El nombramiento del obispo chileno, Juan Barros, a quien acusan de proteger a un sacerdote pedófilo, genera indignación en parte de sus feligreses, lo que le obliga a acudir a las misas con escoltas privados.
El nombramiento del obispo Juan Barros por el papa Francisco ha provocado una ola de protestas sin precedentes.
Más de 1.300 feligreses, 30 sacerdotes diocesanos y casi la mitad del Parlamento de Chile han enviado cartas instando al Papa a reconsiderar su decisión.
El obispo, que fue antes capellán castrense, ha celebrado media docena de misas pero con escaso público, llegando a los templos con escoltas policiales y con guardias privados, informa el diario 'El Comercio'.
El inédito rechazo a Barros se suscitó de inmediato tras su nombramiento por Francisco el pasado 10 de enero.
El principal motivo de rechazo radica en el supuesto encubrimiento de los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima.
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