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Tras 18 jornadas de medidas de fuerza, los ferroviarios de la CGT, de UNSA-ferroviaire y Sud-rail anunciaron este miércoles por primera vez una huelga por tiempo indefinido, mientras que los trabajadores de 16 de las 19 centrales nucleares del país se sumaron al paro de este jueves.

Pasaron de adherir a medidas de fuerzas parciales a una de 24 horas, según informó la sección de Minas y Energía de la CGT.

Mientras la ley de servicios mínimos del anterior gobierno de Nicolas Sarkozy obliga a los trabajadores a mantener un porcentaje importante de los trenes, subtes, colectivos y aviones, en el caso de los ferroviarios, no pueden suspender la mayoría de los trenes locales, pero sí de los regionales e internacionales.

El transporte aéreo también se verá afectado ya que, el principal sindicato de la aviación civil del país llamó al paro, precisó un despacho de la agencia EFE.

La aerolínea de bajo costo Ryanair informó que se vio forzada a cancelar mañana más de 75 vuelos que sobrevuelan, despegan o aterrizan en Francia, y la otra de bajo costo, Vueling, pidió a sus usuarios consultar en su web la lista de trayectos afectados.

Estas nuevas medidas de fuerzas se sumaron a las tres jornadas consecutivas de protestas y huelgas que ya habían sido anunciados para los próximos 3,4 y 5 de junio para seguir luchando contra el proyecto de reforma laboral que impulsa hace meses el gobierno de Manuel Valls y del presidente, François Hollande.

La reforma contempla dar prioridad a la negociación directa entre empresario y trabajador, por encima del código de trabajo y los convenios colectivos; establece un techo en las indemnizaciones por despido improcedente y las condiciones que justificarían el despido económico.

El texto va en la línea de las reformas neoliberales que la Unión Europea (UE) exige a Francia, y tanto Valls como Emmanuel Macron, ministro de Economía, afirman que otorga flexibilidad a las empresas, que es beneficiosa para los más jóvenes y da más garantías a los trabajadores.

Sindicatos y estudiantes, por el contrario, dicen que es una ley puramente neoliberal que busca debilitar a los trabajadores y hacer más fácil y más barato despedir a empleados, además de suponer un retroceso a la situación laboral del siglo XIX.

Por eso, desde hace tres meses cientos de miles de trabajadores y estudiantes protestan en las calles y cada vez más en sus puestos de trabajo para intentar frenar la reforma.

La semana pasada la presión de los paros y los bloqueos sindicales llegaron a poner en peligro el abastecimiento de combustible del país y escalaron la tensión política con el gobierno, que como ya hizo varias veces a lo largo de este conflicto respondió reprimiendo a manifestantes en París y otras ciudades.

Telam

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