ELECCIONES… ¿y qué hay de las elecciones en EEUU?
A la oposición nicaragüense, sumamente orgullosa de sus buenas relaciones con EEUU adonde recurre con frecuencia para ir a poner quejas a su amo, sin embargo no habla de las elecciones en EEUU.
En la revista ‘De wereld morgen’ de Bélgica, el periodista Lode Vanoost hace un análisis de esas elecciones en EEUU. Aquí abajo una traducción de este artículo (traducido por: Herman Van de Velde), autorizada por su autor, para compartir estos detalles de las elecciones en EEUU, tal que podamos valorar críticamente la (falta de) ‘autoridad’ que tiene el gobierno de ese país para opinar sobre elecciones en otros países, particularmente en Nicaragua.
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Artículo original de Lode Vanoost en:
Que el sistema electoral de Estados Unidos es bastante extraño, es algo mejor conocido desde 2000. Bush fue elegido por una minoría de votos. Desde entonces el sistema no ha cambiado, pero ahora se convierte por primera vez contra la "mayoría" blanca (que pronto ya no existirá). También por esto mismo, muchas personas blancas de clase media optan por Trump, que grita en su nombre: "el sistema está amañado”.
En los EE.UU. el/la ciudadano/a misma/o tiene que tomar la iniciativa de ir al ayuntamiento para inscribirse en el censo electoral de la circunscripción donde él/ ella vive. Sin embargo, en un país donde no existen tarjetas de identidad, ni un registro central de la población, no siempre es fácil demostrar quién eres. Para nadie es extraño que en la práctica esto mismo es más que todo un problema para los grupos minoritarios no blancos (y para los blancos pobres).
Personas de clase media acomodada con un trabajo estable y una residencia permanente no se ven afectadas. Están bien formadas, conocen las reglas, tienen la asertividad debida para luchar por sus derechos; saben cómo encontrar los documentos adecuados y casi nunca deben enfrentarse a funcionarios recalcitrantes del gobierno, los que suelen pertenecer a su propia clase social y vivir en su vecindad.
Sin embargo, para las minorías no blancas y para estadounidenses marginales blancos pobres, su registración como ‘votantes’ siempre ha sido problemática. Por esta razón, entre otras, fue la lucha por los derechos civiles en la década de 1960. Los gobiernos locales en los estados aplicaban todo tipo de trucos para que, especialmente afroamericanos, pero también estadounidenses pobres blancos, se desmotivaran a registrarse como votantes.
Algunos ejemplos: antes de que fueran entregados los formularios de registración, los candidatos a ser ‘votantes’ tenían que someterse a una 'prueba de lectura', tenían que pagar un impuesto de inscripción, ya no habían formularios, la persona encargada justo no estaba ese día, la única oficina de registro está al otro lado de la ciudad en un barrio blanco, y así sucesivamente. Si todo esto no era suficiente, siempre había métodos todavía más directos, como las amenazas físicas de parte de empleadas/os y policías racistas.
“El acta de registro de votantes del 1965”
El Presidente Demócrata Johnson (1963-1968) era un racista del Sur, y también un político oportunista del poder. Si los activistas negros demandaban como derecho civil el voto, entonces debían mejor votar por él.
Johnson se enfrentó a grandes protestas sociales, así como a la oposición interna a la guerra en Vietnam, en la cual cayeron o resultaron heridos desproporcionadamente soldados negros. En ese entonces todavía era el servicio militar obligatorio.
Especialmente los blancos ricos lograron evadir este servicio militar obligatorio. Negros veteranos de Vietnam y sus familias exigieron por su compromiso en Vietnam también derechos políticos en su propio país. Por otra parte, los EE.UU. enfrentaban un problema de imagen en el exterior. Países africanos se negaron a cooperar contra el "comunismo", mientras que la discriminación racial continuaba en los EE.UU. Así Johnson decidió facilitar derecho al voto para los negros.
El Acta de Registro de Votantes de 1965 dio en un solo tiro la oportunidad a votar por primera vez a siete millones de estadounidenses. La ley limitaba la capacidad de los estados para introducir cada vez nuevas reglas limitantes para el registro como votante. Sin embargo, la contra-reacción racista fue inmediata.
Estados como Florida fueron veloces en encontrar alternativas para no aplicar la ley e implementar nuevas barreras. Al igual que muchos otros estados, Florida decidió abolir los derechos de voto de las personas condenadas, también si se trata de pequeñas condenas. Así, por ejemplo, en Florida en el 2000, había negros que no se les permitió votar porque habían sido condenados en 1950 por cosas como sentarse en un sofá que era exclusivamente para los blancos, o porque fueron detenidos durante una manifestación por los derechos civiles en contra de la segregación en el transporte público.
Uno de cada cuatro adultos de raza negra en Florida no tiene derecho a votar porque alguna vez fue condenado, que ni siquiera tenía que ser un castigo severo. La pobreza y la delincuencia, combinado con un trato mucho más duro frente al mismo crimen, dependiendo del color de la persona involucrada, hace que los afroamericanos en Florida, con un 15 % de la población, les corresponde un 54 % de la población detenida.
Cerca de 500.000 ciudadanos de Estados Unidos, mitad negra y otra mitad blancos marginales, viviendo enparques de casas rodantes, no pueden participar en las elecciones en Florida.
Otros 13 estados también aplican este sistema, con lo que la cantidad total de ciudadanos, que ya no puede votar en los EE.UU., llega a más de 4 millones. En los otros 37 estados un condenado mantiene su derecho a voto (a veces hasta después de cumplir su condena). Las reglas de participación en las elecciones presidenciales, por lo tanto, varían de estado a estado. Los ciudadanos que alguna vez han sufrido una condena en un estado donde no pierdan su derecho al voto, cuando emigran a un estado donde sí aplica, siempre pierden su derecho a voto.
Negros estadounidenses votan en más de 90 % por el partido democrático. Por consiguiente, puede parecer sorprendente que los demócratas no buscan abolir esta práctica discriminatoria. Hillary Clinton, por ejemplo, no quiere saber de una enmienda a la legislación en esta materia: "Las personas que no han hecho nada malo, no se ven afectados por ella." Su marido, el presidente Bill Clinton (1993-2001), cuando fue gobernador del estado de Arkansas (1983-1992), siempre se negó a hacer algún cambio en las reglas para el registro de votantes en su estado.
Los 13 estados que siguen aplicando estas leyes racistas, son gobernados tanto por mayorías y gobernadores demócratas como republicanos. Las mayorías electorales democráticas son tan grandes que no tienen la necesidad de extender el derecho a voto para las minorías étnicas. Este tipo de iniciativas en todo caso permitiría que fluyan votos blancos hacia los republicanos.
“Raza, religión y opción partidaria”
En la aplicación de las restricciones (al derecho al voto) también se cometen muchos "errores" administrativos, siempre en contra del interés del ciudadano, nunca al revés. Además, la selección de votantes sin derecho en las listas, es facilitada por una serie de requisitos del sistema de registro.
Como uno de los únicos países en el mundo, en los EEUU, un ciudadano, al registrar sus documentos (no solo las listas electorales, también para licencia de conducir y otros asuntos), es obligado a declarar su "raza" y religión. Para registrarse como votante, el ciudadano debe declarar además si es D (demócrata), R (republicano) o NP (no partidista). En otras palabras, en los EE.UU. un votante en el censo electoral indica su opción partidaria. Eso permite que inspectores pueden actuar de forma muy selectiva con la eliminación de votantes en las listas.
Los gobiernos, además, no están en la obligación de informar a los ciudadanos involucrados si les han eliminado de las listas. Muchos votantes se dan cuenta cuando se les niega el derecho al voto, ya estando en la oficina electoral (JRV en Nicaragua). Tampoco se recibe una convocatoria que indique la ubicación de la oficina electoral donde debe votar; cada quien lo tiene que investigar por propia cuenta. En los barrios negros los gobiernos republicanos y demócratas cambian con frecuencia la ubicación de las oficinas electorales. Sucede así que a veces los votantes hacen fila durante horas para constatar que en realidad les corresponde votar en otro lugar.
Además hay estados donde pasan el control de las listas electorales a empresas privadas, que en realidad trabajan acorde a las instrucciones selectivas de funcionarios del gobierno, pero así permiten que el gobierno aparenta neutralidad. Así, con frecuencia, estos funcionarios orientan a eliminar todas las personas con el mismo nombre, aunque solo uno de ellos ha cometido un crimen. Esto se aplica con un enfoque racista, lo que se evidencia en el hecho que blancos con el mismo nombre no son eliminados.
No hay que olvidar en todo esto que los funcionarios públicos en los EE.UU., en todos los niveles, tienen una opción partidaria. En estados, ciudades, municipalidades, distritos (condados), donde manda ya desde hace años el mismo partido, entonces casi todos los funcionarios también son miembros del partido. Además, en los EE.UU., las operaciones electorales, como la ubicación de las mesas de votación, los comités electorales que organizan la votación y los centros de escrutinio, son integrados y definidos por el partido en el poder.
Esto significa que el escrutinio se realiza por los miembros de un solo partido. En la práctica, los ciudadanos estadounidenses viven, en alrededor de 40 de los 50 estados, en un estado de partido único. Solo en estados donde el equilibrio de poder es más o menos igual (swing states), se tiene todavía algo de consenso o una forma de control mutuo sobre el quehacer del gobierno.
“Satisfacción en la mayoría”
Que los funcionarios tienen color político abiertamente, en la práctica no da problemas en barrios, ciudades y estados donde la mayoría de la población tiene la misma opción política. Sin embargo, quien allí mismo pertenece a una minoría, está lista/o. En la mayoría de los estados de EE.UU. no se hace nada al respecto.
A veces se escucha en los comentarios, cuando hay elecciones, que los afroamericanos participan con mucho entusiasmo en las elecciones (como fue el caso en las dos ocasiones anteriores con Obama). Eso puede ser así, sin embargo, las largas colas en los barrios negros se deben principalmente al hecho de que en estos barrios (negros), proporcionalmente a la población total, son mucho menos puestos de votación disponibles que en los barrios blancos.
Con frecuencia, se juega también con la ignorancia que ciudadanos tienen de sus derechos. Así, miembros del Partido Republicano distribuyen folletos en los barrios negros indicando que los ciudadanos deben pagar sus multas de tráfico pendientes antes de que se les permite votar - eso no es cierto, pero asusta a la gente.
Personas uniformadas muy parecidas a la policía pasan por las colas y controlan si los votantes tienen una cédula de identidad válida. La verdadera policía observa pasivamente. Ciertamente, no son prácticas que se presentan de manera generalizada (en todo los EEUU), sin embargo se practica en suficientes ocasiones para hablar de fraude electoral.
(Una larga lista de prácticas para disuadir a los votantes negros a no participar o quitar su derecho al voto se puede encontrar en el libro electrónico del periodista de investigación Greg Palast sobre el fraude electoral en Estados Unidos)
Fuera de los estados indecisos (swing states), es decir en la gran mayoría de los estados americanos, hay en otras palabras un consenso tácito entre los dos partidos en el poder a no cambiar el sistema. Después de todo, funciona a satisfacción de todos...
“Monitoreo internacional de las elecciones”
El presidente demócrata Jimmy Carter (1977-1981) fundó, después de su período como presidente, en 1982, el Centro Carter. Ese centro organiza, entre otras actividades, monitoreo a las elecciones en otros países. En el 2002 fue galardonado por el trabajo de su organización con el Premio Nobel de la Paz. Cuando se le preguntó en una entrevista por qué no hace la vigilancia electoral en su propio país, su respuesta fue breve: "No puedo. El sistema electoral estadounidense no cumple con los requisitos básicos de lo que debería ser un proceso electoral justo y transparente.”
Carter también confirmó que de esto se dieron cuenta hasta después de que comenzó a trabajar en el extranjero con su organización, originalmente con la idea de difundir los ‘buenos’ valores estadounidenses. Su trabajo en el extranjero también le llevó a declararse a favor de la abolición de la pena de muerte y de una política diferente hacia Israel.
EE.UU. es también el único país en el mundo occidental industrializado que prohíbe el monitoreo de elecciones por instancias extranjeras. Y a los observadores de la ONU, de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa - OSCE (de la cual Estados Unidos y Canadá son miembros) y de la Organización de Estados Americanos (OEA), se les prohíbe visitar los centros de votación y centros de escrutinio. En varias ocasiones fueron detenidos monitores que lo intentaron, acusándolos de ‘allanamiento’ y de injerencia en los asuntos internos de los EE.UU.
“Crítica interna al sistema”
Con razón, uno puede preguntarse por qué el pueblo estadounidense continúa aceptando un sistema de este tipo. En realidad eso no es así, sin embargo (esta no aceptación) no aparece en los medios. Claro que hay un sinnúmero de organizaciones y activistas que participan en la lucha por un proceso electoral más justo. La información en la que se basa este artículo es por un 100 por ciento exclusivamente de parte de fuentes estadounidenses. Esas son muy confiables, hacen un análisis profundo de ese sistema y formulan alternativas.
Sin embargo, los EE.UU. es en gran medida una sociedad despolitizada donde el compromiso social solo se traduce en "caridad" a nivel local. Los medios de comunicación masivos prácticamente no ofrecen una información confiable sobre el sistema al público. Para esos medios de comunicación, las elecciones son una fuente importante de ingresos.
Al mismo tiempo, EE.UU. es de hecho un país muy libre, donde cualquiera puede expresarse como quiera, sin que tenga impacto alguno. EE.UU. es principalmente un país donde la opinión pública de la mitad más pobre de la población es irrelevante para la élite política y económica. Las encuestas de opinión muestran una y otra vez que el estadounidense promedio considera el sistema político inherentemente injusto.
Que las elecciones son manipuladas no es problema para la otra mitad. El resultado después de todo, garantiza su posición de poder. La parte blanca rica de la población estadounidense se beneficia de este sistema. Por otra parte, la mayoría de los estadounidenses no se dan cuenta de que hay otros sistemas para elegir representantes políticos. Al menos así era hasta hace poco, sin embargo, se están presentando otros contextos.
“Donald Trump: un asunto diferente”
La candidatura de Donald Trump es inusual para un sistema que en el pasado ha funcionado estructuralmente a favor de la mayoría blanca. Sin embargo, la clase media blanca está perdiendo su supremacía. Hay más y más grupos étnicos minoritarios que logran integrarse al sistema político y usarlo a su favor. El miedo ‘blanco’ a perder su poder, en parte, explica el éxito de una figura como Donald Trump.
Cuando Trump dice que el sistema está "manipulado" (‘con trampas’), en realidad tiene razón, pero no por las razones que el postula. El sistema siempre ha sido manipulado, pero a favor del beneficio de la clase media blanca y la élite. Eso está cambiando ahora. Lo que dice Trump hay que traducirlo de la siguiente manera:
"Personas, los "otros" (tr.: no la mayoría blanca), están empezando a retomar nuestro sistema (relevo). Los métodos que se encontraban allí para mantenernos en el poder, ahora los están ‘abusando’ (tr.: manipulando) a su favor. ¡Eso no puede ser el objetivo!" (tr.: esto es lo que dice Trump) Trump también insinúa que el sistema trabaja a favor de los demócratas. Nada es menos cierto. El sistema favorece a los demócratas y a los republicanos frente a cualquier otro partido o movimiento que pretenda romper el bipartidismo. Pero Trump es una persona ajena (‘outsider’) al partido por el cual participa en las elecciones. Una gran parte de la élite de su propio partido está en su contra. Eso es inusual. Así que sí tiene razones para temer las consecuencias del actual sistema electoral, ya que las élites de ambos partidos están en contra de él.
“Elecciones ‘históricas’ cada 4 años”
Que estas elecciones presidenciales serían de importancia histórica, es un planteamiento (‘mantra’) que desde la elección de John Kennedy en 1960 se recicla cada cuatro años. Tal vez, ahora realmente será así, pero entonces no por razones que podamos aplaudir.
El votante estadounidense tiene dos opciones: una neoliberal antisocial dura que no quiere saber de salud pública, promoviendo más fracturación hidráulica (fracking), tratados de libre comercio y una extensión de la pena de muerte, y que está desesperada por iniciar una nueva guerra en Siria, que implica el riesgo de una confrontación directa con Rusia; o un idiota peligroso que en lo socio-económico defiende más de lo mismo, y que en lo ético quiere dar marcha atrás con un abierto racismo crudo que sorprendiendo a amigo y enemigo, y que en el campo de políticas exteriores es completamente impredecible...
Lode Vanoost
(traducción: Herman Van de Velde)
Otros comentarios de Herman Van de Velde:
En la lucha por la candidatura demócrata se demostró que hubo irregularidades serias a favor de Clinton, tal que la presidenta del partido tuvo que renunciar… sin embargo la ventaja que obtuvo Clinton al respecto no fue cuestionada y Sanders quedó fuera de juego. ¿Honestidad, Transparencia,… o más bien fraude y manipulación?
De los emails descubiertos de Clinton, la mayor parte se hará pública hasta después de las elecciones. ¿Transparencia, Honestidad,… o más bien fraude y manipulación?
En un sistema donde dos partidos de la derecha, prácticamente iguales, se lo arreglan para quedarse con el poder siempre, sin darle oportunidad a ninguna tercera fuerza. ¿Honestidad, Transparencia,… o más bien fraude y manipulación?
¿Es realmente ‘libertad de expresión’ si a los gobernantes les vale un pito lo que dice, piensa y siente más de la mitad de la población?
¿Es democracia real cuando un presidente de EEUU es elegido con un cuarto de los votos de la población en edad de votar?
¿Es democracia real cuando bien puede ser nombrado como presidente el que tuvo menor cantidad de votos? …
¿Y NO ES HIPOCRESÍA SI ESTE ESTADO, donde el sistema electoral y las políticas electorales presentan tantos procedimientos manipuladores tal que bien se debe calificar como fraude cada elección, PRETENDE INCIDIR EN LAS ELECCIONES DE OTROS PAÍSES, más que todo porque el futuro ganador, ya anunciado por todas las encuestas nacionales e internacionales, no es de su agrado, aunque tenga un apoyo arriba del 70% de la población total?
¿Cómo se llama a alguien que critica a las/os demás sin que tenga autoridad alguna, considerando su propio comportamiento? ¡HIPÓCRITAS!
Publicado por Revista Libre Pensamiento