El ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, trasladó su grupo de trabajo al barrio de Kaloroma, en Washington D.C., por no estar las oficinas que utilizó temporalmente en enero y febrero jurídicamente habilitadas para la realización de actividades políticas. El nuevo cuartel general del ex presidente es una residencia con pretensiones de castillo (ver foto) alquilada al ex secretario de prensa del también ex presidente Bill Clinton.
El grupo de trabajo se halla bajo la dirección de Valerie Jarret, persona de confianza del matrimonio Obama, y su misión consiste en organizar la destitución del hoy presidente Donald Trump.
El artículo II de la Constitución estadounidense permite a la Cámara de Representantes acusar al presidente en funciones a la vez que autoriza al Senado a juzgarlo si ha cometido algún crimen o delito.
Pero el presidente Donald Trump no ha cometido, hasta ahora, ningún delito ni crimen.
Por consiguiente, los consejeros de Barack Obama tienen como tarea prioritaria encontrar algo de qué acusar a Donald Trump.
En toda la historia de Estados Unidos, el procedimiento de destitución de un presidente nunca ha llegado hasta el final.
Al mismo tiempo, se ha sabido que las acusaciones contra 4 colaboradores de Donald Trump –que supuestamente habrían violado la ley Logan (legislación nunca aplicada desde su promulgación, hace 2 siglos)– fueron fabricadas recurriendo a escuchas telefónicas de las comunicaciones de su equipo de campaña ordenadas por el propio presidente Barack Obama antes de terminar su mandato.
En aquel momento, la Casa Blanca sospechaba –o decía sospechar– que el candidato Trump financiaba su campaña electoral con dinero ruso, acusación que resultó falsa.
http://www.voltairenet.org/article195526.html