Pablo Gonzalez

Las macabras leyendas que dieron origen al cuento de "La Bella y la Bestia"


Los mitos, esas narraciones que explican el mundo de manera mágica y literaturizada, no son cuentos inocentes que les leemos a los niños antes de irse a la cama (aunque lo hagamos).

Por el contrario, en las sociedades tradicionales los mitos eran la manera de establecer en el inconsciente colectivo algunas regulaciones sociales y morales básicas —el incesto, por ejemplo, está prohibido en prácticamente todas las culturas a través de diferentes relatos indirectos que, sin embargo, presentan siempre rasgos comunes. 

Y aunque ya no creemos en la existencia de señores con patas de caballo o pueblos donde todo el mundo tiene cabeza de perro (y ni siquiera está demasiado claro que los griegos lo hicieran) estos mitos siguen traspasándose de generación a generación por medio de cuentos populares, leyendas urbanas, exempla medievales, películas y cómics.

Sus argumentos se van adaptando a las necesidades de cada generación que los acoge para prohibir, explicar o construir diferentes ideas.

Y entre esos cuentos que nos han llegado desde la noche de los tiempos y que han sido modificados una y mil veces (pero siguen siendo el mismo), tiene un puesto de honor el de "La Bella y la Bestia", que estos días está de moda por la nueva versión que Disney estrenará en marzo.

Todos conocemos la historia por la famosa película musical que ya hizo Disney en 1991: una chica se enamora de una bestia, pero el amor acaba por convertir a la Bestia en príncipe. 

¿El lema? La belleza está en el interior.

Y así el trasfondo de la película casi podría parecer una defensa de los "hombres reales".

¡Porque debajo de todo ese pelo también hay un corazoncito!



Pero si examinamos detenidamente la genealogía del relato y el contexto en el que se crearon sus diferentes versiones, podremos obtener una visión muy distinta del oscuro simbolismo que oculta la historia de "La Bella y la Bestia".

Muchos expertos señalan como origen de este cuento un texto del siglo II incluido por el escritor romano Apuleyo en El asno de oro y llamado "Cupido y psique".

En él ya están presentes algunos de los elementos básicos del mito: la protagonista (Psique) es la menor y más hermosa de tres hermanas.

La diosa Venus, celosa de su belleza, ordena a Cupido que haga que Psique se enamore del hombre más horrible que exista.

Este enamoramiento de joven y animal temible no es, de cualquier manera, algo exclusivo del cuento de Apuleyo, sino que es común a muchas otras historias. 

Durante la Edad Media irá tomando diferentes formas en los libros de relatos que llegan a Europa desde Oriente y en las recopilaciones de ejemplos —repletas de cuentecillos, chistes y fábulas— que los predicadores medievales usaban para explicar la fe a sus fieles analfabetos.



La historia de "La Bella y la Bestia" vuelve a resurgir en Las noches agradables, un libro de relatos del imitador de Bocaccio del siglo XVI Giovanni Francesco Straparola.

En su cuento "El rey cerdo" cuenta la vida de un príncipe que, por un designio mágico, nace con la forma de un cerdo. 

Pero después de casarse con dos hermanas que tratan de asesinarlo por puro asco (y que él en consecuencia se ve obligado a matar) la hermana pequeña de la familia devuelve sus caricias, el hechizo se levanta y el príncipe puede quitarse la piel de cerdo revelando a un sexy maromo que posteriormente se convertirá en rey.

Este cuento lo recopiló Perrault en sus Cuentos de mamá ganso de 1697, y de ahí pasó a diferentes escritoras que reutilizaron la historia durante el siglo XVIII: Madame d'Aulnoy , Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve y Jeanne-Marie Leprince de Beaumont . 

Serán estas dos últimas las que acuñen la formulación más actual del cuento, con el padre mercader, las hermanas malvadas, el castillo y demás, y la versión de Beaumont será el origen de la mayoría de películas sobre el tema.

En cualquier caso, parece que el núcleo del relato permanece estable desde la versión de Straparola: no pasa nada si te casas con un hombre horrible (simbolizado por la bestialidad, es decir, la no humanidad) porque el amor puede cambiarlo.

Devuélvele las caricias, que dejará de ser un cerdo.

"La Bella y la Bestia", en realidad, participa de un tema muy común en la literatura medieval: quiere enseñar a las jovencitas, en un ambiente dominado por los matrimonios de conveniencia, a comportarse con su maridos.

Dado que era muy frecuente que los padres casaran a las adolescentes con viejos o desconocidos por motivos económicos y que estas fueran, en cierta medida, la moneda de cambio de la época, había que dar a las jóvenes el mensaje de que no pasaba nada, que estaba todo bien.

Que el monstruo se convertiría en príncipe si accedían a tener sexo con él.

En realidad, el subtexto de "La Bella y la Bestia" venía a apuntalar las convenciones sociales, sexuales y culturales de la época medieval, y hoy es posible preguntarse cómo una idea tan anticuada y sexista puede seguir sustentando un relato. 

¿Para qué hace Disney otro remake de una historia con un mensaje tan rancio?



La respuesta fácil sería decir que su contenido ha cambiado .

 Que a través de los años la superficie del cuento se ha mantenido pero el significado ha variado totalmente, y que ahora "La Bella y la Bestia" es una defensa de que "la belleza está en el interior".

Pero todos sospechamos que hay otra respuesta: el sustrato mítico sigue siendo necesario para el sistema, y por eso Disney —a la que le caen acusaciones de conservadora, racista y sexista día sí y día también— sigue interesada en la historia.

Tan solo hace 200 años Moratín publicaba El sí de las niñas, donde criticaba precisamente la práctica del matrimonio de conveniencia en la España de principios del siglo XIX.

 Pero sabemos que aún hoy es algo común en muchos lugares del mundo.

Y sabemos que, si bien no de forma tan evidente, algo muy similar sigue pasando en nuestra sociedad: "¿tu sugar daddy no sabe poner la colada ni hacerse la cena?"

"No te preocupes, que ya aprenderá cuando se casen".

El amor todo lo puede.

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