Por Edwin Sánchez//
Ahí ha estado El Cocibolca con tantas generaciones viéndolo perderse, como sus mismas aguas desperdiciadas en el Caribe.
Los mínimos líderes, durante los últimos dos siglos, se dedicaron a entrenar a no pocos nicaragüenses en una mentalidad de patio trasero, del no-se-puede y la resignación de admirar lo extranjero para sospechar de lo propio.
Y así culminaron su malhadada obra, al devaluar Nicaragua a su imagen y semejanza: un "paisito". Aquí tenemos pintado de pies a cabeza al pensamiento conservador: un "paisito" con un Gran Lago en su seno.
¿Qué nación puede funcionar así?
En manos de Taiwán o Israel, pequeños en territorio, pero enormes de espíritu, la Mar Dulce les hubiera endulzado los sacrificios amargos que debieron pagar en su ruta a la prosperidad.
Gracias a Dios, la actual generación empieza a rebelarse contra el determinismo del qué-le-vamos-hacer y quiere contar con las dimensiones geográficas, espaciales e históricas del primer lago tropical del continente americano: un Gran Lago para un Gran País.
Gil González ilustró a su rey haber encontrado la Laguna Grande, que "crece y mengua". Y eso que advirtió el conquistador el 21 de enero de 1522, sería la metáfora de nuestra actitud secular: el Lago crece y Nicaragua mengua.
Ahora, ambos, Nicaragua y Lago, deben crecer unidos. Y lo que irá en mengua será su triste pasado, aunque trate de resistirse enmascarado bajo cualquier bandera.
"Nicarao-agua", pronunciaron los conquistadores al ver el rico territorio y la Mar Dulce, cuenta el francés Paul Levy. De ahí nace el nombre de nuestro país. ¡Hasta los españoles medievales que nos tocó en este mundo reconocieron su unidad!
Grande para nada
No hay soluciones mágicas, solo ingenierías y las demás ciencias. Las opciones son contadas: salvar el Lago o depender de la caridad internacional para los parches provisionales; continuar con la atadura del "paisito" heredado o desatar la Nicaragua Grande; seguir a la deriva con el rezago decimonónico organizado o actualizarnos con el siglo XXI.
El Cocibolca desde hace tiempo es literalmente enterrado en vida. Si bien lo aprovechan los pescadores artesanales, los que disfrutan de su paisaje, los viajeros, los portaliras con toda la poesía extraída, los practicantes de la pesca deportiva de sábalos y ha saciado los caprichos lacustres de la opulencia, no hemos estrenado el Lago a como Dios manda. Lo hemos maltratado.
La contaminación agresiva no es cuestión de "las últimas décadas". Corre paralela a la colonización por los castellanos peninsulares y los criollos.
La Mar Dulce se convirtió en el desaguadero de las industrias artesanales y de cualquier actividad humana e inhumana.
Historiadores dan fe que "la producción ganadera empezó a extenderse desde fines del siglo XVI, hasta convertirse en una de las actividades más importante de la provincia".
Este dato, para los que "creen" que El Cocibolca está "limpio y cristalino", es básico: "En 1608 se contaban ochenta hatos o haciendas ganaderas alrededor de Granada, muchas de las cuales tenían entre 2,500 y 3,000 cabezas de ganado. En la época de sequía se les llevaba por la costa del lago Cocibolca hasta las verdes llanuras de Chontales, donde llegaron a pastar hasta cien mil reses en el siglo XVIII". (Historia de Nicaragua, Frances Kinloch).
El comercio de las pieles estaba en lo fino, el del sebo también, exportándose a Panamá, Costa Rica, Honduras y El Salvador. Las curtiembres, con sus complejos metálicos del cromo, altamente tóxicos y no degradables, aparecieron como hongos, descargándose en el bello espejo de agua.
¿Y qué decir de los desechos de las lecherías, las queseras y los rastros?
En franco deterioro
Un cable de Prensa Latina da cuenta que "los principales focos de contaminación se localizan en la costa que bordea la ciudad de Granada. En esa franja de 30 kilómetros de largo por uno de ancho, se detectaron grandes concentraciones de bacterias, producto del vertimiento de aguas albañales en los cauces que desaguan en el lago. Los estudios arrojaron además un aumento en el nivel de PH del agua, como resultado del uso indiscriminado de agroquímicos en zonas aledañas". (La Primerísima, 29 de diciembre de 2006).
Es de recordar que el especialista en ingeniería hidráulica, Carlos Láinez, basándose en un estudio del Banco Mundial (2008), diagnosticó que el Lago de Nicaragua "se encuentra en franco proceso de deterioro".
Expuso que la mayor contaminación es la sedimentación con una recepción por el orden de las 13.3 toneladas por hectáreas anuales. En toda la cuenca, utilizada para labores agropecuarias, la cifra se dispara a una cantidad superior a los 11 millones de toneladas cada año.
Con el aporte de los bosques arrasados, a menos que se haga algo como el Canal, su entierro literal sería difícil de evitar: se estiman 30 mil 137 toneladas de sedimentos por día.
Para graficarlo mejor, el ingeniero Láinez aseguró que la apabullante cifra equivale a descargar, cada día en el Gran Lago, 3 mil 620 camiones volquetes con capacidad de 10 metros cúbicos de sedimento (un millón 321 mil 500 camiones al año). ¡Pavoroso!
Además, la escorrentía agrícola drena al lago importantes cantidades de nutrientes como nitrógeno, fósforo, herbicidas persistentes e hidrocarburos, entre otros.
Láinez destaca que "el Gran Canal no atenta contra el potencial acuífero para el consumo humano para esta generación y las próximas, tal como algunos han tratado de hacerle creer" a la sociedad.
Rescatar el lago
El presidente Daniel Ortega denunció: "Se está utilizando como pretexto ahora que se va a contaminar el Lago con el Canal... ¡ese Lago está contaminado!". La lógica del Gobierno Sandinista es rescatarlo, contrario al falaz discurso conservador.
"Esta la única forma que tiene Nicaragua en las actuales circunstancias de poder contar con un recurso que le dé al país utilidades para incrementar la lucha contra la pobreza, calificar las actividades productivas... ¡Calificarlas!", dijo el Comandante.
El Gran Lago no lo creó Dios de balde. Es un himno de brisa fresca al hasta hoy pospuesto deber nacional de Nicaragua: pensar en grande.