En lo que respecta a Rusia, Washington se ha comportado "como un mentiroso compulsivo", sostiene en un artículo para RT el escritor y periodista estadounidense Robert Bridge, que analiza tres mentiras estadounidenses que destruyen su relación con Rusia.
Mentira 1: "Ni una pulgada hacia el este"
La primera "fea falsedad" de Washington ocurrió en febrero de 1990 cuando ofreció la garantía verbal de que la OTAN no se expandiría "una pulgada hacia el este".
Hoy en día, "las franquicias de la OTAN están haciendo un negocio floreciente a una pulgada de la frontera rusa", escribe el periodista.
A medida que los Ejércitos extranjeros se extienden a lo largo de la frontera de Rusia, "la única opción que le queda a Moscú es militarizarla".
Pero incluso este acto natural de autodefensa "es desacreditado como una prueba perfecta de la supuesta mala intención de Rusia", señala el autor del artículo para agregar que "las mentiras crean más mentiras".
Soldados estonios participan en el ejercicio militar Hedgehog 2015 de la OTAN en Tapa, Estonia, el 12 de mayo de 2015. / Ints Kalnins / Reuters
Sin un auténtico enemigo en el horizonte, el bloque militar occidental se ha enfrentado a un dilema "desafiante y peligroso": cómo convencer a los países a unirse a un club militar costoso cuando no existe una amenaza legítima.
Por lo tanto, afirma Bridge, Occidente se ha visto obligado a crear "un monstruo" que la alianza atlántica utiliza como excusa para su propia existencia, cuando en realidad, es la OTAN liderada por EE.UU. (y no Rusia) la que ha estado "pisoteando de manera constante y diabólica" los derechos soberanos de las naciones y los pueblos desde los ataques del 11-S.
Mientras tanto, la promesa rota de la OTAN de no avanzar hacia la frontera de Rusia ha dejado al continente europeo "menos seguro ahora que en cualquier período desde el final de la Guerra Fría", se lamenta Bridge.
Mentira 2: "Vamos a cooperar en la defensa antimisiles de EE.UU."
El periodista recuerda que "lo que más les preocupaba a los rusos" en el momento en que Barack Obama llegó a la Presidencia de EE.UU. fue el escudo de defensa antimisiles que su predecesor George W. Bush había planeado para Europa del Este.
Al principio, el nuevo presidente anunció que "dejaría de lado" el plan de Bush, optando por una alternativa menos ambiciosa. Sin embargo, lo que hizo en realidad fue reforzar su defensa antimisiles en Europa.
Mientras tanto, prosigue Bridge, Moscú "esperó pacientemente" después de que Washington dijera que estaría dispuesto a cooperar en el sistema de defensa antimisiles, el cual, al fin y al cabo, estaba supuestamente diseñado para desviar un ataque de un "Estado canalla" en el continente.
Sin embargo, al parecer, Washington tenía otras ideas, y Moscú, "harta de negociaciones que no iban a ninguna parte", se centró en diseñar misiles capaces de superar cualquier sistema de defensa, indica el analista, para concluir que "la promesa de EE.UU. de cooperación en defensa de misiles, al igual que la de no expandir la OTAN, resultó ser otra mentira".
Mentira 3: "Aliados contra el terrorismo"
Después de los ataques del 11-S, el presidente ruso Vladímir Putin fue el primer líder mundial en llamar a George Bush y expresar sus condolencias por la muerte de 3.000 personas en suelo estadounidense, pero además, se ofreció a EE.UU. para apoyarle en la lucha contra el terrorismo.
Sin embargo, a pesar de todo el ruido acerca de la asociación antiterrorista entre EE.UU. y Rusia, desde los atentados, Moscú y gran parte del mundo se vieron obligados a "permanecer como espectadores silenciosos anteuna pesadilla estadounidense titulada 'la guerra contra el terrorismo'".
Entretanto, las naciones de Oriente Medio y el norte de África "estaban cayendo como fichas de dominó" a medida que EE.UU. seguía un "programa desastroso y muy antidemocrático de cambio de regímenes", que ahora está intentando implementar en Siria.
Soldados rusos en vehículos blindados patrullan una calle en Alepo, Siria, el 2 de febrero de 2017. / Ali Hashisho / Reuters
Aquí es donde Rusia decidió tomarse en serio las afirmaciones estadounidenses sobre su "asociación contra el terrorismo", y en 2015, a raíz de una solicitud oficial del Gobierno sirio, entró en la lucha contra el Estado Islámico.
A pesar de los éxitos militares rusos en Siria con respecto a la eliminación del EI, Washington "se ha negado tercamente a ayudar a Rusia en sus esfuerzos".
En cambio, Washington ha elegido un camino "que intenta castigar a Rusia" por interferir en otro intento estadounidense de cambio de régimen en otro Estado soberano, opina Bridge.
En definitiva, "podemos ver el hilo mentiroso que conecta las presidencias de George W. Bush, Barack Obama y ahora parece que la de Donald Trump también", apunta el periodista. Bridge explica que, "sin que importe quién esté en la Casa Blanca", algún "poder detrás de la escena" está claramente en contra de cualquier tipo de cooperación entre EE.UU. y Rusia.
Sin embargo, si no se remedia, "esta ola de rusofobia que ha atravesado EE.UU. podría resultar en una de las mayores tragedias de nuestro tiempo", en la que, concluye, "podría perderse mucho más que la verdad".
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