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STELLA CALONI* / PL – Los preparativos para golpear nuevamente a Venezuela en los próximos días, asegurándose la presencia de algunos ex presidentes derechistas y la acción de la red de medios concentrados en manos del poder hegemónico, se vuelven más amenazante por un desmedido cerco militar de Estados Unidos, cuyo gobierno aún mantiene una ilegal “Orden Ejecutiva”.

El despliegue de unos 300 marines estadounidenses, la mayoría proveniente de la segunda Fuerza Expedicionaria con sede en Camp Lejeune, Carolina del Norte, por países de Centroamérica, sumándose a otras fuerzas que están en esa región y permanecerán hasta noviembre próximo en “maniobras y asesoramientos”, agudizaron la tensión en Venezuela.

Analistas estadunidense relacionaron esta presencia militar con las amenazas contra Venezuela donde sectores golpistas opositores preparan marchas, para pedir la liberación de lo que llaman “presos políticos” a pesar de que estos son responsables de violentos intentos golpistas anteriores.

Es el caso de Leopoldo López, quien incitó y encabezó un intento de golpe de Estado violento en febrero y marzo de 2014 disfrazado de protesta estudiantil, que dejó casi 50 muertos, más de 600 heridos edificios y hasta universidades quemadas, todo esto con el apoyo de Washington y de francotiradores y paramilitares provenientes de Colombia.

También se sospecha de la creciente militarización estadunidense en Perú, adonde llegaron recientemente más de tres mil soldados norteamericanos lo que forma parte del cerco que amenaza a toda la región.

El Comando Sur informó sobre las “misiones” de estas fuerzas especiales, que realizarán maniobras con fuerzas de Seguridad de Centroamérica y además estarán en la estratégica base estadunidense de Palmerola, en Honduras, ubicada a 75 kilómetros de la capital hondureña.

Los “entrenamientos” serán -según dice el Comando Sur- para “enfrentar” los posibles huracanes y desastres naturales, que sacudirán la zona, pero esta presencia ha sido denunciada por distintos sectores políticos y sociales en Centroamérica y también en Perú donde hay bases militares de EE.UU.

Unos 90 estarán en Guatemala, donde silenciosamente asesores estadunidenses han entrenado en el Petén a grupos paramilitares desde hace años, y lo harán en momentos de una serie de marchas populares contra el gobierno del general Otto Pérez Molina, quien fuera jefe de los “kaibiles”, los paramilitares más sanguinarios en la historia de ese país.

Estados Unidos desarrolla varios ejes de “guerra sucia” contra Venezuela y el gobierno del presidente Nicolás Maduro estará enfrentando una nueva y peligrosa escalada de un golpismo que permanece activo desde 2014 y desde mucho antes.

Por estas horas se conoció un audio que revela una conversación entre Leopoldo López -quien en 2014 confesó públicamente que su objetivo era derrocar al presidente Maduro- y el ex alcalde de San Cristóbal, Táchira, Daniel Ceballos, ambos detenidos, no por razones políticas sino por graves intentos golpistas y hasta de magnicidios con ayuda externa.

En esta grabación que presentó un programa del canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), se muestra una serie de planes para producir hechos violentos y como dicen “voltear al país” para fines de este mes de mayo y principios de junio convocando marchas, que en todos los casos siempre han derivado en acciones violentas (guarimbas).

Ahora la convocatoria a la marcha, en la que no está de acuerdo toda la oposición venezolana ha sido extendida ” llamando a la solidaridad” externa y anuncian su llegada algunos ex presidentes, que son parte del mismo proyecto desestabilizador.

López y Ceballos proponen el apoyo y complicidad de medios comunicación opositores e incluso hacen referencia a la forma en que ubicarán “los “bichos” (paramilitares y francotiradores que entran por la frontera con Colombia), mientras ellos intentarán ganar tiempo haciendo huelga de hambre.

La campaña contra Venezuela, supuestamente por violación a los derechos humanos y otros, ha desplazado el eje de la “inusitada amenaza”, que según Washington representaba ese país contra Estados Unidos, hacia las acusaciones de narcotráfico contra importantes funcionarios de ese país.

Aunque esto no es nada nuevo sino una reactivación de la vieja campaña del gobierno de George W. Bush cuando en septiembre de 2008, en sus constantes conspiraciones contra el fallecido presidente Hugo Chávez Frías incluyó a Venezuela en la lista de los países “productores de drogas ilícitas” y de tránsito, donde también figuraba Brasil, Bolivia, Panamá, Ecuador, incluso Haití y otros.

Decía Bush que había incluido a Venezuela, Bolivia y Myanmar en la lista de países que “en los últimos doce meses se negaban a cumplir sus compromisos asumidos en la lucha contra el narcotráfico” destacando la necesidad de “apoyo a los programas de asistencia a los institutos democráticos en Venezuela y a los programas bilaterales en Bolivia, de vital importancia para los intereses nacionales de Estados Unidos”.

Esta “asistencia” estaba referida a la “ayuda” de las diversas Fundaciones de la CIA a los grupos de la oposición en estos países, en todas las áreas y especialmente en los medios de comunicación del poder hegemónico, para difundir las campañas de mentiras contra esos gobiernos.

No fue casual que poco después de la VII Cumbre Iberoamericana en Panamá, 2015, ante la masiva respuesta de América Latina y el Caribe, rechazando la Orden Ejecutiva del presidente Barack Obama contra Venezuela, -que por cierto este no ha retirado aún-, comenzó a gestarse esta nueva campaña sobre el narcotráfico.

Combinada con la llamada “guerra económica” dentro del esquema de la Guerra de baja Intensidad (GBI), es decir contrainsurgencia aplicada, casi en el mismo esquema que aplicó la CIA en la preparación del golpe de Estado de septiembre de 1973 contra Salvador Allende, resulta un andamiaje muy peligroso.

Además de una serie de sabotajes, continúa el brutal acaparamiento de productos y el desabastecimiento como un drenaje constante, a lo que suman las acciones violentas disfrazadas de “protestas pacíficas”, mientras el “mercado” hacía bajar los precios del petróleo, en una imitación de la orden dada por los hombres del presidente Richard Nixon de “hacer gritar la economía” en el Chile de Allende en los años 70.

Y por eso la campaña contra Diosdado Cabello, quien ya en enero de este año denunciaba la utilización del militar desertor Leasmy Salazar -a quien falsamente se presentara como su ex jefe de seguridad- por el ABC de Madrid, para acusarlo de mantener nexos con el narcotráfico.

“Es mentira que fuera mi jefe de seguridad. No tiene nada que ver con mi seguridad, pero eso es lo que el ABC de España quiere que el mundo lea”, dijo Cabello, un hombre que tuvo un papel preponderante en la defensa del gobierno de Chávez en el año 2002.

La campaña toca de lleno el corazón del chavismo, y es favorecida por la presencia del ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez en Colombia, desde donde dirige una de las fundaciones creadas por EE.UU. para activar los golpismos en el continente.

Favorece también la presencia paramilitar y la propia situación de Colombia con las estadunidenses bases y Fuerzas Especiales, y entre ellas la estratégica Base de Palanquero con un amplio radio de acción aérea. ¿Quién puede creer que Washington permitirá la pacificación de Colombia, lo que le obligaría a retirar sus bases de ese país que amenazan a América Latina?

En la figura de Cabello se lleva adelante la guerra psicológica informativa que permite al Pentágono estadunidense manipular más del 95 por ciento de la distribución de noticas en el mundo.

Venezuela fue el primer país de la región donde se produjo un golpe en este siglo en abril de 2002 combinando las “supuestas marchas pacíficas” con la acción de un sector de los militares, el poder empresarial y la financiación y asesorías de las diversas fundaciones de la CIA, como se demostró en la investigación posterior.

Dos días duró el golpe apoyado por Estados Unidos, algo nunca visto y resultó uno de los más estrepitosos fracasos de Washington en el siglo XXI.

Desde que el presidente Maduro está en el gobierno, Estados Unidos ha elegido varios ejes para desestabilizar a Venezuela como las viejas acusaciones de los vínculos de este país con Irán, con “el terrorismo” y los países del “eje del mal”, nunca ha habido un período sin golpismo agazapado en ese país, un objetivo prioritario para Washington.

Se trata de un país clave como motor de la Integración regional, su ubicación estratégica sus recursos naturales y sus proyectos sociales lo hacen un blanco para EE. UU., un “mal ejemplo” para la región.
Los mayores “tanques del pensamiento” han determinado que la “guerra económica” entre ellos la baja del precio del petróleo, podría ir dejando sin defensa a Venezuela.

OPERACIÔN JERICÔ Y GOLPE AZUL

En febrero de este año el presidente Maduro denunció que el gobierno de Estados Unidos y políticos de la ultraderecha en el país estaban detrás de un plan golpista. “Hemos desarticulado, desmantelado un atentado golpista contra la democracia, contra la estabilidad de nuestra patria. Se trata de un intento de utilizar a un grupo de oficiales de la Aviación Militar para provocar un hecho violento”.

También anunció detenciones muy importantes el 11 de febrero pasado, mientras continuaban desmantelando el criminal intento golpista. Dos personas ya identificadas cubriendo sus rostros con pasamontañas y vistiendo uniformes la Aviación y Guardia Nacional habían grabado un video en Maracay, estado Aragua, “para que apareciera en los medios de comunicación y decir que las Fuerzas Armadas se habían alzado contra Maduro”, dijo el presidente entonces.

El Plan Azul consistía en usar un avión Tucano para atacar el Palacio de Miraflores o el lugar de las manifestaciones donde participara Maduro el Día de la Juventud, lo que sería acompañado por guarimbas.

Entre otros objetivos figuraban las sedes de los ministerios de Defensa, de Interior Justicia y Paz, Consejo Nacional Electoral, la Dirección de Inteligencia Militar y el canal de noticias Telesur.

La orden para activar el plan era la publicación de un programa de Gobierno de transición que se encontró en los diversos allanamientos dispuestos al momento de conocer los entretelones del golpe.

El 12 de febrero de este año el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, informó a la población los planes y los nombres de los implicados, un grupo de civiles, junto a varios oficiales de la aviación militar venezolana. También habló el Alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, avalando la denuncia de Maduro y explicando detalles.

Durante el informe se recordó que ya en mayo de 2014 se conoció un intento de magnicidio bajo el nombre de “Operación Jericó” y se produjeron detenciones vinculadas con ese plan, imputando entonces -como se demostró- a la ex diputada ultraderechista María Corina Machado, figura predilecta de Washington.

En febrero de este año fue el Golpe Azul, así llamado por la participación de oficiales de la Fuerza Aérea. La intervención rápida de la seguridad de estado y de Inteligencia logró la captura de varias personas, la incautación de equipos, como una computadora donde figuraban los objetivos tácticos del grupo golpista. También el video preparado para el golpe y se detectó que había sido el diputado de derecha Julio Borges quien había marcado en un mapa los objetivos a atacar, lo que hubiera afectado a muchísimos edificios cercanos produciendo una masacre en la población.

Se encontraron además uniformes militares y de cuerpos de seguridad, e importante cantidad de armas. Ese mismo día se dieron a conocer los nombres de los militares implicados, una docena, entre los cuales figuraban tres generales y un coronel. Algunos fueron detenidos y otros están prófugos.

Cabello atribuye esas acciones a la desesperación ante el hecho de la respuesta popular frente a las agresiones de la derecha, que han provocado un mayor apoyo a la Revolución Bolivariana y al presidente Maduro.

Por otra parte la desesperación también se advierte en los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos que habrían advertido a sectores de la oposición que les están saliendo muy caros, que se ha gastado mucho dinero.

Esto llevó a Washington a dejar de lado a algunos sectores políticos venezolanos de derecha recurriendo a los más violentos. Y sucede ante la cercanía de las elecciones parlamentarias en septiembre próximo para renovar todos los escaños de la Asamblea y del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), donde los opositores temen ser derrotados una vez más.

La desesperación opositora acude a todo tipo de campaña como la acusación contra Cabello que es parte de la “guerra sucia” y “psicológica” del Pentágono estadunidense utilizando noticias que montan en el exterior en diversos medios europeos y son “tomadas” por los medios de comunicación opositores locales.

Todo obedece a la misma matriz. Y de la misma manera son hoy los promotores del nuevo intento golpista que amenaza una vez más a Venezuela.


*Prestigiosa intelectual y periodista argentina.

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