El pasado 5 de agosto se produjo una nueva deportación con destino Nigeria y Senegal desde Barajas. En este caso se trataba de un dispositivo organizado en exclusiva por la Comisaría General de Extranjería y Fronteras, sin la coordinación de Frontex.
El avión de Air Europa –compañía que monopoliza junto a Swift Air el negocio de las deportaciones– se llevó por la fuerza a decenas de personas. Hizo dos escalas: una en Lagos y otra en Dakar.
Dos de las tres personas con las que hemos podido hablar tras sufrir esta deportación relatan que fueron detenidas junto a su casa en las 48 horas previas a la salida del avión: se encontraron, al salir de su domicilio, a policías secretas que estaban en el lugar precisamente para detenerlas a ellas. En el caso de una de las mujeres nigerianas –viajaron dos mujeres de dicha nacionalidad en ese avión–, había sido detenida en fechas recientes por no tener papeles, pero el juzgado no decretó su internamiento y quedó en libertad. Está clara entonces la estrategia de detenerla de nuevo en las últimas horas previas a un vuelo, para poder deportarla sin necesidad de ir a sede judicial para solicitar su internamiento.
Conviene recordar, por otra parte, que son muy elevadas las posibilidades de que las dos mujeres nigerianas, durante su periplo migratorio, hayan sido víctimas de trata, por lo que su deportación puede acarrearles gravísimas consecuencias. No extraña, de todos modos, la actuación policial, se corresponde con lo habitual: el Estado español deporta cotidianamente a mujeres víctimas de trata.
En el caso del chico senegalés que también fue detenido junto a su casa, ya había sufrido anteriormente internamiento en el CIE de Aluche. Esta vez se lo llevaron ocho policías que le interceptaron cuando bajaba a comprar tabaco. Subieron a su casa, además, en busca de su pasaporte. No lo encontraron, pero no hizo falta: la embajada de Senegal, cómplice con las deportaciones, firmó el salvoconducto necesario para practicar la expulsión.
Estos dos casos son un ejemplo más del funcionamiento de la maquinaria de las deportaciones: se hacen redadas racistas con el objetivo de llenar vuelos, hay listas policiales de nacionales de los países de destino de los aviones para salir en su busca y meterlos a la fuerza en el avión.
Por lo demás, la actuación policial en el aeropuerto y el avión se caracterizó por los insultos –“negro de mierda, vete a tu casa” –; por atar de pies y manos a las personas que se resistían o, simplemente, estaban más nerviosas; y por apretar el cuello de quien alzase la voz.
Según uno de los testimonios, la Policía, que dobla en número a las personas deportadas, hace business con los 50 euros que se da a los inmigrantes senegaleses en Dakar. Este chico asegura que solamente recibió 20 euros.
Uno de los deportados, cuya familia vive en Dakar, se solidarizó con otros que viven en lugares alejados, acogiéndoles durante varias noches en la capital, pues no tenían dinero para viajar a sus casas. Por otra parte, los dos senegaleses entrevistados coinciden en afirmar que la policía española dejó en Dakar a un chico que no era de nacionalidad senegalesa.
Los vuelos de Frontex: ¿Cómo funcionan?
Entre el 1 de enero y el 5 de julio de 2014, Frontex, la Agencia Europea para el Control de las Fronteras Exteriores (Frontex), ha organizado 21 vuelos especiales de deportación. Según la información difundida por la propia Agencia, estas deportaciones han tenido como destino países africanos (Nigeria y República Democrática del Congo), asiáticos (Pakistán), europeos (Macedonia, Serbia, Albania, Georgia, Kosovo, Bosnia Herzegovina) y americanos (Colombia y República Dominicana).
En los vuelos organizados por Frontex existe una nación anfitriona u organizadora –host country– desde la que despega el vuelo en dirección al país o países destino de las deportaciones. Previamente, la Agencia coordina que otros países de la UE –a los que denomina participating countries– trasladen a más personas, detenidas en sus respectivos territorios, hasta el aeropuerto europeo del que va a salir el vuelo.
Frontex afirma que es el país organizador el que toma la iniciativa de dirigirse a la Agencia para proponer la deportación desde su territorio a un país o países concretos. Frontex actúa –dice– de intermediario, contactando con el resto de países de la UE para comprobar si están interesados en utilizar el vuelo para deportar también a personas detenidas por cada uno de ellos.
La Agencia europea cofinancia estos dispositivos; generalmente cubre el flete del avión de deportación, así como los trayectos internos europeos para llevar a todas las personas deportadas –y sus escoltas– al aeropuerto de salida de la expulsión colectiva. En total, la financiación de FRONTEX ha ascendido a 3.307.337,86 euros para las 21 deportaciones colectivas señaladas.
España ha actuado como nación organizadora en tres de estos vuelos. El primero de ellos deportó a 27 personas a Georgia el pasado 21 de febrero. De las personas expulsadas, 8 lo fueron desde España. El resto fueron atrapadas en Austria, Francia, Grecia, Polonia y Suecia, y finalmente deportadas en el mismo avión.
Cuatro días después, España fletó bajo los auspicios de Frontex otro vuelo con destino Colombia y República Dominicana. Este vuelo ya fue denunciado en su momento por la Campaña Estatal por el Cierre de los CIE, a través del testimonio de una de las personas deportadas, el colombiano Querton Hurtado. Ahora, a través de los datos aportados por FRONTEX, sabemos que aquel avión se llevó por la fuerza a 101 personas, 70 de nacionalidad colombiana y 31 de nacionalidad dominicana. La inmensa mayoría fueron deportadas desde España, aunque Grecia, país participante, expulsó en el mismo vuelo a cinco personas de nacionalidad dominicana.
El tercer vuelo en el que España ha actuado como host country se produjo el 21 de marzo y tuvo como destinos Macedonia y Serbia. En este avión fueron deportadas 29 personas, 18 a Macedonia y 11 a Serbia. Solamente tres habían sido capturadas por la Policía española; el resto habían sido detenidas en Francia y Alemania, y posteriormente fueron trasladadas a Barajas para formar parte de este operativo de expulsión.
España ha participado además en otros siete de los vuelos llevados a cabo bajo el paraguas y la financiación de Frontex, tres de los cuales tenían como destino Nigeria.
El boicot a Air Europa y Swift Air
En los últimos meses, como una de las estrategias para cortocircuitar los dispositivos de deportación, decenas de colectivos a lo largo de todo el territorio del Estado estamos realizando acciones encaminadas a ampliar el boicot contra las dos empresas que reciben 24 millones de euros en dos años –el contrato expira en marzo de 2015– por realizar todos los vuelos de deportación.
Swift Air realiza las deportaciones a Marruecos –las más numerosas–, mientras que Air Europa fleta los grandes vuelos hacia América Latina, África Subsahariana, Europa del Este y Asia. El llamamiento al boicot se extiende al grupo empresarial Globalia –en el que se incluyen, entre otras, Halcón Viajes y Viajes Ecuador–, del que son propietarios Juan José Hidalgo y Abel Matutes, exministro de Aznar. Air Europa firmó además en 2013 otro contrato por valor de 30 millones de euros con el Ministerio de Defensa.
Debido a que otra forma de efectuar las deportaciones es la utilización de vuelos comerciales para incluir en ellos a un pequeño número de migrantes (uno solo, generalmente) con su escolta policial, la campaña hace un llamamiento a la solidaridad del pasaje contra las deportaciones. Como el responsable último del vuelo es el comandante del avión, se han dado numerosos casos de cancelación de las deportaciones por las protestas de personas que, alertadas del intento de expulsión, deciden no ocupar sus asientos o no abrocharse el cinturón de seguridad hasta que la persona trasladada por la fuerza sea bajada del avión. Por ello la policía trata de ocultar la deportación colocándose en la parte trasera del avión, y maltratando en numerosas ocasiones a las personas deportadas para que no se muevan ni alcen la voz.
Fruto del trabajo de denuncia e investigación colectiva, se ha publicado recientemente el libro Paremos los vuelos. Las deportaciones de inmigrantes y el boicot a Air Europa. En él se recogen testimonios de cinco experiencias exitosas de resistencia contra deportaciones en vuelos comerciales.
--
Nota: El 12 de septiembre tuvo lugar un nuevo vuelo de deportación organizado por el Ministerio del Interior a Senegal y Mali, país cuyo conflicto se mantiene vivo, sobre todo, en el norte del país, según Acnur. El avión, de Air Europa, partió de Barajas e hizo escalas en Bamako y Dakar. Próximamente eldiario.es publicará más información sobre lo ocurrido en este vuelo.