Pablo Gonzalez

Engels y Stalin sobre la actitud del partido obrero ante la religión


Engels condeno más de una vez los intentos de quienes, con el deseo de ser "más izquierdistas" o "más revolucionarios" que la socialdemocracia, pretendían introducir en el programa del partido obrero el reconocimiento categórico del ateísmo como una declaración de guerra a la religión.

 Al referirse en 1874 al célebre manifiesto de los comuneros blanquistas emigrados en Londres, Engels calificaba de estupidez su vocinglera declaración de guerra a la religión, afirmando que semejante actitud era el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma. 

Engels acusaba a los blanquistas de ser incapaces de comprender que sólo la lucha de clase de las masas obreras, al atraer ampliamente a las vastas capas proletarias a una práctica social consciente y revolucionaria, será capaz de librar de verdad a las masas oprimidas del yugo de la religión, en tanto que declarar como misión política del partido obrero la guerra a la religión es una frase anarquista. 

Y en 1877, al condenar sin piedad en el Anti-Dühring las más mínimas concesiones del filósofo Dühring al idealismo y a la religión, Engels condenaba con no menor energía la idea seudorrevolucionaria de aquél sobre la prohibición de la religión en la sociedad socialista.

 Declarar semejante guerra a la religión, decía Engels, significaria "ser más bismarckista que Bismarck", es decir, repetir la necedad de su lucha contra los clericales (la famosa "lucha por la cultura", Kulturkampf, o sea, la lucha sostenida por Bismarck en la década de 1870 contra el Partido Católico Alemán, el partido del "Centro", mediante persecuciones policíacas del catolicismo. 

Lo único que consiguió Bismarck con esta lucha fue fortalecer el clericalismo militante de los católicos y perjudicar a la causa de la verdadera cultura, pues colocó en primer plano las divisiones religiosas en lugar de las divisiones políticas, distrayendo así la atención de algunos sectores de la clase obrera y de la democracia de las tareas esenciales de la lucha de clase y revolucionaria para orientarlos hacia el anticlericalismo burgués más superficial y engañoso. 

Al acusar a Dühring, que pretendia aparecer como ultrarrevolucionario, de querer repetir en otra forma la misma necedad de Bismarck, Engels requería del partido obrero que supiese trabajar con paciencia para organizar e ilustrar al proletariado, para realizar una obra que conduce a la extinción de la religión, y no lanzarse a las aventuras de una guerra política contra la religión. 

Este punto de vista arraigó en la socialdemocracia alemana, que se manifestó, por ejemplo, a favor de la libertad de acción de los jesuitas, a favor de su admisión en Alemania y de la abolición de todas las medidas de lucha policíaca contra una u otra religión.

 "Declarar la religión un asunto privado": este famoso punto del Programa de Erfurt[5] (1891) afianzó dicha táctica política de la socialdemocracia.

Stalin afirmo con respecto a como manejar el tema de la religión: "... debe manejarse con mucho cuidado, porque los sentimientos religiosos del pueblo no deben ser ofendidos".

Stalin dijo en 1949 lo siguiente: 

"[los albaneses] son un pueblo separado, al igual que los persas y los árabes, que tienen la misma religión como los turcos. 

Sus antepasados existieron antes de los romanos y los turcos. Religión no tiene nada que ver con la nacionalidad y la estatalidad. 

Sin embargo, la cuestión de las creencias religiosas deben mantenerse en mente, debe manejarse con mucho cuidado, porque los sentimientos religiosos del pueblo no deben ser ofendidos. 

Estos sentimientos han sido cultivados en el pueblo durante muchos siglos, y mucha paciencia se necesita sobre esta cuestión, porque el soporte hacia ella es importante para la compactación y la unidad del pueblo".

http://odiodeclase.blogspot.com/2015/01/engels-y-stalin-sobre-la-actitud-del.html

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