«El proletariado mundial, los partidos marxista-leninistas y todos los verdaderos revolucionarios están empeñados en una encarnizada lucha contra el imperialismo, contra la burguesía reaccionaria, contra los revisionistas modernos, contra su ideología.
Es una lucha a vida o muerte, una lucha de gran importancia mundial.
La lucha entre nosotros y los enemigos es una encarnizada e implacable lucha de clases, ni el enemigo nos perdona ni nosotros a él.
El desarrollo de esta lucha de clases no se presenta del mismo modo en todas partes, no solamente por su intensidad, sino también por sus formas, por su dinamismo, por la concepción del mundo de las fuerzas participantes en la lucha, por las coyunturas, por los zigzags, por el avance de la revolución, por las retiradas temporales, por el vigor de su ataque y por muchos otros factores, objetivos y subjetivos.
A los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas les incumbe como tarea importante e indispensable, tener en cuenta todos estos elementos, analizarlos científicamente a través del prisma del marxismo-leninismo creador, aplicándolo no como un dogma, sino como una teoría revolucionaria viva y en acción, preservando siempre la pureza de los principios fundamentales, las leyes generales del desarrollo y de la revolución, sin ocultar bajo la consigna de unas supuestas «condiciones reales del país» o de las «coyunturas especiales del tiempo o del momento», el oportunismo de derecha o el sectarismo nocivo.
Los recientes acontecimientos, el brutal ataque de los imperialistas, los revisionistas jruschovistas y los diferentes reaccionarios contra el socialismo, contra la lucha de liberación de los pueblos, contra los partidos comunistas y revolucionarios de diversos países, muestran que la unidad internacionalista marxista-leninista, es, como en toda circunstancia, hoy más que nunca, indispensable.
Quién no comprende esta gran verdad, no comprende el gran lema de Marx «¡Proletarios de todos los países, uníos!».
El marxismo-leninismo nos enseña que todos los revolucionarios deben unirse contra los enemigos del proletariado y de los pueblos, contra los capitalistas, los imperialistas y sus aliados, contra la burguesía reaccionaria, contra las variantes de su ideología, una de las cuales es actualmente el revisionismo moderno, encabezado por el soviético.
Los enemigos del proletariado y del marxismo-leninismo han dirigido todo el rigor de sus ataques contra la unidad internacional marxista-leninista.
Para ello han empleado todos los medios a su disposición y coordinan toda su actividad.
Así actúa hoy el imperialismo mundial, encabezado por el norteamericano; así actúa el revisionismo moderno, con el jruschovista a la cabeza; así actúan todos los reaccionarios del mundo. En efecto, la unidad de los marxistas-leninistas del mundo es mortal para ellos, mientras que para nosotros es providencial.
Los traidores al marxismo-leninismo, los revisionistas jruschovistas, los titoistas y sus lacayos han trabajado con arreglo a un plan bien definido para obstaculizar la unidad de los marxistas-leninistas y, en general, para desacreditar la necesidad objetiva de esta unidad.
En primer lugar, en función de sus objetivos de traición, atacaron toda idea de organización internacional de los comunistas.
Los revisionistas necesitaban de esto para rehabilitar a los traidores y a la traición trotskista, y en particular para desacreditar la idea de la unidad marxista-leninista internacionalista, que ha representado y representa para ellos el más grande peligro.
Los revisionistas soviéticos han seguido la línea de denigrar todo lo sano, todo lo que sea marxista-leninista con el fin de reconstruir una nueva unidad sobre bases revisionistas y bajo el dictado jruschovista.
Naturalmente esto es construir un castillo sobre arena, ya que no puede existir ninguna verdadera unidad al margen del marxismo-leninismo.
Las prédicas de los revisionistas jruschovistas sobre la «unidad» son enteramente contrarias a la idea de la unidad marxista-leninista y se llevan a cabo para obstaculizar su realización.
Los revisionistas jruschovistas predican esa clase de «unidad» para combatir la auténtica unidad marxista-leninista, por la cual nosotros, marxista-leninistas, luchamos y lucharemos hasta el fin, alcanzándola con toda seguridad.
Los revisionistas hablan de su «unidad», pero en el seno de esta «unidad» cada día más se desarrollan numerosas formas e ideas desintegradoras, centrífugas, que conducirán a la degeneración abierta de los pseudomarxistas, cualesquiera que sean las máscaras con que se encubran.
La lucha heroica y consecuente de los marxistas-leninistas arrancará muchas máscaras.
Si no es hoy, en un futuro próximo serán indudablemente desenmascaradas las maquinaciones de quienes quieren jugar el papel de centristas –alusión al Partido Comunista de Rumanía, al Partido Comunista del Japón y al Partido del Trabajo de Corea–, de quienes de palabra defienden los principios, pero de hecho los deforman al socaire de la «independencia», de las «condiciones específicas», y todo para disimular su alejamiento progresivo del marxismo-leninismo y de la unidad internacionalista de los marxista-leninistas en el mundo.
Es necesario que los marxistas-leninistas refuercen su unidad sin prestar atención a las calumnias y las consideraciones de los revisionistas. Respecto a las formas de organización que debe tomar esta unidad, es preciso meditarlas y concretarlas.
Los revisionistas jruschovistas arman un gran escándalo en torno a la tesis de la independencia de los partidos comunistas y obreros y de su acción de acuerdo con las condiciones concretas de cada país. Esta tesis es, en efecto, una tesis leninista, que los marxistas-leninistas somos los únicos en respetar consecuentemente.
Pero los revisionistas modernos se esfuerzan por especular con la llamada independencia de los partidos. Esto sólo lo admiten de palabra, porque, en realidad, los revisionistas jruschovistas pretenden que todo el movimiento comunista dependa de ellos.
Ellos conciben la independencia disociada del internacionalismo, de manera que los marxistas-leninistas no tengan una línea común acerca de las cuestiones fundamentales, como son la actitud frente al imperialismo y los renegados del marxismo-leninismo, el respeto de las leyes generales de la revolución y la construcción socialistas, etc.
Respetando rigurosamente la independencia de cada partido en la determinación de su propia línea y política, los marxistas-leninistas deben, al mismo tiempo, someterse a los principios del internacionalismo proletario, a las leyes generales de la revolución y la construcción socialista, deben elaborar una línea y una posición comunes sobre las cuestiones fundamentales, sobre todo en lo que concierne a la lucha contra, el imperialismo y a la lucha en defensa de la pureza del marxismo-leninismo frente al revisionismo moderno.
Los acontecimientos de Indonesia y la ofensiva conjunta de los imperialistas y los revisionistas jruschovistas contra los pueblos, contra el marxismo-leninismo y el socialismo, demuestran que debemos reforzar la unidad internacional de los marxistas-leninistas.
Es necesario que todos los comunistas revolucionarios, todos los partidos marxistas-leninistas auténticos superen con coraje y sin vacilación y eliminen definitivamente todos los obstáculos que los revisionistas modernos han puesto en nuestro camino hacia la unidad marxista-leninista.
Se nos acusará de crear nuevos organismos internacionales, nos harán un honor con ello.
Los marxistas-leninistas del mundo forman un bloque de acero.
Este bloque aterroriza a los imperialistas y revisionistas, por ello se esfuerzan por combatirnos a todo precio, por lograr que los marxista-leninistas se desorienten con sus consignas, acerca de las cuales hablamos más arriba.
Se esfuerzan en vano: la consigna leninista «¡Proletarios de todo el mundo y pueblos oprimidos, uníos!», triunfará».
(Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de el los comunistas, 11 de mayo de 1966)
http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com.es/2016/08/fortalecer-la-unidad-internacional-de.html