Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Nicaragua: Henry Ruiz Hernández “Modesto”




Henry Ruiz Hernández “Modesto”, nace en Jinotepe el 27 de septiembre de 1943 en el seno de una familia muy pobre.

Estudia primaria en la Escuela General de San Martín y Secundaria en el Instituto Nacional Juan José Rodríguez, de Jinotepe.



Entra en contacto con las ideas socialistas a partir de su familia, y milita en la Juventud del Partido Socialista Nicaragüense, en el departamento de Carazo.

En el año 1966 obtiene una beca del PSN para estudiar en Moscú, URSS.

Viaja ese año e inicia estudios de Física y Matemáticas, pero de inmediato se vincula al Frente Sandinista de Liberación Nacional, y a principios de 1968 viaja a Cuba a recibir entrenamiento militar.

En 1969 inicia el retorno a Nicaragua con Tomás Borge y logran llegar a Costa Rica, donde son capturados cuando intentaban comprar armas, deportados a Colombia, luego a Perú y finalmente a México, adonde llegan en 1970.

 Ahí, Ruiz entra en contacto con Carlos Fonseca, quien venía de ser rescatado de la cárcel de Costa Rica por medio de un secuestro que realiza Carlos Agüero Echeverría.

Con Pedro Aráuz, Ruiz ingresa a Nicaragua en 1971, y de inmediato se integra a la organización de una nueva etapa guerrillera en el norte del país. Llega a ser el máximo responsable de la montaña y miembro de la Dirección Nacional.

En el año 1978 baja de la montaña y se encarga, en representación de la Tendencia Guerra Popular Prolongada, del proceso de unidad con las demás tendencias, que culmina con la firma de los acuerdos en marzo de 1978, integrándose a la Dirección Nacional Conjunta.

Organiza el ingreso de un comando de sesenta combatientes armados a la región de las minas, que se ve frustrado por razones atmosféricas. Ingresa a Matagalpa en julio de 1979. Luego de la victoria revolucionaria, es distinguido como Comandante de la Revolución, nombrado Ministro de Planificación y luego Ministro de Cooperación Externa.

En los años noventa fue nombrado Tesorero del FSLN y ha sido fuerte crítico de la actual conducción del Frente.

Desde la fundación del FSLN, la organización de la lucha guerrillera en la montaña se consideró como fundamental en la estrategia para la liberación nacional, la democracia y el socialismo, divisa que resumía entonces los objetivos estratégicos de nuestra organización revolucionaria.

Sea por la influencia de la lucha del General de Hombres Libres, que tuvo como escenario principal las montañas segovianas, sea por influencia de las luchas guerrilleras del continente (Cuba, Colombia, Guatemala), donde las acciones se desarrollaban en las regiones rurales, el FSLN siempre estableció la montaña como escenario en donde se organizarían las columnas guerrilleras que, al fragor del combate y en combinación con la ciudad, derrotarían al ejército de Somoza, acabarían con esa feroz dictadura y nos permitiría emprender el camino de la transformación revolucionaria del modelo dominante.

En los documentos históricos del FSLN se preveía que el teatro rural favorecía la operatividad de la actividad irregular insurgente, pero nunca se dejaron de considerar las acciones combativas en las ciudades a través de unidades guerrilleras urbanas. Evidentemente había una influencia de la experiencia cubana, en donde la jefatura siempre estuvo en la Sierra Maestra. No obstante, tal como lo esbozó Carlos Fonseca, toda revolución tiene una fase insurreccional en las ciudades, como resultado de la participación masiva del pueblo. Desde 1960 antes de la fundación del FSLN, Carlos Fonseca teorizó sobre la insurrección en las ciudades, que se produciría tras el proceso de desgaste militar, político y moral del enemigo.

La insurrección popular armada es la médula de la lucha contra la dictadura. La lucha, de acuerdo con las circunstancias geográficas de nuestro país y de la gran fuerza material del ejército de la dictadura, tendrá que ser del tipo guerrillero, tipo que tantas victorias produjo al General Sandino cuando combatía en Las Segovias contra la infantería de marina de los Estados Unidos de Norteamérica...

En su lucha, el Ejército Defensor del Pueblo Nicaragüense deberá contar con el auxilio del Frente Interno de la Resistencia. El FIR deberá instruir al pueblo, en forma clandestina, acerca de los objetivos de la lucha…

La lucha será larga, hasta lograr el control político de la totalidad del país, en ese lapso el FIR preparará las condiciones para que pueda declararse la huelga general de brazos caídos que será el golpe final definitivo que marcará el derrumbe del aparato de la dictadura… Ya quedó expresado el importante papel que puede jugar en el conjunto de la lucha revolucionaria la actividad legal de determinadas organizaciones y personalidades. (Fonseca, Carlos: Obras: 1982, pp. 52-53).

En la década de los años cincuenta se desarrollaron decenas de intentos armados por grupos de distintas procedencias; todos ellos, salvo el Movimiento “11 de noviembre”, tuvieron como escenario la montaña. A partir de 1963, casi la totalidad de los esfuerzos armados estuvieron impulsados orgánicamente por el Frente Sandinista. Los principales movimientos fueron la guerrilla del Río Patuca (Raití-Bocay), de cortísima duración y pérdidas valiosas; la guerrilla de Pancasán, cuyos preparativos iniciaron en 1966 y concluyeron en agosto de 1967, y en la que cayeron fundadores del FSLN como Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”; en 1970 se realizó otro intento guerrillero en Zinica y El Bijao pero estos esfuerzos no prosperaron y la respuesta del gobierno fue la brutal represión, aunque siempre se mantuvieron hilos de relación con los colaboradores del campo que quedaron disgregados.

En 1971 se da un nuevo impulso organizativo guerrillero que opera en diferentes lugares de la montaña, y Henry Ruiz se traslada como responsable del mismo. Participan de estos esfuerzos los dirigentes campesinos Denis Ortega “Chico Chiquito”, Jacinto Hernández “Efigenio” y Catalino Flores. De la ciudad, Víctor Tirado López, José Valdivia, Venancio Alonso, René Tejada y Filemón Rivera.

En el período de acumulación de fuerzas en silencio (1971-1974), se desarrollaron redes y contactos que auguraban un impulso exitoso. Carlos Agüero llega a organizar las escuelas de entrenamiento y a darle forma a la organización militar de los grupos que se venían conformando. En el año 1974 realizan acciones de limpieza de Jueces de Mesta y el asalto del banco de Abisinia.

En 1975, después de la toma de la casa de Chema Castillo se realizan ataques a los cuarteles de Waslala y Río Blanco; pero cuando ponen la emboscada de Kuskawás, fue en un ambiente de polémica entre los dirigentes guerrilleros Víctor Tirado, Edgard Munguía y Henry Ruiz, sobre la táctica a seguir en la montaña. Esto coincide con el feroz despliegue de un plan contrainsurgente en todo el territorio, y en particular contra las bases de los guerrilleros en la montaña.

Mientras tanto, seguía creciendo el descontento general contra el régimen, y aunque la organización clandestina llegó a alcanzar presencia significativa en todo el país, se profundiza el debate entre los cuadros que se encuentran al frente del trabajo en el interior, que tiene como punto culminante la expulsión de las filas del FSLN, de Jaime Wheelock, Roberto Huembes y Luis Carrión.

A la vez se mantienen y profundizan los cuestionamientos de la Dirección que opera dentro del país, en particular de Pedro Aráuz y Tomás Borge, con la Dirección que está en el exterior: Carlos Fonseca y Humberto Ortega. La forma atropellada con que se intenta resolver los conflictos, termina en la división del FSLN en tres tendencias en 1976. Para entonces, los grupos guerrilleros de la montaña sufren casi un total aislamiento, falta de abastecimiento, pérdida de información y de capacidad de incidir en los debates sobre el rumbo a seguir. El debate entonces incluyó el cuestionamiento al escenario principal para librar los combates, y los sectores sociales prioritarios (obreros, campesinos) para adelantar el rápido desenlace en los objetivos de la lucha.

En 1977, después de la muerte en combate de Carlos Agüero Echeverría, y de los golpes sucesivos en sus escuadras, se produjo un proceso de desarticulación de los grupos guerrilleros vinculados al núcleo central de la Brigada Pablo Úbeda, y algunos salieron de la montaña. El grupo quedó reducido sensiblemente, como se expone más adelante.

El esfuerzo guerrillero que inicia en los años setenta tenía como eje de referencia la construcción de la Brigada Pablo Úbeda en la Cordillera Isabelia y de otros grupos que operaban en otros sectores. Víctor Tirado ha relatado cómo su unidad, después de ser afectada fuertemente con las caídas de Jacinto Hernández y Filemón Rivera, y luego Edgard Munguía, fue golpeada por la pérdida de su base social, la cual fue sometida a una brutal represión de la Guardia. Cercada en el sector de San Antonio de Kuskawás y Pancasán, la escuadra de Víctor Tirado queda con cinco guerrilleros: Estanislao García, Francisco Ramírez, Carlitos Suárez, Alvarito Hernández y Juan Ramos “El Indio Emilio”.

Víctor Tirado sale hacia una finca entre Muy Muy y Boaco, entra en contacto con Camilo Ortega, y se incorpora a la Tendencia Tercerista. Por su parte, la unidad de Francisco Rivera “El Zorro”, luego de perder a Claudia Chamorro y a otros compañeros, quedó reducida a Facundo Picado, Inés Hernández “Pedrito”, “Juancito” y dos campesinas. Logra hablar con Pedro Aráuz “Federico”, pero después de una serie de contratiempos, hace contacto con Camilo Ortega y se integra a la Tendencia Tercerista más o menos a mediados del año 1977. De esa manera la Brigada Pablo Úbeda quedó reducida a su núcleo central, de lo cual hablamos ampliamente en la conversación con David Blanco, Dorotea Wilson y René Vivas.

Por otro lado, desde al año 1975 se inició la organización de tres unidades guerrilleras que operaron más al noreste, entre Nueva Segovia, Madriz, Estelí y Jinotega; la Unidad Bonifacio Montoya (la Bacho) liderada por Omar Cabezas, en el sector de Kilambé, que tuvo durante varios años como segundo al mando a José del Carmen Aráuz “El Segoviano”1; la Unidad de Combate General Pedro Altamirano, que tuvo tres jefes: Venancio Alonso (1975), Ismael Lanuza “Arcadio GPA” o “Charralito” (1976) y Julio Ramos el “13” (1977-1979). La Unidad César Augusto Salinas Pinell, que había iniciado en 1974 el profesor del que tomó su nombre, y quien se había integrado a la lucha desde los años sesenta, y cae en 1976. Al final la comandó Cristian Pichardo “Isauro”.

En octubre de 1977, entró por la parte rural de la frontera norte una unidad de cuarenta selectos combatientes, inicialmente al mando de Daniel Ortega y Víctor Tirado López. Sus propósitos eran la toma inmediata del poder, como parte del plan de octubre. Formaron parte de esa unidad: Joaquín Cuadra, Germán Pomares, Dora María Téllez, Elías Noguera, Francisco Rivera, entre otros. Después del ataque de San Fabián, Daniel Ortega regresó a Honduras. Con esta fuerza se constituyeron dos unidades que operaron como guerrilla rural, y que se mantuvieron a la ofensiva sobre los poblados del norte durante los meses de octubre y noviembre. Una de esas unidades se instaló en Macuelizo, y el resto de combatientes fue enviado a distintos escenarios para organizar la insurrección de 1978.

Las oleadas de jóvenes milicianos que se replegaron de las ciudades al finalizar esta ofensiva insurreccional, permitieron la construcción de nuevas columnas bajo el mando de Francisco Rivera. (Ver entrevistas a Julio Ramos, Elías Noguera y Antenor Rosales sobre las insurrecciones de Estelí).

En 1978, se creó una nueva unidad en Jalapa, como iniciativa de José Benito Escobar, pero luego fue contactada por los Terceristas y, a partir de ella, Germán Pomares, Javier “Cuqui” Carrión, construyen la Columna Oscar Turcios, que ataca El Jícaro y que opera en las montañas segovianas en la ruta de El Zúngano, Quilalí, Wiwilí, y que ataca Jinotega en mayo de 1979.

La combinación de las unidades de la Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP) y las nuevas unidades terceristas, constituyen el Frente Norte Carlos Fonseca, que realiza acciones ofensivas principalmente sobre Estelí entre 1978 y 1979 y que generaron una gran capacidad operativa en todos esos territorios y pueblos de la cordillera segoviana, e inició el proceso de derrota del régimen que recurrió a acciones genocidas sobre estas poblaciones.

Mientras las acciones insurreccionales se producen, el esfuerzo inicial guerrillero de la Brigada Pablo Úbeda se re articula y opera sobre la región montañosa del triángulo minero, llegando a contar con más de cien combatientes. En esta rearticulación, juega un papel importante la Unidad Bonifacio Montoya. Desde ahí suben los nuevos combatientes hacia el sector donde opera la Brigada Pablo Úbeda que, para entonces, está dirigida por René Vivas y David Blanco, quienes realizan acciones ofensivas desde el 28 de mayo con la toma de las minas Rosita y Bonanza.

Conversamos con Henry Ruiz Hernández “Modesto”, de quien en los años 70 Tomás Borge dijera, en la dedicatoria de un libro:

El que escribe estas líneas se parece tanto a un escritor, como García Márquez a un vendedor de frigoríficos. Estas líneas tienen, un mérito: fueron escritas en la cárcel, poseídas por el dios de la furia y el demonio de la ternura.

Dedico este pequeño esfuerzo a mi hermano “Modesto”, el jefe guerrillero más modesto, terco, fraterno y honesto que ha producido el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y a los combatientes de la montaña que viven, cantan y luchan en cada emboscada, en cada fatiga, en la orilla del sol y los sueños de Carlos Fonseca.

Mónica: Lo primero que quiero es que nos contés de tu vida, de tus padres, de tus primeras inquietudes, del proceso de incorporación a la lucha política en la que te comprometiste hasta las últimas consecuencias.

Henry: Mi padre y mi madre eran trabajadores por cuenta propia. Mi mamá, ama de casa, y mi papá, un pequeño comerciante de madera, ripiero le digo, compraba ripios y vendía.

Pertenezco a un grupo de ocho hermanos de una misma línea, y si le agrego de otra línea, son cinco más, y hacemos trece; mi relación es con los primeros ocho. Soy de origen muy pobre, eso me obligó a trabajar desde muy temprano, y más todavía, a oír los consejos y principios que me inculcaba principalmente mi mamá.

Mi mamá es una campesina semi analfabeta. Ella me introdujo valores para toda la vida, por ejemplo, me decía: –Hijo, hay que ser pobre, pero honrado; zurcidito, pero limpio; no me obligó a asumir ninguna religión, me dijo: –Siempre voy a querer que lo mejor para vos esté a tu lado. No me dijo: sé católico, a pesar de que me bautizaron; pero tampoco me prohibió ir a un culto.

Me enseñó una lección política como mujer pobre: amaba la paz y el trabajo y no opinaba de política, ni me recomendaba que fuera político, sino que decía en todo caso: –Para mí, si hay paz y trabajo, ¡viva el que está en el puesto! Esa para mí fue como una máxima de qué es un buen gobierno. A la postre, el trabajo es lo que te rinde y lo que te hace honrado.

Mi mamá también tenía la divisa de no rendirse ante nadie, y decía: –Solamente a Dios se le rinde culto. Ella era deísta, pero si le quitaba la idea de Dios, me quedaba la máxima: No me rindo ante nadie, no adoro a nadie, por lo tanto, en un desarrollo de la idea, no debo tener íconos a los cuales esté obligado adorar.

Comencé primaria después de los doce años. Como los sucesos de abril de 1954 fueron muy cercanos a los jinotepinos, en mi familia, para informarse, me mandaron a comprar el periódico Novedades. Había una escasez tremenda de noticias y una gran expectativa. En esa ocasión aprendí que comprando el periódico a treinta centavos lo podía revender a un córdoba. Entonces compraba dos, tres periódicos, para ganarme unos centavos. Pero me daba pena vender, y no saber qué decían los periódicos, entonces le dije a mi mamá que iba a entrar a la escuela.

Entonces ella le pagó a una señora que se llama Teresa Estrada, para que me enseñara a leer. No me fue difícil aprender a leer. Y cuando comencé la escuela, no paré de estudiar.

Hay un profesor que fue mi padre espiritual en esa época, Guillermo Medina Sierra, de León, aficionado a las matemáticas. De alguna manera, él me infundió el amor por las ciencias matemáticas, y siempre me dijo lo siguiente: –Tenés que buscar una beca para irte a estudiar; tenés que estudiar, tenés que irte a inscribir a las mesas de inscripción para ir a votar en las elecciones. Pero si es que no voy a votar –le decía. Entonces me explicó: –Seguramente vas a encontrar una beca, y estos bandidos son capaces de negarte esa oportunidad, porque te van a solicitar ese elemento de si votaste, si te inscribirte o no te inscribiste.

Este consejo también me ha servido en la vida para indicar que hay operaciones que van a ser útiles en tu propio proyecto, aunque no comulgués con ellos. Así, tengo dos referencias políticas distintas, pero útiles. Por un lado mi mamá me dice, no te metás en cuestiones políticas; y por otro lado, un maestro que me decía, aunque querrás evitar las ideas políticas, la vida te va a obligar a pensar en ellas; éste fue Guillermo.

Mónica: ¿Cómo entrás en contacto con las ideas políticas?

Henry: Desde temprano descubrí que había inquietudes de orden filosófico y de carácter social; por eso es que, estando en segundo año de secundaria, me empaté con los comunistas de Jinotepe.

Fue a través de Guillermo Briceño padre, los Vásquez y los Ruiz –mis tíos Donaldo, Reinaldo y Juan– quienes fueron dirigentes sindicales y por ello estuvieron presos algunas veces. Éstos son los que me comienzan a decir que debo estudiar, que soy algo así como una esperanza para la familia. Siempre es la expectativa de la gente pobre, ¿no?

Mis tíos son, uno, albañil, y los otros dos, carpinteros. Les pregunto, ¿qué es lo que debo estudiar? Entonces ellos me dicen que hay que estudiar la filosofía natural. ¿Qué es eso de la filosofía natural? Entonces un tío me enseñó unos cuadernitos, uno de ellos era Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico. Siempre me acuerdo del cuadernito ese y allí conocí a don Federico Engels y a Carlos Marx, muy temprano. ¿Que si lo entendí o sólo le pasé encima? No sé, pero me empujó.

Ya con los compañeros del PSN de Jinotepe, me orienté mejor. Se trataba por lo tanto de la lucha de los trabajadores contra los patrones, contra los ricos, con muchos ejemplos acerca de la Unión Soviética y los países socialistas. Eso fue entre 1959 y 1960. Entonces me comenzó a provocar admiración la perra Laika2, el Sputnik, la ciencia, etcétera, todo ese mundo del que los trabajadores organizados hablaban tanto, y que era la Unión Soviética.

A la Revolución Cubana la conocí por estos obreros camaradas socialistas, igual que los discursos de Fidel. Debo decir una cosa que parece ridícula, y es que en mi casa nunca hubo radio. El primer radio que anduve fue en la guerrilla. ¡Claro!, en ese tiempo adquirir un radio era caro, eran radios de tubo. Oía los discursos de Fidel Castro en el radio de unos vecinos de apellido Vásquez, que son los tíos de Róger Vásquez, que eran admiradores de la Revolución, y ahí escuché a Fidel Castro hablar. Eran socialistas y a la vez evangélicos, una cosa rara, pero bueno, eran de pensamiento rebelde.

Así es que termino el bachillerato por el año 1966, entonces busqué cómo ir a la universidad, y me surgió la inquietud de irme del país. Al principio quería estudiar físico-matemática, pero el contacto con los socialistas aquí en Managua, me hizo pensar que mejor sería estudiar Filosofía, para venir a ayudar como cuadro del Partido.

Cuando me dio la beca el PSN, el secretario Manuel Pérez Estrada me defendió ante los mismos compañeros del Comité Ejecutivo del Partido, diciendo que él estaba seguro que si había solicitado una beca, iba a cumplir mi compromiso, y me iba a ir a la URSS. Esto era porque alguien informó que me había casado, y era cierta la especie, pero nunca renuncié a la idea de irme a estudiar.

Era una doble aspiración, la primera, tener conocimientos de los que iba a vivir; pero la principal era que quería ayudarle al Partido, estudiando Filosofía Marxista. ¿Cómo sería a mi regreso a Managua? No sabía, pero esos eran mis propósitos. Así que me dan la beca y me voy para la URSS.

Mónica: ¿En qué año te vas?

Henry: Me voy en 1966. Fui de los estudiantes que llegaron tarde para comenzar a adaptarse, y no había cupo para Filosofía, así que me ofrecieron que estudiara Filología. Les expliqué: – ¿Qué voy a estudiar Filología si a duras penas he aprendido a hablar español, y no tengo facilidad para los idiomas? Entonces me preguntaron: – ¿Qué otra cosa? Pedí que me examinaran para Matemáticas; me examinaron, pasé, y así fue que me metí a la Facultad de Físico-Matemática.

En octubre de 1966 tengo un encuentro casual con Oscar Turcios y con el hermano de Carlos Fonseca, Fausto Amador. Ellos andaban con un campesino, Narciso Zepeda “Chicho”. Es casual, porque ellos andan buscando a Denis Campbell, quien estudiaba Ingeniería en la Universidad Patricio Lumumba. Allí me empato con el Frente. Para entonces ya había ocurrido la masacre del 22 de enero de 1967.

Antes de irme a Moscú como dirigente de la Juventud Socialista, con Natán Sevilla y Silvio Mora habíamos fundado un movimiento en Jinotepe, que se llamaba Estudiantes, Campesinos y Obreros Revolucionarios (ESCOR). Esa sigla después la va a tomar el Partido Socialista para hacer un movimiento de carácter nacional. O sea, el nombre sonó. Eso lo supe después.

Con afanes estrictamente militantes, me había metido a dar clases en la Casa del Obrero, sobre sindicalismo, las leyes de la organización sindical, etcétera. Es decir, estoy totalmente involucrado en la política. En esos tiempos conocí a Silvio Mayorga y después me alegró saber quién era él, un nombre que estaba entre los luchadores nicaragüenses.

Explico todo esto porque en Moscú me encuentro que era el único joven que tenía militancia en Nicaragua, es decir, ejercicio político en las filas de la Juventud Socialista, porque los otros, todos eran miembros de la Juventud pero hechos allí en Moscú; todos esos estudiantes llegaban y eran amigos, pero sin experiencia militante. Digo estas cosas porque más adelante uno va a reconocer que los que no tuvieron militancia, regresaron a Nicaragua y no hicieron nada. Esa es la verdad, se hicieron profesionales, pero no hicieron nada, no digo todos, pero esa fue la generalidad.

En Moscú comencé a plantear que en Nicaragua existía una discusión en el seno del Partido y la Juventud, sobre la necesidad de pasar a la lucha armada, construir el brazo armado del Partido. Eso comenzó a discutirse y estaba dentro de los prospectos para entrar a eso, no porque fuera belicoso ni nada, sino porque estaba convencido, poco a poco, como se iba convenciendo a algún sector de la juventud, de que a Somoza únicamente a tiros se le podría bajar, que no había espacios democráticos.

Estando en Moscú, hicimos una especie de célula clandestina para analizar las posibilidades de la lucha armada, de fortalecer nuestras relaciones con el Frente, una vez que hemos hecho contacto con Turcios. En dicha célula participamos: Róger Deshón, Róger Vásquez, Denis Campbell, Benjamín Jirón y yo.

Mónica: ¿Róger Deshón venía del Partido Socialista?

Henry: No. No sé de dónde procede. Él nos contaba que había andado con Indalecio Pastora, era el único que tenía práctica de tiro junto con Róger Vásquez, que fue de los jóvenes que se metieron al Movimiento 11 de noviembre, allí en Jinotepe. Debo decir que de ese grupo me constituí rápidamente en el jefe, y decidimos que en vez de estar en la Lumumba perdiendo el tiempo, lo mejor era que nos incorporáramos al Frente Sandinista para librar la lucha armada.

Mónica: ¿Oscar Turcios estudiaba entonces en la Lumumba?

Henry: Él estudió en la Lumumba, y era defensor de la corriente de la lucha armada. En otras palabras, era de los llamados “chinófilos”. A nivel mundial estaba la contradicción entre los movimientos de liberación nacional, los que decían que sólo se alcanzaba la liberación a base de tiros, y los que planteaban la necesidad de la coexistencia pacífica. Los soviéticos, que promovían la coexistencia pacífica, eran los que nos daban a nosotros alojamiento, así que estar por la lucha armada era como una malacrianza con ellos. Parece que Oscar Turcios no aguantó el ácido, y lo expulsaron de la Lumumba.

Esas expulsiones no son una gran tragedia. Si te expulsan por maleante, por ladrón, por beber guaro, por cosas de ese tipo, sí son expulsiones deshonrosas; pero cuando te expulsan por razones de diferencias políticas, no. Fui de los pocos estudiantes de la Lumumba de América Latina que regresé hecho Comandante, y entonces me decían en ruso: –Nuestro Henry.

Con la ayuda de los compañeros de la embajada cubana, a principios de enero de 1968, Róger Deshón, Róger Vásquez, Denis Campbell y yo, salimos clandestinos de Moscú hacia La Habana, como ciudadanos cubanos. En estas luchas las lealtades no son muy ortodoxas, como ves en este ejemplo. Así, de paso, conocí a Alejandro, el contacto. Era un agente de Inteligencia que trabajaba en Moscú; entonces, con ése nos fuimos a La Habana. Después del triunfo de la Revolución Sandinista, nos encontramos en La Habana, él llegó a saludar, y cuando lo vi, me alegré mucho.

Irnos para La Habana era un paso decisivo. Para mí ya no hay retroceso. Llegamos por la mañana, y al siguiente día estábamos montándonos en un vehículo que nos fue a dejar a Pinar del Río, dónde íbamos a entrenar. Todo fue friendo y comiendo, nada de pachanguear.

Allí me encontré con Oscar Turcios, Humberto Ortega, “Chicho” Zepeda, Leopoldo Rivas y Francisco Rosales, miembro de la Dirección Nacional, y conocí a Francisco Buitrago. De todos ellos, incluyendo a Turcios, el único que me impresionó fue Francisco, voy a decirte por qué: los otros estaban durmiendo, echados; en cambio, Francisco Buitrago estaba con su uniforme de soldado cubano, haciendo su desayuno y preparándose para ir a hacer el entrenamiento de combatiente urbano.

Ese entrenamiento y los contactos con los compañeros, me permitieron en ese tiempo conocer qué era el Frente Sandinista. Me permitió decir, bueno, ¿quiénes son éstos?

Voy a contarte una anécdota que sólo la he contado en círculos muy cerrados, porque implica a lo mejor un juicio de valor, pero uno de esos compañeros, cuyo nombre no voy a mencionar para que no lo moleste la historia, me llamó y me dijo: –“Armando”, que era como me llamaba en el campamento, ¡qué cagada!, nos vinimos a meter con estos locos que no saben ni para dónde van.

¡Te imaginás vos los diálogos y otras cosas! Nosotros veníamos de una universidad avanzada, donde se daban discusiones políticas de altura. Es cierto que nosotros estábamos en los primeros años, pero estaban muchachos en cuarto o quinto año, algunos haciendo doctorado. Aquí surgió la pregunta: – ¿Qué hay que hacer? Entonces les digo: – ¿Qué vamos a hacer? ¡Continuar, continuar!

Entrenándose en ese mismo grupo, también estaba Roque Dalton, que era un cuadro más formado, y nos contaba qué es lo que hacían en Casa de Las Américas; y entre chistes y bromas nos contó que su mujer le decía: –Cerote loco, qué fuiste a hacer, si bien estábamos en Praga.

Entonces con ese nombre, contado por el mismo Roque Dalton, nosotros ya no lo llamábamos “Roberto”, sino “Cerote loco”. También estaba Gustavo Porras3, aunque en ese tiempo no sabía cómo se llamaba, le decíamos “El Cabezón Guatemalteco”, era responsable de la Compañía.

Allí estaba entrenándose con nosotros una compañera que fue lugarteniente de Luis Turcios Lima, Tita, que posteriormente llegó a ser la esposa de Rolando Morán, compañero dirigente de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Guatemala, que dicho sea de paso, este Rolando fue el que le dio alojamiento a Raúl Castro en esas andanzas suyas entre México y Guatemala. ¡Con razón lo querían tanto los cubanos! Aquí hay una ristra, una ristra bonita.

Al finalizar el entrenamiento, Gustavo y Rolando me llamaron para preguntarme si estaba decepcionado, que qué me pasaba. Entonces les pregunté: – ¿Por qué me dicen eso? –Porque vos pudiste haber sido el mejor de la promoción, pero en los últimos tiempos se te ha caído tu rendimiento. ¡Qué diaverga son ustedes! –les digo. Mientras ustedes pasan durmiendo, porque había una siesta obligada, yo estoy leyendo. Aquí me he leído el Anti-Duhring, las obras del Che, etcétera, y quieren que rinda, no descanso en ningún momento, pues estoy aquí preparándome, a eso es que vine. ¿Pero quiere decir que no estás decepcionado? –me volvieron a preguntar. –No.

– ¡Ah, bueno!, porque nosotros lo que queríamos decirte es que de todos estos jodidos, ¿vos creés que ese “Félix Pond” (que era Chicón) se va a ir? –Ese no se va a ir, es pura locura. Y el otro, el otro, comenzaron a hablar despectivamente de los compañeros. –Pero los que nos consideramos mejores, estamos obligados a militar, y vos tenés que militar. Todo eso me dijeron y les respondí: –Y ¿a qué vine?, ¿que soy baboso acaso?

Creía este Gustavo Porras, tal vez por los distintos conocimientos que yo tenía, que era uno de esos estudiantes hijos de ricos que había estado en una y otra universidad, y que finalmente decepcionado, me fui a buscar la aventura de la guerrilla. No. Sencillamente siempre estuve y he estado con la idea de aprender algo todos los días, y por eso daba la impresión de que tenía una formación quien sabe de qué universidades. Y como vos ves, me bachilleré, me voy para allá, no terminé, y ¡esa es mi formación formal! La otra es la que se va adquiriendo todos los días.

No hay que olvidar que nosotros ingresamos a La Habana después del golpe a la guerrilla de Pancasán. Eso pudo haber sido desestimulante. Para mí no. Fui de los que pensaban que había que continuar.

¿Qué sucede durante ese tiempo? Iban aumentando los nicaragüenses que llegaban a entrenarse, llegaron los dos hermanos Vargas, Gustavo Adolfo y Oscar René, se apareció “El Danto”, Enrique Lorente, Julián Roque Cuadra, y otros más.

Mónica: ¿No había ninguna mujer?

Henry: ¡Ah, cómo no! Estaba “La Tía”, Olga Avilés. Muy pronto me di cuenta de que éramos todos, no llegábamos ni a cuarenta. Y también conocí de las contradicciones que se daban entre Tomás y Turcios, entre Turcios y Carlos Fonseca. Turcios tendía a creer que él era el dirigente militar, en tanto que el otro era el político, como si las concepciones políticas estuvieran desvinculadas de lo militar y viceversa. Todo eso nos abrió la perspicacia, nos quitó la inocencia. Nos dimos cuenta de que esto no era tan puro como creíamos.

Otra cosa, pronto Oscar Turcios y Tomás –quien era parte de la Dirección, aunque cuestionado por Turcios– tomaron la decisión de que saliéramos hacia Nicaragua. Carlos no quiso llegar a La Habana. Nosotros queríamos y era de los que decía que hiciéramos llegar a Carlos para que definiéramos con él, cuál era la estrategia a seguir. Porque algunos hablaban de que teníamos que hacer un desembarco en el Atlántico. Allí le dije a los compañeros: –Eso es una locura; si estos jodidos nos mandan a desembarcar, nos van a embarcar, y allí sí que hay que rebelarse.

Mónica: ¿Y entonces qué era lo que planteaba Carlos, por qué no se reunieron entonces?

Henry: No sé qué es lo que se decían entre ellos, qué es lo que discutían entre ellos por cartas, porque Carlos no estaba en La Habana. Él prefería estar polo a tierra, con la antena abajo, organizando, esa es la verdad. Comparto esa figura de Tomás Borge sobre Carlos: carpintero, martillo, etcétera. Ése era el artesano revolucionario, un hombre muy abnegado con la causa. Sólo así me explico sus libros, sus escritos, ese detalle, la fecha por aquí, la huelguita por allá, el tipo que pegó un martillazo y esa era una acción de rebeldía, buscando, dijéramos, los factores que inspiran a una juventud incrédula todavía.

Mónica: ¿Cuándo inician su regreso a Nicaragua?

Henry: En octubre de 1968 se decide que salga el primer grupo hacia Costa Rica. Ahí se comienza a hablar de una reunión en Costa Rica. Ese grupo estuvo integrado por Germán Pomares, Tomás Borge, Oscar Benavides “El Camaradita” y yo.

“El Camaradita” hablaba de manera estrambótica, decía: –Y el semoviente furioso se nos vino encima. Te voy a contar una anécdota, a propósito de esa expresión. Íbamos cruzando un potrero y se nos viene un toro hijueputa encima, y claro, nosotros saltamos, estábamos jóvenes y entrenados, pero Tomás no logra pasar. Todos pensamos: a Tomás ya lo jodió el toro. Un oficial que andaba con nosotros, se montó sobre el cerco y soltó varios tiros de carabina: bam, bam, bam, bam, y el toro se asustó. Tomás, cuando está contando el asunto, dice: –Es que yo le miraba los ojos al toro y no se le miraba agresivo. ¡Idiay, no me jodás, Tomás! –le digo– hasta psiquiatra de toros te volviste. ¡Del tremendo miedo te quedaste trabado!

Cuando la camaradería era parte de nosotros, y hubo mucha, entre todos nosotros teníamos algo de qué hablar.

Como decía, para entrar al país nos dividimos. Me vine con Tomás, y la ruta que usamos era por Colombia. Nuestro grupo es el último que entra armado, cada quien traía un arma. El periplo era de La Habana hacia Europa, de Europa a América del Sur, de América del Sur para Costa Rica. Nosotros teníamos que ir armados, porque una de las cosas que nos dimos cuenta es que no había armas en el país.

Mónica: ¿Y cómo es que meten las armas?

Henry: En ese tiempo no había registro. Lo encachimbado era llevar todo ese tiempo el arma sentado, de pie, dormido o en el baño. Fuimos el último grupo que pudo hacer esto, porque como comenzaron los secuestros de aviones, en los aeropuertos comenzaron a ponerse chiva.

Estando ya en Costa Rica, a principios de 1969, caímos presos Tomás y yo, porque andábamos comprando armas. Ahí me di cuenta, a pesar de la fama de civilista, que la Policía costarricense torturaba. A Tomás lo torturaron, a mí no. Lo que me dieron fue un golpe, pero no como torturaron a Tomás, le aplicaron la tortura del teléfono4, y cuando lo estaban torturando, me pusieron en el cuarto de al lado, para que lo escuchara.

Quién sabe qué pasó que sólo me asustaron, me dieron un golpecito, amenazándome: –La próxima vas a ser vos. Al siguiente día, cuando llegué a la estación a declarar, me preguntaron: –Macho, machillo, ¿cómo te ha ido, cómo te ha ido? Bien –le dije, al que le está yendo mal es a ese señor; porque todos negábamos que anduviéramos juntos. Ese señor es a quien están torturando, se oyen los gritos terribles –le dije. ¿Cómo vas a creer? –dijeron.

Inmediatamente el Oficial de Hacienda que estaba allí, habló, y se armó el despelote en Costa Rica. Si lo hubiéramos planificado, no habría salido tan bien. Entonces comenzaron las protestas del Frente Sandinista, la gran bulla, y eso ayudó: nos expulsaron, y terminamos en Colombia.

En Colombia, los compañeros del Partido Comunista nos acogieron, nos dotaron de pasaportes; llegamos al Perú, donde estaba la Revolución de Juan Velasco Alvarado, allí los comunistas otra vez nos ayudaron. Los partidos comunistas nos ayudaron y fueron los que contribuyeron a que saliéramos para México, donde entramos por mar a Hermosillo5. En ese recorrido fue que conocí a Edén Pastora. Allí estaba viviendo de las rentas de su mujer en Guadalajara. No tuve buena impresión de él.

En México, nos reunimos. Pedro Aráuz y Eduardo Contreras “Marcos”. Posteriormente entra Víctor Tirado López, expulsado de Honduras vía Guatemala.

Mónica: Pedro ya había participado con Juan José Quezada en el secuestro de un avión de LANICA, Líneas Aéreas de Nicaragua, en agosto de 1969, y en otras acciones con los palestinos.

Henry: Es que después de entrenarnos a nosotros, Cuba nos ha cortado la asistencia, el entrenamiento y todo, no quiere nada ya. Algunos dicen que fue por la conducta licenciosa de los responsables, entre ellos Oscar Turcios, quien se había regresado a Nicaragua, lo cogen y lo regresan a Cuba en esas circunstancias.

A Cuba también llega Pedro Aráuz, después de la operación de LANICA; ahí se encuentra con Oscar, y vuelven a hacer relaciones amistosas, de mucha camaradería. Entonces, la versión que tengo, es que desde la escuela de nosotros en 1968, Cuba había suspendido la política de entrenarnos militarmente. No nos corren del país, porque Cuba no corre a nadie, pero prefiere que estén sin hacer nada, que estar entrenando militarmente a quienes no saben para dónde van.

La decisión, por lo tanto, es buscar un lugar donde irse a entrenar, y van a Al-Fatah. Ahí se van a entrenar René Vivas, Jacobo Marcos Frech, Eduardo Contreras, Leticia Herrera, Pedro Aráuz, José Valdivia, René Tejada y otros. Pero Carlos dice: –Allí no va nadie más, vamos a buscar por otro lado, porque allí ideológicamente a nosotros no nos conviene. Combatientes podemos hacer por el entrenamiento de tiros. Pero la verdad es que todos los compañeros que estuvieron allí te cuentan que era medio salvaje el entrenamiento. No había doctrina militar, lo que había era una idea terrorista de la lucha armada. Nosotros integramos a un compañero, Patricio Argüello Ryan, a quien no conocí, como parte del intercambio entre Al-Fatah y nosotros. Eso no fue de la simpatía de Carlos, y compartí esa disposición.

Mónica: Cuando te encontraste con Tirado en México, ¿ya lo conocías?

Henry: No lo conocía. Cuando estamos en México, oímos decir que tienen preso en Guatemala a un guerrillero mexicano, Víctor Tirado; y en Guatemala le daban agua rápidamente a los guerrilleros6...

Entonces nosotros nos movemos como podemos, junto a otros compañeros mexicanos y la cosa es que llega Víctor Tirado a recuperarse, con una rasquiña7 espantosa, y un hambre peor que la rasquiña. Allí Víctor comienza a contarnos sobre cómo están las cosas en la montaña. Nos cuenta toda la peripecia de Zinica. Nos explica que los compañeros de la ciudad se han bajado, y sólo quedan los campesinos; que el ataque de la Guardia los desorganiza, él sale desperdigado porque busca contacto en la ciudad y no lo encuentra, y sale disparado. Nos presenta una idea económica de los costos de la operación y me acuerdo bien que dice: –Con cinco pesos nos mantuvimos durante tanto tiempo.

Entonces le digo a Tomás: –Te fijás, te digo que no se necesita mucha plata para empujar un movimiento con estas condiciones. Estamos todavía en los viajes al hospital, donde Conchita Palacios ya está curando de la rasquiña a Víctor Tirado, y le pregunto: – ¿Está dispuesto a irse? ¡Claro que sí! –me dice Víctor.

Eso es lo que admiro de Víctor Tirado: en esas condiciones, sabiendo de dónde viene, cómo está allí, se encuentra con nosotros y ya está dispuesto a seguir de nuevo. Uno esperaría que ya esté hastiado. Y cuando le pregunto que si se va, ¡por supuesto!, me dice. Entonces allí acordamos que Pedro Aráuz y yo vendríamos de mensajeros de todo ese grupo aquí a Managua. ¿Cuál es la misión? La misión es encontrarnos con el mando del Frente en la ciudad, platicar con ellos, hacerle unas preguntas, y sacar un conclusivo.

El conclusivo de esas pláticas lo vamos a mandar por carta a los compañeros que se quedan en México, embutido, como correo secreto. Venimos, nos encontramos con Oscar Turcios y Bayardo Arce, quien para entonces está trabajando en La Prensa y también daba clases de periodismo.

Entonces Oscar, echando cuentos por arriba y por abajo. Me acuerdo que cuando le corresponde a Bayardo narrar cuál es el trabajo urbano, qué está haciendo el movimiento estudiantil, con su típico humor comienza el relato así: –Entonces, Jesús en las prédicas en Galilea... Lo interrumpe Oscar y le dice: – ¿Y qué es esa mierda de que Jesús en Galilea? Le responde Bayardo: – ¿Y vos no comenzaste narrando la prehistoria? Y le dice arrecho Oscar: – ¡Qué jodés vos! ¡Por todo jodés vos!, en conclusión, aquí no hay nada. Entonces me dice Pedro: – ¿Qué pensás vos? Le digo: –Aquí no hay ni mierda, todos esos son cuentos, no hay nada.

Me dice Pedro “Federico”: – ¿Qué hacemos? Ideay, que se vengan todos estos huevones –le digo, ¿qué van a hacer allí? ¿Ahora vamos a regresar a decirles que no hay nada? ¡Imaginate andar peregrinando! Entonces va y le comunica al “Ronco”, a Turcios, la conclusión. Entonces le dice Turcios: –Que les haga una carta “Pedrito”. Ese era mi seudónimo, porque no sabía que “Federico” se llamaba Pedro. Hago el informe a los de México, diciendo que todo está diaverga, que se vengan, que las condiciones están dadas.

Se va la carta, todo mundo contento, y me dice Oscar: –Mañana viene “Eulalio”. Era Filemón Rivera. No es el campesino que vos conociste8. Cuando conozco a Filemón, lo veo que es todo un campesino, igualito en la forma de hablar, el deje campesino del norte, pero completito el desgraciado. Filemón dice: –Los compañeros están buscando un hombre de la ciudad para que vaya a ayudarles a formarse. Ahí levanté la mano, decidido a irme a la montaña.

El grupo inicial de la montaña eran: “Efigenio”, que es Jacinto Hernández de la Dirección Nacional; Filemón Rivera9 y Denis Ortega “Chico Chiquito”, que era un maleante. Allí en esa reunión es donde me ponen el seudónimo de “Modesto”.

Mónica: ¿Cuándo exactamente subís a la montaña y a qué lugar llegás?

Henry: Eso es por ahí10 en 1971. Llego a El Bijao. Ahí encontramos los rastrojos de los antiguos sindicatos, y también campesinos que no se habían metido, que eran familiares de los que entonces andaban huyendo.

Varios meses después, se aparecen Tomás, Edén Pastora, y Víctor Tirado, que regresaba de México. Vladimir Alonso, Venancio Alonso “El Trompañero” es el enlace, bajaba y subía entre la ciudad y la montaña.

Cuando vamos para arriba, a Filemón y a mí nos va acompañando Venancio. Dimos un vueltón para no ser detectados. Para entonces ya tengo claro en mi cabeza qué cosa es el Frente Sandinista y quiénes lo componen.

Cuando llega Edén Pastora, el huevón me reclama condiciones de vida, como si yo estaba en una situación extraordinaria. Cuando me fui hacia el monte con Filemón, voy nombrado como responsable. Soy el hombre de la ciudad y Filemón no mostró ningún celo. Ni se le ocurrió decir ¿por qué no soy el jefe? Nada de eso.

En esa ocasión, ¿sabés cuántos pesos nos dieron? ¡Quinientos pesos! Y yo decía, si Víctor dice que él se sostuvo con cinco pesos, y me dan quinientos pesos, ¡esto es en puta! Pero estos tipos querían botas de cuero, que comprara leche, que comprara avena, que comprara no sé qué cosa. ¿Y cómo, con qué? Un día me mandaron como cuatro mil pesos y nos sentíamos ricos.

Mónica: Porque cuando sube “El Zorro”, en septiembre de 1973, dice que él te lleva quinientos pesos embutidos en una bolsa de azúcar.

Henry: Sí, sí. Así eran las cosas. Esa era la logística. Entonces en una de esas Edén Pastora está buscando como provocarme, y estaba Denis Ortega buscando cómo provocar también. Estamos con “Efigenio”. Me acuerdo del enorme saco de yute que hacía de mochila de Edén Pastora, y allí me dice: – ¡Qué clase de embarque!

Entonces Edén dice otra vez: – ¡Qué embarque! ¡Qué embarque! ¡Aquí no hay ni mierda! ¡Idiay! ¿y qué querés? –le digo– que te den todo servido. Aquí ponete a trabajar. Entonces allí nomasito se metió Ortega: –Pero es que usted no nos trata bien. – ¿Qué es tratar bien? Vos estás pidiendo botas de cuero, y ¿de dónde voy a comprar botas de cuero? ¿Sabés cuántos pesos hay? Está bien, ¡saquemos cuentas!

Porque además, te cuento cómo repartíamos el dinero: Vos te vas a ir por este lado para abrir otra brecha, el otro otra brecha, entonces, ¿cuánto les dabas?, veinticinco pesos, cincuenta pesos. Y ¡a rendir cuentas al regreso! Fijate qué cuentas: –En tal lugar dejé veinticinco centavos que no me los devolvieron. Eso era así.

Turcios y Ricardo iban a ajusticiar a Edén Pastora, porque la decisión de subir era sagrada y él se fue; se bajaba sólo con permiso, ésa era la disciplina11

Así es que comienza el proceso en la montaña. Comenzamos a reclutar. En principio, fue reclutar en cadena, armar unas cadenas. Luego, cortar esas cadenas; se reclutaba y luego se cortaba esa cadena. 

Oí decir a Danilo Aguirre que los campesinos que traían presos de la montaña, en un ciento por ciento eran campesinos de extracción conservadora, y es correcto. Nosotros dijimos, en el campesino conservador, allí está la posibilidad de hablar políticamente con él, y andábamos detrás de los conservadores. 

Fuimos creciendo, fuimos creciendo; siento que comenzó como un cierto desespere, porque ese trabajo no es fácil. Andar buscando campesinos que te alienten, que te mantengan, conquistar a la gente, y con las ganas de echarle un tiro a la Guardia, porque ésta comenzó a penetrar. La gente logra evadir la persecución de la Guardia, los Jueces de Mesta12;comienzan a dar complicaciones, nosotros comenzamos a ajusticiar a algunos de ellos, porque eran los oídos y ojos de la Guardia.

Mónica: Cuando caen Oscar y Ricardo, en septiembre de 1973, estamos en ese período que se llamó de acumulación de fuerzas en silencio. Allí viene una discusión sobre la jefatura dentro del país, hubo un problema con la jefatura de Pedro Aráuz. Supuestamente, Carlos Fonseca decide que, muertos Oscar y Ricardo, el responsable del país sos vos. ¿Hay algo de eso, vos te diste cuenta de eso? (Ortega, Humberto: pp. 260).

Henry: Me doy cuenta muy después. ¿Qué sucede? Que la Dirección que puede discutir con los que están en Cuba, son los compañeros que están en la ciudad.

Cuando caen los cuatro compañeros, queda sin mando la ciudad, más no la montaña. En la montaña hay un mando que soy yo, y son otros compañeros los que estamos allí. Recuerdo que a mí me causó un enorme dolor la muerte de estos compañeros; dos de ellos siempre estuvieron allí con nosotros, Juan José Quezada y Jonathan González. Sentí mucho dolor por la muerte de Ricardo, porque tenía la idea que en ese enfrentamiento terrible que íbamos a tener con el enemigo, podíamos caer cualquiera, y allí era necesario tener un sucesor, y al que más talento le vi, fue a Ricardo. No me consideraba entre la sucesión, y no estaba con patín de ser jefe. Es el día de hoy y ¿no te fijás cómo me comporto? Pareciera que saco el bulto. No rehúyo ninguna tarea, pero no me gusta la presencia histriónica.

Después que caen, tengo que bajar, porque me mandan a decir que hay una urgencia de que baje. No sé cuántos meses después, pero me hicieron bajar. Fue en una casa que, luego supe, queda en Las Jagüitas13. La que daba cobertura era Leticia Herrera, y allí no se me plantea nada de eso. Lo que se plantea es que ya la fase de acumulación de fuerzas en silencio ha terminado. En la montaña decíamos que era necesario que la ciudad montara pija, porque si no, todo nos caía a nosotros. Ahí es donde se diseña el operativo, que no era para diciembre, era para alrededor de octubre que iba a ser. Sobre lo de que me hayan nombrado, no me dicen nada. Me ocultan eso.

Tomás llega, habla, porque Tomás estuvo sancionado14. Estuvieron: Plutarco Hernández el “Tico”, Pedro Aráuz, Eduardo Contreras “Marcos”, no sé qué otro compañero más, puede ser que cometa omisiones. Bayardo no estuvo allí, creo que a Bayardo también lo había sancionado15, no me acuerdo.

Lo más importante que discutimos fue el operativo, se escoge el objetivo y quién lo comanda. El operativo consistía en tomarse la Embajada del Brasil. La operación tiene por objeto sacar a los compas que están presos, y además, llevar un mensaje para hablar con la Dirección en La Habana, es decir, con Carlos Fonseca.

A mí me pareció bien, aunque enfaticé en que los que participaran en el operativo regresaran rápido: –Si van allá a quedarse toda la vida, ¡ni mierda!, porque eso es deshacernos de cuadros que son tan necesarios.

Después me di cuenta que ellos se quedaron callados. Ese nombramiento lo vine a saber ya mucho después; creo que me lo dijo Humberto, después que ganamos. Entonces le digo, está bien, por ser un gesto de confianza; sin embargo, hubiera sido difícil para mí, ser un jefe único, porque eran como tres zonas distintas.

La ciudad tenía su complejidad, por eso es que, al día de hoy, le guardo respeto y cariño a Bayardo, porque la ciudad era muy jodida como para organizar, pero a la vez necesitaba una continuidad de mando; si esa continuidad no se daba, la táctica se diluía en cualquier cosa. Organizar un mando único es mentira. Es mejor tener un comando como mando. Tener un mando único, eso lo hubiera objetado.

Mónica: ¿El que queda de responsable de la ciudad de hecho es Pedro?

Henry: Queda Pedro, y después de esa reunión, como muestra de afecto fraternal, él decide subir conmigo a la montaña, a dejarme hasta un punto. Ahí Pedro se da cuenta que la cosa es dura, que no es cosa de alegría. Se agotó varias veces en el camino, porque no estaba entrenado, aunque Pedro era fuerte entonces.

Mónica: Antes de esa reunión, hubo otra en la casa de Nandaime, donde viene Humberto Ortega, antes de la muerte de Oscar y Ricardo. ¿Participaste en alguna reunión en Nandaime?

Henry: En esa no participé. Supe de esa reunión porque Humberto es delegado de la Dirección, de Cuba, para que venga a ver cómo están las cosas aquí; porque siempre se estaba calculando la entrada o salida de los compañeros de allá de Cuba. Humberto tiene pegada una de las manos, es un hombre flaco, como puñal –así le decían– él no está apto para la lucha. Es un hombre físicamente limitado para la lucha clandestina.

Defiendo a Humberto y se me quita un prejuicio que me habían inculcado los compañeros de la ciudad, que no entraba por cochón. Cuando lo vi correr en el mar, ya después del triunfo de la Revolución, me decía a mí mismo: Pero si este pobre “Puñal” ¡qué puta!, si ni correr puede, con las manos delgaditas, verdad, sin peso. Qué va a poder este jodido en la clandestinidad, ni en el monte serviría ni aquí en la ciudad, y se lo dije de manera muy, muy fraterna: – ¡No jodás, fue mejor que te quedaste afuera!

Como me voy a la montaña, todo ese período lo desconozco, y por eso a mí no me afecta ese vergueo interno que era para desanimar a cualquiera. Sigo con mi gente, que es lo que tengo que hacer. Pierdo contacto con la ciudad. No nos mandan nada. De manera que hay un momento en que les digo: –El que me hable de división, lo fusilo; porque comenzaba a filtrarse la información, por aquí, por allá. Recibía el correo, y me contaban el repollo de cómo estaban, que el zutano, que el perencejo, que las tendencias.

Mónica: Antes que hablemos de la división, ¿qué hay de esa orientación de que después del gran operativo para la liberación de los presos, se iban a abrir los fuegos en la montaña?

Henry: El operativo tiene un nombre que es “San Albino”, por la mina donde se alza Sandino. Subo, hago el cuento, entonces nosotros decidimos ponerle unas candelitas al santo, realizar algunas operaciones. Esperamos que ellos pegaran el golpe y nosotros nos fuéramos encima de él, pero pasa el tiempo y nada; entonces decidimos el asalto al banco de Abisinia, pero eso nos dejó un montón de presos: los Núñez, los Molina, Carlos Argüello.

Es que la organización, al ser en cadena, uno le contaba al otro, y no había tal compartimentación. Entonces caía uno, y se iban todos los demás, como dominó. Entonces ajusticiamos a unos Jueces de Mesta, y cuando se da la operación del veintisiete, ¡ideay!, nos sorprendió a nosotros mismos la operación.

Juan de Dios Muñoz es el Jefe del asalto a Abisinia. Era muy bueno ese compañero. No sabía que se llamaba así. Los Núñez eran de Bocaycito, lo asumen y le dan cobertura clandestina. Era un tipo muy útil, con destrezas en mecánica, en radiotelefonía y demás. Como era buena gente y era Juan su nombre, entonces le pusieron “Juancito”.

Cuando ya nos fuimos, lo llevamos a la montaña, pero no para que se quedara con nosotros, sino porque él quería sentir qué cosa era eso de vivir en el monte. Y para su desgracia, nos perdemos en una zona montañosa, como pasa cuando uno no se orienta. Fuimos a traer agua para los compañeros que venían cansados. Eran “Ródrigo”, o sea Carlos Agüero, Julio Avendaño “Henry” y Ana Julia Guido.

Para entonces ya comenzamos metiendo gente, ya hay cosecha en la juventud nicaragüense. Cuando vamos a traerle agua a los compañeros, porque vienen cansados, entonces me preguntó: – ¿Usted se orienta, verdad? –Sí. –Entonces, ¿por dónde vamos? Y para no alargarte el cuento, ¡nos perdimos! Los compañeros nos estaban esperando un día, dos días, tres días, pasamos quince días perdidos; y allí sí el entrenamiento de sobrevivencia nos sirvió, porque no teníamos comida ni nada.

Comenzamos a comer semillas de zacate, todo lo que dicen en el entrenamiento, hasta que llegamos. Y no estábamos ni muy largos de la casa. El lugar donde vivíamos le llaman La Ceiba, íbamos a la casa de Martiniano Aguilar. De esa familia no había ni uno que no estuviera integrado, y con una enorme decisión. Después de esa pérdida, entonces a “Juancito” hay que sacarlo, se saca, y se integra Martiniano Aguilar.

“Juancito” era de los cuadros buenos. “Juancito” era extraordinario. Era fuerte, y además ¡con un carácter, el jodido! No se arrechaba para nada. Valiente, porque murió como un valiente, esa es de las grandes pérdidas de la lucha.

Mónica: “El Zorro” dice que después del golpe de diciembre de 1974, la idea era que también en la montaña se iba a abrir la ofensiva y que por eso se hicieron los ataques a Río Blanco y Waslala; que después les mandan a decir que tenían que parar las operaciones y que en el grupo de ellos, donde estaba Víctor Tirado, se discutió esa orientación; deciden hacer sin permiso la emboscada de Kuskawás, que es un golpe en el que mueren bastantes guardias.

Henry: Sí, eran como ocho guardias.

Mónica: ¿Hubo una orientación de parte de la ciudad que luego vos hiciste tuya de no hacer acciones, de parar las operaciones ofensivas?

Henry: Hombré, no recibí ninguna de esas orientaciones. En la reunión donde participé, y allí participo como mando, la idea es que hay que separarse de la acumulación de fuerzas en silencio. Recuerdo que una de las cosas que pregunto es: – ¿Qué va a pasar con la represión? En esa reunión el que más hablaba era Eduardo Contreras. Ahí estaban también Tomás, quien no era parte de la Dirección. “El Danto” llega porque sucede que se había fusilado a Narciso Zepeda; entonces, él llega como a reclamar si era cierto. La verdad es que lo de Chicho fue una injusticia por precipitación16.

Lo estratégico que se acuerda es que cesa la acumulación de fuerzas en silencio. Esto va a crear represión, entonces la pregunta es: – ¿Cómo van a soportar la represión, tienen condiciones para repeler la represión? ¡Sí! –dicen todos. La verdad es que el enemigo desbarató la organización que teníamos porque era una organización frágil.

La lucha armada es así. Uno no prueba la consistencia del organismo y la consistencia personal del combatiente hasta que combate, y la estructura no se prueba hasta que no se enfrenta a un adversario que tiene el mismo propósito que vos: acabarte, aniquilarte. La diferencia entre el enemigo y nosotros es doctrinaria, pero militarmente ambos tenemos el propósito común de aniquilarnos. La calidad del combatiente revolucionario es su humanismo. El otro desgraciado te tira, no importa lo que suceda.

Entonces, esas eran las inquietudes. Incluso, pienso que no estuvieron tan bien previstas, por ejemplo, la estructuración de segundas redes17 con aquellos buenos colaboradores que estaban allá en el tercer plano, muy resguardados para esconder al mando. ¡Siempre me he preguntado cómo cayeron el mismo día Eduardo Contreras y Roberto Huembes!18

Cuando se hace la emboscada de Kuskawás, en mi opinión es una emboscada temprana, porque el sector es El Sabalete, Kuskawás, una zona muy poblada. La doctrina de contrainsurgencia de la Guardia es caer inmediatamente a los colaboradores. Ya sabíamos eso por las experiencias en El Bijao, La Castilla. Para nosotros no había condiciones. Estaba ahí “La Gata” Munguía, y él no estuvo de acuerdo; y “La Gata” es cuadro hecho por Carlos Fonseca allá en Cuba. Hacen la emboscada y resulta un éxito militar; pero desde el punto de vista de resultados globales, es una derrota. En esa emboscada nos matan a lo mejorcito que teníamos: Jacinto Hernández y Filemón Rivera. Se comprometen las fuerzas en una operación táctica.

Víctor sube después de esa emboscada y nos informa de lo que ha pasado, y al regresar matan a Edgard Munguía, que fue otra enorme pérdida. Después de eso, no volví a ver a Tirado, ni conozco las circunstancias por las que él se sale de la montaña.

“La Gata” no quería irse después a ese sector, quería quedarse con nosotros, por eso me dolió mucho. Eso nos cambia a nosotros la estrategia de cómo armar las guerrillas, porque se nos debilitan las zonas más pobladas. Víctor se me desaparece. Se me pierde de mi visual. “La Gata” cae en El Chile, no en Yaoska. La lógica de la Guardia no era tierra arrasada, sino tierra sin nadie, porque los campesinos se van huyendo cuando ven como los asesinan. La estrategia era sacarle el agua al pez.

Mónica: Y es que además, si uno lo analiza, de parte del somocismo había una estructura de penetración e infiltración, había información. El enemigo era alguien activo, que no estaba sólo esperando que le llegara el golpe. Muchas muertes no se explican más que con la labor de los infiltrados.

Pasemos a otro punto. Todo el año 1975 hay Estado de Sitio y una fuerte represión. Desde Nueva Segovia, El Copetudo, el quiebre de la escuelita de El Sauce, donde muere Arlen Siú. Después del éxito de la casa de Chema Castillo, vino la contra ofensiva. Y en ese mismo año, a finales del 1975, la GPP expulsa a dos cuadros importantes del FSLN: Luis Carrión, Roberto Huembes, y a la vez trata de debilitar el rol de Jaime Wheelock. ¿Fuiste parte de esa decisión?

Henry: No, no. Tengo la dicha personal de no haberme metido en esas decisiones, porque veo muy infantiles las razones por las cuales se tomaban esas decisiones tan drásticas. Pero hay que decir lo siguiente: la posición de Jaime Wheelock, cuando lo conocí en la clandestinidad, en Costa Rica, cuando bajo para buscar la unidad, la idea que él tiene es formar un partido: Que primero es el partido y después la lucha armada. Entonces eso sí es una desviación peligrosa en una etapa en que vamos a la confrontación directa. Porque la idea de Jaime era teórica, pero si andamos echando tiros y luchando, es muy posible que eso haya causado malestar.

Mónica: ¿Vos eras el jefe en la montaña, pero no te mandaban a consultar?

Henry: No. ¿Cómo me iban a consultar si había serios problemas de comunicación? Todo este tiempo no recibíamos ninguna comunicación. Estoy adentro y no me entero de esto hasta después.

Mónica: A finales de 1975 entra Carlos Fonseca a Nicaragua, y a finales de ese año se reúne con Pedro Aráuz, “Ródrigo” Carlos Agüero y Tomás Borge. En enero de 1976 sube una camada de gente: William Ramírez, Roberto Calderón, Hugo Torres, Raquel Balladares. Por otro lado va Rosa Argentina Ortiz y sube una camada de chavalos de los barrios de León. Carlos sube después.

Henry: También sube Róger Deshón. En ese intento de subir, creo que es donde matan a Julián Roque, en un lugar que se llama Campo Verde.

Mónica: ¡Exactamente! En sólo la entrada lo matan. Él cayó el 30 de abril de 1976, en Dipina, departamento de Zelaya. Entonces Carlos entra en marzo de 1976 y supuestamente iba a haber una reunión de dirigentes en la montaña. Eso lo afirman Víctor Tirado López, Tomás Borge y Francisco Rivera. Carlos pensaba que, una vez discutidas las cosas entre los mandos, se podría conseguir la unidad plena.

Henry: Esa es una reunión utópica que no se pudo realizar en La Habana porque Carlos no llegó19. Es la famosa reunión en la que se intentaba que nos pusiéramos de acuerdo. Creía que con la presencia de Carlos –y Tomás vendía esa idea– que encontrándose con “El Ronco”, Oscar Turcios, se acaban las contradicciones.

Mónica: ¿Vos no habías conocido a Carlos?

Henry: No, lo conozco en México. Después que lo rescatan, pasa por allí20. A Humberto ya lo conocía. Ahí conozco a Rufo Marín y a Plutarco Hernández.

Mónica: ¿Pero vos supiste que Carlos Fonseca iba a la montaña?

Henry: ¡Cómo no! Cuando baja “Ródrigo” Carlos Agüero. Creo que “Ródrigo” tenía informaciones que no me reveló. De repente le agarró una necesidad de bajar a la ciudad. Le decía: – ¡Te van a joder!, te subiste para trabajar aquí, no para estar bajando. Esta es la tercera vez que querés bajar. Me decía unas largas y otras cortas, y hacía su plan con el que me convencía, porque ¡puta! falta esto, falta lo otro, decía. Y entonces me dice que es necesario hablar con “Agatón”, Carlos Fonseca, porque éste sí sabe del bonche que hay en La Habana con los compas de aquí. En realidad es un “bonche” que esconde las diferencias de concepción de la lucha, porque son puras pendejadas los alegatos: que aquéllos están afuera y aquí adentro están los valientes.

Cuando regresa “Ródrigo”, agarra la ruta por San Juan de Río Coco, para subir a donde estábamos nosotros. Nosotros entrábamos por otra, claro, ya dominábamos el monte. Esa ruta la toma ¿para qué?, para llevar a “Agatón”.

Él baja y arman la cosa. Deciden. Me imagino que a Carlos Agüero lo respetaban y además se imponía. Estoy seguro, Carlos Agüero era de mando. Carlos no era de: qué dice Pedro, qué dice fulano, no, ¡ni mierda! Carlos era de decisiones. Él se llevaba bien conmigo. Muy bien nos llevábamos. Le dije: –Si de esa cosa sale una solución, ¡arriba pues, andá hacela!

Como te digo, Carlos Fonseca, cuyo último seudónimo fue “Agatón”, va a subir por esa zona, entonces, pasado cierto tiempo, se aparece Carlos Agüero con Inés Hernández y con otro. El campesino Inés Hernández era muy apreciado porque era un baqueano “caballo”, muy valiente; pero es bebe guaro, vago, y se nos desaparecía. Nunca lo agarraban, menos mal, porque nos hubieran jodido a todos. Es bueno, bueno. Todo mundo quería andar con el compañero, entre ellos “Ródrigo”, porque además, era aventado.

Entonces él lleva la información de que el compañero “Agatón” viene para acá, y le digo: – ¿Dónde han estado? Y me dice “Ródrigo”: –Es que “Agatón” se ha aplastado, se ha metido en una zona y nos sale dando clases y haciendo no sé qué cosas. Nosotros, ya guerrilleros, sabemos que eso es fatal.

Mónica: En Las Bayas se quedó demasiado tiempo, lo reflexiona también Víctor Manuel Urbina, en la entrevista que le hago.

Henry: Esa zona lo va a quemar. Entonces cometen, para mí, una falla, un error: es decidir que “Rubén” salga con Claudia y otro compañero, para rumbo Oeste, y Carlos Fonseca se queda con un campesino que se llamaba Danilo21, que era buena gente, pero no era el campesino baqueano. Buenos baqueano eran Inés Hernández y Alfredo Jáenz “Alberto”. Éste no era campesino, pero tenía la brújula, ésa es una facultad que nace en algunos. El mismo “Rubén”, que se orientaba, debió haber organizado la góndola para traerlo, porque era el Jefe de la Revolución.

Mónica: Dice “El Zorro” que de haber querido él llegar directo a donde vos estabas, hubiera podido. ¿Por qué él se quedó allí todo ese tiempo?

Henry: Hay que ser justos. Carlos era un hombre viejo, no apto para esos oficios. Nunca debió haber entrado, era cegato hasta la gran puta. Pero él era el jefe. Y tomaba decisiones.

Platicando con Venancio Vladimir Alonso “El Trompañero”, me comentaba que hizo una buena relación con Carlos en sus años en Cuba, y él se ofreció como el hombre que iba a andar cuidándolo.

Él me cuenta ciertos detalles que conoció en Cuba, por ejemplo, de cuando Carlos hace mi nombramiento como responsable, del que me hablabas. Carlos le pregunta a Venancio: – ¿Y quién es este compañero?, refiriéndose a mí. Venancio le cuenta todo lo brillante y diaverga que es “Modesto”, y eso termina de remachar la decisión. Quien empuja esa decisión es Humberto, porque cuando vuelve a ver a los otros, no conoce a nadie, al único que conoce es a Henry Ruiz “Armando”.

Otro detalle. El alegato de la ciudad es que ellos están afuera, que Carlos debe entrar, que si quiere ser jefe que se verguee aquí adentro. Esa es la tesis de la gente que está aquí en la ciudad.

También le pregunté a Venancio las condiciones físicas de Carlos, y me dice que Carlos no estaba apto. También le pregunté: – ¿Él se vio forzado o tenía entusiasmo? Y me dijo Venancio: –No ¡hombre!, fíjate que cuando él dijo que venía para acá a la montaña, cuántos años que no lo había visto nunca tan entusiasmado. Ya hacía tiempo que no miraba al compañero “Agatón” con ese entusiasmo. Eso es así porque Carlos tenía pasión y la pasión ciega, pues.

Mónica: A mí me parece importante dar toda la información necesaria sobre las circunstancias que rodearon la decisión de Carlos Fonseca de hacer esa subida a la montaña, porque en el libro de Sergio Ramírez La Marca del Zorro, se dejan dudas sobre tu relación con Carlos Fonseca, y acerca de tu interés en una reunión en la que él puso tanto empeño que hasta perdió la vida.

Henry: No, no. Mirá, sé que han querido hacerme responsable de la subida de Carlos y de su muerte. Estas dudas me parece que las levanta en los años ochenta Sergio Ramírez, impulsado por los Ortega. No he leído ese libro, pero quienes lo han hecho me dicen que ahí se siembran dudas sobre mí. Sergio Ramírez, para lavarse las manos, antes de la publicación del libro me dice que ha tenido una entrevista larga, y que va a salir un libro sobre “Rubén”, al cual le tengo un cariño casi de padre. Que “Rubén” afirma que Carlos le dijo: –Pero este compañero, refiriéndose a mí, este compañero cuando llegue allí, me va a dar el mando o me lo va a negar22. ¡Qué pendejada! Según eso, resulta que ya no soy el tipo conocido, ya no soy el tipo al que Carlos le deposita su confianza con ese nombramiento del que hablamos, y que duda de mí. Sinceramente, no creo que Carlos haya afirmado eso de mí.

Creo que detrás de esto, Mónica, se escondía la competencia por el mando en el Frente y en el Gobierno en los años ochenta. La intención era joder a alguien que tenía cierto prestigio. Pero mi opinión es que Carlos no debió haber entrado nunca, debió estar afuera. ¿Qué hicieron los movimientos revolucionarios de la zona? Se reunían en otros lugares de Centroamérica.

Mónica: Si necesitaban reunirse, Carlos podía venir un tiempo y regresar a Honduras o a Costa Rica. Y en Nicaragua había muchísimas más posibilidades en otros lugares, pero no ir a la montaña. Ahí tenés al mismo Humberto, él nunca entró porque como vos decías, no estaba apto; y Carlos tampoco, era miope hasta la ceguera. Y si se reunieron después en Honduras o en Costa Rica o en Panamá, ¿por qué tenían que irse a reunir en la montaña? ¡Eso es un absurdo!

Henry: Incluso, ¿por qué no me llamaron a mí? A mí nunca me plantearon nada, porque en el fondo lo que querían era colgar a Carlos allá en la montaña, y que ahí estuviera como yo, aislado, esa es la verdad.

Mónica: En el año 1977, se dio un proceso de disgregación de la Brigada Pablo Úbeda. ¿Qué fue lo que pasó?

Henry: Después de la muerte de Carlos Fonseca, hacemos una fogata, nos reunimos todos y hacemos el análisis de la situación. Decimos que hay que buscar gente, armas, etcétera. Voy a buscar contacto con la ciudad porque estamos perdidos, está sucediendo lo que está sucediendo y nosotros no tenemos contactos.

Estamos sin contacto con la ciudad, entonces me traslado a una zona de la montaña, a adelantar el correo: mando a Victoria López “Nora” y a Salvador Muñoz. No bajo a la ciudad, los voy a acercar, voy con mis chanes. Mantuve compartimentada todas estas cosas, pero tenía dos hombres de confianza, uno es “Alberto” Alfredo Jáenz, era un compañero excelente. El otro era Nelson Suárez.

A mí me han acusado de campesinista, pero es que en el monte vos debés tener gente dotada. Por ejemplo, yo no me orientaba23, tampoco Carlos Agüero, “Arcadio” sí era arrecho. Son contaditas las personas de la ciudad que se orientan en la montaña. Así que me muevo con Nelson Suárez y Alfredo Jáenz.

Me desplazo del campamento y queda al frente un compañero de Jinotepe, Orlando Castellón “Casimiro”. La cosa es que bajo y mando una carta. Les digo a Victoria y a Salvador: ustedes vayan a buscar contactos con la gente de la ciudad. Les doy algunos datos, porque Victoria había estado aquí en Managua, conocía a Luis Enrique Figueroa, Salvador era de León, le decíamos el “22”. La cosa es que se van, y no aparecen. Oímos del ataque donde muere Pedro Aráuz, que han salido heridos no sé cuántos. La persona que sale herida es la Victoria, sale herida en las piernas.

Mónica: ¿Acaso ella estaba en esa casa, en la casa de Tipitapa?

Henry: Allí estaba, pero ella era mi correo. La cosa es que vienen de regreso sin papeles, sin correspondencia, cansados de esperar, y seguramente por las circunstancias, deciden subirse sin papeles. Como te decía, ellos nos cuentan de la división.

Cuando regreso, ya no encuentro a estos compañeros que estaban en la fogata, ¿me explico? Entonces quedo aislado esperando a que René Vivas y Serafín García nos contactemos, porque teníamos esa costumbre. Dejábamos una fecha y sólo sabíamos que para tal día en el palo tal, allí va a ser el próximo contacto. Por eso es que te digo que si ellos fueron dos, tres, cuatro días a esperar a Carlos, esos eran nuestros términos de organización. ¿Me explico?24

Cuando regreso, ya la gente se ha ido; entonces tengo que esperar a Serafín, y otra vez, a partir de allí, volvemos a juntarnos para comenzar el reclutamiento y el trabajo.

Después de varios meses, regresan. Ellos más o menos me cuentan de la división que hay, que han entrado en contacto con “Pedrito”, que es Inés Hernández, que trae la información de que Camilo Ortega me anda buscando para entregarme armas. Eso es más o menos por la fecha de la muerte de Pedro Aráuz.

Comentario de la autora: Los compañeros que estuvieron en la montaña nunca se reunieron después del triunfo de la Revolución a tratar de reconstruir los eventos en un orden lógico, y cada uno cuenta únicamente la parte que vivió personalmente.

Lo que a mí me queda claro es que después de la muerte de Carlos Fonseca, la situación de la Brigada Pablo Úbeda se vuelve crítica, porque la Guardia prácticamente logra llegar hasta el campamento central de la Brigada. En noviembre caen Leonardo Real Espinal (3 de noviembre de 1976), luego Carlos Fonseca y los que le acompañan (8 de noviembre), y un mes después, el 9 de diciembre, se produce el primer ataque al campamento central de la Pablo Úbeda, y cae Rufo Marín. El año 1977 es un año durísimo. En enero cae Claudia Chamorro en otro sector. El 9 de febrero, Aurelio Carrasco también cae en el campamento central.

En el mes de marzo, el mando de la montaña decide crear la Columna Aurelio Carrasco, mientras que la otra parte de la Pablo Úbeda tiene que adentrarse en la montaña, buscando El Saslaya. La Aurelio Carrasco, dirigida por Carlos Agüero, tiene la misión de operar ofensivamente, y lo empieza a hacer, pero con tan mala suerte que en el primer combate muere “Ródrigo”. (Ver entrevistas a René Vivas, David Blanco, Hugo Torres y William Ramírez).

El cerco de la Guardia se estrecha, se endurecen aún más las condiciones de hambre y abandono en que se encuentran, y se produjo un proceso de descomposición y desmoralización en la Columna Aurelio Carrasco.

“Modesto” sufre atrasos en su retorno del punto donde había ido a adelantar a los correos, ya que se enferma de paratifoidea y paludismo; y cuando llega al lugar donde iba a hacer contacto con los de la Aurelio Carrasco, no los encuentra.

En mayo se pierde Roberto Calderón. En julio se producen problemas internos y luego se marchan dos importantes guerrilleros25, y a raíz de ello se producen nuevos combates, hieren a Reynita, una compañera campesina. Una parte de ese grupo intenta romper el cerco y bajar a la ciudad y ahí matan a Orlando Castellón “Casimiro” y a Aquiles Reyes Luna, el 23 de septiembre de 1977. William Ramírez baja herido con Crescencio Rosales, mientras capturan a Ana Julia y Marcelino Guido. La otra parte decide abandonar la montaña buscando Honduras: Hugo Torres, Róger Deshón, Edwin Cordero “El Doctorcito”, y otros.

Casi al mismo tiempo que la Columna Aurelio Carrasco se desbanda, en la Columna Central, en la que andaban ancianos y muchas mujeres con sus niños, deciden dividirse en dos: una parte debe irse “a sobrevivir al Saslaya”, dirigido por David Blanco “Arcadio”; y en el otro grupo van René Vivas y Serafín García “Pablo”, quienes se internan en un punto intermedio en términos relativos, porque las distancias son enormes: entre el lugar donde está la Bacho Montoya, en Kilambé, y una zona de operaciones de la Aurelio Carrasco, que es El Naranjo.

El grupo de “Arcadio” es detectado y atacado, y la Guardia le hace algunas bajas. David Blanco decide bajar a ciudad y llega el 17 de octubre; hace contactos con Bayardo Arce y le encargan misiones de fortalecer la Bonifacio Montoya y de pegar con los restos de la Pablo Úbeda a través de la Ruta Sandino. (Ver entrevista a David Blanco).

“Modesto” logra hacer contacto con el grupo de René Vivas, y es a partir de ahí que tratan de reconstruir la Brigada. La Brigada Pablo Úbeda tiene en ese momento a Henry Ruiz, René Vivas, Manuel Calderón “Rufo”, Emir Cabezas, Nelson Suárez, Serafín García, Sabino Aguilar, Edgard Lang, Julio Avendaño, Máximo Martínez; Inés Hernández, Salvador Muñoz y Victoria López, que andaban en Managua; David Blanco, que se queda un tiempo en misiones en la Bacho, pero que luego se reintegra; y otros campesinos cuyos nombres no he podido conocer.

En agosto, después de abastecerse en un comisariato, la Guardia ataca a la pequeña escuadra en la que están, entre otros, René Vivas y Emir Cabezas. Ahí muere Emir Cabezas “Angelito”, el 24 de agosto de 1977, según las cronologías oficiales. Omar Cabezas se entera viendo el periódico en Managua, adonde había bajado a reunirse con Pedro Aráuz y Bayardo Arce. Ahí conversa con Salvador Muñoz.

En octubre, el mando de la BPU decide bajar a Edgard Lang, quien se encuentra con una hernia y una herida en la mano, que lo vuelve inútil en la guerrilla. Lo van a acompañar Nelson Suárez y Julio Avendaño. Dejan a Edgard Lang, y cuando suben, la Guardia los asesina el 15 de octubre de 1977. De esta manera, la Pablo Úbeda pierde a uno de sus mejores elementos, un campesino de una calidad extraordinaria, y el mejor baqueano de esa etapa.

Henry: Respecto a Rufo Marín “El Sordo”26, nunca pudimos encontrar su cadáver. Lo damos por caído porque nunca lo encontramos. Es que la Guardia tampoco lo reportó en sus partes, como solían hacer, en donde mostraban el cadáver y sus pertenencias, mostraban nuestras mochilas burlescamente. Pero en este caso no ocurrió y fuimos a buscarlo. Era un campo lleno de maquengue, menos cerrado, y por eso es que se podía revisar bien. Era un chavalo muy dotado físicamente, con una gran moral y espíritu de combate excepcional.

Cuando matan a Aurelio Carrasco dos meses después, otra bala dio en la espalda de Edwin Cordero, pero pega en el vademécum que él cargaba, y eso le salva la vida. El fusil de Aurelio Carrasco lo toma Ana Julia Guido, y eso, aunque tampoco pudimos encontrar el cadáver, sí nos confirma que cayó. Aurelio era un viejo guerrillero, originario de El Viejo; estuvo con “El Danto” y con Chicho en la guerrilla de Raití y Bocay. Ahí muere el papá de los Urbina, de Vidal y Víctor Manuel, que eran de El Sabalete. Y muere comiendo, aferrado a un tabanco de guineos maduros.

Carlos Agüero era muy severo, y una vez este compañero cometió una falta de disciplina. En esos momentos nosotros estábamos ya dando los frijoles contados, contados literalmente, creo que eran cuarenta frijoles por guerrillero. Urbina me busca en cuanto llego, y dice: –Este señor me quiere matar; le había reducido a la mitad los frijoles. Fui a hablar con “Ródrigo”, y le pedí que le levantara el castigo. Así era la forma de ver las fallas en medio de esas condiciones.

En Aguas Calientes, Emir estaba de posta y se portó súper valiente y contuvo a la Guardia. Por él fue que pudimos organizarnos y salirnos. Pero como había que subir una cuesta, por ahí salieron Ana Julia Guido, Claudia y Edwin Cordero, Flavio y Aurelio Carrasco. Ahí lo matan a él. Hugo Torres y yo nos retiramos por la vía imprevisible, por eso es que nosotros notamos la salida en fuga de la Guardia por el mismo río. Nos subimos por un paredón, luego nos fuimos a juntar, y nosotros nos retiramos.

Siempre he pensado que el campamento lo atacan porque “Arcadio”, que era el hombre mejor dotado de la guerrilla, era muy confiado, y en su optimismo no borraba correctamente las huellas. Creo que la Guardia lo siguió durante días, porque entró al campamento como debe entrarse desde el punto de vista operativo. Entré por otro lado, porque andaba con Nelson Suárez, el mejor baqueano de la guerrilla, y sin pereza ni nada, porque a veces uno por pereza, el cansancio, decía, mejor bajémonos por aquí, aunque no fuera lo correcto.

Lo que tiene que quedar claro es que en el campamento central estaban los viejitos y las mujeres con niños. Las Escuadras militares operaban en el entorno del campamento Central. Les pusimos “gualdrapas” porque así les puso René Tejada, era un término que usaban en la Academia Militar.

Mónica: ¿Qué pasó después que regresás y te das cuenta de que un número significativo de los guerrilleros se han ido?

Henry: Entonces tuve que rehacer, con el pedazo que me quedaba de la guerrilla, otra guerrilla. Porque la gente que dejé en el campamento, se me desertó; que no es la huida hacia el norte, sino una deserción masiva; la parte más importante de la guerrilla deserta y se va, mientras me quedo solo. Esos son los efectos para mí, de la división.

Cuando matan a Pedro Joaquín Chamorro, todo lo conocemos en la radio, porque ya no hay Ley Marcial, censura ni Código Negro. Nos reunimos, hacemos un análisis y discutimos las consecuencias de la muerte de Pedro Joaquín Chamorro. Aquí cambió todo, y hay que cambiar la idea que tenemos de la guerra.

Cuando nos quedamos solos, y ya teniendo claro el asunto, decidimos que hay que armar una zona, pero con armas y con guerrilleros. Ya teníamos experiencia de combate para darle a la montaña el prestigio que en la cabeza de la gente estaba, pero que en la contabilidad militar no alcanzaba el nivel deseado. Ese trabajo se dirige hacia las minas, soy quien propongo irnos a las minas Siuna, Rosita y Bonanza.

Mónica: ¿Quiénes estaban en la montaña cuando toman la decisión de bajar a las minas?

Henry: Manuel Calderón, quien además fue una gran alegría, porque se había perdido, y lo recuperamos; Victoria López “Norita”, está un viejito que se llama Máximo Martínez, Inés Hernández “Pedrito”, Salvador Muñoz, René Vivas y yo27. Somos como once o doce los que quedamos allí.

Entonces decido que vamos a pasar a las minas. Esta decisión no es instintiva, es el producto, primero, del aislamiento en que estamos, y de un análisis sobre adónde vamos a bajar con esa gente. Y viene la segunda decisión, tenemos que buscar los centros poblados, pues la muerte de Pedro Joaquín, el incremento de las acciones en las ciudades, tiene que estar provocando una efervescencia en la población. Tercero, específicamente, ¿dónde? Tengo en mi registro mental hacia dónde iba la gente que se desaparecía. Cuando hablaba con los campesinos les preguntaba: – ¿Y no saben del compadrito aquel? Ellos me iban diciendo: –Está por tal lado. Entonces tengo en la cabeza un detalle espacial de la agrupación de gente. “Pedrito” lleva un contacto que es de la familia Vargas28, entonces comenzamos a caminar. A los tres meses, nosotros teníamos montada nuevamente la guerrilla. La gente ya estaba allí.

Cuando ya hay condiciones, decido bajar a la ciudad. Es la primera vez que decido bajar, ¿por qué? Porque vamos a recomenzar en el Triángulo Minero y Puerto Cabezas. Ya a estas alturas, quiero saber cómo está la división.

Bajo con la Dorotea, quien me pone en contacto con el padre Nieaus, quien primero se me quiere rajar, pero hablo con él de cristiano a cristiano y dice que lo convencí. Eso cuenta ahora. Es un excelente compañero, y me gusta este cura holandés Nieaus. Con él bajo, y me pasa por Laguna de Perlas y llegamos a Managua. Había pedido un contacto en caso que bajara.

Mónica: Y llegás donde Manuel Espinoza, según él nos ha relatado.

Henry: Ahí llego. “El Ídolo”, le decían. La dirección dice que en la puerta está un ídolo. Y cuál es mi susto que cuando llego me encuentro a mi maestra de inglés, Olimpia. – ¡Vení ve, Manuel, quién está aquí! Y qué me iba a perder, si por más que me disfrazara ella era una profesora joven y ve a un joven al que le dio clases durante dos años.

Después Dorotea me va a meter a vivir donde unos familiares y habían unas negras hermosas. Pero la Doro me presenta como un seminarista, y me puso el nombre de “Jaime”. Se cagaron en mí con eso de seminarista. ¡Idiay, y que no me gustaban las mujeres!

Mónica: “Modesto”, cuando vos bajás, me acuerdo que te encontré en la casa de Azarías Gallo y Jeannette Chávez, allá por el Café Soluble…

Henry: Ahí vos me hiciste el primer permanente. ¡No agarró el hijueputa pelo!

Mónica: No. Pero fue porque no te lo hice bien, porque estaba con miedo de quemarte la cabeza. Te puse la crema, los rollitos, y entonces tenía que dejártelo más tiempo, pero te los quité muy pronto. Me daba miedo quemarte el cuero cabelludo.

Sos tan chirizo que necesitabas mucho tiempo. Eso fue después de la cárcel. En esa casa también estuvo José Benito Escobar, fue donde lo conocí.

En el mes de marzo, antes que yo llegara, se realizó una reunión en la que participan David Blanco “Arcadio”, Bayardo, José Benito y Omar Cabezas. “Arcadio” anduvo haciendo preparativos para la operación del Palacio Nacional que estaba montando la GPP29.

Henry: Sobre lo del asalto al Palacio Nacional, lo que deciden los Ortega, y excluyo a Víctor porque creo que él no es parte en esta decisión, es que la toma la dirija Edén. Es una idea que le venía dando vueltas Edén.

Mónica: Él dice que fue idea suya y que la expuso una vez en la casa de los Bervis, a principios de los setenta.

Henry: Esto no es así. Es una idea que se construyó en Cuba, en el colectivo. Desde entonces esa operación se llamaba “Los micrófonos”. ¿Para qué? Para el Frente, pues se concibe antes que estuviera dividido. Nosotros después, siendo ya tendencia GPP, decidimos que vamos a esa operación.

Entre el Comando está William Ramírez, que va a ser el Jefe de la operación. Cuando viajo a Panamá platicando sobre la unidad, y después que ya hemos terminado una reunión en la que participan además Humberto, Jaime Wheelock y Daniel, éste se pone de pie y se aparta un poco haciéndome señas, como queriendo decir algo. Me pregunta: – ¿Querés ver a “Jacinto”?, que es Edén.

¿Y anda por aquí ese huevón? –le pregunto. –“Jacinto” está por aquí; si querés verlo, lo mandamos a traer. Lo mandan a traer, y nos encontramos; vienen los saludos, ya sabés, todo lo chúcaro que es esa babosada.

Me imagino que, estimando que si no nos mostramos las cartas, podemos echar a perder la poca unidad que incluso hemos firmado, después que Edén se va, Daniel me cuenta que van a hacer un operativo, y que para eso va “Jacinto” para Tegucigalpa, a preparar las condiciones del golpe. ¿Cuál? La toma del Palacio. ¡Eh!, No me jodan, le digo, ve qué diaverga, y nosotros también vamos, y allí nos vamos a encontrar. ¿Cómo? –me dice.

Ahí le dije: –La clave de esta operación es “Los micrófonos”. Y me dice: –Nosotros le llamamos “La Chanchera”. ¡Es la misma operación!

Mónica: ¿O sea que en realidad ambos estaban preparando la misma operación por separado? ¿Nunca dijeron vamos a hacer una operación conjunta?

Henry: No, hasta en ese momento que yo estaba allí. Entonces dijimos: –Que se haga conjunta. Aquí en Managua no pudieron ponerse de acuerdo, pero creo que el protagonismo impidió que esa fuera tal vez la primera gran operación, y que ahora, históricamente, estuviera como emblema de los acuerdos de unidad.

Mónica: Hablando de la unidad, cuando aquí nosotros vimos la foto de la unidad, el personaje más misterioso, era “Modesto”, el que nunca habíamos visto ni en fotos. En las ciudades habíamos realizado propaganda, pintado las paredes con la leyenda “Modesto, el león más fiero de la montaña”. Entonces, ¿cómo fue todo eso, cómo fue ese proceso de la unidad, cómo se llega a eso?

Henry: Cuando vengo a la ciudad, Bayardo y José Benito Escobar me dicen que salga a buscar a las otras tendencias para hablar de la unidad. –Andá buscá la unidad, eso es lo que nos conviene. Porque aquí ya había un empuje por la unidad. Bayardo, que entonces es el jefe de la ciudad, nunca anduvo con babosadas. Bayardo se cuadró, no tuve problemas con él.

Entonces salimos y en el camino me encuentran los cubanos en Costa Rica, son ellos los que me detectan, y comienzan a darme protección, y el discurso de la unidad.

Después ellos me llevan a Panamá y allá me dan protección y sigue el discurso de la unidad. La verdad es que ya hay condiciones políticas.

 Ellos ponen un lugar, un hotel, donde nos reunimos, una suite sin asientos; pero teníamos seguridad, no había peligro con el gobierno panameño, y hablamos de unidad y se hace un escrito.

Mónica: Nosotros recibimos una carta tuya, en septiembre de 1978, donde vos hacés el llamado a participar, a contribuir, a respaldar los esfuerzos ofensivos de ese período, y a trabajar en la unidad sobre la base de la acción.

 Todavía no están las cosas firmadas en público, pero sí me acuerdo que decíamos que en la medida en que nosotros con nuestras unidades nos expresemos exitosamente, eso fortalece la correlación de fuerzas.

 ¿A qué se debe, cuáles son los factores que determinan la posición hegemónica de la Tendencia Insurreccional al final de la guerra?

Henry: La organización de la retaguardia, el trabajo en el exterior les genera más rápidamente la posibilidad de conseguir armas. Ya la retaguardia política se ha organizado. El Presidente Carazo da su pleno apoyo, se abren las comunicaciones con Torrijos, con Fidel Castro, con Carlos Andrés Pérez, y se ha ido tomando contacto con México.

Otro factor fue su política de reclutamiento.

Los Terces te agarran lo que sea y le ponen un arma; le dan misiones y mando. Recuerdo una carta que le envío a Bayardo, donde le digo: –No es hora de selección de cuadros, hay que agarrar cuadros, cuadritos y cuadrititos, porque el pueblo está generando con rapidez los combatientes, y no hay tiempo de estarlos llevando en un proceso selectivo.

Como los Terces tienen esa política aventada de agarrar gente, las armas se las van a dar a la gente, nunca van a sobrarles armas. Cuando se están entregando las armas, según Fidel Castro, se deben entregar por partes iguales, pero el que reparte y comparte se lleva la mayor parte30.

 Ellos repartían y agarraban más. Gozaban de las simpatías, tenían más plata, compraban más armas y el aparato político exterior era mucho más fuerte que el nuestro. Después están los beneficios de la prensa y la radio.

Estando en el exterior, mando un contenedor con doscientas treinta armas, con un chofer que había enviado Samuel Santos; pero el chofer pendejo se raja en la guardarraya, sale corriendo, y le quiebran el contenedor con las armas.

Entonces mandan a Humberto a querer regañarme. Le riposto: –Vos no sos jefe mío. Yo tomo las decisiones. Entonces, ¡mierda!, tenemos que meter armas. Comienzo a armar un comando con el propósito de dotarnos de armas y de combatientes bien entrenados.

Hablo con los cubanos, y como de ciento y pico de hombres que estaban ahí entrenándose, agarro un poco más de setenta y pico, todos bien entrenados en ataques de comando, y las armas suficientes, para aterrizar en las minas.

Allí iba como mi segundo, el panameño Evaristo Vásquez “El Chino”31, también Clarens Silva, Horacio Rocha, Francisco Díaz “Paquito”, “El Pusher”, Bonnie Rivas, un chavalo hermano de la Sadie Rivas, Marcos Arévalo “Marcón”, Fátima Avilés “La pata de buey”, ¡buena combatiente! Otro es “Camilo”, se llama Carlos Pérez. El Pelón Maximiliano se me quedó. Edgard Vílchez, que era radista. Ahí iba yo, por supuesto, vamos a arriesgarnos juntos.

Comentario de la autora: En plática posterior con Edgard Vílchez, el agregó a “Manito de León” Jairo Palacios Brag, un chinandegano cuyo nombre no recordó, y a “Chapita”. Edgard Vílchez afirma que él era el radio comunicador de “Modesto”.

Él no sabía nada del operativo y el mismo día le dicen: –Vámonos. Y le comunican que era el ingeniero de vuelo. Explica que Chuchú Martínez le dio clases para ingeniero de vuelo y que por eso lo pusieron.

Cuando llegó al aeropuerto y subió al avión, aún no llegaba la columna, y tuvo que obligar al piloto, con pistola en mano, a que taxeara el avión, esperando. El hombre se quería bajar. Cuando los del Comando llegaron, creían que Edgard era panameño, y así le decían.

Henry: Salimos de Panamá y el piloto era pagado, seguramente de ésos que le hacen vuelos hasta a los narcos, le decían “Ángel”, de nombre Luis. Me pregunta: – ¿Aeropuerto alterno?

Sí, todo resuelto, es “David” (Ciudad de Panamá). Todos, el General Torrijos, todo mundo está de acuerdo –le digo. ¡Ésta!, nadie sabía, pero teníamos que buscar soluciones.

Casi detienen al Comando. Después Torrijos estaba encantado porque era una idea militar que tenían él y Carlos Andrés Pérez, tomarnos Puerto Cabezas. Con esa gente, cagado de la risa lo hubiera hecho. Lo que pasa es que ¡no sabíamos cómo era la pista! La pista ideal era la pista de Puerto Cabezas.

Mónica: Ya allí a esas alturas te tomás camiones y agarrás las carreteras.

Henry: Esa operación que realizamos el 28 de mayo de 1979 tenía por objeto darnos armas, medios de comunicación y hombres con experiencia combativa, que habían salido de la insurrección de septiembre de 1978. Como ya se sabe, no pudimos aterrizar porque había una espesa neblina.

Pero ocurrió que Bayardo y William Ramírez se toman la Radio Corporación diciendo que he desembarcado, ¡qué puta! Todavía andaba en el aire dando vueltas, por eso me tiraron a matar con los push and pull. ¡Casi me quiebran el yoyo! Lo que pasa es que ¡no sabíamos cómo era la pista! ¡No pudimos aterrizar!

Entonces, al regreso, Tomás decide que el Comando pase al Frente Sur. Me encachimbo: –Aquí el que decide soy yo, no vos. Este Comando vos sabés cuánto ha costado, y lo voy seguir manejando. Lo que hice fue pasarlo para Honduras.

Los paso a Honduras, y por tierra esa es la gente que va allí a Achuapa y a todo ese sector, a cambiar la correlación de fuerzas, porque todos eran rifones, y además en esa guerra del alboroto, como le llamaba yo, éstos eran de élite.

Mónica: Refuerzan el Frente Norte y un poco el Frente Occidental. ¿Y cómo vas a dar entonces a Matagalpa?

Henry: Voy a Honduras. Ya tenemos retaguardia allí, el responsable es Luis Enrique Figueroa. Ahí busqué contacto con los militares hondureños que simpatizaban con nosotros, y me encontré con uno de apellido Bodán. Ahí conozco a Lenin Cerna en una reunión, en una casa que le decían La Negra. Curiosamente, cuando estamos en esa reunión, se apareció la Seguridad hondureña, y dije, ni un sólo tiro aquí. Hicimos silencio completo y apagamos las luces.

Pero entonces, la cosa es que me vi con el militar, y después que hablamos Luis Enrique le preguntó: – ¿Qué le pareció la plática con el compañero? Bien, me pareció bien –dice, pero al que quisiera conocer es a ese “Modesto”. – ¿Y con quién cree que habló?

Mónica: ¡El león más fiero de la montaña!

Henry: Así se construyen las ficciones, por eso no hay que enamorarse de ellas, sino que nos sirvan para reírnos.

Después, de Honduras me llaman a Costa Rica porque ya están las conversaciones con el enviado especial estadounidense, William Bowdler, y tengo que estar presente. Además, viaja hacia allá Carlos Núñez, que venía del Frente Interno.

Voy armado, para que veás cómo estaban las cosas, y así aterrizo en San José. Después de las pláticas y de conocer una serie de detalles, entonces les digo, ¿y ahora qué hago?, porque quería entrar a Nicaragua.

 Entonces me pusieron una avioneta y regresé. Aterricé en Sébaco. ¿Sabés quién me llevó? Aquél que se rebeló contra nosotros y se vino en un ataque y chocó contra las torres del aeropuerto y se mató. Modesto Rojas sabe el nombre, porque ellos eran compañeros.

Comentario de la autora: Se llamaba Agustín Román Maradiaga. Quedó trabajando con la Revolución hasta 1982. (Ver entrevista a Modesto Rojas).

Henry: Durante mi regreso, el cansancio era tal, que aunque esa avioneta viajaba en lo oscuro, porque no lleva luces prendidas, ni iba haciendo señas, ni mierda, desde que me monté me dormí.

 Me llevé a Carlos Argüello Pravia, quien era la retaguardia del Frente en Costa Rica, y cuando me di cuenta, estábamos rurururur…aterrizando.

 La tensión es tanta, que ya no podés tensionarte más, y por eso me dormí. No me acuerdo en qué fecha, pero estaban los compañeros sitiando el Comando de Matagalpa. Ya estaba tomado Sébaco, allí me encontré con “El Zorro”, y me fui para Matagalpa con Álvaro Baltodano.

Mónica: Antes de finalizar, se piensa que vos sos uno de los miembros de la Dirección con formación ideológica. ¿Cómo definirías al Frente Sandinista desde el punto de vista ideológico, en sus distintos momentos históricos previos al triunfo de la Revolución?

Henry: Primero, es una fuerza política-militar. Todo el que estaba vinculado a esa fuerza, sabía que tenía que estar listo para las operaciones militares, ya fuera como apoyo, como combatiente. Todo era para la guerra.

En ese Frente, los mandos los genera la lucha misma, a partir de los combatientes populares, y todo lo hacían bajo la bandera del FSLN, no había otra bandera, no había una fuerza alterna. Por ejemplo, el Partido Socialista Nicaragüense, al final puso sus fuerzas, nadie decía que era del Partido Socialista, si se encontraban allí, era bajo el FSLN.

Entonces para mí, es una fuerza política-militar de arraigo popular. Quienes estaban claros ideológicamente, eran los de la Dirección histórica; ésa es la que puede tener los contenidos doctrinarios del marxismo.

Por ejemplo, Carlos Fonseca en distintos momentos hizo declaraciones al respecto. Pero Carlos, desde sus primeras investigaciones, aplica un método que claramente lo identifica, es un método marxista. Carlos no habla de partido único, porque nunca se nos ocurrió a los sandinistas hablar de partido, decíamos que lo que necesitábamos era construir un contingente, una fuerza.

El término que utilizó Carlos era contingente, el contingente revolucionario. Hablaba de contingente, porque éramos poquitos, y de allí se pasa a la formación militar.

 Por ejemplo, cuando llega Carlos Agüero a la montaña, lo mandan a militarizar el trabajo que nosotros ya teníamos. Efectivamente, no podíamos nosotros hacer los trabajos de organización y reclutamiento, y a la vez dar el entrenamiento militar, no podíamos.

Entonces en todas las zonas que teníamos organizadas, Carlos llegó a ponerlas en orden militar. Me causa risa acordarme, porque teníamos fechas cuando nos encontrábamos y estaba en algún campamentito haciendo entrenamiento.

 Hacía los portes con un garrote, metiendo en el lodo a los combatientes, porque Carlos era jodido, insistía en que se tendieran y rodaran, no importaba que se enlodaran. Los chascarrillos que hacíamos a veces en esos entrenamientos.

 Pero eso llegó, tuvo su importancia: primero, a esa gente sí se le dio conciencia política, es decir, ya sabés para qué luchamos, en tanto, el entrenamiento militar indica la forma de hacerlo.

Pero una vez que se da el crecimiento en las ciudades y en el campo, ya es una reacción popular, no le importa nada, la gente: ¡dame el fusil!, lo voy a disparar; ya la rabia del pueblo se ha desatado, desbordado y es siempre muy corto el período en que se da ese movimiento.

Lo que sí es seguro es que sin un acumulado, esa reacción final no se da. Por eso es que la idea Tercerista de la historia es una idea idealista, metafísica.

Mónica: Además, que sí se logró construir un contingente de cuadros formados, para conducir a las masas en los distintos territorios, para que aquello no fuesen simples levantamientos que terminaran en masacres; o que se capitalizaran a favor de simples propósitos anti-somocistas, como siempre lo quiso la derecha.

 Por ejemplo, en las insurrecciones de Estelí, se levanta la gente, y luego se va una parte al monte, y con esa gente se sigue fortaleciendo la oleada insurreccional del siguiente año.

Henry: Incluso las operaciones que se hacen, por ejemplo en San Carlos, o en otros lados, algunos compañeros cuentan de la toma de Rivas, que nosotros ni sabíamos. Hay unas anécdotas allí, contadas por Tito Castillo.

No sabía, pero los que estaban detrás, eran cuadros fogueados en el monte, que tenían ya una formación ideológica y política en la montaña.

Esa es otra cosa, algunos quieren casi desaparecer la montaña, ningunearla. Hay muchas omisiones, incluso en los discursos nuestros hay omisiones.

Lo que sostengo es que la montaña jugó ese papel de atracción, de faro en el pueblo nicaragüense, que allí estábamos los combatientes que dábamos la batalla.

No importa qué ficción haya tenido el ciudadano al pensar en esas fuerzas. La verdad es que eso le imprimió coraje y posiblemente le eliminó el fatalismo de que teníamos que vivir con la Guardia, mientras la Guardia estuviera.

Y lo otro es que si algún mérito tengo, es que desde que levanté la mano frente a Filemón Rivera para decir: soy el que me voy a la montaña, desde esa vez hasta que triunfamos hubo guerrilla.

Hubo continuidad guerrillera, eso es lo que se enlazó después con esto que se llama insurrección.

Es el único mérito pues, porque ni siquiera hablo de sacrificio, no me gusta el sacrificio. Porque cuando vos vas a hacer algo, calculás qué es lo que vas a aportar, cuáles son tus esfuerzos, porque en cualquier misión gastás energías, a veces no vas seguro. Todo eso forma parte de la misión, lo cual asumís con la misión misma.

Carlos Fonseca insistía que el contingente debía ser formado con jóvenes de extracción especialmente obrera y campesina, y en esa insistencia él incluso hizo una escuela.

Y si vos ves, agarró a David Blanco, aunque también agarró a Jaime Wheelock, Jaime fue de los cuadritos de él; a “La Gata” Munguía, o sea, agarró también estudiantes, pero él se esmeraba en la extracción de clase. Es que el obrero físicamente es mejor dotado.

 Pero no solamente para caminar, y cargar, sino para aguantar la intemperie, el hambre, etcétera.

Voy a contarte una anécdota.

Una vez estamos en Caño Negro haciendo un traspase, éstos entraron aquí y nosotros vamos a seguir para adelante; entonces estamos comiendo donde un compañero que se llama Francisco López, al que le decíamos “El Sordo”, porque no oía.

 Era pequeño propietario, tenía su caballo, su mula, y estamos comiendo una tortilla que le decíamos “zopilota”, porque no se le quitaba la plumilla al maíz, no se nezquiza, entonces es dura, dulcete y gruesa, con unos frijoles en bala.

 Está Catalino Flores “Casimiro”, un campesino, está hablando de sacrificio y entra el pícaro de Filemón Rivera, se sienta allí al lado mío, y dice: –Avión, “Modesto”, avión, el sacrificio de estar comiendo frijoles en bala con tortilla.

 ¡Si, así nos hemos criado! Y efectivamente, para mí, por ejemplo, comer sólo arroz y frijoles, no es sacrificio.

Riposta “Casimiro”: – ¡Este jodido, como él se ha quedado estancado!, chocando amistosamente. Le dice Filemón: – ¿Y qué? ¿Y vos entendés eso que estás leyendo?, que Troskí, que Pleyanó (Plejanov), que Lenin. 

Todas las palabras acentuadas en el tono que lo dice Filemón. – ¡Todas esas mierdas yo me las pongo de seudónimo, de seudónimo me las pongo!

Tal vez contesta esta anécdota tu pregunta de la formación ideológica. Y ve cómo es la autoridad del que tenía conocimiento: el que está con el libro es el campesino, pero Filemón es de los zapateros de Estelí, y que es el mando, le dice: – ¡Yo esas mierdas me las pongo de seudónimo!

Agosto 2009

NOTAS

1 Toda la formación y experiencia le permitió destacarse como Jefe guerrillero en el Frente Norte, al lado de Francisco Rivera “El Zorro”.

2 La perra Laika fue el primer ser vivo en orbitar la tierra. Lo hizo a bordo del Sputnik 2, el 3 de noviembre de 1957, un mes después que el Sputnik 1 orbitara la tierra.

3 El doctor Gustavo Porras fue el primer Secretario General del Partido Unionista en Guatemala.

4 La tortura del teléfono consiste en aplicar golpes secos sobre el oído; produce un terrible dolor.

5 Según Bayardo Altamirano, Tomás Borge y Henry Ruiz llegan en 1970 a México.

6 Expresión que significa asesinar, matar.

7 Se le dice rasquiña a las erupciones originadas por picaduras de garrapatas de monte o coloradillas, animalitos que producen una picazón exasperante. Al rascarse con las uñas, generalmente sucias, se producen procesos infecciosos. El guerrillero padece de rasquiña, que se cura con frotaciones de alcohol con alcanfor.

8 Se refiere a Víctor Guillen, campesino de Uluse que forma parte de las guerrillas de Pancasán y Zinica, y que usó el seudónimo “Eulalio”.

9 La salida de Filemón Rivera de la cárcel, aparece en las cronologías de manera muy contradictoria. Según la cronología del Instituto de Estudios del Sandinismo (IES), en octubre de 1971 está todavía en la cárcel. Francisco Rivera dice que sale en abril, pero en su biografía aparece que salió en diciembre de 1970. Al salir de la cárcel, según relata su hermano Francisco Rivera, se queda un tiempo en Estelí. 

Él no tiene mucho tiempo de estar en la montaña, cuando realiza este encuentro que relata “Modesto”. Según Venancio Alonso, no estaba aún afincado en la montaña, ya que cuando matan a Denis Enrique Romero Zamorán, en noviembre de 1971, en Estelí, Filemón acababa de entregarle los contactos de esa ciudad.

10 La fecha exacta no la recuerda “Modesto”; pero según Venancio Alonso, quien iba con “Modesto” cuando subió por primera vez, eso fue antes de la muerte de Bernardino Díaz Ochoa, quien fue asesinado en septiembre de 1971.

11 Según José Valdivia, Edén previó que podrían querer fusilarlo; por eso, en la reunión a la que llegaron Ricardo Morales y Tomás Borge en Yalí, Edén tenía a “Chico Chiquito” como escolta, con una escopeta montada, y apuntando a los que llegaban a tratar de “convencerlo”.

12 Los Jueces de Mesta y los Capitanes de Cañada, inicialmente, fueron creados como mediadores judiciales en la zona rural, para resolver conflictos comunales; pero terminaron sirviendo a la lucha anti-subversiva del gobierno. Eran somocistas, en su mayoría, y denunciaban a los campesinos que daban respaldo a los guerrilleros; vigilaban las montañas y daban aviso a la Guardia sobre cualquier sospechoso.

13 Esta reunión se realiza en agosto de 1974, y participa también Víctor Tirado López.

14 En diferentes fuentes, y lo acepta el mismo Tomas en La Paciente Impaciencia, él era muy irresponsable con las medidas de seguridad. Solía violarlas por visitar a sus novias o simplemente por impaciencia. Los jefes consideraban justamente que la violación de medidas de seguridad ponía en riesgo el trabajo de la organización y, por eso, aplicaban sanciones.

15 Bayardo fue sancionado por diferencias de fondo con Plutarco Elías Hernández, quien luego desertó del FSLN. Reincorporado a la Tendencia Tercerista por Humberto Ortega en 1977, tuvo comportamientos cobardes en el Frente Sur. (Ver entrevistas a Bayardo Arce y José Valdivia).

16 El fusilamiento de Chicho Zepeda obedeció a un proceso, cuyo Responsable principal fue Plutarco Elías Hernández Sancho. Todos los miembros de la Dirección Nacional han afirmado posteriormente que fue un acto injusto y censurable que tuvo consecuencias muy negativas para el FSLN, organización en la que casi no se practicó el fusilamiento disciplinario en toda su historia de 23 años de lucha.

17 Se refiere a tener dispuestas estructuras súper compartimentadas que permitieran resguardar mejor la vida de los dirigentes. En muchas ocasiones, las casas de seguridad eran usadas indistintamente por varios dirigentes, lo que los volvía más vulnerables.

18 La forma como mueren estos dos dirigentes el mismo día, está explicada en la entrevista a Luis Carrión.

19 Se refiere a 1968.

20 Este encuentro debe de haberse realizado a finales de 1970, ya que Carlos, junto a Humberto Ortega y Rufo Marín, son rescatados el 21 de octubre de 1970, en una operación comando que dirige Carlos Agüero.

21 Carlos se quedó con Benito Carvajal “114” y Crescencio Aguilar “Danilo”.

22 En el libro La Marca del Zorro, Hazañas del Comandante Francisco Rivera contadas a Sergio Ramírez, aparecen tres comentarios que dejan en duda la disposición de “Modesto” para reunirse con Carlos Fonseca. Da a entender, sin decirlo explícitamente, que Carlos tenía ciertas dudas de encontrarse rápidamente con “Modesto”, así como la existencia de tensiones entre ellos: (1) “A mí me da la impresión de que Carlos no quería encontrarse con Modesto antes de la fecha de la reunión” (Pp. 115); (2) “Y todo esto quería decir que Modesto continuaba en la profundidad sin acercarse todavía al sitio de la reunión” (Pp. 118); (3) Además, según este relato, Carlos Fonseca le dijo a Francisco Rivera: “Parece que Modesto no está de acuerdo con el movimiento que hice con vos. Parece que vamos a tener problemas con el camarada” (Pp. 115).

23 Se refiere a la capacidad de orientarse en el terreno.

24 Según Hugo Torres, los contactos eran en junio, julio y agosto. En junio, ellos no pueden llegar porque se había producido un enfrentamiento; y cuando llegan en agosto, no encuentran nada.

25 Gabriel Chavarría Franco “Manuel”, quien estaba al mando de la Columna Aurelio Carrasco, y Alfredo Jáenz. Este último se reincorpora subiendo por la Bacho Montoya, y participa del proceso de reorganización de la Brigada Pablo Úbeda; cae en las acciones ofensivas del triángulo minero en 1979. Es hijo de doña Albertina Serrano de Jáenz, la heroica madre de Marcio Jáenz, que protagonizó una de las más duras huelgas de hambre en la lucha por los derechos humanos.

26 Rufo Marín es hijo de Hilda Ucles y Pío Marín, a su vez, hijo de Rufo Marín, Coronel del EDSNN, caído en la toma de Ocotal.

27 En conversación con René Vivas, se reconstruye esta lista: 1) Henry Ruiz; 2) René Vivas; 3) Serafín García; 4) Sabino Aguilar; 5) Salvador Muñoz; 6) Inés Hernández “Pedrito”; 7) Máximo Martínez, viejo campesino; 8) Victoria López; 9) Manuel Calderón; 10) Otros campesinos no identificados.

28 Dorotea Wilson dice que esta familia Vargas, de la comunidad de Mongallo, Siuna, fue de las más firmes colaboradoras.

29 Desde que “Modesto” baja a adelantar a sus correos a la ciudad, no se vuelve a encontrar con David Blanco. David vuelve a subir a la Brigada Pablo Úbeda el 16 de julio de 1978. Para entonces, “Modesto” ya se encontraba en los diálogos sobre la unidad de las tres Tendencias en el exterior. “Arcadio” conduce junto a René Vivas el proceso de reorganización de las unidades guerrilleras que operan en Las Minas; participa en el ataque a Bonanza y Rosita en mayo de 1979; y luego en las tomas de Las Minas y en las insurrecciones de ese sector. Llega a Managua en agosto de 1979.

30 Humberto Ortega dice que, cuando a solicitud de Carlos Andrés Pérez y Omar Torrijos, Fidel entregó armas al FSLN, los 1,200 fusiles FAL belgas, los distribuyó así: 900 a los Terceristas, 200 a los GPP y 100 a los Proletarios. (Ortega, Humberto: pp. 392).

31 Evaristo Vásquez cae después del triunfo de la Revolución, asesinado por la contra, precisamente en el triángulo minero.

Fuente

https://memoriasdelaluchasandinista.org/view_stories.php?id=29

Related Posts

Subscribe Our Newsletter