciaba el fin de la Revolución Bolivariana y su brutal desmantelamiento conllevando la destrucción de la totalidad del edificio socio-económico-político construido bajo el liderazgo de Hugo Chávez en 17 años. Más de un sesudo observador superficial lo predijo como una consecuencia axiomática "del agotamiento del ciclo progresista y restauración conservadora en América Latina".

Sin embargo, parafraseando a Mark Twain, los rumores de la muerte de la Revolución Bolivariana han sido grandemente exagerados.

Para empezar, si bien es cierto el chavismo perdió la elección a la Asamblea Nacional, obtuvo un 43% de los sufragios emitidos, lo que, en las circunstancias de la brutal guerra económica, es un piso duro chavista extraordinariamente alto.

 Es decir, la vanguardia social en Venezuela es gigantesca. Si a ello le agregamos el hecho de que 2 millones de chavistas expresaron su descontento no votando por la derecha sino absteniéndose, desmiente la conclusión exagerada de que hay "desarticulación de las fuerzas de la revolución".

A esta realidad política tangible se deben agregar las siguientes interrogantes y cuestionamientos a las premisas y conclusiones del análisis de Terán.

¿Cómo explicar la existencia de miles de consejos comunales, el fortalecimiento de los sindicatos y especialmente la participación de sus bases, el surgimiento de decenas de miles de CLAP, y las inmensas movilizaciones del pueblo chavista así como su extraordinaria capacidad de resistencia que pese a las monumentales dificultades (colas, violencia fascista, escasez, penuria y muchas otras) han en gran medida permanecido fiel en su apoyo al presidente Nicolás Maduro?

De la misma manera, ¿cómo explicar el miserable y estruendoso fracaso de cada uno de los intentos de derrocamiento del Gobierno legítimo del presidente Maduro por parte de la Asamblea Nacional durante todo el año 2016?

Y, además, ¿cómo explicar las entusiastas iniciativas productivas de las bases tanto en el sector industrial así como en el sector agrícola, especialmente en lo que respecta a la agricultura urbana? ¿Cómo explicar las iniciativas de la base de apoderarse de varias panaderías y el de varios sindicatos de apoderarse de varias empresas y de asumir responsabilidades de gestión en otras?

Y, ¿cómo explicar que entre el 80% al 90% de los venezolanos rechacen la violencia demente de los matones armados, organizados y pagados por la MUD? Es decir, que aunque hay problemas serios -que toda revolución enfrenta- los rumores sobre "la progresiva desarticulación de la revolución" han sido grandemente exagerados por Terán.

La pregunta es: ¿cuál es la funcionalidad de esta exageración, pieza central de su constructo, en su argumento?

La respuesta a nuestra última pregunta la encontramos en la Clave VII de Terán: "diversas organizaciones de base popular y movimientos sociales a lo largo y ancho del país insisten en construir una alternativa desde sus territorios".

El objetivo de Terán es presentar estas indefinidas "organizaciones de base" como independientes tanto de la MUD como del chavismo, y que según él estarían empeñadas en construir una alternativa "contra-hegemónica popular" que se yergue y se opone a las dos variantes del neoliberalismo: el Gobierno de Nicolás Maduro y la MUD. La importancia en la logística del argumento de Terán de tales "organizaciones de base" es inmensa, pues todo su argumento depende de su existencia física, política y cultural, por lo que el hecho de que Terán les dedique, en todo su largo artículo, apenas un párrafo de 56 palabras, es asombroso para un sociologista de un auto-supuesto rigor como el de Emiliano Terán.

 Además, Terán condena a la izquierda chavista que apoya al Gobierno Bolivariano por no apoyar a tales "organizaciones de base" sobre las que casi no entrega información alguna.

Peor aún Terán no menciona ninguna característica ni menos ninguna posición política, filosófica, programática o de cualquier otro tipo que permita identificarlas al menos intelectualmente dado que no entrega ni una coma respecto de quiénes son, dónde están y cómo se estructuran. Logísticamente el discurso de Terán sobre estas misteriosas "organizaciones de base" tiene validez intelectual -dado que no ofrece datos empíricos que las evidencien- solamente si su afirmación central, a saber, que el Gobierno del presidente Nicolás Maduro es neoliberal, por lo que lógicamente aquéllas representarían una alternativa para "disputar con mayor fortaleza el rumbo del proyecto político nacional". Terán se preocupa aun mucho menos de darnos el mínimo esbozo de en qué consistiría esta supuesta alternativa.

Es preocupante que el constructo de Terán, pese a que está analizado en la Clave I, no otorgue ni la importancia que tiene ni profundice en todos sus significativos detalles, no ya la intervención, sino la intensísima agresión yanqui a la que el Gobierno, el pueblo y la nación venezolanos están siendo sometidos desde 2012, especialmente en el momento político que se vive actualmente y que ha motivado el artículo de marras de Terán.

Aunque se menciona el infame decreto de Obama declarando a Venezuela una amenaza a la seguridad de EEUU, a las amenazas de intervención militar de Kurt Tidd, jefe del Comando Sur del Pentágono, la campaña de regime change de Luis Almagro desde la OEA, la agresividad de la política de Donald Trump en política exterior, y los más que obvios dobles raseros que organizaciones de DDHH aplican hacia Venezuela en comparación con otros países en la región o en el mundo, todo esto está planteado como si fuese algo "normal" pero sobre todo remoto. Terán, por la lógica de su constructo anti-Maduro, está imposibilitado de extraer todas las consecuencias de la agresión yanqui contra Venezuela, pues el objetivo central de Terán es organizar la oposición política al Gobierno Bolivariano sobre la inexistente y falsa premisa de una corriente supuestamente de masa que se "yergue como alternativa a dos neoliberalismos, el de la MUD y el del gobierno".

Llama a que la izquierda abandone al Gobierno legítimo justo ahora que más necesita apoyo

Terán no comprende -las premisas de su constructo se lo impiden- la centralidad decisiva del Imperio yanqui en la violenta oleada contra la institucionalidad democrática de Venezuela, sin la cual la derecha venezolana no tendría ni un 1% del impacto que tiene. Sin el apoyo decisivo de EEUU y su gigantesco aparato político, mediático, financiero, de desestabilización e intervención contra el Gobierno Bolivariano de Venezuela, la oposición venezolana no sería ni la sombra de lo que es. Sin el apoyo decisivo de EEUU, no habría coordinación por parte de los gobiernos latinoamericanos de derecha, ni habría campaña "almugrista" contra el Gobierno de Venezuela desde la OEA, probablemente no habría bloqueo financiero, ni habría unanimidad mediática en el mundo de caracterizar como "dictadura" al Gobierno Bolivariano, ni habría guerra económica con la potencia que tiene la que está siendo aplicada ahora mismo, ni muchos de los medios de comunicación, partidos políticos u organizaciones (ONGs) asociadas con la sedición, hegemonizarían la oposición derechista de Venezuela. Esto se puede fácilmente demostrar con Cuba: sin el apoyo decisivo del Imperio yanqui, la gusanera en Miami no tendría ni un centésimo de la influencia que ejerce sobre la política exterior yanqui hacia Cuba, ni tendría ni un centésimo de los recursos con los que cuenta.

La confirmación se obtiene haciendo un contraste entre Cuba y Puerto Rico. Es y ha sido la decisiva acción de EEUU que hace que la enorme población puertorriqueña en ese país no tenga prácticamente ninguna influencia política de significancia ni siquiera en su propio país después de 119 años de la invasión militar yanqui de 1898.

En cambio, la gusanera cubana tiene influencia política desmesurada y recursos casi infinitos después de 58 años de la revolución fidelista (el tamaño de las poblaciones cubanas y puertorriqueñas en EEUU confirma nuestras afirmaciones: puertorriqueños 10%, cubanos 3.7% del total de la poblacion latinoamericana).

Quien no comprenda la significancia decisiva de todos los aspectos de la intervención yanqui, la verdad es que no puede extraer conclusiones correctas de la realidad que enfrenta la Venezuela Bolivariana.

El análisis de Terán empeora en calidad y profundidad cuando define la intervención extranjera diciendo que no sólo hay "intervención yanqui" sino que además "hay crecientes formas de intervencionismo chino" en la política y la economía venezolanas sin dar más detalles.
Conclusión

Por todo lo dicho más arriba, objetivamente, la funcionalidad de todo el constructo desarrollado por Emiliano Terán es persuadir a la izquierda latinoamericana y global de que el Gobierno de Maduro es neoliberal y de que hay, en algún substrato misterioso de la entraña social venezolana, corrientes de base que tienen un programa alternativo que la izquierda debiera apoyar.

La extrema falta de detalles sobre estas corrientes alternativas, conjuntamente con la caracterización de neoliberal del Gobierno de Nicolás Maduro tienen la consecuencia objetiva de convertirse en realidad en un llamado tramposo, engañoso a no apoyar al Gobierno Bolivariano.

Si, cuando Emiliano Terán escribió su artículo (abril 2017), era posible pensar que aunque sólo fuese intelectualmente de que aunque no existiesen tales "organizaciones de bases empeñadas en construir una alternativa 'contra-hegemónica popular'", tal vez fuese deseable que existiesen, la prueba de los hechos la desmiente de manera conclusiva.

El voto, además del deseo intenso de votar, pese a la violencia asesina de los matones armados de la MUD y de los paramilitares colombianos, que aconteció en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, el 30 de julio de 2017, demostró de manera abrumadora que las masas tienen mejor instinto político que Emiliano Terán: 8 millones, la más alta votación del chavismo desde 1999, que probablemente habría sido cerca de 10 millones si no hubiese sido por la violencia fascista de los matones armados de la MUD.

La izquierda continental, el Foro de Sao Paulo, que incluye organizaciones políticas de masas (PT, FSLN, MAS, FMLN, PCC, y muchas otras) que cuentan con centenas de miles de afiliados, además de decenas de millones de votos en las masas del continente, adoptaron la posición correcta: apoyo incondicional a la Revolución Bolivariana, y respeto y apoyo a la Asamblea Nacional Constituyente, así como rechazo inequívoco a la agresión yanqui contra Venezuela. Todos ellos, incluyendo las masas venezolanas, demostraron que posiciones como las de Emiliano Terán son inservibles, y que si las adoptaran, tendrían consecuencias catastróficas.

Emiliano Terán debiera de declararlo con honradez y sin subterfugios ni argucias, su esfuerzo intelectual está orientado a que la izquierda continental y mundial cese su apoyo al Gobierno revolucionario de Venezuela. Las "organizaciones de base revolucionarias que se yerguen como alternativas" al Gobierno de Nicolás Maduro, son una construcción falsa, un espejismo creado por Emiliano Terán, para justificar su llamado a que la izquierda abandone el apoyo al Gobierno legítimo de Venezuela justo ahora que más lo necesita.

Es decir, nos enfrentamos a la paradoja de que el artículo de Emiliano Terán que ostensiblemente enunciaba un análisis de izquierda, concluye, por su metodología falsa, premisas tramposas y argucias sociologizantes, convirtiéndose en un llamado objetivamente contrarrevolucionario.

Francisco Domínguez es secretario nacional de la Campaña de Solidaridad con Venezuela y jefe del Grupo de Investigación de Estudios de America Latina de la Universidad de Middlesex, Gran Bretaña.

Francisco Domínguez es secretario nacional de la Campaña de Solidaridad con Venezuela y jefe del Grupo de Investigación de Estudios de America Latina de la Universidad de Middlesex, Gran Bretaña.

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