Colegio San José: La Enseñanza del Terrorismo

- Colegio San José: La Enseñanza del Terrorismo- Nicaragua

OTAN: El informe Chilcot

La Guerra de Iraq y las mentiras en que se basó siguen generando polémica

"Tras el informe Chilcot, debería emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Iraq y en otras partes del mundo", proponen los autores.

06/07/2016.- Sale a la luz el informe Chilcot, sobre la guerra de Irak, que compromete a los expresidentes británico, estadounidense y español: Blair, Bush y Aznar.

Se trata de una investigación por la que se demostraba que George W. Bush, José María Aznar y Tony Blair habían manipulado información para justificar el lanzamiento y participación en la Guerra de Irak en 2003.

Una filtración llevada a cabo por el portal DC Leaks ha dejado al descubierto la correspondencia electrónica entre el antiguo Ministro de Asuntos Exteriores británico, Jack Straw, y el ex-Secretario de Estado norteamericano Collin Powell, dos de los principales 'arquitectos' de la invasión de Irak.

En esa correspondencia queda claro el temor que les infunde la publicación del Informe Chilcot, y sobre todo el alivio que les produce que un acontecimiento internacional de elevada relevancia, la votación para el Brexit, parezca tener muchas posibilidades de acaparar la atención mediática y hacer que el citado informe -en el que ambos salen muy mal parados- pase desapercibido para la opinión pública.

El 4 de Julio, dos días antes de la publicación del informe Chilcot, el ex-mandatario británico escribe a Collin Powell un email francamente explícito, en el que señala que "hay un resquicio de esperanza de la votación del Brexit, que reducirá a medio plazo la atención sobre Chilcot, aunque no impedirá que el día de la publicación sea incómodo".

 El motivo de ese email era hacerle llegar a Collin Powell, como documento adjunto, el borrador de lo que serían las declaraciones ante la prensa del propio Jack Straw en su comparecencia tras la publicación del informe. 

Al final de ese texto enviado, Jack Straw añade la pregunta: "¿¿Algo más??".

Un mes después Collin Powell le escribe aliviado señalando que el asunto no ha sido demasiado importante en Estados Unidos y que se ha ido apagando con el tiempo. 

Jack Straw, evidentemente aliviado también, respondía que en Gran Bretaña la situación era similar: 

"Sí, el asunto Chilcot se ha apagado también por aquí. Fue desagradable en su día, pero todo se concentró en Tony [Blair]". 

En el mismo email señala también que "algo sobre unos familiares de soldados muertos en Irak que tratan de emprender acciones legales contra Tony Blair podría quedar en pie, pero es difícil ver como funcionaría eso". 

Los emails citados han sido publicados en su totalidad por el diario The Intercept

En el mismo artículo en que este medio los divulga, explican que la filtración la ha llevado a cabo DC Leaks, y mencionan que ese portal "tiene relaciones con Guccifer 2.0, un hacker al que se le suponen relaciones con la inteligencia rusa".

************
Esta semana se dio a conocer un devastador informe sobre la activa participación del Reino Unido en la invasión y ocupación de Iraq, al mismo tiempo que continúan buscándose entre los escombros los cuerpos de las personas fallecidas en el peor atentado suicida con camión bomba que ha tenido lugar en Bagdad desde el inicio de aquella funesta guerra en el año 2003. 

El documento se conoce como “el informe Chilcot”, por su principal investigador y autor, Sir John Chilcot. 

La investigación fue encomendada en el año 2009 por el entonces primer ministro Gordon Brown. 

Chilcot dio a conocer el informe de 6.000 páginas el miércoles por la mañana, tras siete años de trabajo. 

El informe ofrece una larga lista de críticas al ex primer ministro Tony Blair y su gabinete al dejar al descubierto de qué manera se exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, así como la inquebrantable lealtad que Blair demostró al presidente George W. Bush. 

“Ahora resulta claro que las políticas sobre Iraq se elaboraron sobre la base de información de inteligencia y valoraciones infundadas que no fueron contrastadas”, afirma Chilcot en el comunicado que acompañó la publicación del informe.

Un memorando incluido en el informe, enviado por Blair a Bush en julio de 2002, meses antes de la invasión, comienza con la siguiente promesa hecha por Blair a Bush: “Estaré contigo, pase lo que pase». 

Muchas personas, entre ellas referentes parlamentarios del propio Partido Laborista, piden que Blair sea llevado a juicio por crímenes de guerra. 

Mientras el Reino Unido, sumido aún en un caos político a consecuencia del referéndum que derivó en el Brexit, reacciona al informe Chilcot, la población de Bagdad no se repone aún del atentado del sábado. 

La cifra de víctimas fatales del atentado se ha incrementado hasta alcanzar las 250. George W. Bush expresó sin ningún atisbo de arrepentimiento a través de un portavoz que “sigue creyendo que el mundo entero esta mejor sin Saddam Hussein en el poder”. 

Según trascendió, al momento de realizar estas declaraciones, Bush recibía a veteranos heridos en su rancho de Texas.

Mientras que las fuerzas británicas perdieron a 179 de sus miembros a lo largo de toda la guerra, las fuerzas estadounidenses tuvieron 4.502 bajas (siete de las cuales sucedieron en 2016). 

A la invasión y posterior ocupación se destinaron miles de millones de dólares, y se destinarán miles de millones más para el cuidado de por vida de los veteranos heridos y emocionalmente afectados. 

Sin embargo, la mayor e incalculable pérdida es la que ha sufrido el pueblo iraquí. Como lo demuestra este reciente y devastador atentado, la guerra en Iraq no ha llegado a su fin. 

Se han llevado a cabo varias iniciativas para contabilizar la cifra de víctimas fatales de la guerra. El más bajo de estos estimativos ubica la cifra entre 160.000 y 180.000 fallecidos. 

Algunos estudios sostienen que el número de víctimas es varias veces mayor. Resulta imposible determinar la cifra exacta, pero el efecto en la población de Iraq ha sido devastador y los daños se harán sentir por generaciones.

El pronunciamiento británico fue claro: “Nuestros ejércitos no llegan a sus ciudades o a sus tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores”. Sin embargo, estas palabras no fueron expresadas en 2003, sino en 1917. 

La guerra arrasaba Europa y la Marina Británica dependía ampliamente del petróleo proveniente de Irak y el Golfo Pérsico.

 Como sostiene el detallado anexo histórico que acompaña al informe Chilcot: “Para asegurar ese petróleo para Gran Bretaña, en la primavera de 1914, el Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, adquirió para el Gobierno Británico el 51% de las acciones de la Anglo-Persian Oil Company o Compañía de Petróleos Anglo-Persa”. 

Y fue así como todo un siglo de ocupación, explotación, represión, violencia y dolor se ha grabado a fuego en la vida de los iraquíes y en la historia de Iraq.

Para Sami Ramadani todo esto es más que historia. Ramadani nació en Iraq pero vive en Londres desde que se convirtió en un exiliado del régimen de Saddam Hussein. 

Durante mucho tiempo se ha dedicado a impulsar el movimiento contra la invasión y la ocupación de Iraq, pero también contra las devastadoras sanciones que las precedieron.

 Poco después de que el informe Chilcot fuera dado a conocer, Sami Ramadani dijo en “Democracy Now!”: “Iraq, como sociedad, como Estado, fue destrozado de la manera más cruel desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, con tácticas como la llamada de ‘conmoción y pavor’ y con crímenes en masa a una escala indescriptible.

 El verdadero objetivo no era sacar al dictador, sino controlar Iraq. Y al no poder controlarlo, lo destruyeron, al igual que están haciendo con Libia, con Siria y demás. Esto entra en esa escala. Pero la peor de las tragedias es la pérdida de vidas”.

Un año después de la invasión, en la cena anual de la Asociación de Corresponsales de Radio y Televisión en Washington, D.C., el presidente Bush bromeó ante los cientos de periodistas presentes en la cena: «Esas armas de destrucción masiva tienen que estar por aquí, en alguna parte. 

No, por allá no hay armas. Puede que estén aquí debajo». Imágenes de Bush en el Despacho Oval, en cuclillas, buscando armas de destrucción masiva bajo los muebles, acompañaron la comedia cotidiana de aquellos días. 

En tiempos en que los miembros fallecidos del Ejército de Estados Unidos eran retornados a la Base de la Fuerza Aérea de Dover, en donde estaba prohibido tomar fotografías de las bolsas en que se transportaban los cuerpos, y en que los cadáveres de los iraquíes se amontonaban en las calles y las morgues, la conducta de Bush resulta incomprensible. 

La guerra no es broma. Tras el informe Chilcot, debería emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Iraq y en otras partes del mundo.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter