Paraguay, esa pequeña isla rodeada de tierra como diría el Cervantes Augusto Roa Bastos, es un país pequeño en proporción, pero inmenso en solidaridad.
Un pueblo que a lo largo de los años a pesar de las guerras, masacres, dictaduras y expolios, sigue en pie luchando por sobrevivir y con la esperanza de ver en un futuro más próximo, una mejora en la situación económica y social de las personas.
Hoy día, el país está inmerso en una importante crisis política e institucional debido a intereses personales, presiones tanto nacionales como internacionales, y lo más importante, debido al descrédito de los representantes políticos ya sea por corrupción o por incapacidad para gestionar las instituciones.
Situándose entre los peores del mundo en cuanto a educación, derecho a la asistencia sanitaria, casos de asesinatos y persecución de periodistas, además de tener varias sentencias de la CIDH en materia de violaciones de derechos humanos, el Estado paraguayo no levanta cabeza por cuestiones como la distribución de la riqueza y la propiedad de la tierra, la falta de un sistema de tributación más justo, la corrupción endémica y la aplicación de políticas neoliberales que generan más desigualdad entre la población.
Sin embargo, para analizar la situación política actual del país, necesitamos repasar la historia más reciente, desde lo que fue el gran acontecimiento de la “democracia” con la llegada al Poder Ejecutivo de Fernando Lugo como presidente de la República en el año 2008 y su posterior destitución vía juicio político sumarísimo en el año 2012.
El sistema de partidos paraguayo a lo largo de los años se ha definido en base a un modelo bipartidista, el Partido Colorado y el Partido Liberal. El Partido Colorado, tras más de 60 años de gobierno, incluyendo una de las dictaduras militares más feroces de la región (1954-1989), pierde las elecciones generales en abril de 2008 frente a una alianza estratégica denominada “Alianza Patriótica para el cambio” encabezada por Fernando Lugo como presidente. Esta alianza congregaba a varios partidos minoritarios de izquierda junto con el Partido Liberal.
Desde su primer día como Presidente, Lugo no lo tendría fácil, básicamente porque el pacto con el Partido Liberal intentaría pasar factura desde el primer momento, y así se ha demostrado posteriormente. Además, a través de las elecciones había conquistado el Poder Ejecutivo, mas el Legislativo lo seguía controlando la derecha paraguaya, por lo cual y teniendo en cuenta el sistema paraguayo, la situación era prácticamente ingobernable.
Sin embargo, durante su gobierno se pueden destacar cuestiones muy positivas en cuanto a su gestión en materia de sanidad, educación, Cultura, política exterior, entre otros. Sin embargo, su incapacidad para gestionar el conflicto del campo, entre otros, ha sido uno de los hándicaps desde los inicios de su gobierno.
Por otro lado, su constante relacionamiento por parte de los medios de comunicación con una supuesta guerrilla de nombre Ejército Paraguayo del Pueblo (EPP) hacía que la opinión pública lo sitúe cada vez más en una posición de izquierda radical con las connotaciones más negativas que esto supone.
Y por último, podemos añadir la pérdida de popularidad de la figura de Fernando Lugo, al destaparse sus casos de paternidad durante los años en el que fuera sacerdote, cuestión que, para muchos votantes, había sido una traición a su confianza.
Tras un periodo de gobierno complicado y a unos pocos meses de celebrarse unas nuevas elecciones presidenciales, se produce la “Matanza de Curuguaty”, violento acontecimiento en el que murieron campesinos y policías y que a día de hoy no ha tenido una investigación seria pero sí varios presos políticos, y que se convirtió en el golpe parlamentario disfrazado de juicio político sumarísimo (22 junio 2012) que terminó con la destitución de Lugo asumiendo la presidencia el que fuera su vicepresidente Federico Franco (Partido Liberal) y posicionándose el partido de éste último a favor de la destitución.
Una gran masa crítica ocupó las plazas frente al Congreso Nacional antes de la predeterminada sentencia, y posteriormente, la televisión pública fue ocupada por la misma resistencia en un acontecimiento sin antecedentes en materia de movilizaciones. Sin embargo, el golpe institucional, el quiebre democrático y la violación de la Constitución Nacional utilizando el mecanismo del juicio político moldeado y ajustado de acuerdo a intereses espurios había fijado un precedente que marcaría el devenir político hasta nuestros días.
La mala gestión institucional y los escándalos de corrupción del nuevo gobierno del Partido Liberal encabezado por Federico Franco terminaron por devolver el poder al Partido Colorado, que gana las elecciones presidenciales en el 2013 encabezado por una figura bastante controvertida como la de Horacio Cartes, actual presidente, un empresario mediocre, machista, preso en 1989 por evasión de divisas y vinculado a supuestas redes de lavado de dinero provenientes de narcotráfico según revelaciones de Wikileaks. Esta figura llega a la presidencia de Paraguay con la intención de quedarse en Mburuvicha Róga por más de cinco años.
Horacio Cartes desarrolla una gestión complicada desde el principio, debido sobre todo a su incapacidad personal y la de su equipo para poder hacer frente y encargarse de las instituciones del Estado. Lejos de renovar su partido y de reformar las cuestiones claves del Estado paraguayo, el clientelismo político crece y las libertades se restringen.
Retrocesos en materia de sanidad y educación, aumento de la deuda externa y casos de persecuciones y asesinatos de periodistas encabezan los titulares de los medios de comunicación que todavía no son de propiedad de Cartes, pues su grupo empresarial acapara a gran velocidad la titularidad de medios decisivos para la generación de la opinión pública.
En los últimos meses, una nueva amenaza de violación a la Constitución Nacional era orquestada por el actual Presidente, asociado con Fernando Lugo, ante la posibilidad de realizar una enmienda ilegal a la carta magna para facilitar la reelección presidencial. Sin embargo, el movimiento crítico y de resistencia ha conseguido paralizar dicha maniobra, no sin pérdidas importantes como es el caso del asesinato del dirigente juvenil del Partido Liberal Rodrigo Quintana, a manos de policías, en una allanamiento ilegal de la sede del partido la noche de las movilizaciones en contra de la enmienda.
Finalmente, el proyecto de reelección sería encajonado hasta nuevo aviso, cuestión que obliga a Cartes a nombrar un sucesor sin mayor éxito. En el mismo marco, d entro del Partido Colorado existen candidaturas alternativas, la más fuerte de ellas encabezada por una figura directamente relacionada y heredera de la dictadura de Alfredo Stroessner, por tanto, incapaz de plantear cuestiones progresistas y mucho menos de participar en movimientos que apunten a la profundización de la democracia.
Por otro lado, las maniobras asociadas a Fernando Lugo y a su partido siguen vigentes, ya que hace unos días Lugo ha sido elegido Presidente del Senado con votos a favor del Partido Colorado, a través de negociaciones complejas que apuntarían a repartos de cargos y representaciones tanto en el Poder Legislativo como en el Poder Judicial.
El Partido Liberal entre tanto, mantiene algunos líderes fuertes y busca apoyo internacional, sin embargo, un gran número de votantes progresistas no olvidan el juicio político y la posterior gestión del presidente de facto Federico Franco, cuestión que tendrán que gestionar a la hora de lanzar una candidatura para las próximas presidenciales.
En cuanto a movimientos sociales, actualmente existe una masa crítica en las grandes ciudades, sobre todo Asunción, que participa y protesta de manera activa. No obstante, el mayor inconveniente de las fuerzas progresistas de la capital y de las grandes ciudades es la falta de conexión con los movimientos campesinos, cuestión ineludible a la hora de plantear una candidatura alternativa al Partido Colorado de cara a los próximos comicios.
Fernado Lugo todavía conserva un amplio apoyo a pesar de su ya desgastada figura, sin embargo, y como estrategia política para volver a plantear una nueva transición y el paso definitivo hacia un modelo democrático, las fuerzas progresistas han de encontrar una nueva figura que aglutine el carisma exigido a la hora de conectar con el pueblo, a fin de rentabilizar el malestar y la indignación existente generados por los últimos movimientos políticos tanto del Partido Colorado como de Fernando Lugo.
Esta nueva figura deberá ser capaz de facilitar esa conexión entre los movimientos sociales de las grandes ciudades y los movimientos campesinos, así como la planificación minuciosa de su presencia personal, de su campaña y de su programa de gobierno en los espacios mediáticos, que son necesarios para dar el salto pero que obedecen a determinados intereses empresariales.
Bibliografía
Noelia Cámeron Núñez. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla. Miembro de la Red Latinoamericana de Gestión Cultural y del Instituto Joaquín Herrera Flores. Actualmente escribe su tesis sobre Propiedad Intelectual desde una perspectiva crítica.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=229010