Ciudadanos ejerciendo su derecho al voto, Managua, Nicaragua. Con vigilancia de Marines Norteamericanos.
La Comisión Nacional Electoral de 1928 (diríamos hoy, el Consejo Supremo Electoral), estaba integrada por tres miembros: Uno del Partido Conservador, uno del Partido Liberal y un estadounidense.
Los tres, sin embargo, debían ser nominados por EL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA. Y el Presidente de esta Comisión sería, sin discusión alguna, el estadounidense, léase, un General yankee intervencionista.
El 2 de julio de 1927, la Casa Blanca anunció el nombramiento del General Frank R. McCoy como jefe de la Comisión Nacional Electoral de Nicaragua.
A su vez, el “Presidente” Adolfo Díaz (había llegado por el golpe de estado a la silla Presidencial), se comprometió a desarmar a todos los Nicaragüenses y formar la Guardia Nacional comandada solamente por oficiales estadounidenses. ¡Qué humillante para Nicaragua!
El 17 de marzo de 1928, la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, ratificó el nombramiento de los tres miembros de la Comisión, presentado por el Presidente Yankee.
Adolfo Díaz, inmediatamente legalizó como Poder Ejecutivo estos nombramientos, cerrando el círculo de vergüenza nacional frente al intervencionismo norteamericano.
A las “elecciones “de 1928, fueron dos candidatos principales: Adolfo Benard y Julio Cardenal por el Partido Conservador para Presidente y Vice-Presidente respectivamente.
Y José María Moncada por el Partido Liberal. Sin embargo, el historiador Andrés Pérez Baltodano, en su magnífica obra historiográfica “Entre el Estado Conquistador y el Estado Nación”, nos indica que para Salomón de la Selva, en esas elecciones habían dos partidos: El rojinegro que encabezaba el General Sandino en las montañas segovianas y el rojiverde “el partido yankista, el partido de Wall Street, está ahora dividido en benardistas y moncadistas, pero forman una sola falange que se mantiene de rodillas ante el yanqui”.
Salomón de la Selva, sostiene que “para el partido rojiverde hay un solo Dios verdadero, que está en Washington el señor, al cual le ofrecen todo: Banco, ferrocarril, aduanas, rentas internas, cuanto-hay, inclusive el honor, la soberanía y la libertad de la Patria”
El 1ero. De agosto de 1928, desde su cuartel general en el “Chipotón”, el General Sandino emitió un comunicado donde daba a conocer los “fines del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua”, respecto de las Elecciones que dirigiría el pirata McCoy. Y dice así Sandino:
“Las operaciones militares de nuestro Ejército tienen como objeto inmediato y urgente, hostilizar en estos momentos a los renegados nicaragüenses y a los piratas, para que no realicen las farsantes elecciones presidenciales e impedir que nuestros compatriotas acepten las garantías que los traidores y los filibusteros les ofrecen”.
Con la dignidad que le caracterizó, el Sandinismo se opuso a la farsa electoral, de donde resultó “electo” el General Moncada, como era de esperarse desde el 4 de mayo de 1927, cuando por debajo de la mesa de negociaciones, había traicionado al liberalismo, a Juan Bautista Sacasa y a Nicaragua, para conseguir la silla presidencial justamente bajo el amparo de los Estados Unidos de Norteamérica.
Por eso, Sandino continuó la lucha contra la intervención yankee durante todo el gobierno de Moncada de 1929 a 1932, pues no había diferencia alguna entre los vende patria de Adolfo Díaz, Emiliano Chamorro, conservadores; y el tal Moncada, liberal.
Eran lo mismo y Sandino se levantaba con la bandera rojinegra en estas circunstancias como un gladiador en defensa de la Patria mancillada.
Por eso, es justo que nuestro Presidente Daniel Ortega Saavedra, hoy en día, ante las pretensiones norteamericanas de doblegar al Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, con chantajes económicos, levante una vez más las banderas del Sandinismo y de igual forma que Sandino en 1928 exclame que Nicaragua no está dispuesta a “besar el látigo con que se le azota; ni el puño del yanqui que lo abofetea”.
Y para finalizar esta breve memoria histórica, quiero citar al General Sandino cuando dirigiéndose a los gobernantes Latinoamericanos, el 4 de agosto de 1928, les exhorta diciendo:
“Los hombres dignos de América Latina, debemos imitar a Bolívar, Hidalgo y San Martín, y a los niños mexicanos que el 13 de septiembre de 1847 cayeron acribillados por las balas yanquis en Chapultepec, y sucumbieron en defensa de la patria y de la raza, antes que aceptar sumisos una vida llena de oprobios y de vergüenza en que nos quiere sumir el imperialismo yanqui. Patria y Libertad. A. C. Sandino”.